sábado, 15 de agosto de 2020

FRAGANCIAS ESPECTRALES

Como una nota de Mozart, Marcelo era una persona normal que no se salía ni un solo tono de la melodía suave y armónica de la vida de clase media en que dios o la naturaleza lo puso.

Lo conocí en una terraza de un bar en la que al atardecer éramos los únicos clientes. Estábamos en dos mesas vecinas y a mi iniciativa, pegué la hebra con él por puro aburrimiento pidiéndole fuego para mi cigarro de tabaco negro. 

Él vestía un traje gris, una camisa blanca y una corbata azul marino y en su cuarentena, su pelo ya con algunas canas enmarcaba una calva incipiente y su rostro era de los que uno olvida rápidamente, no tenía ningún detalle que recordar salvo unos ojos bastante apagados y algo somnolientos. 

Su conversación sin embargo, a pesar de la pobreza de su expresividad, era agradable cuando lograbas concentrarte en ella, hacerle las preguntas oportunas y no dejar que su monótona voz te arrastrara al sueño.

Siempre, hasta los hechos que luego os referiré, aquel hombre anodino había sido feliz, con la felicidad blanda floja e inconsciente del que nunca se había encontrado con problemas que le desbordaran ni le sacaran de su zona de confort.

Su aburrida biografía incluía un noviazgo juvenil con Patricia, unos estudios de una carrera media, un servicio militar lejos de casa con las inevitables cartas de añoranza a novia y familia, una boda al uso, un trabajo monótono pero adecuadamente pagado y un piso comprado a plazos en la zona pequeñoburguesa de la ciudad.

Lo único en lo que Marcelo era discordante, y esto tiene su importancia en esta historia, es que en su interior había algo que hacía de él un verso suelto que su disimulada introversión ocultaba y en lo que nadie, ni patricia siquiera, podía reparar y es que él era profundamente descreído, congénitamente ateo y de un enorme escepticismo hacia la buena voluntad del hombre, lo que conseguía hacer que nunca se entusiasmara realmente por nada ni se creyera nada que no pudiera tocar ni comprobar.

Pero un día llegaron los hechos anunciados... Sí, todos sabemos que nada se valora tanto como cuando se pierde pero jamás se imaginó Marcelo que algo le afectara tanto para dejarlo medio muerto.

El caso es que cuando se decidieron a buscar familia, los hijos no venían y tras un tratamiento de infertilidad, Patricia murió una noche en silencio desangrada por dentro cuando le estalló un embarazo ectópico y Marcelo al despertar se la encontró a su lado pálida y helada.

El pobre hombre estuvo a punto de perder la razón y yo creo, que un poco si lo hizo porque se sentía completamente culpable, aunque objetivamente él solo debiera atribuirse la mitad de la culpa si es que tenía alguna aparte de la mala suerte que a todos nos acecha en algún momento de nuestra vida.

Sin embargo a Marcelo en su vida exterior, nadie le notó un comportamiento que fuera ajeno a la normalidad que el drama requería y tras un periodo de duelo, estimado como normal, en el que manifestó su abatimiento y tristeza mas callado y silencioso aun a los ojos de todos, reinició sus rutinas y su trabajo normal y llevó dignamente su soledad.

!Teatro...!, !Lo tuyo es puro teatrooo...! como canta el dramático bolero. Marcelo dedicó la poca energía que le quedó en mantener ese teatro porque la verdad es que la muerte de Patricia lo había hundido sin posibilidad de que un duelo reparara nada y ni siquiera pudo consolarse en la fe y los designios y los reglones torcidos en un Dios en el que no creía.

Pero por dentro, seguía medio muerto. Patricia no solo se había llevado para siempre con ella la mitad de su alma al mas allá, sino que con esa mitad que se había llevado la capacidad de recuperarse, de que algo le hiciera feliz, de que algo le hiciera sentir vivo o sintiera el mínimo deseo por alguna cosa, aunque un poco, le consolaba al pobre hombre pensar que aquello había sido lo justo y que Patricia se había llevado esa mitad de su alma para que él también pagara su parte de culpa.

Un día pasados algunos años, un viernes concretamente, cuando Marcelo como todos los viernes al anochecer tras emborracharse discretamente en casa para poder afrontarlo le llevó a Patricia sus rosas blancas al cementerio y se arrodilló frente a la lapida fingiendo rezar por seguir un comportamiento normal, oyó un canto lejano apagado y apenas audible que parecía venir del oscuro y tupido bosque que lindaba con el cementerio que llamó su atención y a pesar de su apatía habitual, produjo en él una extraña e inevitable atracción.

En un impulso y sin siquiera pensarlo, saltó la valla trasera del camposanto y arañándose entre los matojos, espinos y arbustos del sotobosque siguió aquel canto que no era de este mundo y parecía hacerse mas intenso y multiplicarse en varias voces según aumentaba su proximidad.

Por fin al cabo de algún tiempo y maravillado por aquellas extravagantes armonías, llegó a un claro del bosque donde el canto parecía provenir directamente del cielo negro de la noche sin luna.

Marcelo miraba interrogante hacia arriba cuando de soslayo comenzó a ver una luz que frente a él emergía entre los tenebrosos arboles y se dirigía directamente a su persona y pese a lo que siempre había opinado, se horrorizó creyendo que era un horrible espectro de mujer con sayón blanco desgarrado y cabeza de melenas negras sucias y lacias de mujer torturada con las cuencas de los ojos vacías y sanguinolentas que venía a llevarse lo que quedaba de su alma..

Pero...! No !. Cuando aquel espectro brillante se acercó, Marcelo vio en su rostro angelical la sonrisa de la bondad y reconoció en su atuendo la figura de Flora, una figura extravagante y maravillosamente dulce que reparte flores en el cuadro de la Primavera y que junto al nacimiento de Venus, era tan impropia de aquel Cuatroccento en el que Sandro Botticelli la pintó en una rara laguna entre sus pinturas religiosas que a Marcelo le tranquilizó pensar que aquel espectro de bondad no era maligno sino al contrario y estuvo seguro de que a aquel pintor renacentista también se le había aparecido y tal vez a cientos de personas a través de los siglos que en su ignorancia la confundieron con la virgen María.

Mientras el espectro de flora se acercaba, le fue envolviendo una fragancia extraña y floral, que invadiendo sus entrañas le llenó su mente e incluso la llegó a sentir en cada uno de sus propios huesos. Aquel aroma inverosímil e imposible que tampoco era de este mundo, parecía una mezcla de todas las flores de su vestido y las que esparcía desde su seno, pero si se pensaba en alguna flor en concreto, fueran rosas, claveles, camelias, o jazmines, por un instante su esencia aumentaba hasta dominar y destacar sobre el resto.

El espectro de flora fue lenta y suavemente acercándose hasta él que, paralizado, no pudo evitar que le atravesara mientras aquel intenso aroma y su propio cuerpo iluminado desde dentro por su luz espectral le hizo sentir el placer más intenso e infinito que jamás había conocido hasta llegar a un espasmo que le hizo derrumbarse sobre la yerba mientras sentía que el espectro lo abandonaba por la espalda a la vez que él perdía el conocimiento.

Lo despertó el toque del Ángelus desde la campana del pueblo, estaba molido por el duro suelo, sudoroso por el calor del sol del mediodía y con una resaca de tomo y lomo y aunque lo recordaba todo, no pudo mas que pensar que solo se había tratado de un sueño alucinatorio provocado por la borrachera de Absenta de la que juró no emborracharse otra vez y por consiguiente, trató de olvidar aquel episodio lo antes posible cosa que consiguió siguiendo sus ordenadas y tan normales rutinas .

No, aquello sin él saberlo, no había acabado...

Meses después pasando por la puerta del palacio donde ahora de ubicaba la oficina de correos, le dejó helado volver a sentir aquel extraño aroma floral del sueño y siguiendo su rastro inevitablemente como un perro sabueso entró en el edificio, subió al primer piso, recorrió la fila del centenar administrativas que se afanaban clasificando las cartas y que lo miraban pensando que aquel hombre que hacía movimientos olfativos no era mas que un pirado.

Por fin, al final de la fila y en una pequeña mesa en un rincón y de espaldas , cuando el aroma se hizo mas intenso vio una mujer con una graciosa melena. Al llamar su atención, ella volvió el rostro. Marcelo solo se fijó en unos ojos negros muy brillantes y una sonrisa celestial a la vez que desaparecía aquella fragancia.

- Hola, soy Silvia...

Amor a primera vista...!No!. Una flecha de Cupido...!No!. Pero Marcelo sorprendido de sí mismo y tartamudeando la invitó a cenar sin motivo alguno y ella aceptó sin rechistar.

¿Que como era...? Marcelo no lo sabía... si era alta o baja, gorda o flaca, o si tenía una pierna de madera.

Obsesionado con aquellas ojos y aquella sonrisa que era lo único que veía y le atraía como un imán, Marcelo no se fijó en nada mas...

Ni siquiera cuando se casó con ella, ni cuando un embarazo hinchó su vientre Marcelo supo como era realmente Silvia cuando cerraba los ojos y dejaba de ver su mirada y su sonrisa.

Por fin, Silvia parió una niña preciosa y llorona y cuando Marcelo se inclinó para sacarla de la cuna casi se desmaya al percibir con mas intensidad que nunca aquella fragancia floral.

Cuando se dirigió con la niña en brazos hacia Silvia, el aroma desapareció, pero al mirarla la vio entera por primera vez y una corriente de amor verdadero nació de su corazón hacia aquella bella mujer....

!Si!, con aquella niña y a través de aquella fragancia floral, Patricia le había devuelto la mitad de su alma para que pudiera ser de nuevo feliz...

Cuando Marcelo acabó la historia era ya la media noche, yo ya tenía materia para escribir y un poco cansado, me levanté para despedirme...

Ya me iba cuando de repente me volví y le pregunté:

- ¿ Marcelo, lo sucedido no le ha devuelto la fe en Dios ?

- !No señor...!, de ateo sigo igual, pero lo jodido del tema !! Es que ahora creo en los espectros... !!

FIN