domingo, 16 de agosto de 2020

CARA BLANCA

Sabéis...?, el hombre va cambiando con los años poco a poco con las experiencias, los trabajos, la suerte, la cultura, las parejas, los hijos y la salud y base de golpes de la vida. Y como si fuéramos un objeto de cobre de un artesano, acabamos siendo otra cosa completamente distinta a lo que fuimos, pero nunca y digo nunca, perdemos la conciencia de quienes hemos sido y al mirar atrás vemos como hemos ido cambiado. 

A mí, no me ha ocurrido eso...yo he vivido tres vidas distintas olvidando en mi conciencia lo que he sido en cada una de ellas y solo ahora, que en el hospital rodeado de tubos, goteros, maquinas y cables, cuando el doctor me ha comunicado que apenas me quedan tres o cuatro días para ponerme a criar malvas, me ha venido mi pasado a despedirse y he entendido lo que supone escribir unas memorias. 




Así que antes que la inconsciencia o los sedantes me conviertan en una momia huesuda que apenas alienta , mis memorias, no han tenido más cojones ( con perdón) que ser mas que un par de cuartillas escritas temblorosamente con mis últimas fuerzas.

En la primera parte de mi vida hasta mediada la cincuentena y por cierto la mas larga, la verdad es que fui como un niño egoísta y sin madurar. Hijo único de una familia de buena clase media con propiedades, negocios, fincas y capitales, padre murió cuando yo tenía dos años, dejándome además por herencia un cuerpo apuesto con una cara varonil, y el amor de mi madre que era una joya mucho mas valiosa de lo que yo, en mi presunción, valoraba.

Fue mi madre quien siempre me malcrió, consintiéndome más de lo que yo me merecía y haciéndome creer que era por lo que yo valía y lo estupendo que era, en vez de hacerme entender que yo era un tipo corriente pero afortunado y darme dos bofetadas cuando mi arrogancia y mi estupidez lo merecía.

A todas estas prebendas, yo de mi interior narcisista, añadí unas tremendas e inagotables ganas de vivir y aparte de una carrerilla Mercantil que me ayudó a administrar nuestros bienes me convertí, con el aplauso de mi madre, en un autentico" Dandy"; Los mejores trajes.., coches último modelo... un yate en el amarre del club náutico y todo eso, siempre rodeado de amigachos y mujeres que acudían a mí como las moscas.

En fin, que yo me convertí en lo que ahora se llamaría un autentico y redomado playboy de revista femenina al que jamás se le pasó por la cabeza tener novia y menos aún casarse y cuando mis amigos casados veían y admiraban mi libertad con sus ojos golosos y teñidos de envidia me decían: "El buey solo bien se lame...".

Fue entonces hacia los cincuenta y tantos siendo y ya un canoso interesante cuando, con la muerte repentina de mi madre, empezó la segunda y la más triste parte de mi vida que me borró de la memoria la primera.

! Qué verdad es que solo uno valora el amor por alguien cuando se pierde ! porque yo. jamás pensé que mi alma iba tan encadenada a la de mi madre que cuando salió de su cuerpo, se llevó a la mía y me dejó muerto en vida.

Menos ella, yo lo tenía todo igual que una semana antes, pero...no tenía ganas ni fuerza de vivir. ¿Depresión?, ¿Duelo?, yo no sé... y los Psiquiatras que consulté meses y años después supieron lo raro y anormal de mi comportamiento ni encontraron remedio para él.

Para mí, que mi madre era como los alambres que sostenían un enorme muñeco de trapo que cuando ella se fue se los llevó con ella y el muñeco se desplomó irreversiblemente en un montón de harapos y girones de tela esparcidos por el suelo.

Nada me sacaba de casa durante días y semanas enteras..apenas comía...intenté ir a los lugares que frecuentaba y ni siquiera entraba por que mi indiferencia era tal, que lo consideraba inútil. Perdí amigos y tertulias a base de dejar mi sillón vacío...y mi soledad era tan profunda que ella misma no deseaba ser consolada..

Por fin, cuando pasaron los meses y los años y yo seguía igual, para mitigar mi dolor...caí en la bebida y en las drogas que, por algunas unas horas, si no me aportaban ánimo, por lo menos me embrutecían lo suficiente para engañar un rato a mi dolorosa soledad e incluso me llevaban a ir probando lugares y cosas a ver si por casualidad o por mero azar, algo inesperado lograba levantar mi espíritu.

Y así, comenzó la tercera y última parte de mi vida que me hizo olvidar las anteriores cuando ya entrado en la sesentena, achispado y medio drogado, hecho un asco, despeinado y con el traje arrugado, de madrugada ya, me metí arrastrando los pies en el único bar abierto que vi en un callejón oscuro y maloliente.

El ambiente de luz roja y tenue con la música baja para permitir susurros y el olor a sudor y perfume barato me indicó que o ya había caído en el infierno directamente sin morir ni nada o aquello era un Puticlub o un burdel de lo mas cutre de la ciudad....

¿Sexo...? hacía tantos años que no se me pasaba por mi pensamiento que llegué a pensar que eso no existía. Yo que jamás en mi primera vida había necesitado pagar para tener sexo había pasado de una frenética actividad sexual, a sospechar, en mi segunda vida, que mi pene había muerto y necesitaba un sentido responso.

Bueno, pero yo había entrado allí a beber la última e indiferente y sentado en un taburete me pedí una copa. Por allí pululaban, incluso sin quitarse el sombrero, un montón de hombres oscuros apoyados en la barra o sentados en los divanes donde rodeados de mujeres jóvenes semidesnudas y pintarrajeadas y vestidas con ligueros, medias negras y sujetadores rojos trataban de engatusarlos para llevárselos a los reservados del fondo previa invitación a una copa para la muchacha.

Sería por mi aspecto desaliñado o por mi disfraz de hombre anodino e invisible pero a mí, no se me acercó ni una ( ni ganas...)

Sin embargo, cuando mis ojos se acostumbraron ya al rojo y a la semipenumbra, en un lejano rincón observé al fondo del local una mujer desnuda y solitaria descansando acurrucada en el extremo de un diván que fumaba con gesto desganado de espaldas para no ver aquel asqueroso espectáculo.

De alguna forma la luz amarillenta de los baños iluminaba una piel cobriza u oriental de aspecto suave y una espesa melena rizada andaluza o africana que aunque no me despertó la libido, si que me hizo ser consciente que llevaba mas de diez años sin que mi piel tocara o abrazara otra piel y casi al instante, desee tocarla.

Me levanté del taburete, con paso inseguro me dirigí a ella, y cuál fue mi sorpresa cuando al rozarle el hombro para llamar su atención, volvió la cabeza adoptando un escorzo bellísimo y me mostró una cara como la de una geisha cansada completamente blanca sin otro maquillaje que una boca sensual y unos ojos pintados intensamente morado.

-¿ La molesto? le pregunté...

Y ella sin cambiar de postura dijo:

-No se preocupe caballero y señalando discretamente con la barbilla, no soy tan joven como esas, y a estas horas ya estoy molida...pero si le gusto, vamos al reservado que aun me queda alguna guerra que dar....

- ¿Que es lo que le gusta al caballero?, me preguntó con voz monótona y profesional. en aquel cuartucho al que me llevó.

- Puedo hacerle todo lo que desee menos besos en la boca que esos, solo son para los seres queridos...

- !No! !No! no se preocupe...Blanca, como a falta de nombre se me ocurrió llamarla, yo solo quiero que nos tumbemos abrazados y tocar y sentir la piel de su cuerpo..

-¿Nada más...? ! Que raritos sois los hombres...!

En la cama, yo la abracé con suavidad, entrelazamos nuestras piernas y brazos y nos estrechamos el uno al otro solo lo justo para que nuestras pieles se acariciaran y pudiéramos comunicar nuestras dóciles redondeces, nuestros sudores y nuestros latidos.

Blanca, besó suavemente con sus cárdenos labios mi cuello bajo de la oreja y así permanecimos más de una hora sin hablar una sola palabra durante que ella, tras mantenerse pensativa un rato, se durmió como un bebe relajado mientras mi mano sintiendo el placer de su suavidad, se perdía delicadamente por su espalda y por sus nalgas.

Os juro que al salir de aquel antro sentí que algo había cambiado en mi, como si aquella piel me hubiera levantado un poco el ánimo. Hacía muchos años que no experimentaba un momento placentero y no me lavé el cuello en una semana por no borrar el morado de sus labios.

!No!, No fue un cambio brusco, !No...!, fue algo gradual... me seguía encontrando mal hasta el viernes en el que me levantaba mejor porque todos los viernes en la madrugada, en vez de emborracharme y drogarme, volvía a aquel antro a sentirla y a darle un merecido descanso a su cuerpo y base del roce semanal, con los meses fuimos haciendo amistad y nos consolábamos mutuamente entre susurros de confesionario...

-Mire Vd., me dijo un día Blanca: Lo que mas odio en el mundo es ser puta, pero cuando mi marido murió en la cárcel de tuberculosis y yo me quede sola sin apenas saber leer con dos niños pequeños, limpiar casas no me daba para una buena educación y no me quedó mas remedio que por ellos dedicarme al puterío por las noches.

-¿Y su cara blanca? ¿ Es porque excita a los hombres?.

- No..., yo soy una buena mujer que incluso cuando me toca fingir aquí placer con algún cliente exigente, estoy en realidad pensando en el traje de comunión de mi hija, el chándal remendado o las botas rotas de mi pequeño, lo que les haré de comer mañana o si van bien con las notas. Todo esto es para ellos, nada es para mí que no me doy ni un lujo y cuando me ducho al acabar y me quito el blanco de la cara, siento que vuelvo a ser una buena madre y una mujer limpia y normal y no me acuerdo de este tormento hasta que al día siguiente cuando me la vuelvo a pintar.

No tardé mucho en entender que la fuerza y la felicidad solo se obtiene dando y entregándose como hacía Blanca y había hecho mi madre y no se consigue recibiendo y acumulando sin agradecimiento como siempre había hecho yo.

Un día blanca al acabar me dio un beso profundo en la boca

-¿ Y eso no está prohibido? le pregunté...

!No!, eso es solo para los seres queridos...

La saque de allí y Blanca jamás que volver a aquél lugar inmundo, me los llevé a los tres a mi casa, eran lo único que me importaba en el mundo y la opinión de los demás y ni siquiera la mía no me interesaba.. solo la de ellos con los que compartí todo lo que yo tenía.

Que ternura me producía lo humilde y conformada que era Blanca que cuando yo le ofrecía todo, rechazaba los lujos y disfrutaba mas ayudando a los que algo necesitaban.

Pero a veces... y solo para nosotros..., cuando me veía algo taciturno, me la encontraba sentada sobre la cama fumando de espaldas con la cara pintada de blanco con una picara expresión en sus morados labios para que lujuriosamente, gozáramos juntos del placer de las mil piruetas que a pesar de haberlas hecho ella mil veces, jamás las había disfrutado por falta de amor.

Mi felicidad verdadera han sido nuestros veinte años juntos y solo cuando hace poco, la muerte se la iba llevando...mi cuerpo y todo mi ser la quiso perseguir al cielo.

Supongo que allí no me será difícil encontrar algún ángel con la cara blanca y los labios morados.

Fin

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