viernes, 8 de marzo de 2019

EL RANKING


Podría decirse sin equivocarse que yo estaba al tanto de la fina y anatomía Afrodita, es decir de Juliana, bueno... de Juliana y del resto de sus amigas porque aquellos tres pequeños triángulos del tamaño de sellos de correos sujetados por hilillos que misteriosamente desaparecían dentro de la zanja nalgar y que constituían todo su bañador, solo les tapaban los pezones y la pequeña juntura de un monte de Venus aniñadamente depilado de modo que, dejando muy poco a la imaginación masculina, aquel escueto traperío no llegaban a cubrir ni el noventa y nueve por cien de su superficie dérmica. 



A pesar de la proximidad de los exámenes finales, una inesperada huelga de profesores de enseñanza media nos había dejado sin clases y cuando llegamos al instituto nos encontramos con las puertas cerradas.



El día era tórrido para Junio y con la alegría de una fiesta sorpresa a ninguno se le ocurrió volver a casa a estudiar bañado de sudor y como un rebaño de reses y sin siquiera proponerlo alguien, todos pusimos rumbo a la cercana playa en busca de la brisa fresca de la orilla.

Como en clase, en la arena nos dividimos tácitamente en los tres grupos inmiscibles.

El más lejano, el de los moteros de escape libre que vestidos con sus camisetas negras de ACDC y que sin desnudarse siquiera, liaron sus porros de mariguana y se sentaron en circulo a "colocarse" entre botes de cerveza, risotadas y gestos obscenos.

Más cercano a la orilla y en ropa interior a falta de bañadores es decir, en bragas, sujetadores y calzoncillos etc. estaba nuestro grupo, el más numeroso y heterogéneo, al que nos llamaban "La Tropa" y que estaba formado por la gente "no glamurosa", o sea por muchachos no interesados por el deporte, acnéicos, obesos etc.…, y chicas no agraciadas, flacuchas, rellenitas, bajitas, culonas o tetudas junto a algún espécimen estudiantil introvertido e inclasificable que se arrimaba a grupo por no quedarse solo y por supuesto, nosotros, un subgrupo de "la tropa": " Los capullos", constituidos por un puñado de empollones "gafapasta" que interesados por la informática, las ciencias y la filosofía, éramos mentalmente avanzados pero estéticamente discapacitados.

Por último y a nuestra altura pero no tan alejados que no nos pudiéramos fijar en los detalles, con sus bañadores "a la última " que siempre debían llevar en sus bolsas, estaba el grupo al que burlonamente, pero con la malicia que da un resentimiento algo envidioso, llamábamos "El Olimpo" y a cuyos miembros todos moteábamos con nombres de dioses mitológicos como Zeus, Hércules, Júpiter, Perséfone, Ares, Atenea y por supuesto, Afrodita-Juliana de la que yo siempre he andado secreta y profundamente enamorado.

"El Olimpo" era un grupo impermeablemente cerrado en el que cada año solo se permitía la entrada de dos o tres miembros lo que a mí se me antojaba, como un óvulo maduro que aceptando uno o dos espermatozoides, se cierra después a cal y canto dejando a millones de "cabezones" con la puerta en las narices. No, allí..., allí en "El Olimpo" no se entraba por clase social, allí se entraba por glamour es decir, una mezcla de perfección física, gracia, elegancia innata y una enorme capacidad para divertirse ingeniosamente con asuntos superficiales mientras las miradas celosas de los demás, les hacen felices hinchando su autoestima.

Si, la influencia del cine americano de High School a lo "Grease" había calado en la juventud adolescente española que imitaba aquellos comportamientos como si fueran propios y normales, si bien es verdad, que con el conformismo español, nunca había hostilidad entre los grupos y todos aceptaban bien su posición.

Afrodita no era igual que el resto de aquellas Diosas del Olimpo que rubias y de melenas rizadas con la piel tostada, los labios pintados de rosa y los parpados de azul celeste, competían por conseguir quién se parecía más a la "Barbie Playera" , No..., Afrodita tenía su propia personalidad que yo adoraba y con su melenita negra y lisa, con su flequillo, su piel pálida y su maquillaje de muñeca oriental de boquita roja que siempre situaba bajo una sombrilla e incluso cuando se bañaba en el mar, jamás hundía su cabecita debajo del agua para no estropearse el "look".

Hacía ya tres cursos que yo estaba colado por ella pero ella, probablemente, ella no sabía que yo existía y yo, conformado con lo imposible, solo me limitaba a soñar despierto fantaseando con ella.

Pero un día, un milagro me dio una oportunidad y yo, desoyendo las enseñanzas de mi padre, hombre prudente y sabio como ninguno, me salté mi lugar en el ranking.

- ¿Ranking? ¿qué coño es eso del ranking?

Veréis..., mi padre decía que en todos los lugares desde la familia, el trabajo, el amor y allá donde quiera que uno vaya, existe un ranking invisible donde todos situamos a los demás y es importante tener la claridad y la humildad de situarnos donde nos corresponde en cada uno de los sitios, para que no te hagan sufrir de decepción en decepción si te autocolocas tú en un lugar más alto en la estima de los demás.

El milagro fue que los desastrosos resultados de los exámenes de Afrodita llevaron a su padre a hablar con el mío para que, dadas mis brillantes calificaciones, le diera clases particulares durante aquel verano con la intención de aprobar los exámenes de recuperación en septiembre.

Por supuesto que yo acepté inmediatamente ilusionado pensando que así ella se enteraría por lo menos de que yo existía y me permitiría a mi estar dos meses a solas junto a ella.

La cosa fue bien desde el principio. El verano dispersó a los grupos en mil lugares vacacionales y ambos nos habíamos quedado sin nadie con quien salir.

Juliana resultó que no era tonta, lo suyo era solamente falta de interés, pero cuando le hice saber que en la universidad había grupos incluso más glamurosos que el suyo, cambió su actitud repentinamente, atendió a mis explicaciones y se puso a estudiar en serio.

La frialdad inicial de las clases poco a poco se fue convirtiendo en compañerismo. Ella reía con mi humor inteligente, luego sentí su admiración por cómo le hacía entender las cosas y las tardes se convirtieron en paseos por la playa y largas conversaciones sobre lo divino y lo humano en las que nuestros cuerpos, caminando por la irregular arena, se rozaban a la vez que ella, con cara de embeleso, cuando las olas batían mas fuerte, me acercaba la cabeza para asentir y escucharme mejor.

Cuando fuimos a celebrar su aprobado en septiembre, los grupos ya se estaban reencontrando de nuevo para comentar su paso a la Universidad y yo ya me había decidido ya a saltarme el Ranking esa misma tarde aprovechando la alegría de su éxito para declararle mi amor. Pero cuando entramos en la heladería, Juliana encontró a Zeus, le puso ojos amorosos, cara de Afrodita y algo avergonzada, me presentó como " El amigo más listo que conocía".

La decepción fue tan grande que hasta ayer, pasados ya los años, no la volví a ver. Ella no me vio y yo, ingeniero ya, paseaba orgulloso en mi pequeño coche nuevo con mi mujer regordeta y mi hijo cabezón, cuando la vi salir de una tienda vestida con un tejano viejo con rotos y una sencilla camiseta acompañada de un hombre bajito y desaliñado de poco pelo.

En mi alma se liberó el resentimiento y por un breve instante me invadió por completo una explosión de enorme felicidad contenida y con una sonrisa de lado a lado de la cara mi autoestima se expandió de tal manera que pensé que no iba a caber en el coche.

Duró poco ¿sabéis...?.Aquello solo duró hasta que subieron a aquel Ferrari "Testarossa", rojo pasión y con un ensordecedor rugido de motores desaparecieron en segundos por el final de la calle mientras yo, estremecido y con cara de idiota, me acordé de mi padre...

¡¡¡Puto Ranking...!!!

fin

1 comentario:

Unknown dijo...

me ha encantado...
me ha recordado mis años de instituto en el Isabel de Villena (La Malvarrosa)