domingo, 16 de agosto de 2020

CARA BLANCA

Sabéis...?, el hombre va cambiando con los años poco a poco con las experiencias, los trabajos, la suerte, la cultura, las parejas, los hijos y la salud y base de golpes de la vida. Y como si fuéramos un objeto de cobre de un artesano, acabamos siendo otra cosa completamente distinta a lo que fuimos, pero nunca y digo nunca, perdemos la conciencia de quienes hemos sido y al mirar atrás vemos como hemos ido cambiado. 

A mí, no me ha ocurrido eso...yo he vivido tres vidas distintas olvidando en mi conciencia lo que he sido en cada una de ellas y solo ahora, que en el hospital rodeado de tubos, goteros, maquinas y cables, cuando el doctor me ha comunicado que apenas me quedan tres o cuatro días para ponerme a criar malvas, me ha venido mi pasado a despedirse y he entendido lo que supone escribir unas memorias. 




Así que antes que la inconsciencia o los sedantes me conviertan en una momia huesuda que apenas alienta , mis memorias, no han tenido más cojones ( con perdón) que ser mas que un par de cuartillas escritas temblorosamente con mis últimas fuerzas.

En la primera parte de mi vida hasta mediada la cincuentena y por cierto la mas larga, la verdad es que fui como un niño egoísta y sin madurar. Hijo único de una familia de buena clase media con propiedades, negocios, fincas y capitales, padre murió cuando yo tenía dos años, dejándome además por herencia un cuerpo apuesto con una cara varonil, y el amor de mi madre que era una joya mucho mas valiosa de lo que yo, en mi presunción, valoraba.

Fue mi madre quien siempre me malcrió, consintiéndome más de lo que yo me merecía y haciéndome creer que era por lo que yo valía y lo estupendo que era, en vez de hacerme entender que yo era un tipo corriente pero afortunado y darme dos bofetadas cuando mi arrogancia y mi estupidez lo merecía.

A todas estas prebendas, yo de mi interior narcisista, añadí unas tremendas e inagotables ganas de vivir y aparte de una carrerilla Mercantil que me ayudó a administrar nuestros bienes me convertí, con el aplauso de mi madre, en un autentico" Dandy"; Los mejores trajes.., coches último modelo... un yate en el amarre del club náutico y todo eso, siempre rodeado de amigachos y mujeres que acudían a mí como las moscas.

En fin, que yo me convertí en lo que ahora se llamaría un autentico y redomado playboy de revista femenina al que jamás se le pasó por la cabeza tener novia y menos aún casarse y cuando mis amigos casados veían y admiraban mi libertad con sus ojos golosos y teñidos de envidia me decían: "El buey solo bien se lame...".

Fue entonces hacia los cincuenta y tantos siendo y ya un canoso interesante cuando, con la muerte repentina de mi madre, empezó la segunda y la más triste parte de mi vida que me borró de la memoria la primera.

! Qué verdad es que solo uno valora el amor por alguien cuando se pierde ! porque yo. jamás pensé que mi alma iba tan encadenada a la de mi madre que cuando salió de su cuerpo, se llevó a la mía y me dejó muerto en vida.

Menos ella, yo lo tenía todo igual que una semana antes, pero...no tenía ganas ni fuerza de vivir. ¿Depresión?, ¿Duelo?, yo no sé... y los Psiquiatras que consulté meses y años después supieron lo raro y anormal de mi comportamiento ni encontraron remedio para él.

Para mí, que mi madre era como los alambres que sostenían un enorme muñeco de trapo que cuando ella se fue se los llevó con ella y el muñeco se desplomó irreversiblemente en un montón de harapos y girones de tela esparcidos por el suelo.

Nada me sacaba de casa durante días y semanas enteras..apenas comía...intenté ir a los lugares que frecuentaba y ni siquiera entraba por que mi indiferencia era tal, que lo consideraba inútil. Perdí amigos y tertulias a base de dejar mi sillón vacío...y mi soledad era tan profunda que ella misma no deseaba ser consolada..

Por fin, cuando pasaron los meses y los años y yo seguía igual, para mitigar mi dolor...caí en la bebida y en las drogas que, por algunas unas horas, si no me aportaban ánimo, por lo menos me embrutecían lo suficiente para engañar un rato a mi dolorosa soledad e incluso me llevaban a ir probando lugares y cosas a ver si por casualidad o por mero azar, algo inesperado lograba levantar mi espíritu.

Y así, comenzó la tercera y última parte de mi vida que me hizo olvidar las anteriores cuando ya entrado en la sesentena, achispado y medio drogado, hecho un asco, despeinado y con el traje arrugado, de madrugada ya, me metí arrastrando los pies en el único bar abierto que vi en un callejón oscuro y maloliente.

El ambiente de luz roja y tenue con la música baja para permitir susurros y el olor a sudor y perfume barato me indicó que o ya había caído en el infierno directamente sin morir ni nada o aquello era un Puticlub o un burdel de lo mas cutre de la ciudad....

¿Sexo...? hacía tantos años que no se me pasaba por mi pensamiento que llegué a pensar que eso no existía. Yo que jamás en mi primera vida había necesitado pagar para tener sexo había pasado de una frenética actividad sexual, a sospechar, en mi segunda vida, que mi pene había muerto y necesitaba un sentido responso.

Bueno, pero yo había entrado allí a beber la última e indiferente y sentado en un taburete me pedí una copa. Por allí pululaban, incluso sin quitarse el sombrero, un montón de hombres oscuros apoyados en la barra o sentados en los divanes donde rodeados de mujeres jóvenes semidesnudas y pintarrajeadas y vestidas con ligueros, medias negras y sujetadores rojos trataban de engatusarlos para llevárselos a los reservados del fondo previa invitación a una copa para la muchacha.

Sería por mi aspecto desaliñado o por mi disfraz de hombre anodino e invisible pero a mí, no se me acercó ni una ( ni ganas...)

Sin embargo, cuando mis ojos se acostumbraron ya al rojo y a la semipenumbra, en un lejano rincón observé al fondo del local una mujer desnuda y solitaria descansando acurrucada en el extremo de un diván que fumaba con gesto desganado de espaldas para no ver aquel asqueroso espectáculo.

De alguna forma la luz amarillenta de los baños iluminaba una piel cobriza u oriental de aspecto suave y una espesa melena rizada andaluza o africana que aunque no me despertó la libido, si que me hizo ser consciente que llevaba mas de diez años sin que mi piel tocara o abrazara otra piel y casi al instante, desee tocarla.

Me levanté del taburete, con paso inseguro me dirigí a ella, y cuál fue mi sorpresa cuando al rozarle el hombro para llamar su atención, volvió la cabeza adoptando un escorzo bellísimo y me mostró una cara como la de una geisha cansada completamente blanca sin otro maquillaje que una boca sensual y unos ojos pintados intensamente morado.

-¿ La molesto? le pregunté...

Y ella sin cambiar de postura dijo:

-No se preocupe caballero y señalando discretamente con la barbilla, no soy tan joven como esas, y a estas horas ya estoy molida...pero si le gusto, vamos al reservado que aun me queda alguna guerra que dar....

- ¿Que es lo que le gusta al caballero?, me preguntó con voz monótona y profesional. en aquel cuartucho al que me llevó.

- Puedo hacerle todo lo que desee menos besos en la boca que esos, solo son para los seres queridos...

- !No! !No! no se preocupe...Blanca, como a falta de nombre se me ocurrió llamarla, yo solo quiero que nos tumbemos abrazados y tocar y sentir la piel de su cuerpo..

-¿Nada más...? ! Que raritos sois los hombres...!

En la cama, yo la abracé con suavidad, entrelazamos nuestras piernas y brazos y nos estrechamos el uno al otro solo lo justo para que nuestras pieles se acariciaran y pudiéramos comunicar nuestras dóciles redondeces, nuestros sudores y nuestros latidos.

Blanca, besó suavemente con sus cárdenos labios mi cuello bajo de la oreja y así permanecimos más de una hora sin hablar una sola palabra durante que ella, tras mantenerse pensativa un rato, se durmió como un bebe relajado mientras mi mano sintiendo el placer de su suavidad, se perdía delicadamente por su espalda y por sus nalgas.

Os juro que al salir de aquel antro sentí que algo había cambiado en mi, como si aquella piel me hubiera levantado un poco el ánimo. Hacía muchos años que no experimentaba un momento placentero y no me lavé el cuello en una semana por no borrar el morado de sus labios.

!No!, No fue un cambio brusco, !No...!, fue algo gradual... me seguía encontrando mal hasta el viernes en el que me levantaba mejor porque todos los viernes en la madrugada, en vez de emborracharme y drogarme, volvía a aquel antro a sentirla y a darle un merecido descanso a su cuerpo y base del roce semanal, con los meses fuimos haciendo amistad y nos consolábamos mutuamente entre susurros de confesionario...

-Mire Vd., me dijo un día Blanca: Lo que mas odio en el mundo es ser puta, pero cuando mi marido murió en la cárcel de tuberculosis y yo me quede sola sin apenas saber leer con dos niños pequeños, limpiar casas no me daba para una buena educación y no me quedó mas remedio que por ellos dedicarme al puterío por las noches.

-¿Y su cara blanca? ¿ Es porque excita a los hombres?.

- No..., yo soy una buena mujer que incluso cuando me toca fingir aquí placer con algún cliente exigente, estoy en realidad pensando en el traje de comunión de mi hija, el chándal remendado o las botas rotas de mi pequeño, lo que les haré de comer mañana o si van bien con las notas. Todo esto es para ellos, nada es para mí que no me doy ni un lujo y cuando me ducho al acabar y me quito el blanco de la cara, siento que vuelvo a ser una buena madre y una mujer limpia y normal y no me acuerdo de este tormento hasta que al día siguiente cuando me la vuelvo a pintar.

No tardé mucho en entender que la fuerza y la felicidad solo se obtiene dando y entregándose como hacía Blanca y había hecho mi madre y no se consigue recibiendo y acumulando sin agradecimiento como siempre había hecho yo.

Un día blanca al acabar me dio un beso profundo en la boca

-¿ Y eso no está prohibido? le pregunté...

!No!, eso es solo para los seres queridos...

La saque de allí y Blanca jamás que volver a aquél lugar inmundo, me los llevé a los tres a mi casa, eran lo único que me importaba en el mundo y la opinión de los demás y ni siquiera la mía no me interesaba.. solo la de ellos con los que compartí todo lo que yo tenía.

Que ternura me producía lo humilde y conformada que era Blanca que cuando yo le ofrecía todo, rechazaba los lujos y disfrutaba mas ayudando a los que algo necesitaban.

Pero a veces... y solo para nosotros..., cuando me veía algo taciturno, me la encontraba sentada sobre la cama fumando de espaldas con la cara pintada de blanco con una picara expresión en sus morados labios para que lujuriosamente, gozáramos juntos del placer de las mil piruetas que a pesar de haberlas hecho ella mil veces, jamás las había disfrutado por falta de amor.

Mi felicidad verdadera han sido nuestros veinte años juntos y solo cuando hace poco, la muerte se la iba llevando...mi cuerpo y todo mi ser la quiso perseguir al cielo.

Supongo que allí no me será difícil encontrar algún ángel con la cara blanca y los labios morados.

Fin

sábado, 15 de agosto de 2020

FRAGANCIAS ESPECTRALES

Como una nota de Mozart, Marcelo era una persona normal que no se salía ni un solo tono de la melodía suave y armónica de la vida de clase media en que dios o la naturaleza lo puso.

Lo conocí en una terraza de un bar en la que al atardecer éramos los únicos clientes. Estábamos en dos mesas vecinas y a mi iniciativa, pegué la hebra con él por puro aburrimiento pidiéndole fuego para mi cigarro de tabaco negro. 

Él vestía un traje gris, una camisa blanca y una corbata azul marino y en su cuarentena, su pelo ya con algunas canas enmarcaba una calva incipiente y su rostro era de los que uno olvida rápidamente, no tenía ningún detalle que recordar salvo unos ojos bastante apagados y algo somnolientos. 

Su conversación sin embargo, a pesar de la pobreza de su expresividad, era agradable cuando lograbas concentrarte en ella, hacerle las preguntas oportunas y no dejar que su monótona voz te arrastrara al sueño.

Siempre, hasta los hechos que luego os referiré, aquel hombre anodino había sido feliz, con la felicidad blanda floja e inconsciente del que nunca se había encontrado con problemas que le desbordaran ni le sacaran de su zona de confort.

Su aburrida biografía incluía un noviazgo juvenil con Patricia, unos estudios de una carrera media, un servicio militar lejos de casa con las inevitables cartas de añoranza a novia y familia, una boda al uso, un trabajo monótono pero adecuadamente pagado y un piso comprado a plazos en la zona pequeñoburguesa de la ciudad.

Lo único en lo que Marcelo era discordante, y esto tiene su importancia en esta historia, es que en su interior había algo que hacía de él un verso suelto que su disimulada introversión ocultaba y en lo que nadie, ni patricia siquiera, podía reparar y es que él era profundamente descreído, congénitamente ateo y de un enorme escepticismo hacia la buena voluntad del hombre, lo que conseguía hacer que nunca se entusiasmara realmente por nada ni se creyera nada que no pudiera tocar ni comprobar.

Pero un día llegaron los hechos anunciados... Sí, todos sabemos que nada se valora tanto como cuando se pierde pero jamás se imaginó Marcelo que algo le afectara tanto para dejarlo medio muerto.

El caso es que cuando se decidieron a buscar familia, los hijos no venían y tras un tratamiento de infertilidad, Patricia murió una noche en silencio desangrada por dentro cuando le estalló un embarazo ectópico y Marcelo al despertar se la encontró a su lado pálida y helada.

El pobre hombre estuvo a punto de perder la razón y yo creo, que un poco si lo hizo porque se sentía completamente culpable, aunque objetivamente él solo debiera atribuirse la mitad de la culpa si es que tenía alguna aparte de la mala suerte que a todos nos acecha en algún momento de nuestra vida.

Sin embargo a Marcelo en su vida exterior, nadie le notó un comportamiento que fuera ajeno a la normalidad que el drama requería y tras un periodo de duelo, estimado como normal, en el que manifestó su abatimiento y tristeza mas callado y silencioso aun a los ojos de todos, reinició sus rutinas y su trabajo normal y llevó dignamente su soledad.

!Teatro...!, !Lo tuyo es puro teatrooo...! como canta el dramático bolero. Marcelo dedicó la poca energía que le quedó en mantener ese teatro porque la verdad es que la muerte de Patricia lo había hundido sin posibilidad de que un duelo reparara nada y ni siquiera pudo consolarse en la fe y los designios y los reglones torcidos en un Dios en el que no creía.

Pero por dentro, seguía medio muerto. Patricia no solo se había llevado para siempre con ella la mitad de su alma al mas allá, sino que con esa mitad que se había llevado la capacidad de recuperarse, de que algo le hiciera feliz, de que algo le hiciera sentir vivo o sintiera el mínimo deseo por alguna cosa, aunque un poco, le consolaba al pobre hombre pensar que aquello había sido lo justo y que Patricia se había llevado esa mitad de su alma para que él también pagara su parte de culpa.

Un día pasados algunos años, un viernes concretamente, cuando Marcelo como todos los viernes al anochecer tras emborracharse discretamente en casa para poder afrontarlo le llevó a Patricia sus rosas blancas al cementerio y se arrodilló frente a la lapida fingiendo rezar por seguir un comportamiento normal, oyó un canto lejano apagado y apenas audible que parecía venir del oscuro y tupido bosque que lindaba con el cementerio que llamó su atención y a pesar de su apatía habitual, produjo en él una extraña e inevitable atracción.

En un impulso y sin siquiera pensarlo, saltó la valla trasera del camposanto y arañándose entre los matojos, espinos y arbustos del sotobosque siguió aquel canto que no era de este mundo y parecía hacerse mas intenso y multiplicarse en varias voces según aumentaba su proximidad.

Por fin al cabo de algún tiempo y maravillado por aquellas extravagantes armonías, llegó a un claro del bosque donde el canto parecía provenir directamente del cielo negro de la noche sin luna.

Marcelo miraba interrogante hacia arriba cuando de soslayo comenzó a ver una luz que frente a él emergía entre los tenebrosos arboles y se dirigía directamente a su persona y pese a lo que siempre había opinado, se horrorizó creyendo que era un horrible espectro de mujer con sayón blanco desgarrado y cabeza de melenas negras sucias y lacias de mujer torturada con las cuencas de los ojos vacías y sanguinolentas que venía a llevarse lo que quedaba de su alma..

Pero...! No !. Cuando aquel espectro brillante se acercó, Marcelo vio en su rostro angelical la sonrisa de la bondad y reconoció en su atuendo la figura de Flora, una figura extravagante y maravillosamente dulce que reparte flores en el cuadro de la Primavera y que junto al nacimiento de Venus, era tan impropia de aquel Cuatroccento en el que Sandro Botticelli la pintó en una rara laguna entre sus pinturas religiosas que a Marcelo le tranquilizó pensar que aquel espectro de bondad no era maligno sino al contrario y estuvo seguro de que a aquel pintor renacentista también se le había aparecido y tal vez a cientos de personas a través de los siglos que en su ignorancia la confundieron con la virgen María.

Mientras el espectro de flora se acercaba, le fue envolviendo una fragancia extraña y floral, que invadiendo sus entrañas le llenó su mente e incluso la llegó a sentir en cada uno de sus propios huesos. Aquel aroma inverosímil e imposible que tampoco era de este mundo, parecía una mezcla de todas las flores de su vestido y las que esparcía desde su seno, pero si se pensaba en alguna flor en concreto, fueran rosas, claveles, camelias, o jazmines, por un instante su esencia aumentaba hasta dominar y destacar sobre el resto.

El espectro de flora fue lenta y suavemente acercándose hasta él que, paralizado, no pudo evitar que le atravesara mientras aquel intenso aroma y su propio cuerpo iluminado desde dentro por su luz espectral le hizo sentir el placer más intenso e infinito que jamás había conocido hasta llegar a un espasmo que le hizo derrumbarse sobre la yerba mientras sentía que el espectro lo abandonaba por la espalda a la vez que él perdía el conocimiento.

Lo despertó el toque del Ángelus desde la campana del pueblo, estaba molido por el duro suelo, sudoroso por el calor del sol del mediodía y con una resaca de tomo y lomo y aunque lo recordaba todo, no pudo mas que pensar que solo se había tratado de un sueño alucinatorio provocado por la borrachera de Absenta de la que juró no emborracharse otra vez y por consiguiente, trató de olvidar aquel episodio lo antes posible cosa que consiguió siguiendo sus ordenadas y tan normales rutinas .

No, aquello sin él saberlo, no había acabado...

Meses después pasando por la puerta del palacio donde ahora de ubicaba la oficina de correos, le dejó helado volver a sentir aquel extraño aroma floral del sueño y siguiendo su rastro inevitablemente como un perro sabueso entró en el edificio, subió al primer piso, recorrió la fila del centenar administrativas que se afanaban clasificando las cartas y que lo miraban pensando que aquel hombre que hacía movimientos olfativos no era mas que un pirado.

Por fin, al final de la fila y en una pequeña mesa en un rincón y de espaldas , cuando el aroma se hizo mas intenso vio una mujer con una graciosa melena. Al llamar su atención, ella volvió el rostro. Marcelo solo se fijó en unos ojos negros muy brillantes y una sonrisa celestial a la vez que desaparecía aquella fragancia.

- Hola, soy Silvia...

Amor a primera vista...!No!. Una flecha de Cupido...!No!. Pero Marcelo sorprendido de sí mismo y tartamudeando la invitó a cenar sin motivo alguno y ella aceptó sin rechistar.

¿Que como era...? Marcelo no lo sabía... si era alta o baja, gorda o flaca, o si tenía una pierna de madera.

Obsesionado con aquellas ojos y aquella sonrisa que era lo único que veía y le atraía como un imán, Marcelo no se fijó en nada mas...

Ni siquiera cuando se casó con ella, ni cuando un embarazo hinchó su vientre Marcelo supo como era realmente Silvia cuando cerraba los ojos y dejaba de ver su mirada y su sonrisa.

Por fin, Silvia parió una niña preciosa y llorona y cuando Marcelo se inclinó para sacarla de la cuna casi se desmaya al percibir con mas intensidad que nunca aquella fragancia floral.

Cuando se dirigió con la niña en brazos hacia Silvia, el aroma desapareció, pero al mirarla la vio entera por primera vez y una corriente de amor verdadero nació de su corazón hacia aquella bella mujer....

!Si!, con aquella niña y a través de aquella fragancia floral, Patricia le había devuelto la mitad de su alma para que pudiera ser de nuevo feliz...

Cuando Marcelo acabó la historia era ya la media noche, yo ya tenía materia para escribir y un poco cansado, me levanté para despedirme...

Ya me iba cuando de repente me volví y le pregunté:

- ¿ Marcelo, lo sucedido no le ha devuelto la fe en Dios ?

- !No señor...!, de ateo sigo igual, pero lo jodido del tema !! Es que ahora creo en los espectros... !!

FIN




















domingo, 9 de agosto de 2020

LA OBSESIÓN DEL DR. LOTHAR


Lothar no se sobresaltó cuando el teléfono lo despertó a las 3 de la madrugada del sábado, estaba acostumbrado, atenderlo era su deber.

Esta semana estaba de guardia en el pequeño hospital de la región del que además por su mayor experiencia era director. Annike , su esposa, se limitó a darle un suave codazo, se arrebujó y se dio la vuelta para continuar durmiendo.

El Dr Lothar se repartía los turnos de las urgencias con sus colegas de otras pequeñas localidades próximas. Era lo que tenía ser el único medico de Waldkirchen, una pequeña y montañosa población bávara lejos ya de Munich y cerca ya de la frontera con Checoslovaquia.

La intempestiva llamada era de una mujer con la voz angustiada.

- ¿Si....?, soy el Dr. Lothar, ¿Qué ocurre....?

- Dr., Lothar, no le he molestado jamás y hoy lo he dudado mucho en hacerlo, pero no se qué hacer, estoy desesperada y ahora le necesito...

En pocos segundos Lothar le puso cara a aquella voz anónima .

-¿Erika....?, ¿Eres Erika la comadrona del hospital...?, ¿ hay problemas con algún parto...?

- No Dr. Lothar, no se trata de un parto, no estoy de guardia en el hospital, le llamo de mi casa, pero necesito ayuda con urgencia. Es por Frida, mi hija, tengo un problema grave con ella. ¿Quiere Vd. mi dirección?.

- No, no hace falta, el pueblo es pequeño y se dónde vives.

La historia del Dr. Lothar era curiosa. Estudió en la República Democrática de Alemania (RDA) donde había nacido y como un resto del pasado hitleriano del norte de Alemania, era un hombre guapo, rubio, de una extremada pureza aria que conservaba en su sangre todo lo bueno del carácter germánico.

Como médico del ejercito socialista, Lothar recibió una completa y practica educación en medicina y cirugía y afiliado al régimen comunista había llegado al grado de comandante médico, pero un desgraciado suceso cambió por completo al Dr. Lothar cuando a su pesar, no pudo salvar a su hermana menor, que era su ojito derecho, cuando aquella muchacha adolescente, rebelde y llena de ansias de libertad, se quedó enganchada en las alambradas cuando trataba de escapar saltando el muro que la separaba de la Alemania Libre y los guardias de la torre de vigilancia siguiendo la orden 101 (disparar a matar), la abatieron como un cazador a una gacela dejándola como un colador con siete disparos y agonizante y sangrando la llevaron su hospital cuando ya no había nada que hacer...

Si, al Dr. Lothar se le cayó la venda de los ojos y en su interior mudó toda su adhesión por un odio visceral a aquel régimen tiránico y a aquella nación de tramoya de la que en cuanto el muro cayó y Alemania se reunificó, salió jurando con el corazón lleno de rencor nunca mas volver.

Sin embargo, a pesar de su alta preparación, los emigrantes de Alemania oriental aun eran vistos con recelo y solo podían acceder cargos oficiales el aquellos lugares lejanos donde nadie en la Alemania occidental quería ser destinado.

-Tranquila Erika, en unos minutos estoy ahí...

A pesar de que el trayecto apenas era de unos minutos, mientras Lothar conducía apresurado entre la niebla por las calles desiertas de aquel pintoresco pueblo alemán, un montón de ideas, todas ellas alarmantes, se amontonaban en su cabeza. ¿Porqué Erika me llama precisamente a mi...?, ¿ Sabía que acudiría tratándose de Frida..?, ¿ Sospecharía Erika algo de mi obsesión por Frida...?

Erika, era la mejor amiga de Annika, en aquel grupo de montañismo donde Lothar hizo sus amistades hace años cuando fue destinado a aquel pueblecito perdido. En aquel mismo grupo montañero Lothar conoció el amor de su vida , Annika era una preciosa abogada morena de aspecto frágil y latino, hija de la mejor y más adinerada familia del lugar con la que Lothar se casó y siempre hasta ahora y a pesar de que no pudieron tener hijos, lo habían asumido y eran completamente felices juntos.

Lothar también recordó un vergonzoso episodio de aquellos tiempos: El grupo había organizado una fiesta en la que todos se pasaron bebiendo. Annika su novia por entonces, se retiró antes de acabar y él, que no estaba acostumbrado a beber, cogió la única y más completa borrachera de su vida hasta no tenerse casi en pie y Erika lo tuvo que llevar casi a arrastras entre vómitos y caídas a su casa y acostarlo.

Al día siguiente de aquella borrachera Lothar se levantó avergonzado con una resaca terrible y casi sin recuerdos de lo que había pasado pero tan completamente abochornado de su comportamiento y mal ejemplo como médico que después de agradecerle a Erika su ayuda la noche anterior, jamás volvió a beber.

Al cabo de algún tiempo Erika desapareció de sus vidas y se fue a Dresde a estudiar su carrera , su amistad con Annika se diluyó con el tiempo y solo volvió a Waldkirchen acompañada de su hija Frida ocho años después para ocupar una plaza de Matrona que había quedado libre.

Lothar aun avergonzado, no hizo por reanudar su amistad y se limitó a mantener las distancias profesionales con ella como si aquel vergonzoso episodio jamás hubiera existido.

Cuando Lothar llegó a casa Erika, lo hizo nervioso, con las piernas temblando, pálido y con una ansiedad que le sorprendía a él mismo, porque había un secreto que Lothar ocultaba:

Cuando Erika le llevó a su hija Frida para la revisión pediátrica de los nueve años, Lothar se quedó prendado de aquella niña rubia de ojos azules que se parecía como dos gotas de agua a su hermana muerta. Desde su corazón notó sorprendido una misteriosa corriente de atracción hacia ella e incluso tuvo que contenerse para no abrazar aquel cuerpecito infantil cuando se desnudó para explorarla.

A partir de ahí, Lothar sin poder evitarlo , comenzó a comportarse extrañamente, necesitaba ver a aquella niña..., la espiaba cuando jugaba en el bosque..., cuando se bañaba en el rio con sus amigas... y cuando acompañaba a su madre a comprar, pero... cuando una noche se sorprendió a si mismo emboscado en los arbustos espiando su ventana iluminada deseando ver aquel cuerpecito, se alarmó tanto de que en su interior hubiera nacido un pederasta que consultó en secreto a un psiquiatra de Munich para que le aclarara su atracción por la niña y su anómalo comportamiento.

-Mire Lothar, le dijo el psiquiatra, yo no creo que sea pederastia porque su atracción no parece de índole sexual ni tiene fantasías eróticas con la niña, pero no puedo negarle que su caso es raro y deberemos estar atentos a que no sea una pederastia inicial, de momento, intente Vd. controlarse para que sus actos no destruyan su reputación y veremos su evolución en algún tiempo.

Lothar le hizo caso a su colega y durante años dejó de espiar a Frida, pero esto no solucionó el problema, Frida estaba dentro de él, era una adicción, pensaba en ella constantemente y solo su férrea voluntad le privaba de acecharla.

Cuando llegó a la casa de Erika, ella lo estaba esperando en la puerta.

-Erika, que pasa con Frida tu hija...

- Pase Dr. Lohtar, y mire por favor.... Erika le condujo hasta la puerta del dormitorio de su hija y le hizo mirar por el ojo de la cerradura.

A pesar de que la imagen solo duró unos segundos a Lothar a se le disparó el angustiosamente el corazón y se le hizo un nudo en la garganta al ver que Frida, su secreta, culpable y patológica obsesión, estaba acostada en un ovillo de sábanas arrugadas y húmedas por las lagrimas, abatida y acurrucada sobre sí misma, con la imagen de abandono y la quietud del que cae desfallecido por el agotamiento de sufrir y llorar y piensa que la muerte es la única escapatoria a su tormento.

Cuando Lothar se levanto sudoroso y pálido como la cera Erika le dijo llorando :

- Lleva ahí encerrada tres días..., llegó en silencio, se encerró en su cuarto sin mas explicaciones y no ha hecho mas que llorar sin descanso noche y día. No me responde, no ha comido en todo ese tiempo y yo no tengo fuerzas para abrir la puerta. Hasta ayer pensé que se trataba de un desengaño amoroso quinceañero, pero ahora tengo miedo.

Temo que pueda hacer una tontería, su cuarto da al baño pequeño donde en el botiquín hay tijeras y frascos de somníferos y desde he sido consciente de ello, la ansiedad no me deja ni respirar...

Lothar intuyó lo que había pasado, él mismo había tratado de salvar hacía tres días a un muchacho adolescente víctima de un accidente de motocicleta que ingresó en el hospital ya cadáver con el cráneo destrozado...No era difícil deducir que aquel chico era el novio de Frida...

-! Hay que sacarla de ahí y llevarla al hospital para sedarla y rehidratarla ! !Ves llamando a la ambulancia Erika !¿ Tienes herramientas en el sótano?

- !Si!, mientras llamo puede bajar y coger lo que necesite .

Cuando Lothar subía con una palanca de pata de cabra en la mano para descerrajar la puerta le dijo a Erika murmurando:

-Lo que no me explico es por qué me has llamado precisamente a mi...esto es cosa de la policía o los bomberos...

Erika miró al suelo y con los ojos llenos de lagrimas le dijo tuteandolo ya:

-Lothar, no es culpa tuya, es solo culpa mía y por eso nunca te dije nada, pero desde que sé que un cáncer de ovario sin solución alguna me tiene comida por dentro, sabía que este momento tenía que llegar...

- ! No te entiendo Erika !

-Aquel vergonzoso día de la fiesta, yo también andaba bebida, estaba enamorada de ti y quería vengarme de Annika que se me había adelantado y aunque tú estabas tan borracho que no lo recuerdas, aquella noche en el bosque te tiré al suelo y te hice el amor antes de llevarte a casa...

- ¿Y...? dijo Lothar sorprendido....

- ¡Pues que Frida es hija tuya y cuando yo muera tendrás que hacerte cargo de ella ...!

Cuando la ambulancia llegó a por Frida, les sorprendió encontrar al Dr. Lothar medio extenuado, ausente y desparramado en un sillón intentando digerir la mezcla de preocupación por lo que se le había venido encima y el alivio de saber que su única pederastia era la atracción animal y genética de un padre por su hija .

Dos meses después, un enorme ramo de rosas blancas tapaba las lágrimas de emoción de Annika que vestida de luto y arrodillada frente a la tumba de Erika, le agradecía que aunque tarde, le hubiera dado lo que mas anhelaba en el mundo...una hija preciosa y un nieto que venía ya en camino....

FIN