jueves, 21 de diciembre de 2017

MATÍAS Y LOS TRES SALMONETES VERSION 2017

La verdad, es que Matías no conseguía recordar en qué momento se convirtió eso, en algo cotidiano…, en una auténtica pasión con un punto de extravagancia…, pero… !Ahí está!, y como el resto de las manías humanas , supongo que le debió llegar sin hacer ruido, poco a poco, como la gata persa de mi vecino que entra en mi casa por la ventana y toma posesión de mi sofá llenádomelo de pelos sin pedir permiso a nadie.

Lo de Matías, no era nada exótico ni llamativo, ni siquiera era para comentar con la gente, aunque Matías, bastante introvertido, carecía de una vida social que se pudiera llamar como tal y le ofreciera alguna oportunidad de relacionarse con los demás para hablar de sus asuntos.



Además,él se tenía como una persona bastante anodina, casi vulgar y desde luego, muy poco interesante.
Su pasión era la gastronomía, pero no toda. Él era obsesivamente específico. A Matías, lo que le chiflaba, era comer pescado fresco.

Bueno…. pero la cosa no era así de simple, porque este gusto por esos seres fríos y escamosos, lo había convertido en un autentico hobby, una afición, casi un deporte al le dedicaba tiempo y estudio.

Había aprendido con minuciosidad en los tratados de cocina, la mejor manera de cocinar cada clase pescado o marisco de forma que, en su punto exacto, expresara todo su sabor sin perder la frescura que pudiera atesorar. Algunos los preparaba cocidos con una hojita de laurel. Otros a la brasa de encina con sal marina. Los más, a la plancha candente con sal y algunas gotas de aceite de oliva virgen. Por lo general, sus tiempos de cocina eran tan cortos, que a veces apenas eran un suspiro.

Al propio Matías, le parecía curioso y hasta divertido, como con el tiempo, ésta afición se le había ido llenando de ritos y reglas y protocolos, de tal forma, que cuando cocinaba frente a los fogones con la boca hecha agua a veces se sentía como un sacerdote haciendo misa.

Pero os diré, que lo que más tiempo le ocupaba a Matías, y lo más difícil de ésta afición, era encontrar el producto que cocinaba. Primero, debía ser tan reciente que casi se moviera aún, y luego, se tenía que enamorar de él y elegirlo entre los demás. Por ello, cuando salía de caza, porque lo suyo parecía mas caza que pesca, nunca llevaba una idea preconcebida de lo que quería y muy temprano, de noche aún, para llegar antes que nadie, iniciaba una verdadera peregrinación por aquellas pescaderías que le merecían garantía por la sabiduría y limpieza de sus dueños. Luego, frente al mostrador repleto de color, en una especie de trance, dejaba que algún pescado le sedujera….y cuando lo hacía, sentía como un flechazo amoroso por él y automáticamente, le dejaba de interesar el resto del expositor.

A Matías no le gustaban las mezclas porque le podían distraer del sabor esencial, Matías prefería cocinar cada vez una sola clase de pescado, pero en su cénit de calidad, y una vez había elegido, bien fuera un humilde kilo de boquerones, un par de lenguados, o una langosta que aún moviera las antenas, pagaba lo que le pidiesen sin regatear.

A veces, su periplo acaba en veinte minutos si en la pescadería de la esquina de su calle algo le cuadraba, pero en otras ocasiones, si no había encontrado nada que le atrajera, no dudaba en abandonar la ciudad y recorrer sesenta kilómetros para allegarse hasta un pequeño pueblo pesquero que permitía en su lonja pujar a los particulares.

Aun así, prefería volver de vacío a casa y comerse una tortilla a la francesa con perejil, que llevarse algo que no le satisficiera plenamente.

Sin embargo y desde hacía poco tiempo, Matías había notado que algo había cambiado en su interior.

Me lo ha contado, porque está algo inquieto y confundido consigo mismo.

Tal vez haya pensado que hablar con alguien podía ayudarle

Es algo que le sucedió en aquella pequeña lonja del pueblecito. La subasta tenía lugar a media mañana según iban llegando las barcas que habían salido a faenar en la madrugada.

Como siempre, el patrón de la embarcación había dispuesto en un par de docenas de bandejitas de plástico naranja el contenido de las cajas rebosantes de hielo que acababa de desembarcar, distribuyendo su pesca en cuidadosos lotes por clases y tamaños.

Esta vez, aunque las redes habían sacado bastante poco, lo poco que había era extraordinario. El "Amor" le surgió en la mirada limpia y el color brillante de tres hermosos salmonetes que reposaban perdidos alejados del centro del grupo casi escondidos por un imponente mero. La subasta, comenzó a la baja con la monótona e inteligible voz del subastador a quien solo se le entendía las cantidades redondas.

Salieron primero las bandejas de las piezas más grandes y caras, generalmente dirigidas para los restaurantes del puerto. El comprador, solo tenía que detener la cantinela del subastador en determinado momento y señalar lo que deseaba llevarse al precio de la última cifra cantada.

Matías esperaba nerviosamente para pujar por un precio razonable, aunque el temor a que alguien se le adelantase, le llevaba muchas veces a pagar más de lo que fuera justo. Al fin y al cabo y a diferencia de los demás , él tenía que alimentar una pasión y para ello iba a recorrer ciento veinte kilómetros… ! No iba a fallar por tres o cuatro euros de diferencia!.

Cuando el precio límite que había calculado para aquel trío cobrizo de ojos brillantes como perlas negras se iba acercando, una diminuta mujer delante de él, que apenas le llegaba a la cintura, detuvo la subasta. A Matías, se le cortó la respiración y el corazón comenzó a latirle más deprisa de lo que el médico le tenía aconsejado. La "minimujer", señaló con decisión un par de lotes de marisco combinado para "arrós a banda" y se dio la vuelta para salir a recoger su comanda ya envuelta.

Matías suspiró con un enorme alivio, pero... cuando escarmentado se proponía a retomar la puja, la señora se dio la vuelta y dijo :

-Perdone… ! Se me olvidaba! Póngame también aquellos tres salmonetes de la esquina para la cena de mi marido…!.

! Si le hubierais podido ver, no hubierais podido contener la risa!. Puso la misma cara de decepción que un niño al que se le escapa el globo al cielo. El sudor cubrió de perlas su calva y las gafas se le resbalaron hasta la punta de la nariz. Por un instante, casi paranóicamente se convenció que "La muy puta", tenía telepatía y se los había llevado solo por "joderle".

Matías, decepcionado, no quiso continuar con aquello…, prefería irse sin pescado…, nada podría borrar ese día el recuerdo de aquellos Salmonetes…

Cuando se sentó en un pilón de piedra que había a la puerta de la Lonja a fumar y calmarse un poco, el muelle estaba desierto y solo se oía el graznido de las gaviotas. Todo el mundo incluidos los pescadores estaban dentro del edificio.

De repente, la minúscula figura de la mujer malvada salió de la lonja y enfiló el muelle de salida cargada con su bolso en el brazo derecho y tres bolsas de plástico verde en la izquierda.

Matías la vio caminar con el taconeo activo y presuroso de la mujer que tiene prisa por ponerse a hacer la comida.

Como burlándose de él mientras se alejaba, la silueta de los tres salmonetes se recortaba en la bolsa más exterior…

¿Qué le pasó?... !No lo sé!. ¿Que pensó?.... ! Creo que no pensó !. Pero de momento…, Matías se vio corriendo con una bolsa de salmonetes en la mano cuyas asas había roto de un tirón mientras a su espalda se oía una voz histérica que gritaba ! Al ladrón…! ! Al ladrón !.

La gente, alarmada, salió de la lonja a auxiliar a la víctima, pero Matías ya los vio de lejos, escondido en su coche, desde lo alto de la carretera que vuelve a la ciudad.

Desgraciadamente, algo no debe funcionar bien en su cabeza. No solo es porque no sintió el menor arrepentimiento, sino porque aquellos salmonetes le supieron como el pescado más delicioso que había comido jamás.

No, no lo ha vuelto a hacer…., eso dice..., pero sé que tarde o temprano repetirá, porque según me cuenta, cada vez que ve una bolsa verde colgada de un brazo, siente una extraña sensación de codicia y nota como sus ojos brillan con un puntito de maldad. Y es que, amigos míos....

!! Los caminos que llevan a la delincuencia pueden ser sorprendentes !!…

jueves, 7 de diciembre de 2017

FENG-SUI

Que el lujoso y caro apartamento de Gloria era un caos lo sabía hasta ella, pero nunca le había importado lo más mínimo porque la femenina y elegante Gloria, la mujer de bandera que con su belleza y su inteligencia su determinación y su buen tino, causaba la admiración de toda la élite del mundo de los negocios y con solo treinta y cinco años, aquella economista que se había hecho la dueña del negocio inmobiliario de alto nivel de la ciudad poco tiempo después de barrer a sus adversarios, era , cuando cerraba a sus espaldas la puerta de su casa, una autentica guarra.



- ¿Guarra de sexo?. ¿Le gustaban las perversiones y las depravaciones? ¿ Sado-maso…tal vez ?. ¿Orgías con drogas …?

!No!! No!, !Mira que eres calentón!, siempre te vas a lo mismo …!. No va por ahí la cosa… Gloria, Doña Gloria ya, era guarra de…. guarra, es decir sucia , desordenada y dejada.

! Qué pena daba ver aquel precioso y luminoso apartamento en la mejor zona de la ciudad con las vistas más bonitas al parque del oeste bajo sus pies, hecho una pocilga de lujo!.

De hecho, cuando lograbas pasar del recibidor a través de una gruesa alfombra de correo que el conserje le pasaba por debajo de la puerta y que ella nunca recogía del suelo y llegabas al salón, era cómo si entraras en un escenario de Irak después de que un yihadista suicida se hubiera inmolado sobre la mesa del comedor.

Todos los cuadros torcidos, los sillones no se veían de la cantidad de trastos, abrigos, revistas de moda, libros abiertos, las lámparas con las pantallas colgando y frente al sofá, que era prácticamente el único mueble que permanecía visible con tan solo una mantita arrugada y un cojín. La mesilla de café que flotaba encima de un suelo divino de parquet de roble francés lleno de ceniza y migas resecas, estaba repleta de ceniceros llenos, sin limpiar, tazas de diversas infusiones a medio tomar, envases de supermercados de cartón y celofánes vacios de bollería y otros productos industriales de los que sobrevivía sin cocinar a pesar de tener una cocina que parecía un laboratorio de alta tecnología, pero que estaba atiborrada de platos sin fregar, un frigorífico con más estrellas que un general de división, pero mas vacío que el ojo de un tuerto y una lavadora alemana ultra moderna en cuyo oscuro y redondo agujero de carga una puta araña había desplegado su tela.

Pero era cuando llegabas hasta su fastuoso dormitorio atravesando el enorme baño de fino mármol travertino que rebosando de frascos de cosméticos y productos de belleza sin cerrar y enormes espejos llenos de chorretones recordaba al de Psicosis de Alfred Hitchcok después de que Antony Perkins se liara a cuchilladas con la muchacha mojada envuelta en la cortina de plástico, el cuando podías cuando entendías el porqué de que aquella mujer duurmiera habitualmente en el sofá. Aquella "Suit", se parecía más unos grandes almacenes en liquidación total por rebajas que a un dormitorio : Los armarios de par en par, la cama llena de prendas revueltas como el mostrador de un gitano gritón en el mercadillo del jueves y todo ello, acompañado por mas de veinte pares divorciados de zapatos de tacón fino tirados invadiendo el suelo de mullida moqueta de lana virgen, en la que apenas quedaba una senda de un palmo para poder circular sin reparar en un perchero que parecía un árbol de navidad lleno de bragas, tangas y sujetadores sin una clara división entre lo que estaba limpio y usado.

Puerca, cochina, marrana, lechona, chancha, tarasca, sucia, grosera, mugrienta, asquerosa, inmunda, repugnante, roñosa y otras dos docenas de adjetivos sinónimos podrían reflejar cómo calificarían el resto de mujeres en general a Gloria.

-¿ Sólo las mujeres ?

Uff…No quería yo entrar en un jardín tan polémico, pero bueno…, intentaré explicarme antes de que alguna feminista fanática intente castrarme en el ascensor.

La sinceridad me hace decir que cualquier tío no hipócrita podría entender a Gloria y que su comportamiento típico del cerebro masculino, lo podríais descubrir fácilmente entrando en la casa donde un hombre, bien sea divorciado, estudiante, viudo, viajante etc. que viva solo y no entre por la puerta mujer alguna, porque mientras que las mujeres, mas pacientes, tal vez se empeñan menos en sus objetivos y procuran disfrutar de todos los ritos, procesos y maniobras que les llevan hasta ellos ellos incluso procesando eficazmente y de modo independientes varios problemas a la vez, Los hombres, menos dotados cromosómicamente, nos dirigimos a nuestros objetivos de forma directa, luchando de frente y apresuradamente contra las dificultades y prescindiendo de todo aquello que no sea fundamental para conseguirlos y una de las primeras cosas que quedan en el camino, es el orden doméstico y la alimentación regular a lo cual ayuda , porque no decirlo, nuestra innata tendencia a todos los vicios y golferías en cuanto no tenemos cerca una mujer, sea madre o esposa, que nos señale el buen camino con una vara.

Volviendo a Gloria , yo creo que lo suyo no era dejadez, vagancia o flojera. Ella estaba muy poco tiempo en casa y ni allí podía evitar tener la mente en el trabajo. Lo de Gloria, simplemente se trataba de una adaptación a un mundo masculino de tiburones, donde se requería un enfoque testosteronico de la vida.

La cuestión era que a Gloria su triunfo no le supo tan a gloria como había pensado y desde hacía un año se sentía fatal consigo misma y estaba incómoda dentro de su piel.

Sería la llamada de la naturaleza o el vacío tras el objetivo alcanzado, pero la necesidad de afectos iba creciendo en su corazón, haciendo mella en su autoestima de modo que comenzaba a pesarle lo que nunca le había pesado como era el rosario de parejas y cortas relaciones que había tenido, ninguna de las cuales había cuajado porque además de descuidarlas emocionalmente, los hombres que podían entender su actitud no estaban dispuestos a compartir su caos.

Un día, que Gloria estaba algo mas triste de lo habitual leyó algo sobre el Feng-Sui, esa filosofía china que trata de buscar la felicidad que al parecer reside en un impulso vital externo "El Chi " que flota en todo pero que hay que saber redirigirlo y concentrarlo y canalizarlo hacia uno mismo mediante el orden de las cosas, la armonía del entorno, el cuidado de la iluminación y los colores, el rodearse de serena belleza , el desprenderse de los objetos feos y rotos que atraen la negatividad y la mala suerte, la orientación de muebles y objetos al norte etc.

Así que Gloria ni corta ni perezosa llamó a Yen-Cha un afamado chino gurú del Feng-sui quién  tras recuperarse del desmayo que le produjo la visión de aquella casa, volvió con media docena de sus discípulos y tras un par de días de duro trabajo, dejó la casa divinamente ordenada según los preceptos del Feng-sui, eliminó todas las negatividades y dejó aquella morada lista para recibir toneladas de "Chi" y buenas vibraciones.

-¿Funcionó?

¿Que?

- !El Feng-Sui! ¿Le funcionó el Feng-Sui a Gloria ?

Bueno… , Ella dice que sí a todo el que la quiere escuchar.

La cosa fue que Gloria, a la que le gustaba andar a oscuras por la casa, se levantó de madrugada para atender una inoportuna llamada telefónica, pero medio dormida, olvidó que con el Feng-Sui no había ya nada en su antiguo lugar , tropezó con una silla y se pegó una "leche" sobre el cristal de la mesa de café haciéndose la cara "Un Cristo" y partiéndose el cúbito y el radio del brazo derecho.

-!Joder! vaya suerte le trajo a la mujer el Feng-Sui ese…

- No creas…, porque Gloria y el enfermero moreno con pinta de bruto que la cuidó y escayoló con unas manos de oro, se enamoraron perdidamente y resultó ser que el chico, un huérfano educado con mano dura por las monjas Teresianas, además de ser un "manitas", era el mayor amante del orden y la disciplina que se podía encontrar entre la gente que mea de pie.

Así que a Gloria…!! Le funcionó el Feng-Sui de puta madre !!



Fin