miércoles, 16 de octubre de 2019

SIMONA Y EL MINOTAURO

Simona llevaba semanas con el mismo sueño, túneles, y mas túneles en la semipenumbra de alguna mortecina lamparilla de aceite, silencio, pasos y carreras huyendo asustada y temblorosa y buscando amparo en la negrura perseguida por aquél monstruoso ser malcarado cuyos escalofriantes cuernos veía fugazmente al contraluz de alguna claridad, y cuyos rebufos y jadeos alcanzaban a veces su espalda hasta que la arrinconaba en algún recoveco sin salida y del que solo la libraba del ataque el despertar sudoroso jadeante y espantado. 




-! El mito del laberinto del Minotauro!, !Temor al sexo como diría Freud!, le soltó la Psiquiatra militar de la base aérea a las primeras de cambio con voz profesional pero adoptando una sonrisa empática a la vez que se quitaba las gafas para facilitar la comunicación...

Simona no dijo nada, ¿Para qué seguir…? cogió los tranquilizantes que le ofreció la Doctora y tras darle las gracias por el consejo de buscarse un alivio con un muchacho dulce y cariñoso, salió de la consulta.

Pero Simona, con grado de Coronel era una mujer libre y avanzada y una de las primeras mujeres piloto que llegó a la base y entre tanto hombre, jamás se había permitido enamorarse mas que de su carrera y de los azules cielos que surcaba con su reactor rayándolos con estelas blancas porque además de que de los mejores hombres de la base aérea ya estaban casados y el resto era una mediocre basura machista y mujeriega, Simona pensaba que el amor le podía pesar demasiado para decidir matar o morir en el aire si algún día metida en su avión el deber la llamaba a requerirlo.

La psiquiatra hablaba sin conocer, si no..., hubiera sabido que a Simona el sexo no le intimidaba, es más..., le encantaba y sin importarle el qué dirán, cuando quería, se "beneficiaba" discretamente a quien le gustaba, siempre que fuera un amigo de confianza, no hiciera daño a terceros y supiera tener la boca cerrada.

Si, Simona era consciente de su valía. En un país machista una mujer guapa y llamativa con treinta y dos años, no habría llegado hasta donde estaba si no hubiera sido una mujer de carácter fuerte, inteligente, estudiosa y con las ideas muy claras respecto a su vida además saber mostrar valor y en los momentos difíciles , " Tomar el toro por los cuernos" y demostrar que tenía más "pelotas" que sus compañeros y especialmente, los componentes masculinos de su escuadra de vuelo, cuyo respeto profesional y admiración incondicional se había sabido ganar por sus méritos y no por sus galones.

Simona salió de la consulta decepcionada y con el ceño fruncido, aquella "Loquera" era una ingenua y no había encontrado ninguna ayuda allí... Pero cuando el reflejo del sol naciente en la carlinga de su avión le deslumbró brevemente, la invadió una lúcida epifanía : El recuerdo angustioso de un Minotauro en sus sueños y "lo de agarrar el toro por los cuernos" lo tenía que resolver ella sola y además y como siempre hacía, afrontándolo con valentía, de cara, y por supuesto..."Con dos cojones" (con perdón)

Se documentó de cultura Minoica. En pocas palabras, la vida de aquel bicho fue tal putada que no le extrañaba que su alma aún anduviera cabreada y "dando por saco" por toda la tierra desde aquel jodido laberinto cretense.

Primero su madre Persífane, una mujer más "puta que las gallinas"(con perdón también) que sea por despecho o por puro calentón, lo engendró metiéndose en una vaca de madera pintada a manchas para que se la follara ( ya no pido más perdón..) el poderoso toro blanco que era un preciado regalo del Dios Poseidón a su marido Minos el rey de Creta.

Luego Minos como no pudo matar a aquella abominación, medio toro medio humano, resultante de la asquerosa infidelidad por temor a la ira de los Dioses, avergonzado, lo encerró de por vida en un laberinto imposible que le construyó Dédalo para que no saliera, ni nadie lo viera, y allí creció paliando su hambre y su lujuria (se supone que heredada de su madre) con una dieta a base de siete efebos y siete doncellas, que se debía comer sin pan ni nada y que Minos recibía cada tres años como tributo de los Griegos, que por entonces eran unos "pringados" y debían enviar a la poderosa Creta a sus más bellos hijos.

Por fin, la cosa acabó cuando los griegos, hartos, enviaron disimulado entre los jóvenes a Teseo una especie de sicario o matarife a sueldo, eso sí...guapo como un ángel, que acabó con el Minotauro y luego supo salir del Laberinto de Dédalo con el viejo truco del hilo y el ovillo que le había enseñado Ariadna la hija de Minos a quien el chaval se debía haber previamente "camelado".

El siguiente punto a resolver era ir a Creta. Simona estaba convencida de que si lograba dormir en el laberinto, su sueño no se interrumpiría y que cuando la acorralara, aferraría a ese bicho por los cuernos y aunque la mordiera, la violara con furia hasta estallarle la vagina o la matara a dolorosos orgasmos con su desproporcionado y nudoso miembro, ella, en su pesadilla, estaba segura de que acabaría venciendo en aquella pelea y terminaría con los "huevos" de aquél astado colgando sangrantes de su mano y nunca más aquella alma maléfica y cabrona volvería a joderle sus sueños...

Semanas después, a la Coronel se le presentó la ocasión cuando su escuadra camino a Afganistán tuvo que hacer una larga escala en la Isla de Creta para repostaje y mantenimiento y se le concedieron tres días de permiso.

De entrada, el asunto se presentó decepcionante, el famoso Palacio de Knosos no era mas que un árido y confuso pedregal gris con un pequeño montículo sobre el que cuatro o cinco columnas rojas bastante horteras que parecían de tramoya de teatro sostenían un pedazo de techo ruinoso y del puto laberinto... ni rastro.

Gracias a una guía turística local que vio cómo se marchaba abatida, Simona se enteró de que el laberinto era una leyenda y que jamás se había encontrado, pero que últimamente los arqueólogos pensaban que nunca existió como tal y que de haber existido algo, Minos debió meter aquel a aquel bicho (o tal vez un toro travieso y cabrón) en una cueva calcárea cercana fruto de un rio subterráneo seco cuyas ramificaciones y estrechuras la convertían en un laberíntico galimatías.

Diez Euros le costó a Simona sobornar al desarrapado y maloliente pastor de cabras que cuidaba la entrada de la puta cueva cuando llegó ya al anochecer para que, quitando con sonrisa irónica una cadenita oxidada, aquel impresentable sujeto le permitiera el paso para pernoctar en su interior.

Simona, arañándose codos y rodillas y maldiciendo y blasfemando entre dientes en arameo figurado, se adentró con la linterna en aquella maraña durante mas de una hora.

Finalmente, Simona encontró una oquedad de suelo arenoso de tamaño suficiente para acostarse, extendió el saco de dormir y se tiró sobre él. Luego se desnudó, se maquilló, se perfumó, ensayó algunas poses lascivas y usando como almohada la mochila se dispuso a dormir no sin antes pegarse un "lingotazo" de aguardiente a modo de somnífero.

!Había acertado! A los cinco minutos, de nuevo el sueño estaba allí, quitando de que ésta vez, iban reptando por las estrecheces y el Minotauro ya le iba tocando y babeando los pies con su lengua rasposa... pero ésta vez, ella iba preparada con una linterna en la mano y una pequeña navaja plegable escondida en su vagina...

Por fin, tras una interminable persecución onírica el monstruo logró acorralarla en un ensanche de fondo ciego.

Simona ya podía oler su fétido aliento y el tacto calloso de sus dedos buscando sus pechos, pero efectivamente, no se despertó como siempre, se dejó caer en el suelo resbalando por la pared para huir de su abrazo y para deslumbrarlo y poder asir sus cuernos, encendió bruscamente la linterna enfocándolo a la cara.....! Que sorpresa ! !Aquello no era un monstruo! El monstruo era apenas un joven extremadamente delgado y pálido cuya blanca cabeza era la de un ternero de rizos suaves y apenados ojos grandes y azules de los que parecían caer unas gruesas lagrimas que enternecieron el corazón de Simona hasta el punto de que lo invitó a acurrucarse junto a ella e intentó consolarlo pasando la mano entre sus cuernos hasta acariciar su oreja.

-¿Sabe Vd. Doña Simona?, le dijo aquella atormentada alma, no hay nada peor que la soledad de vagar cuatro mil años en los que nadie me ha amparado. Solo soy medio humano y en el cielo y en el infierno acogen a buenos y malos pero se niegan a acoger mitades.

Simona y el Minotauro estuvieron todo el sueño abrazados mientras ella trataba de animarlo, por fin ella le dijo antes de despertar...

-Mira "Mino"...es poco lo que yo te puedo ayudar, ¿ Has oído hablar del Ateísmo...? ¿No..?, pues prueba con eso y si no funciona yo siempre te ampararé en mis sueños...

Cuando abrió los ojos, Simona se vistió, salió de la cueva con el viejo truco del hilo y el ovillo de Ariadna e inspirando profundamente el aire fresco con olor a pinos, le dijo sonriendo al cabrero socarrón :

! De Puta Madre! y enfiló colina abajo mientras el confuso cabrero vio como del camal izquierdo del pantalón de aquella loca caía una pequeña navaja...

Fin.