domingo, 22 de marzo de 2020

UNA DE FANTASMAS ( RED2020)

Se oyó un terrible grito…, bueno, en realidad fue un horrible alarido seguido de varios más hasta que un llanto nervioso e histérico fue substituyendo a los aullidos.

No…, no era de noche, ni era una casa lóbrega y antigua, tampoco había neblina, ni los cipreses se recortaban tenebrosos en el cielo, ni ululaba un puto búho… Era de día y el sol entraba radiante al mediodía por todo el enorme y moderno rascacielos acristalado iluminando todas las oficinas cuyos aires acondicionados ronroneaban a máxima potencia para paliar el calor del efecto invernadero en aquellas estancias.


Cuando los demás llegaron en tropel hasta ella, Doña Gertrudis, la secretaria de dirección y una de las personas más temidas de aquél edificio, estaba desmayada, sudorosa 
y pálida,  caída boca arriba entre el inodoro y la mampara lateral de uno de los cuatro pequeños cubículos en que estaba dividido el baño de señoras de la oficina de la planta 23. Las bragas arrugadas en el tobillo izquierdo y la falda desordenadamente subida hasta el ombligo, permitía ver la negrura de su sexo entre las piernas desmañadamente abiertas.

El primero en llegar fue un hombre, que para no mirar, se apartó pudorosamente sorprendido permitiendo así que sus compañeras de oficina la atendieran y la reanimaran.

-! Ese cabrón quería arrancarme el coño ! !Os lo juro! ! No quería tocármelo no.., quería extirpármelo !, !Dejarme si él... !.

Las compañeras, mientras la tranquilizaban comenzaron a mirase disimuladamente entre sí con extrañeza y complicidad.! Allí no había nadie !, en aquellos cubículos solo cabía una persona e incluso una compañera que acababa poco antes de salir del tocador dijo que no había visto nada raro.

- ! Os lo juro!, !Tenéis que creerme!. Estaba sentada y ya había comenzado a orinar, cuando noté algo como una mano que viniendo de de atrás se deslizaba por mis nalgas, mi ano y mi vagina y me agarró todo el chocho como una garra abierta y luego lo estrujó como un higo dejándome sin habla de dolor y cortándome la meada.

Cuando la lograron levantar a la mujer con una crisis de ansiedad para llevarla a la enfermería de la empresa con el fin que le administraran algún sedante, vieron que en el cubículo solo habían quedado algunos pelos rizados de origen evidente descansando bajo el agua amarillenta en el fondo del inodoro.

La cosa quedó ahí, bueno no… No quedó igual, porque la dura dominación de "La Sargento Gertrudis" que tenía puteado a todo el edificio mostrando la más estricta intransigencia y falta de empatía con todo Cristo, se vio relajada por el ridículo público, las burlas, los cuchicheos y las risas a sus espaldas con la consecuente pérdida de autoridad moral de la susodicha, cuando se enteró por el desliz de un interfono, de que ahora la llamaban "Chochoroto".

Pero la hilaridad general "Por lo bajini", no hizo mas que aumentar exponencialmente, cuando semanas después y delante de tres testigos, a "Chochoroto" en pleno ascensor unas invisibles fauces babosas le mamaron de modo virtual los pechos y succionaron sus pezones mientras algo le magreaba a la vez el culo y resbalando por la pared de cristal tuvo un extraño orgasmo que la dejó sentada en el suelo con los pelos revueltos y los ojos en blanco.

Días después, una presencia le arrebató de las manos a una, ya trastornada Doña Gertrudis, más de doscientos folios de facturación y los hizo volar durante cinco minutos por toda la oficina cómo pequeñas alfombras de Aladino.

Por último y lo que la llevó al retiro por incapacidad mental con el cerebro derretido por el delirio y un ataque histérico de asco, fue la sensación de que bajo su mano, el ratón del ordenador se había convertido de repente y en plena reunión de la directiva, en una peluda y enorme rata sarnosa cuya cola rosada y áspera se perdía tras el monitor.

Cuando todos pensaban que "con la loca se había marchado la locura", coincidiendo siempre con el intenso resplandor del mediodía, aparecieron nuevos y misteriosos fenómenos sin explicación alguna que fueron acojonando a todo el personal de tal modo, que sobre los escritorios, ordenadores y discos duros, comenzaron a aparecer objetos como estampas de la virgen, cuernos de cabra, cruces de plata, amuletos indios , misales nacarados de comunión, ristras de ajo etz, porque inexplicable a la muerte a de Don Obdulio al que encontraron con el cráneo estampado contra el cristal de la fotocopiadora rodeado de una neblina azufrada mientras la dichosa máquina en modo automático iba esparciendo por el suelo con su siniestro y monótono "rirac" más de quinientas copias de sus sesos desparramados, se fueron sumando otros mas sangrientos todavía como el de Don Martín a quién la puerta del ascensor lo cizalló en dos dejando cada una de sus mitades solo unidas por las cuerdas que formaron sus hediondas tripas, a una distancia de dos pisos una de otra, o lo de Don Agustín, el tesorero, un hombre con obesidad mórbida al le ardió toda la grasa de su cuerpo como si fuera gasolina cuando al encender un enorme habano en el lujoso vestíbulo del edificio, le prendió casi espontáneamente su enorme papada porcina dejando su voluminoso cuerpo en un decepcionante espantapájaros requemado y humeante.

A estos horrores, se fueron sucediendo otros desastres que fueron acabando uno a uno con todos los miembros de aquel consejo de administración tan permisivo y tolerante con las maniobras del hijo de puta, es decir, del presidente de aquel banco.

"El Diosecito", qué dirigía aquella maligna máquina de joder al prójimo encerrado en la torre de marfil del último piso del edificio donde sus acristalamientos y panorámicos ventanales le permitían sentir, cuando miraba hacia abajo, una cuasi-sexual sensación de dominio sobre la ciudad, era de todo menos tonto y aunque no creía en fantasmas vengativos ni presencias espectrales, aquel capullo si veía claro que iban a por él y habían comenzado por aislarle eliminando antes la base de la pirámide de la que él y solo él, era el pináculo de oro.

Había heredado la mayoría accionarial del banco de su padre, un honrado banquero que había levantado aquello con gran esfuerzo, buenas prácticas y una flexibilidad cristiana con sus deudores, para acabar dejárselo al psicópata malcriado de su hijo.

Paradójicamente, " El Diosecito" lo convirtió en un gran imperio financiero mediante los procedimientos bancarios mas duros, despiadados, crueles, hijos de puta e incluso ilegales que su avaricia usaba sin remordimiento alguno, dejando a su paso una estela de quiebras, suicidios, ruinas y llantos, que lejos de remorderle en la conciencia y puesto que carecía de ella, alimentaban la autoestima de su insaciable ego.

Así, que tantos eran los que tenían motivo para odiarle y desear su muerte, que al " El Diosecito", le resultaba imposible hacerse una idea de cuál de todos sus enemigos lo estaba cercando y no sabiendo por donde le venían los tiros, optó por protegerse atrincherándose a cal y canto, guardado por una fuerte seguridad, en su torre de marfil hasta que pasara el temporal, para mientras estudiar los dosieres de sus mas importantes cabronadas financieras por si algo le podría señalar el culpable del acoso.

!Vana labor…!. Él ignoraba que las almas fantasmales que se agarran a la tierra con las raíces del odio para no marcharse y vagar sin descanso en busca de venganza, no suelen ser aquellas a las que han hundido hasta el suicidio la caída de sus grandes negocios y su ego, sino las que mueren silenciosas de pena de ver el sufrimiento de los suyos como la de aquel pobre anciano jubilado, cuando un injusto desahucio dejó sin techo a su mujer enferma para que el frío la rematara.

!Si!, aquel capullo ignoraba la fuerza maligna y destructora que puede tener el alma cabreada de un viejo.

No, de nada le sirvieron las paredes, ni los guardianes.

A las doce del mediodía de un día radiante, justo en el quinto aniversario de la muerte de aquella vieja, el presidente desapareció para siempre.

Alguien en el edificio comentó de pasada que le había parecido que algo caía gritando. Tal vez si hubiera caído mas despacio, ese alguien hubiera visto la cara de horror y los desorbitados ojos del " El Diosecito" mientras su cuerpo caía agarrado y envuelto por una arrugada presencia espectral.

Misteriosamente, nadie encontró cuerpo alguno. No se estrelló contra el asfalto. La cicatriz de la grieta en la tierra que se lo tragó, aun vivo, hasta lo mas hondo, eterno y cruel del averno, se cerró después de engullirlo como si nunca se hubiera abierto.

¿Sabéis…? Ese mismo día, el impresionante edificio del banco tembló como si lo sacudiera un pequeño seísmo. Los empleados no se extrañaron, como ellos mismos..., ! Aquella mole se había estremecido de alivio...!.

viernes, 13 de marzo de 2020

EL VERANO DE LOS LIRIOS

Lo de Ángel y Rocío, no fue la eterna batalla emocional de cada verano en el pueblo entre chicas y militares que comenzaba con las fiestas de San Juan y se desarrollaba hasta octubre.

Lo de Rocío y Ángel, tampoco era viejo el juego en el que las muchachas con sus cuerpos y sus risas y su salero trataban de encelar a los calientes soldados que buscaban descaradamente sexo sin compromiso en un juego tácito de "nadar pero guardar la ropa" en el que cada cual, sabía a lo que jugaba.



Lo de Ángel y Rocío o lo de Rocío y Ángel si preferís, no fueron esos encuentros llenos de permisividades hasta frenazos al límite, calentones insatisfechos, apasionados pero interrumpidos besos de lenguas golosas y excitantes toqueteos y magreos sin riesgo de consecuencias -"Te dejo que me cates para ver de qué estoy hecha pero si quieres mi virgo en flor, tendrás que llevarme para siempre de vuelta a tu tierra y mi cuerpo entero..."-.

A Rocío, con diez y seis, nadie le había explicado nunca nada de todos estos pícaros juegos. Su madre, viuda pobre y solitaria, aun no había podido reunir el suficiente ánimo para explicarle nada sobre la vida porque, en su deseo de no perderla, la veía todavía una niña.

Rocío conocía la llegada veraniega de los soldados como cada verano como las cigüeñas pasan raudas en invierno, pero a diferencia de sus amigas mas mayores, no sentía aún el anhelo de un amor ni una esperanza ni una oportunidad de un futuro

¿Soldados?, bueno si…, eran soldados; pero no los del reemplazo del servicio militar obligatorio llamados a filas con sus caras aun aniñadas apenas tras los primeros afeitados. 


Éstos muchachos que mas mayores y cuajados acudían de permiso a aquel pueblo, eran educados y de buena familia estudiantes universitarios que cumplían patrióticamente con la nación, pero fraccionando su deber durante dos o tres veranos para no interrumpir sus estudios universitarios.

Precisamente fue ése miércoles, el primer día de permiso de la nueva promoción en la cercana base militar, cuyo autobús verde caqui camuflado sin pretenderlo por el polvo y las salpicaduras de barro del camino, los desembarcó 
a la salida del pueblo a la hora del Ángelus, después de la revisión reglamentaria, con sus uniformes de paseo y sus botas brillantes como espejos  tan arregladitos y perfumaditos como ángeles recién rasurados. 
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Las gentes de aquél pueblo blanco que como si desde lo alto del peñasco se desparramara un jarro de leche que al caer trazaba sus tortuosas y encaladas calles de estilo morisco hasta la engalanada plaza, estaban encantadas de recibirlos todos los años en fiestas y aunque sabían que con la música y los primeros tragos de aguardiente soltarían su alegría, su bullicio, sus bromas y sus galanteos como el resto de muchachos de su edad, y salvo alguno que siempre tiene mal beber, no se enzarzarían en peleas ni destrozos y dejarían buenos cuartos en los bares y comercios y a pesar de la ojeriza y hostilidad que con hoscas miradas, les mostraban los muchachos locales, mas sencillos e iletrados, que conscientes de su inferioridad, veían a aquellos militares "de mentiras", como les gustaba llamarlos,como unos engreídos que con frecuencia se llevaban en el macuto de vuelta a sus ciudades a las  mas bellas muchachas de la localidad, que astutamente veían en ellos la oportunidad de su vida para abandonar su predestinado y aburrido destino rural.

Cuando la mirada de Ángel al entrar en la desconocida plaza vagó curiosa observando como los muchachos del pueblo se afanaban en terminar de cerrar las calles con las gradas de maderos para el encierro de toros y vaquillas y montar los "Cadafales" cuyos de barrotes de jaula resguardarían a uno cuando tras citar al toro valientemente el mas osado de los mozos lugareños evitaba la cornada en el último momento entre vítores, olés y aullidos de susto de la concurrencia, cuando venía perseguido y jadeante para refugiarse entre los barrotes esquivando a la negra y brava fiera a la que, llegada la noche y para cabrearla más, antorcharían los cuernos con bolas de fuego.

Pero cuando la mirada de ojos grises de aquel soldado rubio se encontró de pronto con el color miel de los ojos de Rocío que estaba como el resto de las expectantes e ilusionadas muchachas del pueblo sentadas a la sombra del olmo de la plaza para ver la llegada de los apuestos militares mientras reían y bromeaban, apenas pudo renunciar a mirar aquellas dos preciosas luces para fijarse en sus tiernos labios color cereza madura, en los reflejos del castaño claro de su melena y el rosado de albaricoque de sus mejillas sobre la blanca y casi infantil piel de su rostro.

Ángel, ni queriendo, pudo evitar andar todo el día buscando por el pueblo aquellos dos fascinantes brillos en cualquier momento y lugar, pero Rocío sin saber por que lo hacía tampoco pudo evitar apartar la mirada de aquellos ojos que la seguían a todas partes y una sonrisa mutua inició el coqueteo que desde el primer momento, se convirtió en verdadero flechazo de amor

Durante aquel verano, una historia de autentica y espontánea unión amorosa fue brotando entre ellos suave y lenta, natural y tierna, sin condición alguna y con sabor a eternidad .

La verdad es, que aunque la historia de Ángel y Rocío al final fue igual que las demás…, no fue lo mismo.

Las manos de ambos se habían tocado cuando su cariño se lo pidió, sus cabezas se habían unido tiernamente cuando sentados en el parque, ella la recostó en su pecho y el la amparó con delicadeza pero haciéndole sentir la confortable protección que nunca había experimentado aquella niña sin padre, y cuando los besos fueron naciendo solos como los brotes de trigo verde tras la lluvia y sus desnudeces, se fueron descubriendo mutuamente sin extrañezas y sin límites ni reparos, como si ambos fueran parte un mismo cuerpo.

Ángel, con todo su amor, se había cuidado mucho de no abusar de su inocencia de rocío y cuando la tomó una tarde de septiembre en la que ampararon su intimidad en el aislado vallecito del arroyo, Ángel con la certeza de que jamás se apartaría de Rocío, la hizo suya sobre la yerba con toda la delicadeza del mundo a la vera del rumor del arroyo a cuya música, danzaron abrazados y desnudos entre las matas de los juncos y los lirios que escondieron su secreto.

Rocío ni se preguntó ni pensó, solo se abandonó invadida de confianza con la intensa y creciente felicidad de tenerlo muy dentro junto a su alma. Con la anestesia del deseo sangró sin dolor, sintió cómo entre almizclados sudores sus cuerpos se fundían jadeando y sus labios se separaban para poder alentar y luego, sintió una inesperada explosión de dicha interna de la que no estuvo segura si era la vida o la muerte que le hizo abrir los ojos. Fue entonces cuando por primera vez en su vida y a pesar de que había pasado su infancia jugando en aquel valle, Rocío percibió la inmensa y sobrecogedora belleza de aquellos violáceos lirios cuyos morados, iluminados por el sol poniente, la rodeaban mientras, sin notar apenas el peso de del cuerpo de Ángel, se sumía en la más maravillosa dulzura.

Al final y tristemente, éste sublime amor quedó para los demás en una vulgar historia rural de seducción y abandono ejemplarizante para las más muchachas más jóvenes porque, tras fundir sus cuerpos, Roció jamás volvió a ver a Ángel. Lo esperó cada noche en el valle de los lirios y regó mil veces de lagrimas el camino del pueblo al escondido valle hasta que se enteró de que aquella tropa había sido ya licenciada.

Nadie aparecería por el sendero a la luz de la luna que venía del cuartel.

La triste muchacha asumió con entereza en el pueblo el papel de ser una adolescente ignorante y engañada con aroma a puta, sobre todo, cuando la semilla que Ángel le dejó la convirtió también en madre soltera.

Rocío jamás pudo amar a otro, jamás le guardo rencor y siempre disculpó en su interior de algún modo su ausencia e incluso cuando no pudiendo olvidarlo, decidió vivir con su recuerdo presente buscando en su hija Lirio que era clavada a su padre todo lo en ella podía sentir de él.

Cuando la ley de la vida apartó a Lirio de su lado, Rocío con su belleza perdida y el cuerpo redondeado y flácido por la edad, se consolaba recordando una y otra vez la felicidad del valle de los lirios donde, como al cementerio por Todos los Santos, acudía cada día de septiembre al atardecer.

-¿Rocío… ?

La mujer se volvió sobresaltada pensando que estaba sola aquel atardecer en el valle.

-¿ Si…?, ¿ Quién es Vd. …? ¿Qué busca…? contestó algo alarmada.

De entre los juncos salió un hombre maduro, calvo y manco del brazo derecho con una cicatriz de quemadura en la parte derecha de la cara que parecía cuero repujado.

-¿Ángel…? ¿ Eres tú…? dijo reconociendo aquella voz apenas cambiada que tenía grabada en su memoria a fuerza de recordarla cada día.

- Si Rocío, soy Ángel…, no te asustes…, solo he venido para decirte jamás he podido querer a nadie mas…y que aun te quiero como aquél último día, pero siempre fui torpe con los explosivos y aquel fatídico dia aquello me estalló entre las manos, me dejó sin brazo y con el rostro de un monstruo desgraciando así mi carrera y mi futuro y yo..., yo te quería tanto, que no quise hundirte la vida uniéndote a un discapacitado sin mañana ni esperanza y me marché con el corazón roto y sin mirar atrás.

-!Te hubiera querido hasta muerto Ángel !, y… ¿Por qué ahora Ángel… ?, ¿Por qué has vuelto..?

-Fue esa hija, esa 
hija nuestra  con nombre de flor, de la que ni siquiera sabía..., si, fue Lirio la que me buscó, me encontró y me habló de ti…

¿ Sabéis….? Cuando entre los lirios como dos espíritus maduros ésta vez llegaron al éxtasis, Rocío no ya miró los Lirios morados, no…, Rocío con los ojos cerrados besaba con devoción aquella cicatriz de cuero mientras le acariciaba con ternura su muñón…del que jamás se separaría ....

Fin

sábado, 7 de marzo de 2020

EL GRANERO DANÉS


Ximo apenas entendía a los daneses. Rubios y enormes, hasta los mas viejos con el pelo blanco y abundante mostraban la amabilidad de los granjeros nordicos, pero al pedir trabajo, todos le señalaban hacia el fondo del fiordo y decían: go to de black hause. 


No, no era un fiordo noruego metido entre acantilados, era un fiordo danés,una lengua gris oscura abierta a todos los vientos que serpenteaba entre colinas bajas y verde-amarillentas  por el último heno del final del verano salpicadas de vacas pastando, cuya agua oscura y borrascosa se confundía con la del cielo hasta hacer desaparecer el horizonte. En una de las ultimas colinas se veía un pequeño barracón negro y alquitranado al que llegaba un camino de tierra.

Craso error...cuando lleguó casi una hora después reventado de arrastrar la moto sin gasolina... vio con un extraño escalofrío que era un enorme granero vivienda tan negro y tenebroso que parecía una catedral vikinga de los tiempos de Thor y Odin .

Como era la moda entre los universitarios españoles de las familias burguesas de los años 60 reprimidos sexualmente por la iglesia y adoctrinados por el aparato político franquista, Joaquín (Ximo), planeo su viaje iniciático por Europa en el verano del penúltimo último curso de su carrera.

Fue su primera aventura, una aventura de niño bien, es más, la única aventura que Ximo había tenido y tuvo.

Por las informaciones tal vez algo exageradas que les llegaban de los emigrantes que volvían de Europa, y las olas de turistas que saliendo de sus fríos y lluviosos países llegaban en verano a la España franquista, segura y barata, en busca de sol, playas, licor y tabaco sin impuestos y diversión en verbenas y tablaos flamencos, aquellos muchachos fueron conscientes de que el resto de Europa era otro mundo que era imprescindible conocer para quitarse de algún modo "el pelo de la dehesa" y el sentimiento de atraso cultural que sentían como un lastre.

El primer objetivo de los tres que tenía el viaje de iniciación era conocer todo aquello y montado en su anticuada moto Bultaco, con su pequeña tienda de campaña y su saco de dormir, Joaquín había ido vagando pasaporte en mano, sin rumbo fijo por todos aquellos países rodando por carreteras y campings europeos observándolo todo con los ojos como platos como si fuera un paleto de aldea que llega por primera vez a la capital, absorbiéndo ciudades y paisajes como una esponja y tratándolo de fijar para siempre en su memoria.

El segundo objetivo era tratar de perfeccionar el inglés, imprescindible para su futuro trabajo en el pequeño hotel que regentaba su padre y completar así en la práctica los cinco o seis cursos teóricos con los que solo había llegado a decir aquello de "my tailor is rich " y su inglés fue mejorando "a la fuerza" por pura necesidad a medida que a Joaquín le fue necesario para preguntar, alimentarse y dormir.

Pero cuando al fin llegó a Dinamarca y se quedó sin dinero ni para gasolina, Ximo fue consciente de que las dificultades para cumplir su tercer objetivo y más importante para él ,! El sexual !, es decir, ser desvirgado por alguna de aquellas diosas nórdicas, no podría ya cumplirlo.


 Ximo era virgen tardíamente ya que en el ambiente pacato en España, la chica que se arrimaba en el baile era considerada como puta y él jamás había querido, por caliente que fuera, iniciarse con una prostituta como habían hecho el resto de sus amigos.

Así, renunció con disgusto a su tercer objetivo porque cuando llegó a Dinamarca y se dio cuenta de que jamás llegaría a Suecia y que ni siquiera podría ver la sirenita de Copenhague, se había quedado sin dinero y estaba muy lejos de cumplirlo y aunque ganara algún dinero trabajando de peón, lo necesitaría para regresar a España y cuando lo hiciera, lo haría envuelto aun en el obscuro y cruel manto de la virginidad tardía y mallevada.

!Que sorpresas tiene la vida!, Se arreglo económicamente con el campesino borracho Gunnar Dueño de la granja del granero negro en que el hombre se había pasado el verano tumbado y ebrio de aguardiente y tenía todo el heno por recoger cuando en menos de un mes podrían comenzar las primeras nevadas

Cuando ya pensaba que se volvía de vacio respecto a su tercer objetivo, la deseada iniciación sexual vikinga, un semana después y mientras completamente sudado segaba con la guadaña y hacía gavillas, apareció por el horizonte con el sol a contraluz una posibilidad que aunque remota le llenó de esperanza: una melena rubia y dorada agitada por el viento que cuando con paso calmado se fue acercando al granero, bajo la melena pudo distinguir la perfecta silueta de una autentica belleza nórdica, probablemente escapada del Vahalla, tan bella como no lo habría imaginado jamás envuelta a lo "Hippie" con un vaporoso vestido de flores y sandalias de cuero viejo.

Ximo se quedó tan anonadado que 
cuando de acercó a él casi le hizo una reverencia como a una princesa y la muchacha con una sonrisa angelical le dijo: 

-¿Ximo?

Cuando con la cabeza gacha le confirmo tímidamente su identidad y mientras se dában la mano, en ingles le dijo:

-Soy Greta, la hija del borracho de Gunar, vivo en Copenhague con mi madre , estoy estudiando diseño y vengo a ayudarte por que como de costumbre Gunnar ha dejado todo el heno por segar y es mucho trabajo ti solo y si no, no acabaremos antes de octubre cuando aquí suelen caer los primeros copos de nieve.

!Que extraña es la vida! nunca imaginó Ximo que el inicio a su vida amorosa fuera así. pero cuando después de un día de trabajo agotador con un sol de justicia Greta le invitó a refrescarse y bañarse en el fiordo al atardecer, acepto gustoso.

 Al llegar a la playa negra y limosa Greta se desnudó completamente y entró chapoteando en el mar sin mirar atrás y desde dentro, le animó con gestos y risas a que la imitara. Ximo, un poco timorato y avergonzado por su erección hizo lo mismo, pero ella sin darle importancia alguna se acercó a él  y entre risas comenzó a hacerle cosquillas que el chico intentaba devolverle, se abrazaba a él que por primera vez noto la dulzura blanda de unos pechos, la firmeza resbaladiza de unas nalgas y el roce áspero pero delicioso de un pubis sobre su entrepierna.Luego ya excitados, cesaron las risas y comenzaron los abrazos y revolcones suaves sobre el fango liso y limoso de la orilla donde cubiertos del limo oscuro y tibio parecían dos delfines negros varados y agonizantes retorciéndose uno sobre el otro antes de morir iluminados por el sol poniente y solo sus ojos abiertos y sus rojas lenguas entrelazadas los podían identificar como humanos. 

Greta que ya se había hecho a la idea de que la excitación y la fuerza del muchacho no se acompañaba de experiencia alguna, con una sonrisa tierna le cogió amablemente de la mano y lo llevó hasta una riachuelo claro que había tras el granero y después de lavarse y que sus pieles volvieran a ser humanas, lo subió hasta el altillo de granero donde el heno secaba y comenzó a instruirle con excitación pero con paciencia en las artes amatorias y de todo aquello que volvía loca a una mujer, los lugares que acariciar, los tiempos y momentos de atacar o aflojar, y como reposar abrazados con infinita ternura al finalizar. 

Ya no volvieron al fiordo, los veinte días que les quedaban hasta octubre, al acabar el trabajo diario y sudados como iban subían con unas cervezas frescas hasta el lecho que la hierba había construido como un nido de amor y allí Greta, la profesora, le fue enseñando una a una todas las páginas del Kamasutra y como si todo el techo del granero estuviera decorado con ellas...y a Ximo, señores, no se me olvidó ni una... 

Pero a veces todo aquello que había comenzado con una sorpresa increíble terminó con otra igual de increíble veinticinco años después que como un boomerang olvidado vino a golpearle a Ximo en la cara en su madurez. 

Estaba en la barra de la terraza sobre la playa preparando las bebidas que Ernesto, su hijo, un chico simpático y apuesto que con su pelo negro rizado y sus ojos verdes traía revolucionada a toda la clientela femenina, cuando de pronto alguien delante de Ximo dijo: 

-¿Eres Ximo? 

- Si soy Ximo, le dijo distraídamente mientras levantaba la mirada, pero cuando vió a la muchacha casi se cae al suelo de la impresión, era la mismísima Greta como si el tiempo no hubiera pasado por ella la que le tendía una carta. 

-¿Greta? dijo pasmado 

-!No! ! No! yo soy Inga, Greta es mi madre y me ha dado esta carta para ti. 

Ximo se sentó a leerla porque le temblaban las piernas. 

Ximo, esta es Inga, nuestra hija, aunque ella no lo sabe ni sabe quién eres y prefiero que nunca lo sepa. Siempre te he recordado con cariño e Inga me ha ayudado a no olvidarte. Las cosas han ido mal aquí, el granero se quemó 
en una borrachera de Gunnar con él dentro, mi madre murió de un ictus y a mí ya me está alcanzando el cáncer de mama. Inga no tiene mas familia y ahora te tocará a ti cuidarte de ella. Sé que puedo confiar en ti y no me fallaras...un beso. 

la cosa fue que Inga era un encanto, y junto Ernesto haciendo equipo, comenzó a trabajar en la terraza que también se llenó de clientes masculinos con lo cual el negoció comenzó a marchar viento en popa.


 Pero pasados unos meses, un dia en un descanso, Ximo mirándose acaramelados con la complicidad del amor y la inquietud y la angustia se apoderaron de él .!Eran hermanos! !Caminaban de cabeza al incesto! ...

A Ximo angustiado solo se le ocurrió tomar muestras de ADN de sus vasos para con los análisis en mano enseñárselos y evitar aquel desastre antes de que fuera tarde, pero llegó tarde....porque Inga estaba tan enamorada se preñó al primer polvo.


Cuando llegaron los resultados a un Ximo deprimido y derrotado por la culpa la sorpresa fue mayúscula, un alivio y un disgusto a la vez: ! Si !, si que se podían enamorar, Greta era hija suya al cien por cien pero Ernesto, !Hay que joderse!, no tenía ni una gota de su sangre.

La hija de puta de su mujer había muerto siete años antes y Ximo jamás podría saber quién era el padre de Ernesto, aunque en una foto antigua de cuando inauguraron la Heladería de al lado Ximo se dió cuenta de que el heladero, de joven, era clavadito a Ernesto...

Ximo, se sentó y sonrió ya tranquilo....¿Sabéis?...aquí todo seguirá igual, con los años solo pesan los problemas y ya no pesan los cuernos y su nieto iba a ser guapisimo...