viernes, 29 de junio de 2018

VIOLETA O EL GLAMOUR (VERSIÓN 2018)

A aquellas horas tempranas de la mañana una mujer sola y arreglada solo podía ir en éste país a una misa o a un entierro. 
Violeta, Doña Violeta, atravesaba en soledad el Mercado de Colón silencioso y desierto en lo temprano del domingo de Abril. 

En el exterior, los automóviles, dormían aun plácidamente, y solo algún velomotor zumbaba lejano en la ajardinada Gran Vía del Marqués del Turia rodando bajo los Magnolios hacia el puente del río. 

El interior del edificio modernista, recordaba la gran nave central de una catedral gótica. En sus laterales, a modo de capillas, las paradas y los puestos de venta estaban oscuros y silenciosos, con sus persianas bajadas, como si cerraran los ojos y callaran sumisos a su paso. Desde el interior, la puerta del otro lado, brillaba con una luz cegadora y cálida que tras iluminar unos limoneros se proyectaba sobre el brillante y desgastado suelo.

Desde mi ventana, su figura así iluminada tenía un bello matiz de contraluz y el aire de poniente, traía el aroma a azahar de los campos de naranjos que cercaban la ciudad.

Cloc, cloc, colc,cloc.

Violeta, caminaba con un taconeo lento y cadencioso cuyo sonido reverberaba en lo hondo de la nave.

Cloc, cloc, cloc,cloc

Sobre sus finos tacones de aguja, un pié viajaba delante de el otro, exacta y cuidadosamente, como si anduviera sobre una cinta de seda.

Cloc ,cloc ,cloc ,cloc,

Cada paso conseguía de su figura un balanceo femenino y armonioso que hacía oscilar graciosamente las puntas de su estola de astracán negro al mismo ritmo que su ondulado pelo y su vestido cárdeno, tal vez algo más ceñido que lo que se tenía por correcto en aquellos años sesenta, hubiera hecho decir a más de una matrona envidiosa que era "algo atrevido". Pero aquel extraño tono morado aparentemente elegido al azar, combinaba de forma perfecta y estudiada con la palidez de su rostro y con aquellos ojos verde-ceniza que te miraban algo tristes encaramados en unos altos pómulos, envolviendo su imagen de un cierto halo de misterio que atraía e inquietaba al mismo tiempo.

¿Enamorado?, !Pues claro que estoy enamorado de ella !, si no, no se podría explicar lo que acabo de escribir…y lo estoy, desde que vine a este estudio en el primer piso de su edificio hace ya casi seis años y la vi…, bueno, la espié por el patio interior.

Fue la primera vez que subí al terrado a tender la ropa. Allá abajo estaba, en el cuarto piso, sentada tranquila en el tocador de su habitación.

Por la indiscreta ventana interior, ignorante de mi furtiva mirada, se cepillaba el pelo con suavidad y ya casi se había acabado de arreglar. No se había vestido aun. Un sencillo collar corto de perlas claras destacaba sobre una saya del mismo color, que marcaba pudorosamente sus pequeños pechos.

Como un pastorcillo ante la aparición de una Virgen en una recóndita cueva, yo caí de rodillas emocionado y con ojos húmedos y desde entonces, no soy más que su fiel devoto y su secreto esclavo.

¿Saber de mi?, ! No!, ! No creo…..!.

Ella no debe saber casi ni que existo y por supuesto, lo de que estoy seguro que Violeta no sabe, es que ella es mi obsesión…,mi inspiración..., e incluso a veces…, mi único motivo para seguir viviendo.

Solo ella me saca del bajón y de la depresión cuando siento que para un poeta de estilo como yo, escribir "de oficio " novelillas de Kiosco, supone un modo de sucia prostitución que apenas limpia el hecho de que llene el estomago y pague el alquiler.

¿Mayor? , bueno si…, sé que hubiera podido ser mi madre si me hubiera tenido muy joven, pero la belleza, en la mujer a veces gana extraordinariamente con la edad cuando deja de ser espontánea y natural y se sofistica aliándose con la elegancia y la sabiduría para convertirse en Glamour.

Para mí, "El Glamour" , es un concepto que trasciende lo temporal ya que a diferencia de la belleza pura, solo se percibe cuando además de hermosura, hay gracia en el movimiento…, elegancia…., inteligencia... y magia.

Además en Violeta, me atrae el morbo de su temprana viudedad, que siempre nos atrae a los hombres y su buscada soledad tras la marcha de sus hijos, que más parece un voto de castidad y que consigue ahuyentar los celos con los que a veces me traiciona mi imaginación.

¿Que qué creo que opina de mi?. Bueno…, seguramente Violeta me debe tener como el vecino hosco y extravagante que vive solo en el estudio del entresuelo y se dedica a escribir noveluchas. Ni siquiera solemos coincidir, porque yo siempre bajo andando desde el entresuelo y es curioso, que en los breves segundos en los que nos cruzamos, aunque yo lleve la mirada baja, mis sentidos de afanan en captar su perfume cuyo recuerdo, puede perdurar en mí días enteros.

Violeta, Doña Violeta, siempre va perfumada. Pero aun recuerdo aquel día de bochorno de julio, que quiso Dios que coincidiéramos bajando del ático. No os exagero si os digo tuve que apoyarme disimuladamente en la pared de madera del anticuado ascensor, para no desvanecer de la emoción, cuando tras observar las leves gotitas de sudor que perlaban el vello de su labio superior, percibí por primera vez, la gloria del olor que exhalaba su cuerpo sin perfume.

¿Que si la espío…?, !Claro que la espío!, es mi distracción, yo apenas salgo y para mí esperar su llegadas…, observar sus salidas…, detectar sus presencias o sus ausencias, es un rito que llena mi vida como a otros les llenan los paseos, las tertulias, el cine o las partidas de ajedrez…

¿Acercarme…?, ¿Decirle algo…?. !No! !No!, !Jamás !, Lo nuestro…bueno, lo mío…, está bien como está, si la conociera más o si nuestros cuerpos se tocaran y nuestras voces se cruzaran en la intimidad, mi pasión no será mayor que ahora y la realidad rompería cruelmente el misterio y haría añicos mi mundo que ya sé que es un mundo extraño, pero que al fin y al cabo es en el que vivo yo.

Fin