miércoles, 30 de diciembre de 2020

LA VENUS DE LA VENTANA


- Don Alfonso, por favor, estese Vd. quieto, suba la barbilla y quítese el puro de la boca o no acabaremos nunca...

Don Alfonso, gran marqués y diputado, andaba ya muy enfermo y decrépito, y barruntando su fin quería para dejar una memoria imborrable, que le pintara un retrato de los que reflejaran el poderío de su familia, la dignidad de su estirpe, su férrea personalidad y firmeza de su carácter.

Mi familia, aparentemente próspera por aquellos años treinta, andaba en realidad de capa caída en lo económico y como el arte moderno no se entendía bien en este país siempre atrasado, como tantos otros pintores que estudiamos en Paris, en espera que me llegara el tiempo de triunfo y gloria, tenía que dedicarme a pintar retratos de próceres, políticos, industriales y religiosos, afortunadamente abundantes en mi ambiente. 



- No se preocupe Luisito que ya me queda muy poco de vida y quiero un cuadro que deje constancia de mi estirpe, mi inteligencia, mi empaque y mi donaire...cuando lo tenía, claro, así que invéntese Vd., lo que sea y emplee el tiempo que necesite para que así quede bien ...

Y quedo muy bien si, pero don Alfonso ya no lo pudo ver

la obra, porque murió de una apoplejía pocas semanas después.

Por respeto al luto familiar fui a cobrar el cuadro algunas semanas después.

Me recibió su viuda, la marquesa de Valdeterra , amiga de la monarca y la mujer más digna y estirada de toda la aristocracia española con su larguísimo y altanero cuello adornado con un sencillo collar de perlas oscuras, un costoso vestido de puntilla negra a la francesa, su tez pálida enmarcada por una peineta de carey cubierta de un velo negro de tul, su barbilla bien alta y su mirada indiferente.

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? hemos quedado satisfechos con la obra

Me dijo a la vez que me alcanzaba un historiado sobre con mis emolumentos con una voz grave pero elegante acostumbrada a mandar desde que nació.

Le di las gracias con una leve reverencia y ya me retiraba tímidamente y algo anonadado cuando con un gesto elegante me detuvo...

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? Ha hecho con mi difunto una magnífica obra realista, Sé que ha Vd. ha estudiado en parís algunos años, ¿Pinta Vd. en estilos modernos como eso locos de Paris, Mattisse , Picasso o Braque que están haciendo furor en los ambientes intelectuales de toda Europa menos en este atrasado país?.

- !Si señora marquesa!, ese es mi verdadero arte y esto de los retratos y murales para instituciones y ministerios es solo para mantener abierto mi taller hasta que me llegue el momento del éxito.

- ¿Es su discreción acorde con su maestría ?

- !Doña Marquesa!, todo pintor que se precie mantiene un secreto con su modelo, si así se le exige, mayor incluso que el de confesión.

-Verá joven Luisito ¿ Luisito? ¿no?...Siempre he admirado el cuadro de la maja desnuda de Goya e incluso el secreto que mantiene la duda de si el cuerpo pertenece a la duquesa de Alba, sin embargo, nunca en vida de don Alfonso me atreví a pedirle que me pintaran así. Sin embargo le confesare que ahora, libre, viuda y con mi belleza aun conservada en la cuarentena, soy consciente de que mi cuerpo, aún bello, debe ser inmortalizado antes de mi declive y como no falto a mi deber a nadie, quisiera que me pintara como la maja de Goya, desnuda pues, pero como sé que estudió en la ciudad de la luz, quisiera un cuadro al estilo moderno y rompedor pero que, como en la maja de Goya, que represente mi dignidad aristocrática pero que quede siempre la duda de si soy yo y de que su cuerpo sea el mío.

Era un difícil encargo, pero acepté animado por el reto que suponía y la obscena suma de dinero que me ofrecía.

El primer día que fui a pintar la Marquesa, había dispuesto a modo de estudio un pequeño y oscuro cuarto en el ático con una sola ventana, un sofá y un biombo.

Mientras yo disponía mis aparejos pensaba decirle, para aminorar su pundonor, que los pintores no vemos cuerpos sino que cuando pintamos, solo vemos líneas, puntos, curvas, espacios geométricos, etc., pero no tuve ocasión.

La Marquesa como si yo fuera su criada, salió de detrás del biombo completamente desnuda con toda naturalidad y se tumbó en el diván con la mirada altiva y algo desafiante.

Pero yo no estaba pintando aún y mientras la tocaba y manoseaba para alcanzar la pose final, me fui ruborizando a la vez que notaba algo duro en mi entrepierna y no hacía más que tragar saliva.

La verdad es que pintar lo que ella quería era un difícil desafío para el arte y antes de comenzar, necesitamos numerosas sesiones solo de bocetos para fijar poses y luces.

Por fin cuando ya tuve el dibujo y sombreado a mi gusto y comencé a pintar los fondos, observé que a las marquesas no les ocurre como a los pintores que solo vemos geometría, porque aunque impasible, cuando se aburría no me quitaba sus ojitos brillantes de mi cuerpo.

En aquellos años treinta yo era un tipo guapo bien plantado y de buena familia. Había estudiado bellas artes en Paris, de donde además vine a la moda...mostachos de guías hacia arriba, pelo rizado, chaqueta de rayas, pajarita y un sombrero blanco de ala ancha con su cinta colorada.

Un día pasadas ya unas sesiones cuando ya repasaba los perfiles sinuosos de su cuerpo, la marquesa se dirigió a mí:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ¿ Cuantos años estuvo Vd. en la ciudad de la Luz con los pintores modernos en aquel ambiente bohemio?

- Estuve seis años señora, y la verdad es que me vine porque se me acabó el dinero.

-¿Conocerá pues bien Vd. la sexualidad de la mujeres francesas ?¿no?...

-Bueno...si, la verdad es que no nos alcanzaba para mantener una novia, pero en cuanto nos llegaba la ayuda familiar, pagábamos nuestras deudas y nos íbamos corriendo a quemar el resto en prostíbulos, burdeles y cabarets donde las muchachas francesas totalmente liberadas nos hacían todo tipo de cosas para fidelizarnos para el futuro. Además y aunque más raramente, a veces lográbamos embriagar con absenta a las modelos y aquello acababa como una bacanal romana entre cortinajos caídos y lienzos

- Entonces andará bien versado Vd. del sexo moderno y escandaloso parisién.

Yo, avergonzado, me escondí un poco detrás del lienzo dije,

-Es un poco embarazoso confesarlo, pero experiencia no me falta...

Al día siguiente cuando entró le noté cierta decisión en la mirada y en cuanto cogió la pose me dijo:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... hoy voy a hacerle una confesión y una proposición ambas como absoluto secreto

La confesión es que a pesar de llevar veinte años de matrimonio y tener tres hijos, no sé lo que es un orgasmo porque al marqués, ferviente entusiasta del "misionero", la cosa apenas le duraba un minuto y gracias a que sé inglés he podido enterarme en las revistas femeninas de lo que es un "orgasm" y de que la mujer puede disfrutar mucho del sexo si lo hace con un hombre paciente y hábil.

La proposición por supuesto mejor pagada que el cuadro , es que sea Vd., mi maestro de sexo y me enseñe todas las técnicas modernas que conozca y que yo como alumna aplicada aprenderé...

Pálido y tembloroso acepté, me gustaba la mujer y necesitaba el dinero.

Tuve suerte de que la Marquesa se excitaba con facilidad y no era lenta en llegar al orgasmo (un poco escandaloso eso sí ) No os explicaré aquí todo tipo de posturas y técnicas que incluían las que ahora se denominan con nombres latinos y acaban en -atio o -lingus , pero os aseguro que repasamos el Kamasutra entero e incluso repetíamos muchas técnicas frente a un gran espejo que ella ponía frente al diván para no perderse nada de nuestras evoluciones.

Lo que me llamaba la atención es que al contrario de la mayoría de las mujeres que después del coito sonríen o ronronean y se abrazan a su pareja, La Marquesa muy seria me daba las gracias, se levantaba e incluso sin lavarse se dirigía a un pequeño escritorio donde apuntaba todo en un cuaderno que tenía a propósito para ello y en el que a veces, me pedía que le dibujara algún sencillo boceto.

Naturalmente el cuadro lo terminé pronto, pero las sesiones se fueron prolongando varios meses y cuando yo ya iba pensando que ella me había convertido en una especie de "amantillo" o "putillo" , un día al acabar una trabajosa sesión erótica, cuando se levantó me pidió que esperara diez minutos.

A los diez minutos exactos salió de de atrás del biombo totalmente arreglada y peinada ciñendo un voluminoso vestido de seda azul y se vino hacia mí con un sobre en su mano enguantada y ofreciéndomelo me dijo:.

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ha hecho conmigo un buen trabajo del que estoy francamente satisfecha, pero la tarea ha acabado, me siento bella en el cuadro y la sexualidad completara mi vida. gracias y adiós.

Cuando la Marquesa se dio la vuelta y se fue, me quedé allí de pie un buen rato con cara de idiota.

La exposición del cuadro en una fiesta en su casa, fue un verdadero éxito, efectivamente y aunque nadie dijo nada, la imaginación llenó el ambiente como ella deseaba y mi nombre alcanzó el triunfo y consideración en la corte.

Pero algo de nuestro secreto se debió filtrar y no por
mi parte...porque mi taller, se llenó de condesas, aristócratas y señoronas pidiéndome desesperadamente que las retratara a lo moderno mientras ostensiblemente me guiñaban un ojo...

fin.


HABITACION AMARILLA CON SILLON AZUL

SILVANA: 
Si, soy una mujer caliente y siempre lo he sido, no he encontrado otro modo de decirlo. En el diccionario desde frígida a ninfómana no he podido encontrar un término adecuado que me pudiera definir, tal vez el benigno termino...apasionada, pero apasionada ¿de qué?, yo te lo diré...de los hombres y del sexo cuyo contacto y cercanía producen involuntariamente en mi una excitación sexual y un anhelo interno que endurece mis pechos, dispara mi temperatura y libera mis fluidos hasta mojar la ropa interior.



Pensaba que mi sexualidad se troqueló de adolescente cuando siendo ya mujer seguía jugando con mis primos a juegos de lucha persecución y contacto y día a día observé el cambio que en ellos se producía. Recuerdo que sus olores y sudores producían en mi estómago cosquilleos, y que cuando sus brazos y piernas se fueron musculando y en su pecho y bajo su nariz asomaban algunos tímidos pelillos, cada vez me agradaba mas permanecer atrapada bajo sus cuerpos a pesar de que pesaban mas, incluso cuando a veces notaba una cosa grande y dura que me presionaba a nivel de la entrepierna.

Nadie... y digo !Nadie!, salvo mi psiquiatra, sabe lo que os estoy contando y fue ella misma la que me tranquilizó. Me explicó que era genético, Las mujeres como yo, siempre han existido. Ya desde la prehistoria cuando el homo sapiens vagaba en manadas o tal vez incluso, entre los primates que fueron nuestros ancestros y la naturaleza las hace así como las pudo hacer altas, comilonas o pelirrojas.

Vienen a ser unas pocas, tal vez apenas un cinco por cien, y no suelen ser las mas agraciadas, pero la naturaleza las ha dotado de tal nivel de excitación que consigue superar sus miedos y desconectar su razón, para solo ellas arriesgarse a ser preñadas en situaciones de hambruna, guerra, o desastres naturales cuando las demás, mas racionales en ese aspecto cierran las piernas y las ganas a cal y canto e incluso inhiben sus menstruaciones.

Está claro, que para la naturaleza la reproducción es lo primero y mas necesario. Ah...y se es así, no tiene cura, solo una mente inteligente lo puede evitar con disciplina .

Pero a diferencia del grupo de genéticamente facilonas al que de un modo u otro debo pertenecer, yo soy una mujer inteligente y aunque he tenido mis tropiezos a causa de mis calenturas, he aprendido de cada uno de ellos para evitar desperdiciar mi vida en manos de los demás con mi voluntad perdida que solo me iba llevando al desastre.

He tenido amores que me han abandonado hastiados de mis exigencias sexuales tratándome de puta , relaciones sin amor con personas indeseables que abusaban de mi, embarazos inoportunos por las prisas de un coito de hombres casados sin escrúpulos que me engañaron y cuyos abortos me dejaron yerma...

Pero al fin aprendí. A base de garrotazos de la vida pero aprendí. Debía abandonar el camino a mi destrucción.

Siempre quise ser Abogada como el resto de mi familia y si quería conseguirlo debía mantenerme alejada de los hombres como un ex alcohólico del licor.

Siguiendo los consejos de mi Psiquiatra, a base de disciplina cambié mi actitud, volví a la universidad, me hice reservada, me vestí con elegancia y decoro sin llamar la atención masculina , fui antipática y cortante con cualquiera que meara de pie, y con la ayuda de la aliviadora masturbación para los momentos de urgencia y mi fuerza de voluntad, acabé Derecho hice el doctorado y gané las oposiciones a judicatura.

Una juez puede mantener a distancia a todo el mundo.

Así continué el enorme teatro en que se convirtió mi vida, Nadie, nadie sabe ni sabrá que a esa jueza que te acaba de condenar a tres años de cárcel se te habría follado con toga y todo en su despacho sin reparo alguno si te hubiera dejado acercarte lo suficiente y olieras feromonas a masculinas.

Fue por entonces ya en la cuarentena, lo de Norberto. El hombre que se me coló por una de las pocas grietas que mi vida dejó a los hombres para acercarse...era guapo, educado, tolerante y viudo sin hijos y además mi ginecólogo...no os podéis imaginar el esfuerzo que tuve que hacer para no tener un orgasmo cuando me exploró.

Por entonces ya en mi corazón iba pesando día a día mas la soledad y la falta de compañía empezaba a abrumarme tanto como la falta de sexo y el caso es que el hombre valía la pena y me enamoré de él y que él se enamorara de mi, fue fácil para una mujer atractiva. Simplemente técnicas de mujer, hacerse la encontradiza en bares o restaurantes, conversaciones inteligentes, señales corporales inequívocas y hacerse la estrecha con mucho esfuerzo por mi parte fingiendo inexperiencia en lo sexual.

Norberto me pidió matrimonio en varias ocasiones, pero yo le di largas....Estaba insegura y vacilante de mi misma y muy preocupada de asustarlo con algún exceso de mi comportamiento sexual.

Solo le di al final el si cuando como un milagro me vino la idea del viejo sillón azul que había pertenecido a mi madre. Si, con el sillón azul y una férrea disciplina podría sostener aquel matrimonio.

NORBERTO:

Solo hacía dos años y medio que había muerto mi Elisa. A mí se me había atravesado el duelo y me había quedado enganchado en él como en una fina red.

!No...! No era doloroso, no me pesaba ya la soledad, solo una tristeza sutil que me dejaba indiferente e impedía que la alegría y la belleza entrara en mi cuerpo y como si los colores desaparecieran de mi cerebro, todo lo veía en blanco y negro, no me apetecía nada y cualquier ocurrencia para animarme la suprimía una intensa pereza.

Poco a poco hice amistad con Silvana , una cliente de mi clínica que era Magistrada del Tribunal Supremo y guapa y que me la solía encontrar en la cafetería donde cuando acabo de trabajar, tomo una copa y echo un rato mas que por placer, por retardar el regreso a mi solitaria casa.

Silvana me dio a entender que su soledad se debía a que su profesión espantaba a los hombres y además era muy selectiva con el nivel de los pocos que se habían atrevido a acosarla. Sin embargo también me confesó que conmigo se sentía cómoda y natural y que al igual que a mí, esos encuentra fortuitos , que pronto pasaron a ser cotidianos, la relajaban y le hacían olvidar los malos tragos de la jornada.

Me enamoré de ella, era como si en cada encuentro nos diéramos mutuamente una inyección de vida. Comenzamos un noviazgo, un poco a la antigua pero noviazgo, pero a pesar de ello, ella se negaba una y otra vez a que nos casáramos.

Por fin un día, dijo que si. Pero puso dos condiciones : que viviríamos en su casa y que solo haríamos el amor cuando ella lo desease y lo propusiera porque para ella, era un tormento hacerlo sin apetencia. Yo que nunca fui muy de calentones acepté sin inconveniente alguno.

Lo raro de mi historia fue el extravagante modo con el que Silvana manejó aquello...Cuando llegué a su piso, herencia señorial de sus padres en la mejor parte de la ciudad, me quede impresionado de su fina decoración, de sus cuadros y obras de arte, de sus alfombras persas y de muebles estilo inglés.

Pero...y esto es lo mas extraño...cerca de la puerta de entrada había una estrambótica habitación pintada de amarillo rabioso con marcos rojos enlosada de un damero con cuadros amarillos y violetas donde al lado de una pequeña mesita con un dado y una copa de granadina, reposaba un antiguo sillón orejero azul intenso de aspecto cansado.

Acostumbrado como médico contener mis sorpresas y sabiendo que Silvana tenía sus rarezas, yo no dije ni palabra pero en conjunto, aquella habitación podía parecer una cuadro fauvista de Matisse o de Chagall .

Sin embargo, ella si dijo algo: Cuando entres en casa, lo primero que harás será mirar este cuarto, porque si estoy receptiva me encontraras sentada el sillón azul desnuda y deseosa esperándote mientras me tomo mi copa de granadina.

Y aquella teatral ceremonia funcionó, funcionó hasta que tras veinte años de equilibrio y felicidad la parca se me llevó...

SILVANA:

Si amigos, lo del sillón azul fue un éxito para mi matrimonio. Era una manera de dosificar mis continuos ardores y mantener una chispa que alejara el sexo de la monotonía matrimonial.

Norberto...un autentico santo, jamás me preguntó por nada de aquello como si fuera lo mas natural del mundo y hasta supuso que el dado era decorativo sin pensar que su suerte venía de él.

En aquella extraña habitación, todos los domingos, día de descanso sexual, yo tiraba dos veces los dados. La primera vez la cifra me señalaba el día de la semana en el que tendríamos sexo, la segunda vez, que intensidad yo debería mostrar, para que así para Norberto siempre fuera algo diferente.....

Cuando Norberto se fue, hacía tiempo ya que la menopausia me había curado de mi mal de hombres y solo sentía atracción y placer con él...

Ahora, los domingos tiro el dado igual, y con las cifras obtenidas y sentada desnuda en mi sillón azul cada semana me acaricio en su memoria pensando en aquellos ojos alegres y chispeantes que le daban mis eróticas sorpresas....

fin











martes, 22 de diciembre de 2020

EL ANGEL DEL BURDEL



Cuando mi abuelo Didier  y a la luz del gris amanecer de aquel otoño de 1917 entró pisando entre escombros en el último burdel que quedaba en Verdún en el viejo y obscuro sótano de una de las escasos edificios que aun aguantaban de pie en aquella ciudad martirizada por la artillería alemana durante tres años, no buscaba sexo. 

Hacía mucho tiempo que los deseos físicos habían volado de su cabeza. La primera guerra mundial estaba ya finalizando y Alemania, ya sin recursos, tendría que rendirse no sin que en esa loca guerra quedaran un millón de muertos sobre los campos de Verdún.

Mi Abuelo Didier, ya entrado la cincuentena , era fotógrafo y por su edad, solo pudo ayudar a su país como corresponsal de guerra.

 Llevaba ya dos años fotografiando el paisaje lunar en que aquella bonita campiña junto al Mosa se había convertido por los cráteres de de las bombas de artillería y las zanjas de las trincheras anegadas de un lodo trufado de cadáveres, miembros y vísceras y sus abominables fotos se repetían un día tras otro bajo el sonido de los inmensos cañones y los gritos de los heridos.

Didier solo acudió al burdel para atizarse unos tragos que le anestesiaran un poco para poder salir a fotografiar y luego enviar su terrorífica crónica cuando al amanecer los soldados ya habían deshecho la enorme cola formada por la noche donde los hombres casi niños iban a echar lo que ellos llamaban "su último polvo", 

-¿Collete....? ¿Hay alguien por ahí que me sirva una copa de Absenta... ?

Una voz aguardentosa de mujer respondió:

-Pasa Didier y corre el cortinón, ahora mismo hemos acabado ya pero estamos tan agotadas que tendrás que servirte tu mismo....

Cuando Didier corrió el cortinón, la imagen de Collete, la madame, fue lo primero que vio sentada al revés derrengada sobre el respaldo de una silla sonriendo cínicamente, pero a sus pies, lo segundo que vislumbró, lo dejó helado : Era una muchacha de apenas quince años desnuda sobre unos almohadones  tan cansada y abatida que ni siquiera levantó la vista de su ensimismamiento.

Sin Embargo aquella muchacha era lo más bello que veía tras tanto tiempo viviendo en aquel horroroso infierno y Didier se quedo unos minutos paralizado contemplándola como si un verdadero ángel hubiera caído del cielo en el portal de belén o una ninfa de un fresco de Rafael. Era la mismísima imagen de la pureza en el fondo de un fosco burdel en el culo del mundo...  Didier no pudo evitar fotografiar la escena con un rudimentario flash de polvo de magnesio

-¿Solo sois dos putas Collete?

-Dos putas y con suerte....ayer una bomba mató a tres mas que venían en un camión y otra bomba mató a toda la familia de Isabelle , dijo señalando a la muchacha, y la dejó sin familia y sin casa....

-¿Pero esta muchacha no está preparada para esas artes?  le dijo a Collete un poco angustiado.

-¿ Artes ? ¿Qué artes...? Aquí no hay mas arte que tumbarse abierta de piernas con un trago de absenta y otro de Láudano y dejarlos pasar a razón de cinco minutos por hombre y pasarse un trapo húmedo por la entrepierna entre uno y otro hasta que se acaba la cola 

No lo pude remediar, un vomito amargo de asco me llegó a la boca y lo que hice fue un impulso que ni pensé... hay otras formas de servir a la patria...

- !Collete!, ! Esa chica no va a volver a hacer eso!, !Me la llevo de aquí !. Te pagaré lo que ganaras con ella en un mes y mientras tú te buscas la vida...

A Collete le sonó bien el tintineo de mis la monedas de plata, pensó que saldría ganando y sin pensárselo dos veces tragó en el trato. -Mas vale pájaro en mano que ciento volando...-

Didier dejó su trabajo con la agencia alegando estar herido y ese mismo día comenzaron los dos el viaje a Chartres donde vivía al lado de la enorme catedral.

No, no lo había debido pensar bien..., porque aunque yo trataba a Isabelle que era todo dulzura y agradecimiento como a la hija que nunca habíamos tenido y pensaba que mi esposa piadosa y católica lo agradecería igual porque podría ayudarla y llenar la ausencia de Denis, mi hijo, que aun estaba en el frente, todo fue un desastre.

Desde el primer minuto y en cuanto oyó que venía salvada de un burdel, Bernardette le mostró su mayor rechazo, le comenzó a llamar la putilla, le encomendó las peores tareas de la casa pero siempre criticándola y humillándola, le daba sus vestidos viejos y lo peor que había para comer hasta el punto de que yo que me esforzaba en darle cariño y compensarla, me preguntaba si no hubiera estado mejor en el burdel que con mi mujer que, mientras yo estaba en el frente, se había convertido en la Madrastra de Cenicienta o la bruja de Blanca nieves.

Afortunadamente y por vergüenza y dignidad de Bernardette, el origen de Isabelle quedó en un profundo secreto familiar hasta que por lo menos yo, que andaba ya muy mal de salud me muriera y ella pudiera tirarla a patadas a la calle al día siguiente.

Ahora queridos lectores tendréis que cambiar de narrador, mejor dicho ahora será una mujer la narradora...Me llamo Angellique soy una reputada escritora y lo que habéis leído, lo he novelado de un viejo cuaderno de notas de Didier que junto con la foto del burdel encontré cuando buscaba material para una novela en el fondo polvoriento de un baúl en una visita a mi abuela enferma.

El resto, de secretos familiares que hasta ahora ignoraba me los fue contando mi tío Antoine a base de insistencia.

Sabéis, a veces Dios castiga sin palo y Didier fue a morir el día siguiente de los dos milagros.

- ¿Qué dos milagros?

El primer milagro fue que Denis regresara de la guerra indemne cuando media Europa se había quedado sin hombres jóvenes. El segundo, que Denis e Isabelle se enamoraron a la primera mirada aun sin hablar...

Bernardette por amor a su hijo, tuvo que seguir tragándose a Isabelle y acumulando rencor durante algún tiempo, pero lo que ya no pudo soportar y fue superior a ella es que su hijo, que era carpintero, la preñara y en una ataque de rabia, los tiró de casa como si fueran una maldición o una peste contagiosa.

Según mi tio Antoine, que lo vio, la escena con Isabelle preñada subida en una mula y tapada con una manta vieja le recordó a la de San José y la virgen montada en un burrito camino de belén.

Pero las desgracias no habían acabado...Cuando Isabelle en el viaje comenzó toser sangre, Denis comprendió que había enfermado del mal trato sufrido y que el embarazo  la estaba empeorando, decidió dirigirse a la Provenza donde pensó que el clima mas benigno la ayudaría para la enfermedad y el parto. 

Pero no llegó..., Isabelle parió en una fonda a mitad camino y sin fuerzas para superar el puerperio falleció dejándome a mi huérfana de madre y a Denis destrozado.

Dicen que cuando una puerta se cierra siempre se abre una ventana...aquí la ventana fue Geraldine mi madre , pues nadie jamás me habló de Isabelle.

Geraldine era una solterona maestra del pueblo que enternecida nos acogió en su casa a cambio de algunos trabajos, nos cuidó hasta que con el tiempo mi padre se repuso, acabó casándose con ella y nos fuimos a la Provenza donde nadie nos conocía ....! otro secreto mas!

Y tanto secreto con cuarenta años marea...

!Si! soy Angellique en honor a mi verdadera madre Isabelle : el ángel del burdel de Verdún. ! Y no soy una hija de puta....soy hija de un ángel al que incluso me parezco en aquella foto!.

Y !Si!....En esta historia la única hija de puta es mi abuela Bernardette que por mucho que rece en la catedral de Chartres, estoy segura que en el infierno tiene esperándole un reclinatorio.

fin

 


miércoles, 16 de diciembre de 2020

LA CATEDRAL

Serían las tres de la tarde y a esa hora la iglesia del pueblo solía permanecer vacía y oscura hasta el rosario de las cinco. 

-¿Cómo qué pecadora…?,! Puta !, !Tú lo que eres es una gran puta!.

El pesado confesionario de nogal oscuro comenzó a temblar como si fuera una hoja de papel por los golpes y patadones de ira que recibía desde su interior mientras las imprecaciones e insultos de aquel enloquecido párroco con voz de barítono amplificada por el eco de las desconchadas bóvedas, se iban elevando atronadoras sin importar que alguien las pudiera oír hasta anular el soniquete del llanto de la asustada muchacha. 

Afortunadamente, no había nadie en el templo. Paulina, tan arrodillada y contrita que casi no alcazaba el enrejado del ventanuco y apenas percibir el olor a pies y al rancio vino de consagrar que emanaba el interior de la cerrada negrura donde Don Cristóbal dormitaba su disimulada y plácida siesta habitual y tras oír el somnoliento e inoportuno "Sin pecado concebida", la muchacha acababa de introducir casi inaudiblemente y con la cabeza baja y cubierta de velos oscuros, la dolida confesión de su terrible pecado llena de arrepentimiento, con una carrerilla solo 

interrumpida por breves hipidos, lamentos y sollozos. 

-!Lo tuyo no tiene perdón aquí en la tierra!,

-!Una Jezabel con cara de mosquita muerta…!.

-!Una Salomé serpenteante que ha traído la vergüenza a éste pueblo…!.

-!Una Dalila perversa de traición peor que cualquier cortesana bíblica…,!

-!Dios te perdonará…!, pero lo que es yo…!No!.! Esto es superior a mí!. !Yo no te perdono así Dios me castigue!.

-! No puedo perdonarte.! Lárgate de este pueblo sabandija ninfómana y que yo no te vuelva a ver más, vete a ver al obispo a ver si él te alcanza a perdonar tanta porquería !.

Blanca como el mármol, la muchacha no pudo aguantar mas y salió huyendo de allí como alma que lleva el diablo dejando a aquel indignado párroco dentro del confesionario gritando como un poseso vociferándole al vacío y Paulina, llorando avergonzada huyó de aquel pueblo sin despedirse de nadie.

Si, había sido el mismísimo padre de Paulina el que para su desgracia la había enviado a aquel pueblecito de la sierra cuando en su lecho de muerte y para limpiar su conciencia le confesó que su madre, no había muerto como ella creía y que debía visitarla antes de coger los hábitos y esposarse con Dios.

Como hija del sacristán y sobrina del obispo, para Paulina que había ayudado desde niña a su padre a cuidar aquella extravagante catedral, aquellas enormes naves eran su casa y que la muchacha consideraba como una madre protectora en la que ella proseguía una vida casi fetal rodeada de su sagrado mundo del que apenas salía para hacer algún obligatorio mandado.

En aquella mole heterogénea construida como toda la ciudad a golpes de pasada grandeza en enormes pedazos de diferentes estilos cada uno mas bello que el otro y en cuyo centro y corazón reposaba la Reliquia del Santo Cáliz, Paulina que desde niña había sido el canon de la sencillez, de la modestia y de la humildad, era feliz cuidando y limpiando cada objeto sagrado, cada retablo, cada clavo de la cruz y cada cuenta de rosario, cada voluta dorada y cada suciedad dejada caer por las palomas en las góticas y venerables cabezas de apóstoles, santos y patriarcas .

Su valía, su espíritu de colaboración y su enorme devoción religiosa hizo que su tío el Obispo, consciente de que de la madera de santa de su sobrina, liberada de la obligación de ayudar a su anciano padre al morir, entrara en el convento como ella tanto anhelaba, al servicio de Dios para su mayor gloria .

Pero el mismísimo Dios, suponía Paulina, debía tener otros planes para ella porque la guió a aquel pueblo con la mejor edad para emparejarse y la menor experiencia con la vida, y cuando llegada al pueblo de su madre conoció al apuesto hombretón de su primo, hijo de su tía materna en cuya casa había sido acogida su madre, la llamada de la naturaleza estalló en su corazón, se enamoró perdidamente de él y se le borraron de golpe todos sus anhelos religiosos.

Si, aquel amor fue secretamente correspondido a espaldas de la familia y facilitado por la libertad de aquel verano de cálidas noches, el barullo de las fiestas del pueblo y la belleza de aquel escondido paraje a la orilla del río donde con el perfume de claveles y de higueras y el rumor del la corriente espumosa acabaron haciendo el amor apasionadamente a la luz de la luna cuando los besos se les quedaron pequeños para expresar el fuego que había entre los dos.

!Tarde !, El amor le había ganado la carrera a la vergüenza y ya era tarde cuando su madre, alarmada al ver como Paulina miraba a al chico, le tuvo que confesar a su pesar su secreto mas profundo: que su primo era su hermano, que él no lo sabía y que cuando ella llegó al pueblo a punto de dar a luz, lo parió escondidamente sin dejarse ver en el campo y para evitarle la vergüenza y el oprobio de ser un bastardo sin padre coincido, se lo cedió en adopción a su hermana y su estéril cuñado, con el acuerdo de que vivirían y lo criarían juntos.

Paulina desesperadamente atrapada por el destino pasó la noche llorando inconsolable. No podía dejar de amarlo y no encontraba fuerzas para renunciar a él y tampoco podía explicarle nada sin hacerle daño a quien mas quería, a él.

Además, de tal forma excitaba su deseo solo el roce de su piel o el aroma de su cuello que cuando sentía su tacto u olía su presencia, perdía la razón y nada le importaba.

Aunque lo intentó, cuando no pudo resistirse mas a su influjo, Paulina, sin decirle nada a él y con la resignación del que no puede luchar contra la corriente se dejó llevar por el río y se abandonó de nuevo a gozar cada noche incestuosamente de aquellos abrazos en los que su hermano la poseía, pensando que así solo ella cargaría con la culpa y que al final del verano, la distancia y la confesión sincera, acabaría con el pecado y que los hábitos que la esperaban y el abandono de aquél amor sería la mas dura penitencia para expiar la culpa y que Dios la perdonara.

Solo cuando Paulina se descubrió preñada se le derrumbó su autoengaño y fue súbitamente consciente de la magnitud y monstruosidad de la abominación que, emborrachada por el amor, había cometido y sin contárselo a nadie y tras darle vueltas en su cabecita como una noria, había corrido a confesarse.

Abatida en el tren huyendo hacia la ciudad, con los ojos ya secos de tanto llorar, jamás hubiera imaginado Paulina una reacción así de un representante de Dios al que había acudido en busca de perdón y consejo.

Cuando al amanecer salió de la estación y enfiló temblando el viejo puente del río buscando anhelante la catedral como si buscara a esa madre única capaz de perdonar cuando todos te abandonan, desde el mar, los negros nubarrones parecían pesadas losas que pendían sobre su cabeza y súbitamente se levantó un viento helado y cortante que la obligó a protegerse caminando tras el pretil del puente medieval agachando la cabeza asustada y apurando el paso con los brazos inconscientemente cruzados sobre su vientre como si quisiera proteger lo que fuera que crecía dentro de sus entrañas y que era la única razón por la que, con esfuerzo, desoía las voces de la vergüenza y la ignominia que las colosales y gemelas como las torres de la entrada del portal de serranos, parecían gritarle desde el final del puente una y otra vez, para que se dejase llevar por la ventolera y se quitarse la vida en las negras aguas del Turia ahogando así toda su angustia.


Cuando por fin alcanzó la esquina, de la casa de los caramelos y supo que solo con doblarla vería a su amada y materna catedral, un sentimiento de alivio y esperanza la invadió. Pero cuando entró en la calle, el viento arremolinado comenzó a empujarla hacia atrás y Paulina tuvo que arrodillarse penosamente para poder llegar a la plaza de la virgen donde cayó derrumbada y agotada.

Pero cuando levantó la cabeza..., la gigantesca puerta de los apóstoles que ella tanto amaba se alzaba sobre ella amenazante, amarilla de ira y deformada por la indignación y a sus espaldas, sus gárgolas la miraban con un odio infinito y todos los edificios y torres y cúpulas de la catedral se arracimaban cárdenos , tenebrosos y ceñudos mirándola con las ventanas fruncidas de cólera contenida sobre un fondo tormentoso de rayos que confirmaba una amenaza de muerte si se le ocurría poner un solo pié sobre sus losas.

Paulina aterrorizada por aquella visión, apenas tuvo fuerzas para ponerse en pie, el rechazo de la catedral, su única esperanza, y el mortal desengaño la dejó tan abatida que desmayadamente y tapándose la cara de vergüenza y con los ojos llenos de lágrimas se dejó arrastrar mansamente por las ráfagas de lluvia helada hacia la estrecha calle que baja al barrio de las putas donde a la entrada, al pasar por la inclusa, el torno de maderas donde tendría que abandonar a su hijo cuando naciera, la llenó de consternación.

Paulina siempre fue puta, si amigos, ¿ Qué sentido tenía el destino que su amado Dios había reservado a aquella muchacha criada para santa y virgen para acabar de puta vieja aunque fuera una buena puta que ofrecía a dios su trabajo de calmar las ansias de los necesitados de amor como si fueran oraciones?.

Paulina ya jamás pudo poner un pie en la catedral, pero con sesenta años le llegaron dos alegrías por las que dio por buena su arrastrada vida. Su primera alegría fue cuando leyó en el periódico que su hijo, cuya vida discreta y anónimamente había vigilado de lejos, había sido nombrado obispo de la ciudad. La segunda alegría fue la de la dulce venganza de que su sangre, antes vilmente rechazada, por la rencorosa y estirada catedral, ahora en las venas de su hijo, entrara en ella por la puerta grande toda engalanada y con las campanas repicando para celebrar la misa mayor.

Había que ver como Paulina mientras se bebía un buen vaso de aguardiente con su boca ya desdentada no pudo evitar una risotada grotesca y murmurar irónicamente:

-!! Cuantos prelados y sagrados dignatarios y cardenales con toda su santidad ignoran llevar bajo los cien botones de su sotana a un autentico hijo de puta.... !!.

fin