viernes, 6 de julio de 2018

EL MODERNO PENSADOR


A Don Fulgencio, reputado escritor y columnista, siempre le venían las mejores ideas mientras defecaba sentado en el inodoro.

Su astuto cuerpo desarrolló la costumbre de levantarse de la cama antes del amanecer para evitar la tremenda competencia familiar entre sus dos presumidas hijas por el espejo del único baño de la casa.


Cuando, precedida de gritos e insultos, ya al amanecer comenzaba aquella desagradable batalla en medio de maquillajes, rímeles y pintalabios entre aquellas dos fieras en bragas y sostén o cualesquiera que fueren las minimalistas piezas que ahora se llevaran para tapar las vergüenzas, Fulgencio, "Ful" para sus amigos e "Idiota" para su esposa, escuchaba tranquilo y complacido la bronca filial desde su despacho, mientras en su mente seguía desarrollando las inspiraciones obtenidas tras su matutina cagada sin que jamás intentara intervenir y poner paz en aquellas disputas, lo que demostraba que, "Ful", era mucho menos idiota de lo que su mujer creía y que su bobalicona actitud domiciliaria que contrastaba con la agudeza y fino sentido del humor que mostraba su tertulia literaria de todas las noches en el café, no era más que una defensa para que lo dejaran escribir en paz algún rato.

La señal inequívoca para coger la pluma y comenzar a arañar el papel con oraciones, frases y muchos, pero que muchos tachones, se producía siempre cuando los gritos y recriminaciones a propósito de la propiedad de alguna prenda de ropa, acompañados de un desbocado taconeo tipo estampida de caballos, se iba alejando primero por el pasillo, luego por el rellano de la escalera, se aminoraba con portazo de la puerta de la casa, se amortiguaba con el cierre del ascensor y por último, se perdía hueco abajo como se apaga el eco en un valle de montaña, dando paso así a la percepción desde el dormitorio, de los espantosos ronquidos de su mujer, que hasta ese momento habían sido ocultados en segundo plano acústico por el importante barullo.

Pero para "Ful"…, aquellos ronquidos eran música celestial anunciadora de venideras y fecundas horas de paz y sosiego hasta el despertar del malhumorado "Monstruo de los rulos y el batín a cuadros", que tal vez no se pudieran repetir a lo largo del día, a no ser que con alguna peregrina excusa, lograra escaquearse después de comer hasta la biblioteca municipal.

-! Cuando me den el Nobel!, pensaba Fulgencio fantaseando en instantes como ese, ! Comprare una casa grande en el campo con un jardín a la antigua y varios baños, cada uno en una punta de la casa, justo para dejar en éste puto piso a ésa colección de tábanos zumbones, que además de no dejarme escribir a gusto, minusvaloran mi obra y jamás leen nada de lo que escribo siendo suficiente para ellas que el dinero llegue a fin de mes.

Y es que, como decía no sé quién…,! Nadie es rey para su ayuda de cámara!.

Pero volvamos al principio amigos…, e imaginemos a Don Fulgencio creando, es decir…, creando "una mierda", claro, con el torso desnudo, los pantalones del pijama en los tobillos, la libreta y el lápiz sobre el lavabo, y adoptando una postura que, mano en barbilla y codo en rodilla, nos podría recordar al famoso "Pensador de Rodin", llenando su cabeza de las ingeniosas ideas que van brotando de los vaporosos olores fecales como pequeñas "Ave-Fénix" que, surgiendo de la taza, huyeran aprensivas antes de morir gaseadas.

Si…, Fulgencio pensaba que, de algún extraño modo, su cuerpo le premiaba agradecido de así por expulsar eficientemente sus desechos tóxicos y que sus musas, las más anósmicas del parnaso, acudían como las moscas a la fétida llamada matinal, como las germánicas musas arias y rubias de Hegel, Kant, Goethe ,Schopenhauer, Wagner o Beethoven, acudían a buscarlos al ocaso del día a las mesas de tablones gruesos de las tascas alemanas con sus agudos tejados y sus oscuros maderos cruzados en las fachadas blancas de cal al estilo de las casas de los cuentos de los hermanos Grimm, para en sus cuadrados cerebros, sublimar en la más gloriosa esencia de la filosofía, la música o la literatura, las desproporcionadas cantidades de salchichas cocidas, tocinos de Sajonia y chucrut agrio que los ínclitos personajes lograban trasegar mediante auténticos ríos espumosos de cerveza rubia entre eructos sonoros y meadas cantarinas,

Por no hablar, seguía pensando Fulgencio, de las calurosas y noctámbulas musas del serio Balzac al que solo le inspiraban su célebre Comedia Humana, cuando a la mortecina luz de una vela y hasta en pleno invierno, metía los pies en un cubo agua helada.

Y es que entre las musas, incluidas las mas putonas, debía haber el mismo cúmulo de rarezas, vicios, golferías y santidades que entre el personal ordinario que pateamos las calles, porque si no, nadie podría explicar los versos del gran Rubén Darío cuyas cirróticas musas lograban trasladar hasta su cerebro legiones de glóbulos rojos completamente borrachos nadando en el ron que saturaba la sangre del nicaragüense, para destilarlos en la más inigualable y excelsa belleza.

Bueno, yo…., seguía Fulgencio dándole vueltas al magín, más humilde y modesto, tengo por lo menos la suerte de no necesitar nada que me suba el colesterol, me haga el hígado foigras o coja una pulmonía, yo voy bien aviado con tener un poco de papel higiénico a mano.

La verdad, es que "Ful" en el fondo y salvo cuando "cagaba" ,con perdon ,claro, era un poco ingenuo respecto a las mujeres, porque en cuanto el malhumorado "Monstruo de los rulos y el batín a cuadros", percibió en él un atisbo de cierto bienestar que le iba aumentando la autoestima y pensó que de seguir así se le podía escapar a su férreo control, con la excusa de la "nueva gastronomía", le hizo para comer un plato, le dijo vegano, a base de arroz con cáscara, bananas a porrillo y ciertas yerbas orientales que mezcló ladinamente con media caja de anti diarreicos y que produjo en el intestino de "Ful" tal tapón, que el pobre hombre anduvo varias semanas hinchado, pertinazmente estreñido, con la mente en blanco, sin escribir una puta línea y lleno de caspa como inesperado efecto secundario.

No hubo ni una queja…No… Don Fulgencio no dijo ni una palabra del tema…estaba acostumbrado….!Pero os aseguro que el "Idiota" de Don Fulgencio…!! Entendió el aviso !!.

Fin.

1 comentario:

Unknown dijo...
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