miércoles, 30 de diciembre de 2020

LA VENUS DE LA VENTANA


- Don Alfonso, por favor, estese Vd. quieto, suba la barbilla y quítese el puro de la boca o no acabaremos nunca...

Don Alfonso, gran marqués y diputado, andaba ya muy enfermo y decrépito, y barruntando su fin quería para dejar una memoria imborrable, que le pintara un retrato de los que reflejaran el poderío de su familia, la dignidad de su estirpe, su férrea personalidad y firmeza de su carácter.

Mi familia, aparentemente próspera por aquellos años treinta, andaba en realidad de capa caída en lo económico y como el arte moderno no se entendía bien en este país siempre atrasado, como tantos otros pintores que estudiamos en Paris, en espera que me llegara el tiempo de triunfo y gloria, tenía que dedicarme a pintar retratos de próceres, políticos, industriales y religiosos, afortunadamente abundantes en mi ambiente. 



- No se preocupe Luisito que ya me queda muy poco de vida y quiero un cuadro que deje constancia de mi estirpe, mi inteligencia, mi empaque y mi donaire...cuando lo tenía, claro, así que invéntese Vd., lo que sea y emplee el tiempo que necesite para que así quede bien ...

Y quedo muy bien si, pero don Alfonso ya no lo pudo ver

la obra, porque murió de una apoplejía pocas semanas después.

Por respeto al luto familiar fui a cobrar el cuadro algunas semanas después.

Me recibió su viuda, la marquesa de Valdeterra , amiga de la monarca y la mujer más digna y estirada de toda la aristocracia española con su larguísimo y altanero cuello adornado con un sencillo collar de perlas oscuras, un costoso vestido de puntilla negra a la francesa, su tez pálida enmarcada por una peineta de carey cubierta de un velo negro de tul, su barbilla bien alta y su mirada indiferente.

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? hemos quedado satisfechos con la obra

Me dijo a la vez que me alcanzaba un historiado sobre con mis emolumentos con una voz grave pero elegante acostumbrada a mandar desde que nació.

Le di las gracias con una leve reverencia y ya me retiraba tímidamente y algo anonadado cuando con un gesto elegante me detuvo...

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? Ha hecho con mi difunto una magnífica obra realista, Sé que ha Vd. ha estudiado en parís algunos años, ¿Pinta Vd. en estilos modernos como eso locos de Paris, Mattisse , Picasso o Braque que están haciendo furor en los ambientes intelectuales de toda Europa menos en este atrasado país?.

- !Si señora marquesa!, ese es mi verdadero arte y esto de los retratos y murales para instituciones y ministerios es solo para mantener abierto mi taller hasta que me llegue el momento del éxito.

- ¿Es su discreción acorde con su maestría ?

- !Doña Marquesa!, todo pintor que se precie mantiene un secreto con su modelo, si así se le exige, mayor incluso que el de confesión.

-Verá joven Luisito ¿ Luisito? ¿no?...Siempre he admirado el cuadro de la maja desnuda de Goya e incluso el secreto que mantiene la duda de si el cuerpo pertenece a la duquesa de Alba, sin embargo, nunca en vida de don Alfonso me atreví a pedirle que me pintaran así. Sin embargo le confesare que ahora, libre, viuda y con mi belleza aun conservada en la cuarentena, soy consciente de que mi cuerpo, aún bello, debe ser inmortalizado antes de mi declive y como no falto a mi deber a nadie, quisiera que me pintara como la maja de Goya, desnuda pues, pero como sé que estudió en la ciudad de la luz, quisiera un cuadro al estilo moderno y rompedor pero que, como en la maja de Goya, que represente mi dignidad aristocrática pero que quede siempre la duda de si soy yo y de que su cuerpo sea el mío.

Era un difícil encargo, pero acepté animado por el reto que suponía y la obscena suma de dinero que me ofrecía.

El primer día que fui a pintar la Marquesa, había dispuesto a modo de estudio un pequeño y oscuro cuarto en el ático con una sola ventana, un sofá y un biombo.

Mientras yo disponía mis aparejos pensaba decirle, para aminorar su pundonor, que los pintores no vemos cuerpos sino que cuando pintamos, solo vemos líneas, puntos, curvas, espacios geométricos, etc., pero no tuve ocasión.

La Marquesa como si yo fuera su criada, salió de detrás del biombo completamente desnuda con toda naturalidad y se tumbó en el diván con la mirada altiva y algo desafiante.

Pero yo no estaba pintando aún y mientras la tocaba y manoseaba para alcanzar la pose final, me fui ruborizando a la vez que notaba algo duro en mi entrepierna y no hacía más que tragar saliva.

La verdad es que pintar lo que ella quería era un difícil desafío para el arte y antes de comenzar, necesitamos numerosas sesiones solo de bocetos para fijar poses y luces.

Por fin cuando ya tuve el dibujo y sombreado a mi gusto y comencé a pintar los fondos, observé que a las marquesas no les ocurre como a los pintores que solo vemos geometría, porque aunque impasible, cuando se aburría no me quitaba sus ojitos brillantes de mi cuerpo.

En aquellos años treinta yo era un tipo guapo bien plantado y de buena familia. Había estudiado bellas artes en Paris, de donde además vine a la moda...mostachos de guías hacia arriba, pelo rizado, chaqueta de rayas, pajarita y un sombrero blanco de ala ancha con su cinta colorada.

Un día pasadas ya unas sesiones cuando ya repasaba los perfiles sinuosos de su cuerpo, la marquesa se dirigió a mí:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ¿ Cuantos años estuvo Vd. en la ciudad de la Luz con los pintores modernos en aquel ambiente bohemio?

- Estuve seis años señora, y la verdad es que me vine porque se me acabó el dinero.

-¿Conocerá pues bien Vd. la sexualidad de la mujeres francesas ?¿no?...

-Bueno...si, la verdad es que no nos alcanzaba para mantener una novia, pero en cuanto nos llegaba la ayuda familiar, pagábamos nuestras deudas y nos íbamos corriendo a quemar el resto en prostíbulos, burdeles y cabarets donde las muchachas francesas totalmente liberadas nos hacían todo tipo de cosas para fidelizarnos para el futuro. Además y aunque más raramente, a veces lográbamos embriagar con absenta a las modelos y aquello acababa como una bacanal romana entre cortinajos caídos y lienzos

- Entonces andará bien versado Vd. del sexo moderno y escandaloso parisién.

Yo, avergonzado, me escondí un poco detrás del lienzo dije,

-Es un poco embarazoso confesarlo, pero experiencia no me falta...

Al día siguiente cuando entró le noté cierta decisión en la mirada y en cuanto cogió la pose me dijo:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... hoy voy a hacerle una confesión y una proposición ambas como absoluto secreto

La confesión es que a pesar de llevar veinte años de matrimonio y tener tres hijos, no sé lo que es un orgasmo porque al marqués, ferviente entusiasta del "misionero", la cosa apenas le duraba un minuto y gracias a que sé inglés he podido enterarme en las revistas femeninas de lo que es un "orgasm" y de que la mujer puede disfrutar mucho del sexo si lo hace con un hombre paciente y hábil.

La proposición por supuesto mejor pagada que el cuadro , es que sea Vd., mi maestro de sexo y me enseñe todas las técnicas modernas que conozca y que yo como alumna aplicada aprenderé...

Pálido y tembloroso acepté, me gustaba la mujer y necesitaba el dinero.

Tuve suerte de que la Marquesa se excitaba con facilidad y no era lenta en llegar al orgasmo (un poco escandaloso eso sí ) No os explicaré aquí todo tipo de posturas y técnicas que incluían las que ahora se denominan con nombres latinos y acaban en -atio o -lingus , pero os aseguro que repasamos el Kamasutra entero e incluso repetíamos muchas técnicas frente a un gran espejo que ella ponía frente al diván para no perderse nada de nuestras evoluciones.

Lo que me llamaba la atención es que al contrario de la mayoría de las mujeres que después del coito sonríen o ronronean y se abrazan a su pareja, La Marquesa muy seria me daba las gracias, se levantaba e incluso sin lavarse se dirigía a un pequeño escritorio donde apuntaba todo en un cuaderno que tenía a propósito para ello y en el que a veces, me pedía que le dibujara algún sencillo boceto.

Naturalmente el cuadro lo terminé pronto, pero las sesiones se fueron prolongando varios meses y cuando yo ya iba pensando que ella me había convertido en una especie de "amantillo" o "putillo" , un día al acabar una trabajosa sesión erótica, cuando se levantó me pidió que esperara diez minutos.

A los diez minutos exactos salió de de atrás del biombo totalmente arreglada y peinada ciñendo un voluminoso vestido de seda azul y se vino hacia mí con un sobre en su mano enguantada y ofreciéndomelo me dijo:.

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ha hecho conmigo un buen trabajo del que estoy francamente satisfecha, pero la tarea ha acabado, me siento bella en el cuadro y la sexualidad completara mi vida. gracias y adiós.

Cuando la Marquesa se dio la vuelta y se fue, me quedé allí de pie un buen rato con cara de idiota.

La exposición del cuadro en una fiesta en su casa, fue un verdadero éxito, efectivamente y aunque nadie dijo nada, la imaginación llenó el ambiente como ella deseaba y mi nombre alcanzó el triunfo y consideración en la corte.

Pero algo de nuestro secreto se debió filtrar y no por
mi parte...porque mi taller, se llenó de condesas, aristócratas y señoronas pidiéndome desesperadamente que las retratara a lo moderno mientras ostensiblemente me guiñaban un ojo...

fin.


HABITACION AMARILLA CON SILLON AZUL

SILVANA: 
Si, soy una mujer caliente y siempre lo he sido, no he encontrado otro modo de decirlo. En el diccionario desde frígida a ninfómana no he podido encontrar un término adecuado que me pudiera definir, tal vez el benigno termino...apasionada, pero apasionada ¿de qué?, yo te lo diré...de los hombres y del sexo cuyo contacto y cercanía producen involuntariamente en mi una excitación sexual y un anhelo interno que endurece mis pechos, dispara mi temperatura y libera mis fluidos hasta mojar la ropa interior.



Pensaba que mi sexualidad se troqueló de adolescente cuando siendo ya mujer seguía jugando con mis primos a juegos de lucha persecución y contacto y día a día observé el cambio que en ellos se producía. Recuerdo que sus olores y sudores producían en mi estómago cosquilleos, y que cuando sus brazos y piernas se fueron musculando y en su pecho y bajo su nariz asomaban algunos tímidos pelillos, cada vez me agradaba mas permanecer atrapada bajo sus cuerpos a pesar de que pesaban mas, incluso cuando a veces notaba una cosa grande y dura que me presionaba a nivel de la entrepierna.

Nadie... y digo !Nadie!, salvo mi psiquiatra, sabe lo que os estoy contando y fue ella misma la que me tranquilizó. Me explicó que era genético, Las mujeres como yo, siempre han existido. Ya desde la prehistoria cuando el homo sapiens vagaba en manadas o tal vez incluso, entre los primates que fueron nuestros ancestros y la naturaleza las hace así como las pudo hacer altas, comilonas o pelirrojas.

Vienen a ser unas pocas, tal vez apenas un cinco por cien, y no suelen ser las mas agraciadas, pero la naturaleza las ha dotado de tal nivel de excitación que consigue superar sus miedos y desconectar su razón, para solo ellas arriesgarse a ser preñadas en situaciones de hambruna, guerra, o desastres naturales cuando las demás, mas racionales en ese aspecto cierran las piernas y las ganas a cal y canto e incluso inhiben sus menstruaciones.

Está claro, que para la naturaleza la reproducción es lo primero y mas necesario. Ah...y se es así, no tiene cura, solo una mente inteligente lo puede evitar con disciplina .

Pero a diferencia del grupo de genéticamente facilonas al que de un modo u otro debo pertenecer, yo soy una mujer inteligente y aunque he tenido mis tropiezos a causa de mis calenturas, he aprendido de cada uno de ellos para evitar desperdiciar mi vida en manos de los demás con mi voluntad perdida que solo me iba llevando al desastre.

He tenido amores que me han abandonado hastiados de mis exigencias sexuales tratándome de puta , relaciones sin amor con personas indeseables que abusaban de mi, embarazos inoportunos por las prisas de un coito de hombres casados sin escrúpulos que me engañaron y cuyos abortos me dejaron yerma...

Pero al fin aprendí. A base de garrotazos de la vida pero aprendí. Debía abandonar el camino a mi destrucción.

Siempre quise ser Abogada como el resto de mi familia y si quería conseguirlo debía mantenerme alejada de los hombres como un ex alcohólico del licor.

Siguiendo los consejos de mi Psiquiatra, a base de disciplina cambié mi actitud, volví a la universidad, me hice reservada, me vestí con elegancia y decoro sin llamar la atención masculina , fui antipática y cortante con cualquiera que meara de pie, y con la ayuda de la aliviadora masturbación para los momentos de urgencia y mi fuerza de voluntad, acabé Derecho hice el doctorado y gané las oposiciones a judicatura.

Una juez puede mantener a distancia a todo el mundo.

Así continué el enorme teatro en que se convirtió mi vida, Nadie, nadie sabe ni sabrá que a esa jueza que te acaba de condenar a tres años de cárcel se te habría follado con toga y todo en su despacho sin reparo alguno si te hubiera dejado acercarte lo suficiente y olieras feromonas a masculinas.

Fue por entonces ya en la cuarentena, lo de Norberto. El hombre que se me coló por una de las pocas grietas que mi vida dejó a los hombres para acercarse...era guapo, educado, tolerante y viudo sin hijos y además mi ginecólogo...no os podéis imaginar el esfuerzo que tuve que hacer para no tener un orgasmo cuando me exploró.

Por entonces ya en mi corazón iba pesando día a día mas la soledad y la falta de compañía empezaba a abrumarme tanto como la falta de sexo y el caso es que el hombre valía la pena y me enamoré de él y que él se enamorara de mi, fue fácil para una mujer atractiva. Simplemente técnicas de mujer, hacerse la encontradiza en bares o restaurantes, conversaciones inteligentes, señales corporales inequívocas y hacerse la estrecha con mucho esfuerzo por mi parte fingiendo inexperiencia en lo sexual.

Norberto me pidió matrimonio en varias ocasiones, pero yo le di largas....Estaba insegura y vacilante de mi misma y muy preocupada de asustarlo con algún exceso de mi comportamiento sexual.

Solo le di al final el si cuando como un milagro me vino la idea del viejo sillón azul que había pertenecido a mi madre. Si, con el sillón azul y una férrea disciplina podría sostener aquel matrimonio.

NORBERTO:

Solo hacía dos años y medio que había muerto mi Elisa. A mí se me había atravesado el duelo y me había quedado enganchado en él como en una fina red.

!No...! No era doloroso, no me pesaba ya la soledad, solo una tristeza sutil que me dejaba indiferente e impedía que la alegría y la belleza entrara en mi cuerpo y como si los colores desaparecieran de mi cerebro, todo lo veía en blanco y negro, no me apetecía nada y cualquier ocurrencia para animarme la suprimía una intensa pereza.

Poco a poco hice amistad con Silvana , una cliente de mi clínica que era Magistrada del Tribunal Supremo y guapa y que me la solía encontrar en la cafetería donde cuando acabo de trabajar, tomo una copa y echo un rato mas que por placer, por retardar el regreso a mi solitaria casa.

Silvana me dio a entender que su soledad se debía a que su profesión espantaba a los hombres y además era muy selectiva con el nivel de los pocos que se habían atrevido a acosarla. Sin embargo también me confesó que conmigo se sentía cómoda y natural y que al igual que a mí, esos encuentra fortuitos , que pronto pasaron a ser cotidianos, la relajaban y le hacían olvidar los malos tragos de la jornada.

Me enamoré de ella, era como si en cada encuentro nos diéramos mutuamente una inyección de vida. Comenzamos un noviazgo, un poco a la antigua pero noviazgo, pero a pesar de ello, ella se negaba una y otra vez a que nos casáramos.

Por fin un día, dijo que si. Pero puso dos condiciones : que viviríamos en su casa y que solo haríamos el amor cuando ella lo desease y lo propusiera porque para ella, era un tormento hacerlo sin apetencia. Yo que nunca fui muy de calentones acepté sin inconveniente alguno.

Lo raro de mi historia fue el extravagante modo con el que Silvana manejó aquello...Cuando llegué a su piso, herencia señorial de sus padres en la mejor parte de la ciudad, me quede impresionado de su fina decoración, de sus cuadros y obras de arte, de sus alfombras persas y de muebles estilo inglés.

Pero...y esto es lo mas extraño...cerca de la puerta de entrada había una estrambótica habitación pintada de amarillo rabioso con marcos rojos enlosada de un damero con cuadros amarillos y violetas donde al lado de una pequeña mesita con un dado y una copa de granadina, reposaba un antiguo sillón orejero azul intenso de aspecto cansado.

Acostumbrado como médico contener mis sorpresas y sabiendo que Silvana tenía sus rarezas, yo no dije ni palabra pero en conjunto, aquella habitación podía parecer una cuadro fauvista de Matisse o de Chagall .

Sin embargo, ella si dijo algo: Cuando entres en casa, lo primero que harás será mirar este cuarto, porque si estoy receptiva me encontraras sentada el sillón azul desnuda y deseosa esperándote mientras me tomo mi copa de granadina.

Y aquella teatral ceremonia funcionó, funcionó hasta que tras veinte años de equilibrio y felicidad la parca se me llevó...

SILVANA:

Si amigos, lo del sillón azul fue un éxito para mi matrimonio. Era una manera de dosificar mis continuos ardores y mantener una chispa que alejara el sexo de la monotonía matrimonial.

Norberto...un autentico santo, jamás me preguntó por nada de aquello como si fuera lo mas natural del mundo y hasta supuso que el dado era decorativo sin pensar que su suerte venía de él.

En aquella extraña habitación, todos los domingos, día de descanso sexual, yo tiraba dos veces los dados. La primera vez la cifra me señalaba el día de la semana en el que tendríamos sexo, la segunda vez, que intensidad yo debería mostrar, para que así para Norberto siempre fuera algo diferente.....

Cuando Norberto se fue, hacía tiempo ya que la menopausia me había curado de mi mal de hombres y solo sentía atracción y placer con él...

Ahora, los domingos tiro el dado igual, y con las cifras obtenidas y sentada desnuda en mi sillón azul cada semana me acaricio en su memoria pensando en aquellos ojos alegres y chispeantes que le daban mis eróticas sorpresas....

fin











martes, 22 de diciembre de 2020

EL ANGEL DEL BURDEL



Cuando mi abuelo Didier  y a la luz del gris amanecer de aquel otoño de 1917 entró pisando entre escombros en el último burdel que quedaba en Verdún en el viejo y obscuro sótano de una de las escasos edificios que aun aguantaban de pie en aquella ciudad martirizada por la artillería alemana durante tres años, no buscaba sexo. 

Hacía mucho tiempo que los deseos físicos habían volado de su cabeza. La primera guerra mundial estaba ya finalizando y Alemania, ya sin recursos, tendría que rendirse no sin que en esa loca guerra quedaran un millón de muertos sobre los campos de Verdún.

Mi Abuelo Didier, ya entrado la cincuentena , era fotógrafo y por su edad, solo pudo ayudar a su país como corresponsal de guerra.

 Llevaba ya dos años fotografiando el paisaje lunar en que aquella bonita campiña junto al Mosa se había convertido por los cráteres de de las bombas de artillería y las zanjas de las trincheras anegadas de un lodo trufado de cadáveres, miembros y vísceras y sus abominables fotos se repetían un día tras otro bajo el sonido de los inmensos cañones y los gritos de los heridos.

Didier solo acudió al burdel para atizarse unos tragos que le anestesiaran un poco para poder salir a fotografiar y luego enviar su terrorífica crónica cuando al amanecer los soldados ya habían deshecho la enorme cola formada por la noche donde los hombres casi niños iban a echar lo que ellos llamaban "su último polvo", 

-¿Collete....? ¿Hay alguien por ahí que me sirva una copa de Absenta... ?

Una voz aguardentosa de mujer respondió:

-Pasa Didier y corre el cortinón, ahora mismo hemos acabado ya pero estamos tan agotadas que tendrás que servirte tu mismo....

Cuando Didier corrió el cortinón, la imagen de Collete, la madame, fue lo primero que vio sentada al revés derrengada sobre el respaldo de una silla sonriendo cínicamente, pero a sus pies, lo segundo que vislumbró, lo dejó helado : Era una muchacha de apenas quince años desnuda sobre unos almohadones  tan cansada y abatida que ni siquiera levantó la vista de su ensimismamiento.

Sin Embargo aquella muchacha era lo más bello que veía tras tanto tiempo viviendo en aquel horroroso infierno y Didier se quedo unos minutos paralizado contemplándola como si un verdadero ángel hubiera caído del cielo en el portal de belén o una ninfa de un fresco de Rafael. Era la mismísima imagen de la pureza en el fondo de un fosco burdel en el culo del mundo...  Didier no pudo evitar fotografiar la escena con un rudimentario flash de polvo de magnesio

-¿Solo sois dos putas Collete?

-Dos putas y con suerte....ayer una bomba mató a tres mas que venían en un camión y otra bomba mató a toda la familia de Isabelle , dijo señalando a la muchacha, y la dejó sin familia y sin casa....

-¿Pero esta muchacha no está preparada para esas artes?  le dijo a Collete un poco angustiado.

-¿ Artes ? ¿Qué artes...? Aquí no hay mas arte que tumbarse abierta de piernas con un trago de absenta y otro de Láudano y dejarlos pasar a razón de cinco minutos por hombre y pasarse un trapo húmedo por la entrepierna entre uno y otro hasta que se acaba la cola 

No lo pude remediar, un vomito amargo de asco me llegó a la boca y lo que hice fue un impulso que ni pensé... hay otras formas de servir a la patria...

- !Collete!, ! Esa chica no va a volver a hacer eso!, !Me la llevo de aquí !. Te pagaré lo que ganaras con ella en un mes y mientras tú te buscas la vida...

A Collete le sonó bien el tintineo de mis la monedas de plata, pensó que saldría ganando y sin pensárselo dos veces tragó en el trato. -Mas vale pájaro en mano que ciento volando...-

Didier dejó su trabajo con la agencia alegando estar herido y ese mismo día comenzaron los dos el viaje a Chartres donde vivía al lado de la enorme catedral.

No, no lo había debido pensar bien..., porque aunque yo trataba a Isabelle que era todo dulzura y agradecimiento como a la hija que nunca habíamos tenido y pensaba que mi esposa piadosa y católica lo agradecería igual porque podría ayudarla y llenar la ausencia de Denis, mi hijo, que aun estaba en el frente, todo fue un desastre.

Desde el primer minuto y en cuanto oyó que venía salvada de un burdel, Bernardette le mostró su mayor rechazo, le comenzó a llamar la putilla, le encomendó las peores tareas de la casa pero siempre criticándola y humillándola, le daba sus vestidos viejos y lo peor que había para comer hasta el punto de que yo que me esforzaba en darle cariño y compensarla, me preguntaba si no hubiera estado mejor en el burdel que con mi mujer que, mientras yo estaba en el frente, se había convertido en la Madrastra de Cenicienta o la bruja de Blanca nieves.

Afortunadamente y por vergüenza y dignidad de Bernardette, el origen de Isabelle quedó en un profundo secreto familiar hasta que por lo menos yo, que andaba ya muy mal de salud me muriera y ella pudiera tirarla a patadas a la calle al día siguiente.

Ahora queridos lectores tendréis que cambiar de narrador, mejor dicho ahora será una mujer la narradora...Me llamo Angellique soy una reputada escritora y lo que habéis leído, lo he novelado de un viejo cuaderno de notas de Didier que junto con la foto del burdel encontré cuando buscaba material para una novela en el fondo polvoriento de un baúl en una visita a mi abuela enferma.

El resto, de secretos familiares que hasta ahora ignoraba me los fue contando mi tío Antoine a base de insistencia.

Sabéis, a veces Dios castiga sin palo y Didier fue a morir el día siguiente de los dos milagros.

- ¿Qué dos milagros?

El primer milagro fue que Denis regresara de la guerra indemne cuando media Europa se había quedado sin hombres jóvenes. El segundo, que Denis e Isabelle se enamoraron a la primera mirada aun sin hablar...

Bernardette por amor a su hijo, tuvo que seguir tragándose a Isabelle y acumulando rencor durante algún tiempo, pero lo que ya no pudo soportar y fue superior a ella es que su hijo, que era carpintero, la preñara y en una ataque de rabia, los tiró de casa como si fueran una maldición o una peste contagiosa.

Según mi tio Antoine, que lo vio, la escena con Isabelle preñada subida en una mula y tapada con una manta vieja le recordó a la de San José y la virgen montada en un burrito camino de belén.

Pero las desgracias no habían acabado...Cuando Isabelle en el viaje comenzó toser sangre, Denis comprendió que había enfermado del mal trato sufrido y que el embarazo  la estaba empeorando, decidió dirigirse a la Provenza donde pensó que el clima mas benigno la ayudaría para la enfermedad y el parto. 

Pero no llegó..., Isabelle parió en una fonda a mitad camino y sin fuerzas para superar el puerperio falleció dejándome a mi huérfana de madre y a Denis destrozado.

Dicen que cuando una puerta se cierra siempre se abre una ventana...aquí la ventana fue Geraldine mi madre , pues nadie jamás me habló de Isabelle.

Geraldine era una solterona maestra del pueblo que enternecida nos acogió en su casa a cambio de algunos trabajos, nos cuidó hasta que con el tiempo mi padre se repuso, acabó casándose con ella y nos fuimos a la Provenza donde nadie nos conocía ....! otro secreto mas!

Y tanto secreto con cuarenta años marea...

!Si! soy Angellique en honor a mi verdadera madre Isabelle : el ángel del burdel de Verdún. ! Y no soy una hija de puta....soy hija de un ángel al que incluso me parezco en aquella foto!.

Y !Si!....En esta historia la única hija de puta es mi abuela Bernardette que por mucho que rece en la catedral de Chartres, estoy segura que en el infierno tiene esperándole un reclinatorio.

fin

 


miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA CATEDRAL

Serían las tres de la tarde y a esa hora la iglesia del pueblo solía permanecer vacía y oscura hasta el rosario de las cinco. 

-¿Cómo qué pecadora…?,! Puta !, !Tú lo que eres es una gran puta!.

El pesado confesionario de nogal oscuro comenzó a temblar como si fuera una hoja de papel por los golpes y patadones de ira que recibía desde su interior mientras las imprecaciones e insultos de aquel enloquecido párroco con voz de barítono amplificada por el eco de las desconchadas bóvedas, se iban elevando atronadoras sin importar que alguien las pudiera oír hasta anular el soniquete del llanto de la asustada muchacha. 

Afortunadamente, no había nadie en el templo. Paulina, tan arrodillada y contrita que casi no alcazaba el enrejado del ventanuco y apenas percibir el olor a pies y al rancio vino de consagrar que emanaba el interior de la cerrada negrura donde Don Cristóbal dormitaba su disimulada y plácida siesta habitual y tras oír el somnoliento e inoportuno "Sin pecado concebida", la muchacha acababa de introducir casi inaudiblemente y con la cabeza baja y cubierta de velos oscuros, la dolida confesión de su terrible pecado llena de arrepentimiento, con una carrerilla solo 

interrumpida por breves hipidos, lamentos y sollozos. 

-!Lo tuyo no tiene perdón aquí en la tierra!,

-!Una Jezabel con cara de mosquita muerta…!.

-!Una Salomé serpenteante que ha traído la vergüenza a éste pueblo…!.

-!Una Dalila perversa de traición peor que cualquier cortesana bíblica…,!

-!Dios te perdonará…!, pero lo que es yo…!No!.! Esto es superior a mí!. !Yo no te perdono así Dios me castigue!.

-! No puedo perdonarte.! Lárgate de este pueblo sabandija ninfómana y que yo no te vuelva a ver más, vete a ver al obispo a ver si él te alcanza a perdonar tanta porquería !.

Blanca como el mármol, la muchacha no pudo aguantar mas y salió huyendo de allí como alma que lleva el diablo dejando a aquel indignado párroco dentro del confesionario gritando como un poseso vociferándole al vacío y Paulina, llorando avergonzada huyó de aquel pueblo sin despedirse de nadie.

Si, había sido el mismísimo padre de Paulina el que para su desgracia la había enviado a aquel pueblecito de la sierra cuando en su lecho de muerte y para limpiar su conciencia le confesó que su madre, no había muerto como ella creía y que debía visitarla antes de coger los hábitos y esposarse con Dios.

Como hija del sacristán y sobrina del obispo, para Paulina que había ayudado desde niña a su padre a cuidar aquella extravagante catedral, aquellas enormes naves eran su casa y que la muchacha consideraba como una madre protectora en la que ella proseguía una vida casi fetal rodeada de su sagrado mundo del que apenas salía para hacer algún obligatorio mandado.

En aquella mole heterogénea construida como toda la ciudad a golpes de pasada grandeza en enormes pedazos de diferentes estilos cada uno mas bello que el otro y en cuyo centro y corazón reposaba la Reliquia del Santo Cáliz, Paulina que desde niña había sido el canon de la sencillez, de la modestia y de la humildad, era feliz cuidando y limpiando cada objeto sagrado, cada retablo, cada clavo de la cruz y cada cuenta de rosario, cada voluta dorada y cada suciedad dejada caer por las palomas en las góticas y venerables cabezas de apóstoles, santos y patriarcas .

Su valía, su espíritu de colaboración y su enorme devoción religiosa hizo que su tío el Obispo, consciente de que de la madera de santa de su sobrina, liberada de la obligación de ayudar a su anciano padre al morir, entrara en el convento como ella tanto anhelaba, al servicio de Dios para su mayor gloria .

Pero el mismísimo Dios, suponía Paulina, debía tener otros planes para ella porque la guió a aquel pueblo con la mejor edad para emparejarse y la menor experiencia con la vida, y cuando llegada al pueblo de su madre conoció al apuesto hombretón de su primo, hijo de su tía materna en cuya casa había sido acogida su madre, la llamada de la naturaleza estalló en su corazón, se enamoró perdidamente de él y se le borraron de golpe todos sus anhelos religiosos.

Si, aquel amor fue secretamente correspondido a espaldas de la familia y facilitado por la libertad de aquel verano de cálidas noches, el barullo de las fiestas del pueblo y la belleza de aquel escondido paraje a la orilla del río donde con el perfume de claveles y de higueras y el rumor del la corriente espumosa acabaron haciendo el amor apasionadamente a la luz de la luna cuando los besos se les quedaron pequeños para expresar el fuego que había entre los dos.

!Tarde !, El amor le había ganado la carrera a la vergüenza y ya era tarde cuando su madre, alarmada al ver como Paulina miraba a al chico, le tuvo que confesar a su pesar su secreto mas profundo: que su primo era su hermano, que él no lo sabía y que cuando ella llegó al pueblo a punto de dar a luz, lo parió escondidamente sin dejarse ver en el campo y para evitarle la vergüenza y el oprobio de ser un bastardo sin padre coincido, se lo cedió en adopción a su hermana y su estéril cuñado, con el acuerdo de que vivirían y lo criarían juntos.

Paulina desesperadamente atrapada por el destino pasó la noche llorando inconsolable. No podía dejar de amarlo y no encontraba fuerzas para renunciar a él y tampoco podía explicarle nada sin hacerle daño a quien mas quería, a él.

Además, de tal forma excitaba su deseo solo el roce de su piel o el aroma de su cuello que cuando sentía su tacto u olía su presencia, perdía la razón y nada le importaba.

Aunque lo intentó, cuando no pudo resistirse mas a su influjo, Paulina, sin decirle nada a él y con la resignación del que no puede luchar contra la corriente se dejó llevar por el río y se abandonó de nuevo a gozar cada noche incestuosamente de aquellos abrazos en los que su hermano la poseía, pensando que así solo ella cargaría con la culpa y que al final del verano, la distancia y la confesión sincera, acabaría con el pecado y que los hábitos que la esperaban y el abandono de aquél amor sería la mas dura penitencia para expiar la culpa y que Dios la perdonara.

Solo cuando Paulina se descubrió preñada se le derrumbó su autoengaño y fue súbitamente consciente de la magnitud y monstruosidad de la abominación que, emborrachada por el amor, había cometido y sin contárselo a nadie y tras darle vueltas en su cabecita como una noria, había corrido a confesarse.

Abatida en el tren huyendo hacia la ciudad, con los ojos ya secos de tanto llorar, jamás hubiera imaginado Paulina una reacción así de un representante de Dios al que había acudido en busca de perdón y consejo.

Cuando al amanecer salió de la estación y enfiló temblando el viejo puente del río buscando anhelante la catedral como si buscara a esa madre única capaz de perdonar cuando todos te abandonan, desde el mar, los negros nubarrones parecían pesadas losas que pendían sobre su cabeza y súbitamente se levantó un viento helado y cortante que la obligó a protegerse caminando tras el pretil del puente medieval agachando la cabeza asustada y apurando el paso con los brazos inconscientemente cruzados sobre su vientre como si quisiera proteger lo que fuera que crecía dentro de sus entrañas y que era la única razón por la que, con esfuerzo, desoía las voces de la vergüenza y la ignominia que las colosales y gemelas como las torres de la entrada del portal de serranos, parecían gritarle desde el final del puente una y otra vez, para que se dejase llevar por la ventolera y se quitarse la vida en las negras aguas del Turia ahogando así toda su angustia.


Cuando por fin alcanzó la esquina, de la casa de los caramelos y supo que solo con doblarla vería a su amada y materna catedral, un sentimiento de alivio y esperanza la invadió. Pero cuando entró en la calle, el viento arremolinado comenzó a empujarla hacia atrás y Paulina tuvo que arrodillarse penosamente para poder llegar a la plaza de la virgen donde cayó derrumbada y agotada.

Pero cuando levantó la cabeza..., la gigantesca puerta de los apóstoles que ella tanto amaba se alzaba sobre ella amenazante, amarilla de ira y deformada por la indignación y a sus espaldas, sus gárgolas la miraban con un odio infinito y todos los edificios y torres y cúpulas de la catedral se arracimaban cárdenos , tenebrosos y ceñudos mirándola con las ventanas fruncidas de cólera contenida sobre un fondo tormentoso de rayos que confirmaba una amenaza de muerte si se le ocurría poner un solo pié sobre sus losas.

Paulina aterrorizada por aquella visión, apenas tuvo fuerzas para ponerse en pie, el rechazo de la catedral, su única esperanza, y el mortal desengaño la dejó tan abatida que desmayadamente y tapándose la cara de vergüenza y con los ojos llenos de lágrimas se dejó arrastrar mansamente por las ráfagas de lluvia helada hacia la estrecha calle que baja al barrio de las putas donde a la entrada, al pasar por la inclusa, el torno de maderas donde tendría que abandonar a su hijo cuando naciera, la llenó de consternación.

Paulina siempre fue puta, si amigos, ¿ Qué sentido tenía el destino que su amado Dios había reservado a aquella muchacha criada para santa y virgen para acabar de puta vieja aunque fuera una buena puta que ofrecía a dios su trabajo de calmar las ansias de los necesitados de amor como si fueran oraciones?.

Paulina ya jamás pudo poner un pie en la catedral, pero con sesenta años le llegaron dos alegrías por las que dio por buena su arrastrada vida. Su primera alegría fue cuando leyó en el periódico que su hijo, cuya vida discreta y anónimamente había vigilado de lejos, había sido nombrado obispo de la ciudad. La segunda alegría fue la de la dulce venganza de que su sangre, antes vilmente rechazada, por la rencorosa y estirada catedral, ahora en las venas de su hijo, entrara en ella por la puerta grande toda engalanada y con las campanas repicando para celebrar la misa mayor.

Había que ver como Paulina mientras se bebía un buen vaso de aguardiente con su boca ya desdentada no pudo evitar una risotada grotesca y murmurar irónicamente:

-!! Cuantos prelados y sagrados dignatarios y cardenales con toda su santidad ignoran llevar bajo los cien botones de su sotana a un autentico hijo de puta.... !!.

fin




sábado, 31 de octubre de 2020

LA FOTO

Bueno, en realidad no fue un atún porque lo que pescó ese día Aureliu fue un "Bonito" que es como aquí en el Cantábrico llamamos a una especie de atún mas pequeño y de carnes muy blancas que hace nuestras delicias, pero aquel animal era enorme para su especie y aquella foto enmarcada y descolorida ya por el tiempo, que debía rondar ya sus treinta años largos, me llamó la atención a pesar de estar en un rincón junto a muchas otras. Ignoro el porqué, pero por la juventud y sonrisa de felicidad de los protagonistas intuí su valor sentimental. 

Cuando llamé a su puerta, Aureliu sin levantarse del sillón orejero donde lo aprisionaba un enorme volumen de historia, me gruñó sin soltar su pipa de la boca ni su redonda copa de brandy de su mano derecha y me invitó a pasar a su casa por primera vez con un ! Adelante Balbín, que está abierto...! 


Yo entré despacio para no romper el ambiente de la música de Bach y mirándolo todo con la curiosidad de quien entra en una catedral por primera vez,  me detuve como hipnotizado por aquella foto.

En aquella imagen todo era felicidad, hasta el Bonito plateado y azul  parecía sonreír 
con su boca semiabierta vanidoso de mostrar su imponente tamaño. El perro lanudo y pajizo recordaba un peluche enorme con su boca abierta y la lengua juguetona. La amplia sonrisa de un joven Aureliu no solo me parecía sorprendente por su juventud, sino por lo extraño que era verlo reír, pero la sonrisa de Maruxa sin embargo, era algo mas, era un gesto de amor de verlo a él tan feliz. 

-! Joder que ojo tienes Balbín !. Con la de recuerdos y trastos viejos que tengo en esta casa, has ido a dar a la primera con el único recuerdo que me importa y lo único que salvaría de esta casa en caso de incendio.

- Bueno Aureliu..., los periodistas, escritores al igual que los policías tenemos la deformación profesional de encontrar rápidamente lo mas importante en cualquier escenario.

La verdad es que a pesar de ser hijos ambos de buena familia del mismo pueblo pesquero cuyas callejas estrechas y medievales parecían precipitar sus coloridas casas de sobre aquel pequeño puerto batido día si y día no por oleajes y galernas, hasta hacía poco, solo se habían conocido vista.

Sus vidas fluyeron en la cercana ciudad, llevaron caminos divergentes y solo recientemente, ya en la jubilación y arrastrados en parte por la soledad, iniciaron una inesperada y bella amistad colaborando voluntariamente en la construcción del museo marítimo regional.

Bueno, yo sabía de Aureliu mas que él de mi... Los cotilleos en los pueblos son inevitables. Se sabía que era un hombre adinerado de una familia de indianos de apellido conocido que cuando volvieron de hacer las Américas aumentaron su fortuna industrializando la zona y creando miles de puestos de trabajo y que Aureliu, solo era uno de los once hijos que con mayor o menor éxito dispersaron riqueza por la región.

Pero salvo esto último, el resto solo eran rumores. Nadie sabía con certeza a que se dedicaba, todo lo mas que era algo de la universidad. Por otro lado, era un hombre educado y comedido al que jamás le podías notar la riqueza porque su casa aunque antigua y señorial no era mas que un antiguo caserón indistinguible de los del resto pueblo, el hombre no se hacía de notar entre los capitostes ni autoridades, vestía con normalidad, nunca se le vieron cochazos ni relojes o yates, tenía un barquito pesquero pequeño y tradicional de color azul para salir a pescar los domingos que hacía bueno y sin más, comía luego el menú del día en la tasca del puerto.

Tengo ojo para la gente, !Si!. Eso es un talento de Dios y por eso en nuestra madurez me pegué un poco a él porque intuí que era uno de esos raros hombres sensatos a los que a pesar de que la vida le dotó de riquezas, comprendió que la felicidad no la dan los objetos ni el poder sino la riqueza interior, la modestia y el equilibrio y que alegra mas el sueldo emocional que produce el interés por sus propios asuntos que un dinero real fruto asuntos ajenos.

No, no era un hombre introvertido. No, pero tampoco hablador pedante o parlanchín, respondía sin evasivas a lo que se le preguntara y su soledad no era impuesta sino buscada por que en ella radicaban sus recuerdos sus vivencias y su paz.

Conteniendo mi natural curiosidad de escritor, despacio, muy despacio y sin indagar demasiado, en nuestras largas conversaciones me fui enterando de que había sido Catedrático de Historia, amante del arte y de la música y un librepensador de los que jamás se había atado a nada y así, nuestra amistad fue fluyendo inteligentemente a pesar de nuestras propias diferencias, evitando roces y controversias como dos ríos antiguos que sorprendentemente coinciden algo cansados y ya sin fuertes corrientes en la planicie cerca del mar.

- ¿ Esa foto precisamente Aureliu...? ¿La del Bonito..? le pregunté discretamente.

- ! Pues si, Balbín !. Esa foto precisamente se hizo en el momento más feliz de mi vida, fue mi cumbre, el vértice del único diamante del anillo de mi existencia.

No es que antes o después no haya sido feliz, murmuró Aureliu , la verdad es que pocas veces he sentido que la desgracia me aplastara, pero, jamás me he sentido así como me sentí en esa foto.

Nos la hicieron poco antes de esa época, entrada ya la madurez, en la que uno, de un día para otro, se da uno cuenta de que la vida, entre luchas y descansos, no es una pendiente en la que uno sube hasta el final, sino una montaña que en cuanto llegas a su cumbre, dejas de engañarte y vislumbras que la otra mitad de vida que te queda es un descenso lleno de dificultades y sinsabores, que con suerte, debes a bajar con menos fuerza y salud hasta el fondo de otro valle en el que dejarás dispersos tus huesos.

-! Joder Aureliu !, que pesimista estás hoy, das miedo... le dije aún de pie casi cortándolo, ! Estoy por largarme antes de que me hagas llorar...! , ¿Eso que fumas es tabaco solo...?, ! Mira que tu y yo ya no debemos estar lejos del fondo ese puto valle de los huesos esparcidos...!

-! No seas simple Balbín !, me dijo mirándome con indulgencia, párate a pensar que yo te tengo por inteligente.

Ese momento en la cumbre de la vida es el de pensar que el sentido de la vida es que no tiene sentido o que tiene el mismo sentido que el de un árbol, un oso o una piedra de cuarzo y lo importante que va a ser aprovechar en tu descenso cualquier momento dichoso como el último, separar lo necesario de lo accesorio, desligar bien lo importante de lo banal y ayudar y ayudarte de los demás para llegar a bajo lo mas entero posible.

-! Aureliu ! le dije yo...,! Me estás poniendo malo...!,! Déjate se hostias filosóficas que yo estoy hoy un poco resacoso del aguardiente de orujo de anoche ! y ves al grano con la dichosa foto que es lo único que te he preguntado.

- Vale, vale...pues mira, esa foto representa para mí la cumbre de la felicidad porque refleja en un instante que había conseguido todos los deseos que hasta entonces había perseguido y mi sonrisa no era de pose sino de un autentico triunfo que infantilmente pensaba que sería eterno.

Aun no estoy seguro de como lo hice ni porqué lo conseguí, pero por fin, tras varias décadas de pesca, había conseguido enganchar en mi Curricán con un gastado cebo de madera que imitaba una sardina herida y una vieja caña de mi difunto tío, el bonito más grande que vi jamás y que necesitamos dos personas con garfios para tirarlo a bordo.

Sin embargo, lo de pescar a la Maruxa, la muchacha de la que anduve profundamente enamorado desde la facultad y lograr que estuviera en esa foto, fue mas difícil aun que lo del atún porque para conseguir su amor necesité suerte, paciencia y buena estrella, mezcladito todo con algúna dosis de destino fatal.

Si, Maruxa, muy guapa e inteligente se casó con el más guapo de la promoción que, putero y fanfarrón, le dio una vida de perros especialmente tras el desgraciado aborto que la dejó definitivamente seca. No me duele decir que su viudez tras un accidente de coche en el que el susodicho andaba como una cuba, no me dio la menor pena y mi cercanía y consuelo facilitó mi camino.

¿El perro?. Bueno, a veces suerte en la vida es como las cerezas que vienen de dos en dos y cuando me casé con Maruxa se vino con un cachorro que parecía una madeja de lana y que para los dos fue como el hijo que no podíamos tener.

Cuando vi aquella foto comprendí que ningún instante en el mundo yo sería nunca tan feliz y pese a lo descreído que soy, solo se me ocurrió pedirle a la Santina de Covadonga que por favor fuera yo, después del bonito claro, el primero en desaparecer de los de la foto.

! Pues ni puto caso oye !, quien quiera que ande mandando por estos cielos oscuros y nubosos, me dejó el último de todos como castigo a mi ateísmo.

! Fueron diez maravillosos años...!, hasta que un día, con gran disgusto, el perro ya muy viejo se quedó muerto a los pies de nuestra cama.

Yo creo que se fue por que los perros presienten la muerte de los humanos y no quiso soportar el dolor de lo que le venía a Maruxa , porque a las pocas semanas una leucemia se la llevó dejándome su cuerpecito blanco y encogido como un pajarillo.

No, Balbín, desde entonces no volví a pescar, ni volví a tener perro, ni volví a mirar a una mujer... Sabes...no fue tristeza !No!, que naturalmante la hubo... ! No!

! Solo fue mi inconmovible certeza de no poder encontrar jamás nada que pudiera igualar aquella foto! 

FIN



martes, 22 de septiembre de 2020

EL SINDROME DE STENHDAL



Con solo mirar la acuarela, se puede percibir que este Acuatexto se pudo llamar "La Belleza", y así lo hubiera llamado Don Diego de haberlo escrito él.

¿Sabéis...?, a veces el amor surge tan intenso y espontaneo entre dos personas, que en su inseguridad ambas piensan que su unión es tan imposible, inalcanzable y despareja que a veces durante años, andan rondando el uno cerca del otro amándose sin saberse correspondidos como dos ciegos perdidos en un inmenso bosque en el que se buscan sin cesar con la estúpida esperanza de que el azar los una y sea una casualidad y no su valor la que supere el temor paralizante que les impide manifestar sus sentimientos por miedo a quebrar lo poco que tienen el uno del otro y que a través de ilusiones y fantasías y sueños, mantiene día a día su corazón esperanzado.

No amigos, no hay luz sin sombra ni amor sin riesgo.

Don Diego Galván era médico en una pequeña ciudad de la Extremadura profunda cerca ya de las Hurdes, una zona extremadamente pobre de la península, y aunque de buena familia y natural de allí, no era un médico ni una persona al uso.

Para la gentes, era extraordinariamente raro y extravagante pero todos lo admiraban por su sabiduría y ojo clínico aunque nadie consideraba una persona normal.

Muy culto y estudioso, yo creo que de haber sido escritor, estoy seguro que hubiera pertenecido a la desencantada generación del 98.

Don Diego era de los que con su ejemplo de abnegación, pretendía ayudar a levantar aquella España hundida empobrecida y analfabeta que durante siglos siempre había sido víctima de los avariciosos negligentes poderosos de turno e insensatos religiosos.

Con un mostacho negro como su rizado pelo que comenzaba a encanecer y arrugas en el ceño casi siempre fruncido por la seriedad, el hombre no era muy alto ni tampoco era grueso. El sempiterno sombrero de bombín con que se cubría junto a los lustrosos botines de piel fina y tacón elevado buscando parecer mas alto y los anteojos redondos y dorados, le daban un aspecto intelectual y cultivado y vestía siempre con una elegancia extrema, ropas oscuras y discretas y corbatas de colores apagados y bajo sus chalecos, siempre bailaba una cadenita de oro de la que pendía un reloj que consultaba continuamente.

Tenía su consulta en su domicilio en la planta principal de un edificio señorial donde atendía por las tardes y a veces, hasta bien entrada la noche . Solo se le solía ver desde bien temprano por las mañanas de un lado para otro atendiendo las visitas domiciliarias y a los enfermos de las aldeas cercanas muy recto y serio sobre su acharolada calesa de grandes ruedas blancas tirada por un caballo negro.

Si, Don Diego era un hombre muy especial para aquel el momento. Jamás levantaba la voz, apenas sonreía , nunca se mostraba superior ni prepotente o , como hacían otros de sus colegas, bondadosamente parlanchín y era una persona seria e introvertida que no gustaba de tertulias ni eventos ni reuniones y solo se le veía por el casino donde se reunían los próceres algún que otro día festivo para jugar en silencio al ajedrez.

La única pasión de Don Diego aparte del ejercicio de la Medicina, era el estudio e investigación de una extraña enfermedad en las Hurdes que asolaba hace siglos a gran parte de la población de aquellas perdidas y míseras aldeas que producía en los adultos unos monstruosos bultos o bocios en el cuello, cretinismo y subnormalidad en los niños, sordera y una baja inteligencia en general rayando en la idiocia y que para él, no debía tener origen solo en el hambre o la miseria porque éstas se daban en toda España sin producir aquéllas desgraciadas anomalías.

No, para su frustración Don Diego nunca descubrió la causa ni el tratamiento de aquello, la medicina aún estaba muy atrasada, pero su dedicación y observaciones fueron útiles para que décadas después se descubriera que se trataba de un problema de tiroides por falta de iodo en el agua.

Es verdad que absorbido por sus pasiones, Don Diego nunca se casó ni tampoco frecuentaba a las numerosas damas incluso adineradas para las que suponía un buen partido y jamás se le vio en lugares indecorosos ni mirando con deseo a mujer alguna.

La cuestión o la historia, si queréis, fue tan repentina como sorprendente.

Corrían los desgraciados tiempos del final del siglo XIX y Don Diego Galván como si fuera un milagro, a sus cuarenta y cinco años descubrió por primera vez la belleza y con ella, el amor.

Una tarde de verano, cuando se disponía a marcharse acabado el trabajo en un mísero caserío de los que frecuentaba para tratar a una anciana y varios desgraciados más, su mirada distraída se topó con la belleza enmarcada por la puerta de un sucio corral.

Aquella muchacha era la cosa más bonita que jamás había entrado en su cabeza y despertó violentamente en su cerebro su siempre anestesiada y desconocida parte donde los humanos apreciamos lo bello y lo delicioso.

Aunque la visión de Clara, como luego supo que se llamaba acertadamente la muchacha, apenas duró unos segundos antes de desaparecer dando de comer a las gallinas, se incrustó de tal manera en su memoria que jamás desde aquel instante dejó de rememorarlo cada día de su vida ni la olvidó hasta su muerte.

Porque además, cuando cerró los ojos para intentar retener aquella divina visión, súbitamente, se le aflojaron las rodillas, el corazón se le disparó y parecía ahogarse por falta de aire a la vez que un vértigo se apoderó de su cabeza, las nauseas lo invadieron y comenzó a desvanecerse pálido y sudoroso sobre su carruaje de modo que, de no ser por la ayuda de unos mozos que lo vieron, hubiera dado con los huesos en el suelo.

Cuando ya algo recuperado sudoroso y con la corbata aflojada pudo coger las riendas para ir bajando despacio hacia la ciudad, Don Diego, poco a poco, se fue tranquilizando.

No era nada grave y aunque lo había estudiado, jamás había creído que aquella reacción hubiera existido de verdad, pero lo era..., era una reacción epifánica producida por una visión casi aterradora ante la belleza como bien describió Sthendal cuando visitando Florencia, el escritor sintió lo mismo ante la visión de Santa María la Magiore y desde entonces, el controvertido Síndrome de Sthendal o del viajero, entró en los libros casi como una anécdota.

Ya mas calmado recordó con deleite la visión de Clara. Aquel rostro delicado pálido y fino como la porcelana, aquellos cabellos sedosos recogidos como las diosas griegas dejando escapar con garbo espontaneo algunas hebras y rizos que brillaban al sol del atardecer, la gracia de la curva dulce y elegante de su largo cuello de gacela adolescente , la mirada recatada y huidiza de sus grandes ojos entornados y la elegancia en cada movimiento que ignorando ser observada parecía dignificar todo cuanto tocaba, le puso a temblar de nuevo mientras las preguntas sin respuesta, acudían en tropel a su mente:

¿Puede la belleza surgir de la nada?.

¿Puede una delicada rosa blanca crecer sin apenas agua en un árido secarral agrietado donde hasta los espartos están secos?

¿Era esa sensación de maravillosa felicidad que sentía ahora los demás llamaban amor?

¿ Puede una mirada casual y distraída cambiar para siempre a un hombre sensato?

Clara debía andar por los diez y seis, tal vez debía ya debía haberla atendido rutinariamente de algún resfriado cuando apenas nada era una niña que corría tras las cabras.

Súbitamente y casi a continuación, su rara felicidad se vio empañada de repente cuando desde su razón, la realidad le hizo consciente de que jamás podría tenerla.

La posibilidad de que aquella adolescente en edad de amar a algún muchacho pudiera llegar amar a un aburrido viejo y raro como él y el escándalo de que la sociedad no le perdonara que pudiera siquiera pensar en amar casi a una niña indigente e iletrada le amargó aquel instante.

-!Ay Amor..., aun apenas asomas y con la emoción ya traes el dolor y la amargura contigo !

Si, en los días que siguieron ganó su entrenada razón, aceptó la imposibilidad como se acepta una enfermedad, entendió aquello e intentó sacarla de su cabeza y como fue inútil, decidió que ante la perspectiva de manifestar sus sentimientos, fracasar y hacer un ridículo universal que destrozando su carrera se sumara a su inmenso dolor, prefirió callar y observarla y amarla en secreto para a la vez desearla y añorarla dentro de su corazón.

Pero no pudo evitar que el amor atrevido y descarado le llevara casi a diario con cualquier excusa médica a subir hasta aquel perdido caserío donde entraba estirando el cuello como un pavo a ver si la veía.

Por fin, nerviosamente consciente de que se estaba poniendo en evidencia, se acordó de tema de Mahoma y la Montaña y decidido, Habló con la abuela de Clara y con la excusa de que Enriqueta su ama de llaves necesitaba ayuda la tomó a su servicio como sirvienta lo que le permitió tenerla en casa siempre cerca mirándola y aspirando su celestial aroma sin levantar sospechas a la vez que hacía por educarla y enseñarle a hablar y a leer.

Cinco años, cinco, en los que Don Diego jamás le insinuó sus sentimientos a Clara fue lo que duró aquello. Ante la imposibilidad de un amor pasional Don Diego era feliz teniéndola cerca.

Pero todo se acaba, y un sábado en el que Clara había subido a la aldea lo requirieron de allí con urgencia y al llegar alarmado, se encontró a la muchacha. auxiliada por su hermana, postrada pálida y moribunda.

Don Diego por primera vez desde niño, no pudo hacer nada mas que llorar con gruesos lagrimones cuando la tomó de aquella manita blanca como un ala de paloma y percibió en sus últimos y débiles latidos la proximidad de la muerte.

Fue entonces en su último y dulce suspiro cuando tristemente bella hasta la muerte, Clara le miró directamente a los ojos por primera vez y le dijo en un susurro:

Don Diego, no le digo adiós porque allá donde mi alma vaya, lo esperará, lo esperará eternamente.

Luego sus ojos se cerraron para siempre.

¿Sabe Vd. Don Diego...? dijo su hermana, Clara llevaba mas de un año calladamente enferma, fue feliz a su manera y ella solo lo amó a Vd., lo amó con locura, pero jamás hasta hoy se atrevió a decirle nada.

¿Sabéis...? a Don Diego nadie le notó el profundo pozo de tristeza y negrura en el que cayó su alma, y aunque el  tiempo mitigó el dolor de su corazón, jamás hasta que murió años después 
 volvió a apreciar la belleza ni se perdonó la culpa de haber sido tan cobarde. 



FIN









domingo, 16 de agosto de 2020

CARA BLANCA

Sabéis...?, el hombre va cambiando con los años poco a poco con las experiencias, los trabajos, la suerte, la cultura, las parejas, los hijos y la salud y base de golpes de la vida. Y como si fuéramos un objeto de cobre de un artesano, acabamos siendo otra cosa completamente distinta a lo que fuimos, pero nunca y digo nunca, perdemos la conciencia de quienes hemos sido y al mirar atrás vemos como hemos ido cambiado. 

A mí, no me ha ocurrido eso...yo he vivido tres vidas distintas olvidando en mi conciencia lo que he sido en cada una de ellas y solo ahora, que en el hospital rodeado de tubos, goteros, maquinas y cables, cuando el doctor me ha comunicado que apenas me quedan tres o cuatro días para ponerme a criar malvas, me ha venido mi pasado a despedirse y he entendido lo que supone escribir unas memorias. 




Así que antes que la inconsciencia o los sedantes me conviertan en una momia huesuda que apenas alienta , mis memorias, no han tenido más cojones ( con perdón) que ser mas que un par de cuartillas escritas temblorosamente con mis últimas fuerzas.

En la primera parte de mi vida hasta mediada la cincuentena y por cierto la mas larga, la verdad es que fui como un niño egoísta y sin madurar. Hijo único de una familia de buena clase media con propiedades, negocios, fincas y capitales, padre murió cuando yo tenía dos años, dejándome además por herencia un cuerpo apuesto con una cara varonil, y el amor de mi madre que era una joya mucho mas valiosa de lo que yo, en mi presunción, valoraba.

Fue mi madre quien siempre me malcrió, consintiéndome más de lo que yo me merecía y haciéndome creer que era por lo que yo valía y lo estupendo que era, en vez de hacerme entender que yo era un tipo corriente pero afortunado y darme dos bofetadas cuando mi arrogancia y mi estupidez lo merecía.

A todas estas prebendas, yo de mi interior narcisista, añadí unas tremendas e inagotables ganas de vivir y aparte de una carrerilla Mercantil que me ayudó a administrar nuestros bienes me convertí, con el aplauso de mi madre, en un autentico" Dandy"; Los mejores trajes.., coches último modelo... un yate en el amarre del club náutico y todo eso, siempre rodeado de amigachos y mujeres que acudían a mí como las moscas.

En fin, que yo me convertí en lo que ahora se llamaría un autentico y redomado playboy de revista femenina al que jamás se le pasó por la cabeza tener novia y menos aún casarse y cuando mis amigos casados veían y admiraban mi libertad con sus ojos golosos y teñidos de envidia me decían: "El buey solo bien se lame...".

Fue entonces hacia los cincuenta y tantos siendo y ya un canoso interesante cuando, con la muerte repentina de mi madre, empezó la segunda y la más triste parte de mi vida que me borró de la memoria la primera.

! Qué verdad es que solo uno valora el amor por alguien cuando se pierde ! porque yo. jamás pensé que mi alma iba tan encadenada a la de mi madre que cuando salió de su cuerpo, se llevó a la mía y me dejó muerto en vida.

Menos ella, yo lo tenía todo igual que una semana antes, pero...no tenía ganas ni fuerza de vivir. ¿Depresión?, ¿Duelo?, yo no sé... y los Psiquiatras que consulté meses y años después supieron lo raro y anormal de mi comportamiento ni encontraron remedio para él.

Para mí, que mi madre era como los alambres que sostenían un enorme muñeco de trapo que cuando ella se fue se los llevó con ella y el muñeco se desplomó irreversiblemente en un montón de harapos y girones de tela esparcidos por el suelo.

Nada me sacaba de casa durante días y semanas enteras..apenas comía...intenté ir a los lugares que frecuentaba y ni siquiera entraba por que mi indiferencia era tal, que lo consideraba inútil. Perdí amigos y tertulias a base de dejar mi sillón vacío...y mi soledad era tan profunda que ella misma no deseaba ser consolada..

Por fin, cuando pasaron los meses y los años y yo seguía igual, para mitigar mi dolor...caí en la bebida y en las drogas que, por algunas unas horas, si no me aportaban ánimo, por lo menos me embrutecían lo suficiente para engañar un rato a mi dolorosa soledad e incluso me llevaban a ir probando lugares y cosas a ver si por casualidad o por mero azar, algo inesperado lograba levantar mi espíritu.

Y así, comenzó la tercera y última parte de mi vida que me hizo olvidar las anteriores cuando ya entrado en la sesentena, achispado y medio drogado, hecho un asco, despeinado y con el traje arrugado, de madrugada ya, me metí arrastrando los pies en el único bar abierto que vi en un callejón oscuro y maloliente.

El ambiente de luz roja y tenue con la música baja para permitir susurros y el olor a sudor y perfume barato me indicó que o ya había caído en el infierno directamente sin morir ni nada o aquello era un Puticlub o un burdel de lo mas cutre de la ciudad....

¿Sexo...? hacía tantos años que no se me pasaba por mi pensamiento que llegué a pensar que eso no existía. Yo que jamás en mi primera vida había necesitado pagar para tener sexo había pasado de una frenética actividad sexual, a sospechar, en mi segunda vida, que mi pene había muerto y necesitaba un sentido responso.

Bueno, pero yo había entrado allí a beber la última e indiferente y sentado en un taburete me pedí una copa. Por allí pululaban, incluso sin quitarse el sombrero, un montón de hombres oscuros apoyados en la barra o sentados en los divanes donde rodeados de mujeres jóvenes semidesnudas y pintarrajeadas y vestidas con ligueros, medias negras y sujetadores rojos trataban de engatusarlos para llevárselos a los reservados del fondo previa invitación a una copa para la muchacha.

Sería por mi aspecto desaliñado o por mi disfraz de hombre anodino e invisible pero a mí, no se me acercó ni una ( ni ganas...)

Sin embargo, cuando mis ojos se acostumbraron ya al rojo y a la semipenumbra, en un lejano rincón observé al fondo del local una mujer desnuda y solitaria descansando acurrucada en el extremo de un diván que fumaba con gesto desganado de espaldas para no ver aquel asqueroso espectáculo.

De alguna forma la luz amarillenta de los baños iluminaba una piel cobriza u oriental de aspecto suave y una espesa melena rizada andaluza o africana que aunque no me despertó la libido, si que me hizo ser consciente que llevaba mas de diez años sin que mi piel tocara o abrazara otra piel y casi al instante, desee tocarla.

Me levanté del taburete, con paso inseguro me dirigí a ella, y cuál fue mi sorpresa cuando al rozarle el hombro para llamar su atención, volvió la cabeza adoptando un escorzo bellísimo y me mostró una cara como la de una geisha cansada completamente blanca sin otro maquillaje que una boca sensual y unos ojos pintados intensamente morado.

-¿ La molesto? le pregunté...

Y ella sin cambiar de postura dijo:

-No se preocupe caballero y señalando discretamente con la barbilla, no soy tan joven como esas, y a estas horas ya estoy molida...pero si le gusto, vamos al reservado que aun me queda alguna guerra que dar....

- ¿Que es lo que le gusta al caballero?, me preguntó con voz monótona y profesional. en aquel cuartucho al que me llevó.

- Puedo hacerle todo lo que desee menos besos en la boca que esos, solo son para los seres queridos...

- !No! !No! no se preocupe...Blanca, como a falta de nombre se me ocurrió llamarla, yo solo quiero que nos tumbemos abrazados y tocar y sentir la piel de su cuerpo..

-¿Nada más...? ! Que raritos sois los hombres...!

En la cama, yo la abracé con suavidad, entrelazamos nuestras piernas y brazos y nos estrechamos el uno al otro solo lo justo para que nuestras pieles se acariciaran y pudiéramos comunicar nuestras dóciles redondeces, nuestros sudores y nuestros latidos.

Blanca, besó suavemente con sus cárdenos labios mi cuello bajo de la oreja y así permanecimos más de una hora sin hablar una sola palabra durante que ella, tras mantenerse pensativa un rato, se durmió como un bebe relajado mientras mi mano sintiendo el placer de su suavidad, se perdía delicadamente por su espalda y por sus nalgas.

Os juro que al salir de aquel antro sentí que algo había cambiado en mi, como si aquella piel me hubiera levantado un poco el ánimo. Hacía muchos años que no experimentaba un momento placentero y no me lavé el cuello en una semana por no borrar el morado de sus labios.

!No!, No fue un cambio brusco, !No...!, fue algo gradual... me seguía encontrando mal hasta el viernes en el que me levantaba mejor porque todos los viernes en la madrugada, en vez de emborracharme y drogarme, volvía a aquel antro a sentirla y a darle un merecido descanso a su cuerpo y base del roce semanal, con los meses fuimos haciendo amistad y nos consolábamos mutuamente entre susurros de confesionario...

-Mire Vd., me dijo un día Blanca: Lo que mas odio en el mundo es ser puta, pero cuando mi marido murió en la cárcel de tuberculosis y yo me quede sola sin apenas saber leer con dos niños pequeños, limpiar casas no me daba para una buena educación y no me quedó mas remedio que por ellos dedicarme al puterío por las noches.

-¿Y su cara blanca? ¿ Es porque excita a los hombres?.

- No..., yo soy una buena mujer que incluso cuando me toca fingir aquí placer con algún cliente exigente, estoy en realidad pensando en el traje de comunión de mi hija, el chándal remendado o las botas rotas de mi pequeño, lo que les haré de comer mañana o si van bien con las notas. Todo esto es para ellos, nada es para mí que no me doy ni un lujo y cuando me ducho al acabar y me quito el blanco de la cara, siento que vuelvo a ser una buena madre y una mujer limpia y normal y no me acuerdo de este tormento hasta que al día siguiente cuando me la vuelvo a pintar.

No tardé mucho en entender que la fuerza y la felicidad solo se obtiene dando y entregándose como hacía Blanca y había hecho mi madre y no se consigue recibiendo y acumulando sin agradecimiento como siempre había hecho yo.

Un día blanca al acabar me dio un beso profundo en la boca

-¿ Y eso no está prohibido? le pregunté...

!No!, eso es solo para los seres queridos...

La saque de allí y Blanca jamás que volver a aquél lugar inmundo, me los llevé a los tres a mi casa, eran lo único que me importaba en el mundo y la opinión de los demás y ni siquiera la mía no me interesaba.. solo la de ellos con los que compartí todo lo que yo tenía.

Que ternura me producía lo humilde y conformada que era Blanca que cuando yo le ofrecía todo, rechazaba los lujos y disfrutaba mas ayudando a los que algo necesitaban.

Pero a veces... y solo para nosotros..., cuando me veía algo taciturno, me la encontraba sentada sobre la cama fumando de espaldas con la cara pintada de blanco con una picara expresión en sus morados labios para que lujuriosamente, gozáramos juntos del placer de las mil piruetas que a pesar de haberlas hecho ella mil veces, jamás las había disfrutado por falta de amor.

Mi felicidad verdadera han sido nuestros veinte años juntos y solo cuando hace poco, la muerte se la iba llevando...mi cuerpo y todo mi ser la quiso perseguir al cielo.

Supongo que allí no me será difícil encontrar algún ángel con la cara blanca y los labios morados.

Fin

sábado, 15 de agosto de 2020

FRAGANCIAS ESPECTRALES

Como una nota de Mozart, Marcelo era una persona normal que no se salía ni un solo tono de la melodía suave y armónica de la vida de clase media en que dios o la naturaleza lo puso.

Lo conocí en una terraza de un bar en la que al atardecer éramos los únicos clientes. Estábamos en dos mesas vecinas y a mi iniciativa, pegué la hebra con él por puro aburrimiento pidiéndole fuego para mi cigarro de tabaco negro. 

Él vestía un traje gris, una camisa blanca y una corbata azul marino y en su cuarentena, su pelo ya con algunas canas enmarcaba una calva incipiente y su rostro era de los que uno olvida rápidamente, no tenía ningún detalle que recordar salvo unos ojos bastante apagados y algo somnolientos. 

Su conversación sin embargo, a pesar de la pobreza de su expresividad, era agradable cuando lograbas concentrarte en ella, hacerle las preguntas oportunas y no dejar que su monótona voz te arrastrara al sueño.

Siempre, hasta los hechos que luego os referiré, aquel hombre anodino había sido feliz, con la felicidad blanda floja e inconsciente del que nunca se había encontrado con problemas que le desbordaran ni le sacaran de su zona de confort.

Su aburrida biografía incluía un noviazgo juvenil con Patricia, unos estudios de una carrera media, un servicio militar lejos de casa con las inevitables cartas de añoranza a novia y familia, una boda al uso, un trabajo monótono pero adecuadamente pagado y un piso comprado a plazos en la zona pequeñoburguesa de la ciudad.

Lo único en lo que Marcelo era discordante, y esto tiene su importancia en esta historia, es que en su interior había algo que hacía de él un verso suelto que su disimulada introversión ocultaba y en lo que nadie, ni patricia siquiera, podía reparar y es que él era profundamente descreído, congénitamente ateo y de un enorme escepticismo hacia la buena voluntad del hombre, lo que conseguía hacer que nunca se entusiasmara realmente por nada ni se creyera nada que no pudiera tocar ni comprobar.

Pero un día llegaron los hechos anunciados... Sí, todos sabemos que nada se valora tanto como cuando se pierde pero jamás se imaginó Marcelo que algo le afectara tanto para dejarlo medio muerto.

El caso es que cuando se decidieron a buscar familia, los hijos no venían y tras un tratamiento de infertilidad, Patricia murió una noche en silencio desangrada por dentro cuando le estalló un embarazo ectópico y Marcelo al despertar se la encontró a su lado pálida y helada.

El pobre hombre estuvo a punto de perder la razón y yo creo, que un poco si lo hizo porque se sentía completamente culpable, aunque objetivamente él solo debiera atribuirse la mitad de la culpa si es que tenía alguna aparte de la mala suerte que a todos nos acecha en algún momento de nuestra vida.

Sin embargo a Marcelo en su vida exterior, nadie le notó un comportamiento que fuera ajeno a la normalidad que el drama requería y tras un periodo de duelo, estimado como normal, en el que manifestó su abatimiento y tristeza mas callado y silencioso aun a los ojos de todos, reinició sus rutinas y su trabajo normal y llevó dignamente su soledad.

!Teatro...!, !Lo tuyo es puro teatrooo...! como canta el dramático bolero. Marcelo dedicó la poca energía que le quedó en mantener ese teatro porque la verdad es que la muerte de Patricia lo había hundido sin posibilidad de que un duelo reparara nada y ni siquiera pudo consolarse en la fe y los designios y los reglones torcidos en un Dios en el que no creía.

Pero por dentro, seguía medio muerto. Patricia no solo se había llevado para siempre con ella la mitad de su alma al mas allá, sino que con esa mitad que se había llevado la capacidad de recuperarse, de que algo le hiciera feliz, de que algo le hiciera sentir vivo o sintiera el mínimo deseo por alguna cosa, aunque un poco, le consolaba al pobre hombre pensar que aquello había sido lo justo y que Patricia se había llevado esa mitad de su alma para que él también pagara su parte de culpa.

Un día pasados algunos años, un viernes concretamente, cuando Marcelo como todos los viernes al anochecer tras emborracharse discretamente en casa para poder afrontarlo le llevó a Patricia sus rosas blancas al cementerio y se arrodilló frente a la lapida fingiendo rezar por seguir un comportamiento normal, oyó un canto lejano apagado y apenas audible que parecía venir del oscuro y tupido bosque que lindaba con el cementerio que llamó su atención y a pesar de su apatía habitual, produjo en él una extraña e inevitable atracción.

En un impulso y sin siquiera pensarlo, saltó la valla trasera del camposanto y arañándose entre los matojos, espinos y arbustos del sotobosque siguió aquel canto que no era de este mundo y parecía hacerse mas intenso y multiplicarse en varias voces según aumentaba su proximidad.

Por fin al cabo de algún tiempo y maravillado por aquellas extravagantes armonías, llegó a un claro del bosque donde el canto parecía provenir directamente del cielo negro de la noche sin luna.

Marcelo miraba interrogante hacia arriba cuando de soslayo comenzó a ver una luz que frente a él emergía entre los tenebrosos arboles y se dirigía directamente a su persona y pese a lo que siempre había opinado, se horrorizó creyendo que era un horrible espectro de mujer con sayón blanco desgarrado y cabeza de melenas negras sucias y lacias de mujer torturada con las cuencas de los ojos vacías y sanguinolentas que venía a llevarse lo que quedaba de su alma..

Pero...! No !. Cuando aquel espectro brillante se acercó, Marcelo vio en su rostro angelical la sonrisa de la bondad y reconoció en su atuendo la figura de Flora, una figura extravagante y maravillosamente dulce que reparte flores en el cuadro de la Primavera y que junto al nacimiento de Venus, era tan impropia de aquel Cuatroccento en el que Sandro Botticelli la pintó en una rara laguna entre sus pinturas religiosas que a Marcelo le tranquilizó pensar que aquel espectro de bondad no era maligno sino al contrario y estuvo seguro de que a aquel pintor renacentista también se le había aparecido y tal vez a cientos de personas a través de los siglos que en su ignorancia la confundieron con la virgen María.

Mientras el espectro de flora se acercaba, le fue envolviendo una fragancia extraña y floral, que invadiendo sus entrañas le llenó su mente e incluso la llegó a sentir en cada uno de sus propios huesos. Aquel aroma inverosímil e imposible que tampoco era de este mundo, parecía una mezcla de todas las flores de su vestido y las que esparcía desde su seno, pero si se pensaba en alguna flor en concreto, fueran rosas, claveles, camelias, o jazmines, por un instante su esencia aumentaba hasta dominar y destacar sobre el resto.

El espectro de flora fue lenta y suavemente acercándose hasta él que, paralizado, no pudo evitar que le atravesara mientras aquel intenso aroma y su propio cuerpo iluminado desde dentro por su luz espectral le hizo sentir el placer más intenso e infinito que jamás había conocido hasta llegar a un espasmo que le hizo derrumbarse sobre la yerba mientras sentía que el espectro lo abandonaba por la espalda a la vez que él perdía el conocimiento.

Lo despertó el toque del Ángelus desde la campana del pueblo, estaba molido por el duro suelo, sudoroso por el calor del sol del mediodía y con una resaca de tomo y lomo y aunque lo recordaba todo, no pudo mas que pensar que solo se había tratado de un sueño alucinatorio provocado por la borrachera de Absenta de la que juró no emborracharse otra vez y por consiguiente, trató de olvidar aquel episodio lo antes posible cosa que consiguió siguiendo sus ordenadas y tan normales rutinas .

No, aquello sin él saberlo, no había acabado...

Meses después pasando por la puerta del palacio donde ahora de ubicaba la oficina de correos, le dejó helado volver a sentir aquel extraño aroma floral del sueño y siguiendo su rastro inevitablemente como un perro sabueso entró en el edificio, subió al primer piso, recorrió la fila del centenar administrativas que se afanaban clasificando las cartas y que lo miraban pensando que aquel hombre que hacía movimientos olfativos no era mas que un pirado.

Por fin, al final de la fila y en una pequeña mesa en un rincón y de espaldas , cuando el aroma se hizo mas intenso vio una mujer con una graciosa melena. Al llamar su atención, ella volvió el rostro. Marcelo solo se fijó en unos ojos negros muy brillantes y una sonrisa celestial a la vez que desaparecía aquella fragancia.

- Hola, soy Silvia...

Amor a primera vista...!No!. Una flecha de Cupido...!No!. Pero Marcelo sorprendido de sí mismo y tartamudeando la invitó a cenar sin motivo alguno y ella aceptó sin rechistar.

¿Que como era...? Marcelo no lo sabía... si era alta o baja, gorda o flaca, o si tenía una pierna de madera.

Obsesionado con aquellas ojos y aquella sonrisa que era lo único que veía y le atraía como un imán, Marcelo no se fijó en nada mas...

Ni siquiera cuando se casó con ella, ni cuando un embarazo hinchó su vientre Marcelo supo como era realmente Silvia cuando cerraba los ojos y dejaba de ver su mirada y su sonrisa.

Por fin, Silvia parió una niña preciosa y llorona y cuando Marcelo se inclinó para sacarla de la cuna casi se desmaya al percibir con mas intensidad que nunca aquella fragancia floral.

Cuando se dirigió con la niña en brazos hacia Silvia, el aroma desapareció, pero al mirarla la vio entera por primera vez y una corriente de amor verdadero nació de su corazón hacia aquella bella mujer....

!Si!, con aquella niña y a través de aquella fragancia floral, Patricia le había devuelto la mitad de su alma para que pudiera ser de nuevo feliz...

Cuando Marcelo acabó la historia era ya la media noche, yo ya tenía materia para escribir y un poco cansado, me levanté para despedirme...

Ya me iba cuando de repente me volví y le pregunté:

- ¿ Marcelo, lo sucedido no le ha devuelto la fe en Dios ?

- !No señor...!, de ateo sigo igual, pero lo jodido del tema !! Es que ahora creo en los espectros... !!

FIN




















domingo, 9 de agosto de 2020

LA OBSESIÓN DEL DR. LOTHAR


Lothar no se sobresaltó cuando el teléfono lo despertó a las 3 de la madrugada del sábado, estaba acostumbrado, atenderlo era su deber.

Esta semana estaba de guardia en el pequeño hospital de la región del que además por su mayor experiencia era director. Annike , su esposa, se limitó a darle un suave codazo, se arrebujó y se dio la vuelta para continuar durmiendo.

El Dr Lothar se repartía los turnos de las urgencias con sus colegas de otras pequeñas localidades próximas. Era lo que tenía ser el único medico de Waldkirchen, una pequeña y montañosa población bávara lejos ya de Munich y cerca ya de la frontera con Checoslovaquia.

La intempestiva llamada era de una mujer con la voz angustiada.

- ¿Si....?, soy el Dr. Lothar, ¿Qué ocurre....?

- Dr., Lothar, no le he molestado jamás y hoy lo he dudado mucho en hacerlo, pero no se qué hacer, estoy desesperada y ahora le necesito...

En pocos segundos Lothar le puso cara a aquella voz anónima .

-¿Erika....?, ¿Eres Erika la comadrona del hospital...?, ¿ hay problemas con algún parto...?

- No Dr. Lothar, no se trata de un parto, no estoy de guardia en el hospital, le llamo de mi casa, pero necesito ayuda con urgencia. Es por Frida, mi hija, tengo un problema grave con ella. ¿Quiere Vd. mi dirección?.

- No, no hace falta, el pueblo es pequeño y se dónde vives.

La historia del Dr. Lothar era curiosa. Estudió en la República Democrática de Alemania (RDA) donde había nacido y como un resto del pasado hitleriano del norte de Alemania, era un hombre guapo, rubio, de una extremada pureza aria que conservaba en su sangre todo lo bueno del carácter germánico.

Como médico del ejercito socialista, Lothar recibió una completa y practica educación en medicina y cirugía y afiliado al régimen comunista había llegado al grado de comandante médico, pero un desgraciado suceso cambió por completo al Dr. Lothar cuando a su pesar, no pudo salvar a su hermana menor, que era su ojito derecho, cuando aquella muchacha adolescente, rebelde y llena de ansias de libertad, se quedó enganchada en las alambradas cuando trataba de escapar saltando el muro que la separaba de la Alemania Libre y los guardias de la torre de vigilancia siguiendo la orden 101 (disparar a matar), la abatieron como un cazador a una gacela dejándola como un colador con siete disparos y agonizante y sangrando la llevaron su hospital cuando ya no había nada que hacer...

Si, al Dr. Lothar se le cayó la venda de los ojos y en su interior mudó toda su adhesión por un odio visceral a aquel régimen tiránico y a aquella nación de tramoya de la que en cuanto el muro cayó y Alemania se reunificó, salió jurando con el corazón lleno de rencor nunca mas volver.

Sin embargo, a pesar de su alta preparación, los emigrantes de Alemania oriental aun eran vistos con recelo y solo podían acceder cargos oficiales el aquellos lugares lejanos donde nadie en la Alemania occidental quería ser destinado.

-Tranquila Erika, en unos minutos estoy ahí...

A pesar de que el trayecto apenas era de unos minutos, mientras Lothar conducía apresurado entre la niebla por las calles desiertas de aquel pintoresco pueblo alemán, un montón de ideas, todas ellas alarmantes, se amontonaban en su cabeza. ¿Porqué Erika me llama precisamente a mi...?, ¿ Sabía que acudiría tratándose de Frida..?, ¿ Sospecharía Erika algo de mi obsesión por Frida...?

Erika, era la mejor amiga de Annika, en aquel grupo de montañismo donde Lothar hizo sus amistades hace años cuando fue destinado a aquel pueblecito perdido. En aquel mismo grupo montañero Lothar conoció el amor de su vida , Annika era una preciosa abogada morena de aspecto frágil y latino, hija de la mejor y más adinerada familia del lugar con la que Lothar se casó y siempre hasta ahora y a pesar de que no pudieron tener hijos, lo habían asumido y eran completamente felices juntos.

Lothar también recordó un vergonzoso episodio de aquellos tiempos: El grupo había organizado una fiesta en la que todos se pasaron bebiendo. Annika su novia por entonces, se retiró antes de acabar y él, que no estaba acostumbrado a beber, cogió la única y más completa borrachera de su vida hasta no tenerse casi en pie y Erika lo tuvo que llevar casi a arrastras entre vómitos y caídas a su casa y acostarlo.

Al día siguiente de aquella borrachera Lothar se levantó avergonzado con una resaca terrible y casi sin recuerdos de lo que había pasado pero tan completamente abochornado de su comportamiento y mal ejemplo como médico que después de agradecerle a Erika su ayuda la noche anterior, jamás volvió a beber.

Al cabo de algún tiempo Erika desapareció de sus vidas y se fue a Dresde a estudiar su carrera , su amistad con Annika se diluyó con el tiempo y solo volvió a Waldkirchen acompañada de su hija Frida ocho años después para ocupar una plaza de Matrona que había quedado libre.

Lothar aun avergonzado, no hizo por reanudar su amistad y se limitó a mantener las distancias profesionales con ella como si aquel vergonzoso episodio jamás hubiera existido.

Cuando Lothar llegó a casa Erika, lo hizo nervioso, con las piernas temblando, pálido y con una ansiedad que le sorprendía a él mismo, porque había un secreto que Lothar ocultaba:

Cuando Erika le llevó a su hija Frida para la revisión pediátrica de los nueve años, Lothar se quedó prendado de aquella niña rubia de ojos azules que se parecía como dos gotas de agua a su hermana muerta. Desde su corazón notó sorprendido una misteriosa corriente de atracción hacia ella e incluso tuvo que contenerse para no abrazar aquel cuerpecito infantil cuando se desnudó para explorarla.

A partir de ahí, Lothar sin poder evitarlo , comenzó a comportarse extrañamente, necesitaba ver a aquella niña..., la espiaba cuando jugaba en el bosque..., cuando se bañaba en el rio con sus amigas... y cuando acompañaba a su madre a comprar, pero... cuando una noche se sorprendió a si mismo emboscado en los arbustos espiando su ventana iluminada deseando ver aquel cuerpecito, se alarmó tanto de que en su interior hubiera nacido un pederasta que consultó en secreto a un psiquiatra de Munich para que le aclarara su atracción por la niña y su anómalo comportamiento.

-Mire Lothar, le dijo el psiquiatra, yo no creo que sea pederastia porque su atracción no parece de índole sexual ni tiene fantasías eróticas con la niña, pero no puedo negarle que su caso es raro y deberemos estar atentos a que no sea una pederastia inicial, de momento, intente Vd. controlarse para que sus actos no destruyan su reputación y veremos su evolución en algún tiempo.

Lothar le hizo caso a su colega y durante años dejó de espiar a Frida, pero esto no solucionó el problema, Frida estaba dentro de él, era una adicción, pensaba en ella constantemente y solo su férrea voluntad le privaba de acecharla.

Cuando llegó a la casa de Erika, ella lo estaba esperando en la puerta.

-Erika, que pasa con Frida tu hija...

- Pase Dr. Lohtar, y mire por favor.... Erika le condujo hasta la puerta del dormitorio de su hija y le hizo mirar por el ojo de la cerradura.

A pesar de que la imagen solo duró unos segundos a Lothar a se le disparó el angustiosamente el corazón y se le hizo un nudo en la garganta al ver que Frida, su secreta, culpable y patológica obsesión, estaba acostada en un ovillo de sábanas arrugadas y húmedas por las lagrimas, abatida y acurrucada sobre sí misma, con la imagen de abandono y la quietud del que cae desfallecido por el agotamiento de sufrir y llorar y piensa que la muerte es la única escapatoria a su tormento.

Cuando Lothar se levanto sudoroso y pálido como la cera Erika le dijo llorando :

- Lleva ahí encerrada tres días..., llegó en silencio, se encerró en su cuarto sin mas explicaciones y no ha hecho mas que llorar sin descanso noche y día. No me responde, no ha comido en todo ese tiempo y yo no tengo fuerzas para abrir la puerta. Hasta ayer pensé que se trataba de un desengaño amoroso quinceañero, pero ahora tengo miedo.

Temo que pueda hacer una tontería, su cuarto da al baño pequeño donde en el botiquín hay tijeras y frascos de somníferos y desde he sido consciente de ello, la ansiedad no me deja ni respirar...

Lothar intuyó lo que había pasado, él mismo había tratado de salvar hacía tres días a un muchacho adolescente víctima de un accidente de motocicleta que ingresó en el hospital ya cadáver con el cráneo destrozado...No era difícil deducir que aquel chico era el novio de Frida...

-! Hay que sacarla de ahí y llevarla al hospital para sedarla y rehidratarla ! !Ves llamando a la ambulancia Erika !¿ Tienes herramientas en el sótano?

- !Si!, mientras llamo puede bajar y coger lo que necesite .

Cuando Lothar subía con una palanca de pata de cabra en la mano para descerrajar la puerta le dijo a Erika murmurando:

-Lo que no me explico es por qué me has llamado precisamente a mi...esto es cosa de la policía o los bomberos...

Erika miró al suelo y con los ojos llenos de lagrimas le dijo tuteandolo ya:

-Lothar, no es culpa tuya, es solo culpa mía y por eso nunca te dije nada, pero desde que sé que un cáncer de ovario sin solución alguna me tiene comida por dentro, sabía que este momento tenía que llegar...

- ! No te entiendo Erika !

-Aquel vergonzoso día de la fiesta, yo también andaba bebida, estaba enamorada de ti y quería vengarme de Annika que se me había adelantado y aunque tú estabas tan borracho que no lo recuerdas, aquella noche en el bosque te tiré al suelo y te hice el amor antes de llevarte a casa...

- ¿Y...? dijo Lothar sorprendido....

- ¡Pues que Frida es hija tuya y cuando yo muera tendrás que hacerte cargo de ella ...!

Cuando la ambulancia llegó a por Frida, les sorprendió encontrar al Dr. Lothar medio extenuado, ausente y desparramado en un sillón intentando digerir la mezcla de preocupación por lo que se le había venido encima y el alivio de saber que su única pederastia era la atracción animal y genética de un padre por su hija .

Dos meses después, un enorme ramo de rosas blancas tapaba las lágrimas de emoción de Annika que vestida de luto y arrodillada frente a la tumba de Erika, le agradecía que aunque tarde, le hubiera dado lo que mas anhelaba en el mundo...una hija preciosa y un nieto que venía ya en camino....

FIN