jueves, 28 de marzo de 2019

LOS JARRONES DE MIKADO VERSIÓN 2019


Mikado no pudo.... le hubiera gustado rechazar aquel presente y más cuando se trataba de un amargo regalo de despedida que le había enviado Ochi. Sin embargo, a pesar de su mala conciencia, no pudo rechazarlo. Mikado había quedado hechizada por aquellos pequeños jarrones chinos. Jamás había visto algo tan raro, tan delicado y a la vez tan bello y no podía apartar sus almendrados ojos de aquellos jarroncitos que eran más encantadores cuanto mas juntos estaban y que brillando con una tonalidad azul-verdosa elegantemente fría parecían tener una luz propia que la fascinaba y casi la hipnotizaba.

Habiendo sido una de las damas más bellas de fuchido, y por supuesto la mas delicada y graciosa de la isla oeste, había sido educada para el matrimonio en la mas estricta tradición japonesa. Pero Mikado no quiso recibir a su prometido Ochi después que volviera de la guerra gravemente herido tras la invasión rusa en el frente de Manchuria

Cuando tras su regreso fue a orgulloso verla con la ilusión en su rostro y buscar consuelo y admiración por sus hazañas, ella lo vio acercarse desde la ventana donde lo esperaba y no pudo reconocer en su prometido al joven apuesto y valiente dispuesto a morir por Japón como un samurái y una ola de aprensión la invadió y supo que no podía soportar la idea de ligar su vida su belleza y su futuro a un tullido sin un brazo, con la cara quemada y un parche en el obscuro hueco que dejó su ojo derecho aunque fuera consecuencia de su valentía y el supremo sacrificio a su nación y con la oposición de su tradicional familia, lo despidió fría y cruelmente sin siquiera recibirlo.

Ochi creyó morir tras el despreció que sintió y no solo por él, sino porque lo vivió como una traición a su patria, pero lo que ochi ignoraba, es que sus desgracias aun no habían acabado y cuando resignado y deprimido regresó a Hirosima, su ciudad natal, se encontró con que toda su familia y sus bienes habían desaparecido en un Infierno Nuclear....
Si, fue entonces cuando se volvió loco de ira y volcó sobre Mikado todo el desengaño de su fatal destino y solo la idea de una terrible venganza le permitió seguir vivo el tiempo suficiente para encargar a aquel alfarero chino unos pequeños jarrones gemelos hechos con las cenizas calcinadas y radioactivas que recogió del solar calcinado que dejó su casa en el centro de Hirosima que le envió a Mikado envueltos primorosamente como regalo de despedida agradeciéndole el tiempo que fueron felices.

Después lentamente, se arrodilló, abrió su kimono aflojando el cinto y con su brazo izquierdo aun tuvo la fuerza suficiente para hundir la espada en su vientre hasta atravesarlo.

Pero en medio de la agonía... Ochi notó el alivio de haber dejado un sutil soplo de muerte que seguiría actuando cuando él estuviera ya en el más allá lleno de honores y rodeado por la admiración de sus antepasados y que poco a poco destruiría la belleza de aquella ingrata hasta que muriera enloquecida y cubierta de llagas infectadas.

Fin

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