sábado, 31 de octubre de 2020

LA FOTO

Bueno, en realidad no fue un atún porque lo que pescó ese día Aureliu fue un "Bonito" que es como aquí en el Cantábrico llamamos a una especie de atún mas pequeño y de carnes muy blancas que hace nuestras delicias, pero aquel animal era enorme para su especie y aquella foto enmarcada y descolorida ya por el tiempo, que debía rondar ya sus treinta años largos, me llamó la atención a pesar de estar en un rincón junto a muchas otras. Ignoro el porqué, pero por la juventud y sonrisa de felicidad de los protagonistas intuí su valor sentimental. 

Cuando llamé a su puerta, Aureliu sin levantarse del sillón orejero donde lo aprisionaba un enorme volumen de historia, me gruñó sin soltar su pipa de la boca ni su redonda copa de brandy de su mano derecha y me invitó a pasar a su casa por primera vez con un ! Adelante Balbín, que está abierto...! 


Yo entré despacio para no romper el ambiente de la música de Bach y mirándolo todo con la curiosidad de quien entra en una catedral por primera vez,  me detuve como hipnotizado por aquella foto.

En aquella imagen todo era felicidad, hasta el Bonito plateado y azul  parecía sonreír 
con su boca semiabierta vanidoso de mostrar su imponente tamaño. El perro lanudo y pajizo recordaba un peluche enorme con su boca abierta y la lengua juguetona. La amplia sonrisa de un joven Aureliu no solo me parecía sorprendente por su juventud, sino por lo extraño que era verlo reír, pero la sonrisa de Maruxa sin embargo, era algo mas, era un gesto de amor de verlo a él tan feliz. 

-! Joder que ojo tienes Balbín !. Con la de recuerdos y trastos viejos que tengo en esta casa, has ido a dar a la primera con el único recuerdo que me importa y lo único que salvaría de esta casa en caso de incendio.

- Bueno Aureliu..., los periodistas, escritores al igual que los policías tenemos la deformación profesional de encontrar rápidamente lo mas importante en cualquier escenario.

La verdad es que a pesar de ser hijos ambos de buena familia del mismo pueblo pesquero cuyas callejas estrechas y medievales parecían precipitar sus coloridas casas de sobre aquel pequeño puerto batido día si y día no por oleajes y galernas, hasta hacía poco, solo se habían conocido vista.

Sus vidas fluyeron en la cercana ciudad, llevaron caminos divergentes y solo recientemente, ya en la jubilación y arrastrados en parte por la soledad, iniciaron una inesperada y bella amistad colaborando voluntariamente en la construcción del museo marítimo regional.

Bueno, yo sabía de Aureliu mas que él de mi... Los cotilleos en los pueblos son inevitables. Se sabía que era un hombre adinerado de una familia de indianos de apellido conocido que cuando volvieron de hacer las Américas aumentaron su fortuna industrializando la zona y creando miles de puestos de trabajo y que Aureliu, solo era uno de los once hijos que con mayor o menor éxito dispersaron riqueza por la región.

Pero salvo esto último, el resto solo eran rumores. Nadie sabía con certeza a que se dedicaba, todo lo mas que era algo de la universidad. Por otro lado, era un hombre educado y comedido al que jamás le podías notar la riqueza porque su casa aunque antigua y señorial no era mas que un antiguo caserón indistinguible de los del resto pueblo, el hombre no se hacía de notar entre los capitostes ni autoridades, vestía con normalidad, nunca se le vieron cochazos ni relojes o yates, tenía un barquito pesquero pequeño y tradicional de color azul para salir a pescar los domingos que hacía bueno y sin más, comía luego el menú del día en la tasca del puerto.

Tengo ojo para la gente, !Si!. Eso es un talento de Dios y por eso en nuestra madurez me pegué un poco a él porque intuí que era uno de esos raros hombres sensatos a los que a pesar de que la vida le dotó de riquezas, comprendió que la felicidad no la dan los objetos ni el poder sino la riqueza interior, la modestia y el equilibrio y que alegra mas el sueldo emocional que produce el interés por sus propios asuntos que un dinero real fruto asuntos ajenos.

No, no era un hombre introvertido. No, pero tampoco hablador pedante o parlanchín, respondía sin evasivas a lo que se le preguntara y su soledad no era impuesta sino buscada por que en ella radicaban sus recuerdos sus vivencias y su paz.

Conteniendo mi natural curiosidad de escritor, despacio, muy despacio y sin indagar demasiado, en nuestras largas conversaciones me fui enterando de que había sido Catedrático de Historia, amante del arte y de la música y un librepensador de los que jamás se había atado a nada y así, nuestra amistad fue fluyendo inteligentemente a pesar de nuestras propias diferencias, evitando roces y controversias como dos ríos antiguos que sorprendentemente coinciden algo cansados y ya sin fuertes corrientes en la planicie cerca del mar.

- ¿ Esa foto precisamente Aureliu...? ¿La del Bonito..? le pregunté discretamente.

- ! Pues si, Balbín !. Esa foto precisamente se hizo en el momento más feliz de mi vida, fue mi cumbre, el vértice del único diamante del anillo de mi existencia.

No es que antes o después no haya sido feliz, murmuró Aureliu , la verdad es que pocas veces he sentido que la desgracia me aplastara, pero, jamás me he sentido así como me sentí en esa foto.

Nos la hicieron poco antes de esa época, entrada ya la madurez, en la que uno, de un día para otro, se da uno cuenta de que la vida, entre luchas y descansos, no es una pendiente en la que uno sube hasta el final, sino una montaña que en cuanto llegas a su cumbre, dejas de engañarte y vislumbras que la otra mitad de vida que te queda es un descenso lleno de dificultades y sinsabores, que con suerte, debes a bajar con menos fuerza y salud hasta el fondo de otro valle en el que dejarás dispersos tus huesos.

-! Joder Aureliu !, que pesimista estás hoy, das miedo... le dije aún de pie casi cortándolo, ! Estoy por largarme antes de que me hagas llorar...! , ¿Eso que fumas es tabaco solo...?, ! Mira que tu y yo ya no debemos estar lejos del fondo ese puto valle de los huesos esparcidos...!

-! No seas simple Balbín !, me dijo mirándome con indulgencia, párate a pensar que yo te tengo por inteligente.

Ese momento en la cumbre de la vida es el de pensar que el sentido de la vida es que no tiene sentido o que tiene el mismo sentido que el de un árbol, un oso o una piedra de cuarzo y lo importante que va a ser aprovechar en tu descenso cualquier momento dichoso como el último, separar lo necesario de lo accesorio, desligar bien lo importante de lo banal y ayudar y ayudarte de los demás para llegar a bajo lo mas entero posible.

-! Aureliu ! le dije yo...,! Me estás poniendo malo...!,! Déjate se hostias filosóficas que yo estoy hoy un poco resacoso del aguardiente de orujo de anoche ! y ves al grano con la dichosa foto que es lo único que te he preguntado.

- Vale, vale...pues mira, esa foto representa para mí la cumbre de la felicidad porque refleja en un instante que había conseguido todos los deseos que hasta entonces había perseguido y mi sonrisa no era de pose sino de un autentico triunfo que infantilmente pensaba que sería eterno.

Aun no estoy seguro de como lo hice ni porqué lo conseguí, pero por fin, tras varias décadas de pesca, había conseguido enganchar en mi Curricán con un gastado cebo de madera que imitaba una sardina herida y una vieja caña de mi difunto tío, el bonito más grande que vi jamás y que necesitamos dos personas con garfios para tirarlo a bordo.

Sin embargo, lo de pescar a la Maruxa, la muchacha de la que anduve profundamente enamorado desde la facultad y lograr que estuviera en esa foto, fue mas difícil aun que lo del atún porque para conseguir su amor necesité suerte, paciencia y buena estrella, mezcladito todo con algúna dosis de destino fatal.

Si, Maruxa, muy guapa e inteligente se casó con el más guapo de la promoción que, putero y fanfarrón, le dio una vida de perros especialmente tras el desgraciado aborto que la dejó definitivamente seca. No me duele decir que su viudez tras un accidente de coche en el que el susodicho andaba como una cuba, no me dio la menor pena y mi cercanía y consuelo facilitó mi camino.

¿El perro?. Bueno, a veces suerte en la vida es como las cerezas que vienen de dos en dos y cuando me casé con Maruxa se vino con un cachorro que parecía una madeja de lana y que para los dos fue como el hijo que no podíamos tener.

Cuando vi aquella foto comprendí que ningún instante en el mundo yo sería nunca tan feliz y pese a lo descreído que soy, solo se me ocurrió pedirle a la Santina de Covadonga que por favor fuera yo, después del bonito claro, el primero en desaparecer de los de la foto.

! Pues ni puto caso oye !, quien quiera que ande mandando por estos cielos oscuros y nubosos, me dejó el último de todos como castigo a mi ateísmo.

! Fueron diez maravillosos años...!, hasta que un día, con gran disgusto, el perro ya muy viejo se quedó muerto a los pies de nuestra cama.

Yo creo que se fue por que los perros presienten la muerte de los humanos y no quiso soportar el dolor de lo que le venía a Maruxa , porque a las pocas semanas una leucemia se la llevó dejándome su cuerpecito blanco y encogido como un pajarillo.

No, Balbín, desde entonces no volví a pescar, ni volví a tener perro, ni volví a mirar a una mujer... Sabes...no fue tristeza !No!, que naturalmante la hubo... ! No!

! Solo fue mi inconmovible certeza de no poder encontrar jamás nada que pudiera igualar aquella foto! 

FIN



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