miércoles, 30 de diciembre de 2020

LA VENUS DE LA VENTANA


- Don Alfonso, por favor, estese Vd. quieto, suba la barbilla y quítese el puro de la boca o no acabaremos nunca...

Don Alfonso, gran marqués y diputado, andaba ya muy enfermo y decrépito, y barruntando su fin quería para dejar una memoria imborrable, que le pintara un retrato de los que reflejaran el poderío de su familia, la dignidad de su estirpe, su férrea personalidad y firmeza de su carácter.

Mi familia, aparentemente próspera por aquellos años treinta, andaba en realidad de capa caída en lo económico y como el arte moderno no se entendía bien en este país siempre atrasado, como tantos otros pintores que estudiamos en Paris, en espera que me llegara el tiempo de triunfo y gloria, tenía que dedicarme a pintar retratos de próceres, políticos, industriales y religiosos, afortunadamente abundantes en mi ambiente. 



- No se preocupe Luisito que ya me queda muy poco de vida y quiero un cuadro que deje constancia de mi estirpe, mi inteligencia, mi empaque y mi donaire...cuando lo tenía, claro, así que invéntese Vd., lo que sea y emplee el tiempo que necesite para que así quede bien ...

Y quedo muy bien si, pero don Alfonso ya no lo pudo ver

la obra, porque murió de una apoplejía pocas semanas después.

Por respeto al luto familiar fui a cobrar el cuadro algunas semanas después.

Me recibió su viuda, la marquesa de Valdeterra , amiga de la monarca y la mujer más digna y estirada de toda la aristocracia española con su larguísimo y altanero cuello adornado con un sencillo collar de perlas oscuras, un costoso vestido de puntilla negra a la francesa, su tez pálida enmarcada por una peineta de carey cubierta de un velo negro de tul, su barbilla bien alta y su mirada indiferente.

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? hemos quedado satisfechos con la obra

Me dijo a la vez que me alcanzaba un historiado sobre con mis emolumentos con una voz grave pero elegante acostumbrada a mandar desde que nació.

Le di las gracias con una leve reverencia y ya me retiraba tímidamente y algo anonadado cuando con un gesto elegante me detuvo...

-¿ Luisito... ? Luisito ¿no? Ha hecho con mi difunto una magnífica obra realista, Sé que ha Vd. ha estudiado en parís algunos años, ¿Pinta Vd. en estilos modernos como eso locos de Paris, Mattisse , Picasso o Braque que están haciendo furor en los ambientes intelectuales de toda Europa menos en este atrasado país?.

- !Si señora marquesa!, ese es mi verdadero arte y esto de los retratos y murales para instituciones y ministerios es solo para mantener abierto mi taller hasta que me llegue el momento del éxito.

- ¿Es su discreción acorde con su maestría ?

- !Doña Marquesa!, todo pintor que se precie mantiene un secreto con su modelo, si así se le exige, mayor incluso que el de confesión.

-Verá joven Luisito ¿ Luisito? ¿no?...Siempre he admirado el cuadro de la maja desnuda de Goya e incluso el secreto que mantiene la duda de si el cuerpo pertenece a la duquesa de Alba, sin embargo, nunca en vida de don Alfonso me atreví a pedirle que me pintaran así. Sin embargo le confesare que ahora, libre, viuda y con mi belleza aun conservada en la cuarentena, soy consciente de que mi cuerpo, aún bello, debe ser inmortalizado antes de mi declive y como no falto a mi deber a nadie, quisiera que me pintara como la maja de Goya, desnuda pues, pero como sé que estudió en la ciudad de la luz, quisiera un cuadro al estilo moderno y rompedor pero que, como en la maja de Goya, que represente mi dignidad aristocrática pero que quede siempre la duda de si soy yo y de que su cuerpo sea el mío.

Era un difícil encargo, pero acepté animado por el reto que suponía y la obscena suma de dinero que me ofrecía.

El primer día que fui a pintar la Marquesa, había dispuesto a modo de estudio un pequeño y oscuro cuarto en el ático con una sola ventana, un sofá y un biombo.

Mientras yo disponía mis aparejos pensaba decirle, para aminorar su pundonor, que los pintores no vemos cuerpos sino que cuando pintamos, solo vemos líneas, puntos, curvas, espacios geométricos, etc., pero no tuve ocasión.

La Marquesa como si yo fuera su criada, salió de detrás del biombo completamente desnuda con toda naturalidad y se tumbó en el diván con la mirada altiva y algo desafiante.

Pero yo no estaba pintando aún y mientras la tocaba y manoseaba para alcanzar la pose final, me fui ruborizando a la vez que notaba algo duro en mi entrepierna y no hacía más que tragar saliva.

La verdad es que pintar lo que ella quería era un difícil desafío para el arte y antes de comenzar, necesitamos numerosas sesiones solo de bocetos para fijar poses y luces.

Por fin cuando ya tuve el dibujo y sombreado a mi gusto y comencé a pintar los fondos, observé que a las marquesas no les ocurre como a los pintores que solo vemos geometría, porque aunque impasible, cuando se aburría no me quitaba sus ojitos brillantes de mi cuerpo.

En aquellos años treinta yo era un tipo guapo bien plantado y de buena familia. Había estudiado bellas artes en Paris, de donde además vine a la moda...mostachos de guías hacia arriba, pelo rizado, chaqueta de rayas, pajarita y un sombrero blanco de ala ancha con su cinta colorada.

Un día pasadas ya unas sesiones cuando ya repasaba los perfiles sinuosos de su cuerpo, la marquesa se dirigió a mí:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ¿ Cuantos años estuvo Vd. en la ciudad de la Luz con los pintores modernos en aquel ambiente bohemio?

- Estuve seis años señora, y la verdad es que me vine porque se me acabó el dinero.

-¿Conocerá pues bien Vd. la sexualidad de la mujeres francesas ?¿no?...

-Bueno...si, la verdad es que no nos alcanzaba para mantener una novia, pero en cuanto nos llegaba la ayuda familiar, pagábamos nuestras deudas y nos íbamos corriendo a quemar el resto en prostíbulos, burdeles y cabarets donde las muchachas francesas totalmente liberadas nos hacían todo tipo de cosas para fidelizarnos para el futuro. Además y aunque más raramente, a veces lográbamos embriagar con absenta a las modelos y aquello acababa como una bacanal romana entre cortinajos caídos y lienzos

- Entonces andará bien versado Vd. del sexo moderno y escandaloso parisién.

Yo, avergonzado, me escondí un poco detrás del lienzo dije,

-Es un poco embarazoso confesarlo, pero experiencia no me falta...

Al día siguiente cuando entró le noté cierta decisión en la mirada y en cuanto cogió la pose me dijo:

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... hoy voy a hacerle una confesión y una proposición ambas como absoluto secreto

La confesión es que a pesar de llevar veinte años de matrimonio y tener tres hijos, no sé lo que es un orgasmo porque al marqués, ferviente entusiasta del "misionero", la cosa apenas le duraba un minuto y gracias a que sé inglés he podido enterarme en las revistas femeninas de lo que es un "orgasm" y de que la mujer puede disfrutar mucho del sexo si lo hace con un hombre paciente y hábil.

La proposición por supuesto mejor pagada que el cuadro , es que sea Vd., mi maestro de sexo y me enseñe todas las técnicas modernas que conozca y que yo como alumna aplicada aprenderé...

Pálido y tembloroso acepté, me gustaba la mujer y necesitaba el dinero.

Tuve suerte de que la Marquesa se excitaba con facilidad y no era lenta en llegar al orgasmo (un poco escandaloso eso sí ) No os explicaré aquí todo tipo de posturas y técnicas que incluían las que ahora se denominan con nombres latinos y acaban en -atio o -lingus , pero os aseguro que repasamos el Kamasutra entero e incluso repetíamos muchas técnicas frente a un gran espejo que ella ponía frente al diván para no perderse nada de nuestras evoluciones.

Lo que me llamaba la atención es que al contrario de la mayoría de las mujeres que después del coito sonríen o ronronean y se abrazan a su pareja, La Marquesa muy seria me daba las gracias, se levantaba e incluso sin lavarse se dirigía a un pequeño escritorio donde apuntaba todo en un cuaderno que tenía a propósito para ello y en el que a veces, me pedía que le dibujara algún sencillo boceto.

Naturalmente el cuadro lo terminé pronto, pero las sesiones se fueron prolongando varios meses y cuando yo ya iba pensando que ella me había convertido en una especie de "amantillo" o "putillo" , un día al acabar una trabajosa sesión erótica, cuando se levantó me pidió que esperara diez minutos.

A los diez minutos exactos salió de de atrás del biombo totalmente arreglada y peinada ciñendo un voluminoso vestido de seda azul y se vino hacia mí con un sobre en su mano enguantada y ofreciéndomelo me dijo:.

- Luisito ¿ Luisito? ¿no?... ha hecho conmigo un buen trabajo del que estoy francamente satisfecha, pero la tarea ha acabado, me siento bella en el cuadro y la sexualidad completara mi vida. gracias y adiós.

Cuando la Marquesa se dio la vuelta y se fue, me quedé allí de pie un buen rato con cara de idiota.

La exposición del cuadro en una fiesta en su casa, fue un verdadero éxito, efectivamente y aunque nadie dijo nada, la imaginación llenó el ambiente como ella deseaba y mi nombre alcanzó el triunfo y consideración en la corte.

Pero algo de nuestro secreto se debió filtrar y no por
mi parte...porque mi taller, se llenó de condesas, aristócratas y señoronas pidiéndome desesperadamente que las retratara a lo moderno mientras ostensiblemente me guiñaban un ojo...

fin.


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