viernes, 20 de julio de 2018

LA MUERTA DE LA CURVA V.2018

Lo confieso, si fue una alucinación en parte fue culpa mía; iba cansado, agotado, y además, había bebido. También iba bastante decepcionado, venía del puticlub del valle cerca de la autovía y ninguna de las muchachas había logrado levantar mi ánimo.

Putero…?, !No!, no… Pero desde hace veinte años soy el maestro de un pueblo rodeado de aldeas encaramado en lo alto de la sierra, azotado por todos los vientos y cuyo acceso es un infierno y no he perdido mi afán por el estudio ni mi vocación de que salgan menos brutos de aquel lugar, pero sí…, es verdad que me he hecho a las costumbres de sus hombres seguramente para integrarme allí y ya me gusta tomar aguardiente con ellos, risotear de sus maldades, correr en las fiestas los toros, y si…y lo digo sin culpa, tirarme de cuando en cuando a alguna putilla traviesa y alegre mientras mi cubata se calienta en una mesilla de noche. 

¿ Soltero…?,! Si!

¿ Muchachas… ?, ¿ Del pueblo….?, ! No! .

En ese pueblo solo hay jóvenes las casadas y son un hatajo de adefesios. Las chicas guapas y listas, no vuelven después de los estudios en el instituto del valle. Aquí no hay porvenir y cuando acaban allí siguen su rumbo a la ciudad con la mirada ilusionada.

A veces pienso que si la genética sigue sus leyes inexorables, en ése pueblo, a base de quedarse lo peor, se va a generar una raza nueva; una especie de "Homo Degeneratus" casi indistinguible de los hombres prehistóricos del Neanderthal.

Pero bueno, a lo nuestro…, os decía que iba cansado y algo bebido cuando comencé a ascender por la tortuosa carretera del jodido puerto cuyos enormes robles a ambos lados de la vieja calzada tocaban sus copas en las sinuosas curvas creando a veces túneles negros.

A la altura del primer bosquecillo, la bruma azulada no me dejaba apenas ver el asfalto agrietado y se colaba a retazos por las ventanillas helando mi sudor y dotando al paisaje una atmósfera céltica de bosque embrujado cuyas ramas tortuosas parecían querer agarrarme.

El ulular de algún búho vino a sorprenderme provocándome un intenso escalofrío y una sensación de desazonadora soledad que me hizo sentir vulnerable.

Cuando atravesé la nube baja y la luna llena dibujó con claridad el zigzag plateado de la carretera ascendente creí ver junto a mi derecha al pasar en uno de los giros un resplandor fugaz y una figura blanca.

Frené en seco y di marcha atrás hasta el lugar donde creí haberla visto pensando que era alguien perdido.

!No!, era una muchacha desnuda y tan bella como una virgen!, su cuerpo bajo la luz de la luna era de un blanco inmaculado y su negro cabello, sus pezones y los rizos de su pubis tenían unos reflejos violáceos que recordaban a la muerte.

Paré el motor; El silencio era total, ni los grillos se atrevían a cantar y antes de que yo hiciera intención de bajar, la muchacha, con un sigilo felino, entró en el coche y se sentó a mi lado en completo silencio y sin mirarme con un gesto de su barbilla al frente me ordenó que continuara.

!!Joderrr !!, !!Qué yuyu.!!, !!La muerta de la curva existía!!, !!La leyenda era verdad !!, !!Toda la vida burlándome de ese cuento y ahora la tenía ahí...e incluso la podía tocar !! había llevado mi mano desde el volante hasta su hombro y su tacto era real..! Si!, frío y distante, casi mágico… !! Pero real !!, tan real como pude notar cuando con su helada mano cogió la mía y la devolvió al volante junto a la otra.

Apenas dos kilómetros más adelante, con otro gesto, aquella aparición me hizo parar el coche y me indicó una pista forestal de tierra la derecha, que descendía ligeramente hasta una terraza natural que se formaba sobre el hondo y amenazante cortado donde la resonancia del río apenas llegaba desde la negrura del fondo.

Cuando paré allí, la misteriosa figura bajó del coche y sin esfuerzo alguno, trepó por la losa de granito brillante hasta pararse justo al borde y dejar bañar su silueta por la luna.

No sé aun cómo me desnudé, pero en un impulso incontrolable, la alcancé y la abracé por detrás tomando entre mis palmas sus pechos helados y sintiendo como mi miembro ya inhiesto, entraba en una gélida oquedad que se había formado en la parte baja de sus nalgas.

!Si…, la tomé allí mismo!, sobre la losa plateada por la luna tan fría como la muchacha.

Ella, se dejó hacer con suavidad pero sin un solo jadeo ni movimiento mientras sus labios finos y cárdenos permanecieron cerrados e inalterables.

Pese a mi excitación, una extravagante sensación de necrofilia pasó por mi mente.

Cuando el éxtasis me derrumbó sobre su piel de lagarto, me apartó con suavidad y levantándose, se dirigió de nuevo al coche sin ni siquiera mirar atrás. Yo la seguí perrunamente algo trastornado y tras vestirme a medias, me puse al volante y la miré: !Estaba preciosa!.

De un nuevo, un gesto silencioso suyo sin ni siquiera mirarme me indicó la entrada de una pista forestal que casi escondida por la vegetación se abría poco más adelante. Tras un corto trayecto bacheado, aquella trocha infernal nos devolvió a la carretera asfaltada no sin antes rayarme toda la pintura de los laterales del coche con los afilados arbustos de espino.

Estábamos ya algunos kilómetros más allá de donde antes habíamos abandonado la desdentada calzada.

Con nueva señal, me hizo detener y mantuve el vehículo al ronroneo del ralentí y entonces, abrió la portezuela con su mano derecha y posó su pie en el asfalto mientras puso su mano izquierda frente a mi rostro con un inequívoco ademán de bandeja.

Cuando la miré con sorpresa, habló por primera vez y con una voz extraña y gutural dijo….!! Son trrressientos eurrros…!!

!Me salió del alma…!, ! Joder!,¿ trescientos euros?

Ella me miró a los ojos y pude ver en los suyos una negrura infinita. Entonces dijo sin inmutarse: Salvarrrte la vida es grrratis…, los trrrescientos Eurrros, son por el polvo !Cabrrrón!.

Cuando me alejaba tras pagarle lo que me pidió, el alba ya clareaba y la luna llena aun brillaba semioculta tras los negros pinos en lo alto del paso, el abatimiento de haberme dejado engañar fue superior a mi cólera y mi cara no era de enfado, mi cara era la de un agotado idiota. ! Mira que dejarme engañar por una puta rumana de carretera !

Ya al mediodía, me despertó una algarabía en la plaza del pueblo. Resacoso, me asome a la ventana y pude ver como en medio del bullicio, un camión grúa traía un coche destrozado. Abrí las contraventanas y saliendo en pijama, me dirigí entre los geranios al primer vecino que pillé bajo mi balcón:

-¿Qué pasa Manolo? ¿Qué es eso…?

- ¿Eso…?. Eso es lo que queda del coche del cura.

-¿ Que le ha pasado..?

- ! Joder..! Pues que anoche Don Marcelo, el párroco, se mató en la subida del puerto. Su coche se despeñó cuando fue a caer en el barranco en el curvón que cruza el torrente. Un desprendimiento se había llevado media calzada …

!Jesús!, una sensación de inmenso alivio recorrió mi cuerpo que se quedó tembloroso. Sentí que había vuelto a nacer y creo ahora yo que ahora sé algo más que casi nadie sabe: !La certeza de que la muerta de la curva existe. !Si!, !Existe!, pero además sé…, !!Que es puta!!....

Fin

3 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Armo Alf dijo...

Pues lo he disfrutado de principio a fin,esta genial, Muy buena acuarela.