viernes, 23 de marzo de 2018

DANZARINAS

Para uno de aquí, de este lado del muro, podría resultar sorprendente por entonces, que al otro lado, en aquella Alemania Democrática, pudiera brotar algo tan precioso y sublime como una flor y menos aun, la increíble belleza de aquellas dos muchachas que surgieron como dos retoños en aquel paisaje triste gris y empobrecido, plagado de edificios ruinosos rodeados de alambradas y torretas de guardias armados que vigilaban el silencioso deambular de las oscuras gentes hasta siniestras fabricas cuyos humos color grafito, apenas podían distinguirse en el cielo plomizo. 



Pero ocurrió. Ocurrió como suceden tantas cosas inesperadas en el devenir de la existencia humana y las hermosuras de Greta y Berta brillaron como dos luceros en la noche de aquel panorama ceniciento.

No, no eran gemelas aunque pudiera parecerlo, ni siquiera hermanas, solo unas amigas de pueblos vecinos que habían coincidido en la escuela estatal de danza.

Es curioso que aunque los regímenes totalitarios y las religiones puedan cambiar las mentes y las pasiones de las gentes, con la genética no pueden y en aquel pueblo aislado, las dos muchachas habían tomado el relevo de la belleza de las mismísimas "Diosas Arias".

Greta y Berta, Berta y Greta, siempre juntas desde que en la guardería parecían dos muñequitas rubias de pelo rizado y grandes ojos turquesa cuyas caritas hacían olvidar los pobres y bastos paños que las vestían hasta que, juveniles y casi adolescentes, con sus elegantes y graciosos cuerpos lucían su belleza en los duros, disciplinados y casi marciales ejercicios de aquella escuela de ballet estatal a la manera soviética, donde la armonía de sus gestos y proporciones empalidecía y mataba de envidia al resto de alumnas porque además, su lozanía las hacía parecer siempre limpias e inmaculadas e impermeables al la suciedad y al mugre que llevaba en sí la pobreza general.

Cuando el comisariado alemán en esa especie de esquilmación de talento que la URSS perpetraba al otro lado del telón de acero exprimiendo como limones a sus repúblicas satélites para su mayor gloria, las envió a Moscú sin siquiera consultarlo a sus familias, ellas continuaron juntas, luchando y abriéndose paso aquel ambiente extraño de la escuela del teatro Bolshói inseparables y unidas por un afecto y admiración mutua que las aislaba de los demás.

Plié… demi plié…quinta posición…relevé…y fouchette…

Horas y horas, días y días, meses y meses…frente al espejo y la barra como en una nube que nadie podía traspasar en su encierro de marfil donde los demás, podrían contaminar solo con su presencia las gracias de sus arios cuerpos que jamás iban a envejecer.

Greta y Berta, Berta y Greta, no permitían que nadie, si no era la otra, tocara su cuerpo e incluso, como si el tacto fuera a ajar su piel de melocotón, solo contactaban entre ellas cuando debían ayudarse en los dolorosos trances de forzar su flexibilidad para alcanzar esas asombrosas y antinaturales aperturas que les permitían golpear con su vulva en suelo con las piernas completamente abiertas o llevar sus graciosos pies a un palmo por encima de sus estirados tocados de moño.

Primera posición..relevé…arabesque desde la quinta…jetté coupé…

Solo el agotamiento finalizaba la jornada para llevarlas al sueño.

Pero ambas supieron pronto que su destino no era el de "Etoile" o primera bailarina, que no serían ni una Paulova ni una Maya Plietéskaya porque para ello, se precisaba la desproporción y la anormalidad de cuerpos pequeños y morenos desequilibradamente colmados de músculos finos y fibrosos que les facultaran para volar como pajarillos y que la perfección de la belleza sensual que ellas poseían por naturaleza no se lo iba a permitir.

Cuando los coreógrafos fueron conscientes de su atractivo para el espectador, la hermosura, la elegancia y la gran técnica de Greta y Berta, las llevaron a los niveles superiores de la compañía donde dotaban a sus glamurosas representaciones de tal luminosidad, encanto visual y sutil sensación de celestial perfección que Degas debía revolverse con frustración en su tumba por no poderlas pintar.

Alcanzadas sus ambiciones, los insaciables e inquietos cerebros femeninos de ambas, comenzaron a mirar a su alrededor buscando otros anhelos y estímulos y se dieron cuenta de que en la vida, también en la de una diosa Valquiria, era necesario el amor y dado que no vieron ningún Sigfrido a su altura entre tanto Boris y Serguei, pensaron en descubrir la pasión en lesbia y una tarde de ensayo aquellas danzarinas bailaron la danza de los espejos, que habían ideado solo para ellas en la que evolucionaban desnudas y sensuales una frente a la otra, realizando provocadores movimientos eróticos a la oriental pero de una manera tan inversa y sincrónica que daban así la sensación de ser una danzante sola mirándose al espejo.

Docenas de veces habían practicado la danza de los espejos sin otro pensamiento que el técnico, pero en ésta ocasión y tácitamente, dejaron su imaginación libre de excitarse mutuamente, dieron libertad a sus impulsos y fueron tocándose suavemente al principio para bailar después enérgicamente abrazadas frotándose lascivamente los cuerpos para acabar, con los últimos compases, como pulpos sudorosos y enredados en el suelo de tarima gimiendo de placer en una "tijera" imposible.

Aquello, fue maravilloso y fantástico, pero….no funcionó.

Tras el formidable orgasmo, las dos fueron conscientes de que no era lo que anhelaban. Greta y Berta se parecían tanto que aquel erótico episodio no dejó de ser para ellas mas que una teatral masturbación a sí mismas. Eran las mejores amigas del mundo, si, pero no sentían la homosexualidad y aquello les dejó las cosas tan claras que decidieron olvidarlo y seguir con sus rutinas…

Primera posición.. Plié relevé…arabesque desde la tercera…jetté coupé… … demi plié y fouchette …quinta posición…relevé…

Greta fue la primera en descubrir a Marcus. Un primer bailarin también de origen germánico de los no necesitaba de desequilibrios físicos para manifestar todo su poder y podía lucir toda la perfección de su musculoso y dorado cuerpo nórdico, de sus ojazos verdes y de su melena rubia de príncipe de cuento.

El olor que Greta percibió de las desnudas axilas de Marcus ensayando un "Pas a Deux" en el "Lago de los cisnes", le produjo una extraña contracción en su vientre que le hizo sentirse transportada por aquellas notas de Tchaikosky, pero aquello no fue nada comparado con el estremecimiento que sintió al final de un " Promenade" de Prokopief, cuando su muslo fué a rozar inadvertidamente con el voluminoso "paquete" que descaradamente marcado por sus mallas blancas aquel hombre de Dios llevaba entre las piernas e incluso esto, fue menos aún que la vergüenza que tuvo que pasar Greta cuando en una atrevida "Pirouete" quedó evolucionando en lo alto con el antebrazo de aquel coloso sosteniéndola como una pluma por su entrepierna y sintió en ese delicado lugar un calor tan abrasador que bajó al suelo con las bragas mojadas.

Cuando más tarde Greta azorada, le refirió a Berta el episodio, solo consiguió de ella esa reacción tan normal entre las mejores amigas de prendarse del mismo hombre.

Durante meses, acudieron casi babeantes a los ensayos diarios de la compañía con la esperanza de que la primera bailarina se agotara o se lesionara y ellas pudieran substituirla y poder así rozar la piel de aquel Dios.

No, no disputaron nunca, ellas nunca lo hacían, eran demasiado amigas y habían pactado conquistarlo juntas para disfrutarlo las dos y para ello, sus intrigantes mentes femeninas habían desarrollado un plan infalible.

Una tarde invitaron a Marcus a contemplar en la soledad de su estudio su lujuriosa y rijosa danza de los espejos, con la excusa de oír su opinión técnica y ver si se podía convertir en una pieza a "trois".

Marcus, también desnudo por si tenía que intervenir en la coreografía, estaba con una copa de champan en la mano sentado en el suelo con el educado fin de no dejar colgando su molesto instrumento y las observaba sin quitar un ojo ni un segundo de la sexualidad de sus poses provocadoras y libres y la tensión erótica de sus caras cuando al unísono sacaban sus lenguas en punta como serpientes libidinosas.

Mientras Greta y Berta bailaban, se miraban sonrientes y excitadas observando de reojo como mientras la música oriental iba en crescendo, el hombre cada vez parecía mas inquieto, entusiasmado y congestionado.

Cuando acabaron y quedaron las dos exhaustas en pié, oyeron el solitario aplauso entusiasta de Marcus que dejando la copa vacía en el suelo, se había levantado ágilmente y se dirigía sonriente hacia ellas.

Marcus abrazó vigorosamente a ambas a la vez estrechándolas así desnudas contra su pecho y mirándolas entusiasmado les dijo:

! Maravilloso…¡ !Sublime…! !Sois perfectas…! ¿ No tendréis algún hermanito como vosotras para mi…?

Greta y Berta se miraron y supieron la una en la otra lo que supone la cara de gilipolla de una "Diosa Aria".

Mientras se vestían desilusionadas y decepcionadas tras la marcha de Marcus, Berta le dijo a Greta en un murmullo:

Creo que tendremos que bajar a Italia a buscar una compañía de ballet con bailarines mas morenos y latinos…

-Pues si…, porque a éste paso..., veo nuestra belleza aria camino de la extinción....le contesto Greta con voz abatida…

Fin

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...
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