viernes, 23 de septiembre de 2016

LOS FASCINANTES PAPELES DEL CLUB DE LA CAZALLA

La Cazalla, ese aguardiente ancestral, esa especie de anisado seco y potente que se bebe con agua, esa bebida pasada de moda que con un nombre u otro se ha bebido desde el tiempo de griegos y romanos por toda la ribera del mar mediterráneo, fue y sigue siendo el motivo o la excusa por el que se vertebraba esta extraña y secreta sociedad. 

Nadie queda ya para contar como se creó el club de la Cazalla y su extravagante funcionamiento mediante compromiso oral entre caballeros, hace imposible de todo punto fijar su origen mas allá de la memoria de sus actuales miembros, pero este club..existe!.  !existe si!, y aún lo hace con la discreción y confidencialidad de una logia masónica,  

¿Archivos…. ? !No!... No Amigos, ! Allí no existen papeles como tal !, incluso estaban  prohibidos tácitamente porque lo que allí se habla, debe quedar allí.



Los Papeles de la Cazalla, son fascinantes pero en realidad , no son más que un par de cientos de servilletas de papel casi ininteligibles, escritas por mí a vuelapluma cuando en los años cuarenta trabajé de camarero un par de años en aquel antro y junto a ellos,  guarde también una fotografía antigua y descolorida que debí rescatar de algún cajón polvoriento y cuyos protagonistas anónimos por aquel entonces ya nadie recordaba

!Si amigos...! En aquel local situado de los bajos de un antiguo y desconchado edificio siempre pintado de azul, se reunía el Club de la Cazalla que bajo ese ordinario nombre, atesoraba la mayor cantidad imaginable de talento y sabiduría por metro cuadrado del país, porque la única y básica condición para pertenecer al club de la cazalla, era haber sido un brillante intelectual, retirado, jubilado o inactivo y apartado ya de la fama y el prestigio tragado por el injusto olvido social y venir avalado por tres de sus miembros activos.

 A veces, la espera para ingresar en el ese contubernio se hacía larga, ya que al igual que en la academia de la Lengua Española, únicamente se podía acceder al club cuando el fallecimiento de uno de su veintena de miembros dejaba alguna vacante.

 Cuando yo trabajaba allí 
en aquel tiempo, entre aquellas cuatro paredes, salvo la mía, no había cabeza alguna sin calvas o sin canas ni ningún rostro que no estuviera arrugado como una pasa. Pero....no era un club de jubilados al uso…!No!. allí sus miembros no se reunían  para jugar al dominó o a las cartas o a tomar café y hablar de deportes o mujeres…! No!, aquellos viejos cabroncetes se reunían para sentir la libertad de hacer lo que les salía de los cojones (con perdón), cosa que en sus encorsetadas y vidas activas no habían podido hacer nunca, presos por la consecuencia de su personaje o el rol que habían tenido que representar.

El único y fundamental estatuto aparte de mantener en secreto la naturaleza del club, era que uno podía hacer lo que le viniera en gana siempre que no se jodiera a nadie, lo que no resultaba difícil dada la enorme tolerancia que mostraban unos con otros porque...., !Amigos...! ,allí me di cuenta de que las personas verdaderamente grandes e inteligentes, eran increíblemente tolerantes y respetuosas con las ideas de los demás por descabelladas que pudieran parecer y más si esas ideas eran originales e ingeniosas. 


Si, alrededor de la Cazalla, el tabaco, las mesas llenas de ceniceros desbordados y vasos a medio llenar, aquellos hombres de vuelta del éxito o la fortuna, se reían sin empacho de lo nimio y lo falaz que había sido todo aquello a lo que habían dedicado sus esfuerzos, lo poco felices que se les había permitido ser en realidad y la cantidad de cosas básicas y realmente importantes que habían dejado de hacer cuando aún podían. 


En el club de la Cazalla, estaban inecesariamente prohibidas las discusiones, los acaloramientos y cualquier tipo de actitud agresiva o violenta y todo debía solucionarse con el sentido del humor, porque el sentido del humor…. fuera borde, socarrón, irónico o inteligente y fino, era junto a la cazalla, otro gran pilar del club y allí no se permitía la presencia de alguien que careciera de él.

Aquellos hombres como uno solo, habían decidido afrontar su declive sin privarse de nada lo que les pudiera apetecer o hacer y así, se les permitía ir desaliñados, sin afeitar, con manchas en la camisa, rascarse los cojones sin disimulo alguno e incluso eructar sonoramente, cosa que no habrían podido permitir jamás en publico.

Yo que siempre he sido avispado observé que, con los primeros vapores del alcohol, del que 
para no salir del club haciendo eses, podían beber todo el que pudieran soportar sin dar signos evidentes de ebriedad, surgían en las tertulias increíbles pensamientos, teorías, enfoques y creencias verdaderamente brillantes y exclusivos que habían sido cocinados a lo largo de la vida por las experiencias de sus excéntricos miembros.

Fingiendo fregar los vasos sucios, 
era entonces cuando aprovechando la desinhibición de aquellas mentes fascinantes yo, como un ratón oportunista, garrapateaba con disimulo pequeñas notas en las servilletas, captando ideas y pensamientos geniales sobre todos los ámbitos de la vida y de la muerte y ahora confieso con descaro, que esos humildes papelillos, además de hacerme un hombre sabio, fueron siempre la inspiración para toda mi obra literaria. Y es que… ! he sido un autentico ladrón! . Un ladrón que se apropió de las ideas, opiniones y filosofías que allí escuchaba.

Es verdad que tengo talento... !si!, pero entonces aun me faltaba el bagaje de la experiencia, de los años, de la cultura y del sentido del humor, desperdiciados en aquel lugar por una sociedad que confunde lo viejo con lo superado.

Así pues, cuando lo dejé, me dediqué a robar descaradamente a las ideas y pensamientos 
que allí fluían de las brillantes mentes del Club de la Cazalla  y que luego la sociedad sabía escuchar de mi pluma por que aparentemente parecían proceder de la cosecha de una persona joven y progresista.

En mi descarga tengo, que de no haberlas puesto yo en blanco y negro, se hubieran perdido como se pierden las hojas secas que se lleva el viento porque…! Amigos !...Si cualquiera se hace sabio con los años, imaginaos que sabio se hace el que como aquellos hombres ya había nacido sabio...

Cuando al final de la tarde  los vapores etílicos iban alcanzando mas consistenciacomenzaba a veces una divertida terapia y como liberación de ataduras de su espíritu, como yo lo estoy haciendo con esta memoria, aquellos hombres manifestaban verdaderos reconocimientos de culpas, que guardaban en los rincones secretos sus almas. Secretos íntimos que como confesiones catárquicas se exponían en voz alta y gesto digno entre guasas y paradojas, con la seguridad de que nada saldría de allí. 

Así...., el catedrático de Filosofía manifestaba lo inútil y falso de la metafísica que llevaba toda la vida enseñando. El gran pintor abstracto reconocía que no sabía aun porqué se habían vendido a precios astronómicos las patrañas que pintaba casi al azar. El profesor de Psicología admitía sin empacho que solo le había gustado enseñar dicha disciplina por lo mucho que le había permitido  follar con las alumnas una vez que lograba liberar sus mentes de prejuicios.. y el matemático, tocándose la pajarita a lo anglosajón y sin perder la compostura ,contaba flemáticamente y sin reparo alguno, que el único teorema que había inventado y que llevaba su nombre, se lo había plagiado a un aventajado alumno alemán cuando su país perdió la guerra.

Otro de los pilares básicos del club, 
era la rebeldía, Si.., aquellos inteligentes abueletes ,con la impostura que les daba su edadse rebelaban como adolescentes ante todo aquello que les jodía en la vida cotidiana  y  era esa rebeldía, lo lograba cohesionar al grupo frente a los ataques del exterior. De hecho, entre los miembros, había un pacto tácito de no hablar de achaques y dolores, de no profundizar en problemas familiares prolijos, de no hacer caso alguno de las recomendaciones de los médicos ni de las medicaciones que les prescribían, ni de las agobiantes presiones a las que parientes y allegados les sometían por su propio bien. 

La administración de aquel antro de divinos pirados, siempre recaía en el miembro de mas edad que mantuviera la mente clara. Del Club de la Cazalla se salía solo con la muerte,con los pies por delante como decía algún socarrón. Pero con todo, el respeto por los miembros muertos era tal, que todos los dos de noviembre, el día después de todos los santos, los cofrades se repartían por todos los cementerios de la localidad para honrar a los miembros difuntos rociando sus tumbas y lápidas con una botella de cazalla a la que se le acoplaba un mecanismo difusor  como si de un insecticida se tratara, mientras musitaban sin parar palabras incoherentes a modo de oración, porque en realidad casi todos eran ateos y apenas se acordaban de rezar.

Ahora... Soy mayor, bueno.... si no fuera políticamente incorrecto en esta hipócrita sociedad actual que cuida tanto el lenguaje para no herir la sensibilidad de los desgraciados como descuida su socorro, diría que soy viejo…un viejo de cojones vamos…

Y…!Sí! , se podría decir que he triunfado en lo mío; desde aquellos reportajes de periodista novel, poco mas que el chico de los cafés en el periodiquillo vespertino , hasta mi última obra ganadora del premio Príncipe, una larga lista de libros de ensayo y novelas de éxito y premios literarios me encumbró a la fama y al sillón de la academia de las lengua.


Y… !Si también!...., ! Lo habéis adivinado...!, ahora en mi declive soy el administrador de este extravagante lugar, es decir, el más anciano, y os tengo que decir, que ya me puedo morir tranquilo porque para mí, mi verdadero éxito en la vida no ha sido mi obra, ha sido poder ser miembro de este club al que siempre deseé pertenecer y del que de bien joven conocí y me aproveché sus secretos .

Como todos hacemos aquí ya he confesado mi culpa y ya he sido absuelto por los demás,  cuando me toque…, subiré limpio a hasta ese cielo en el que no creo y estoy seguro que allí me encontraré a mis compañeros tan libres de sus culpas como yo recostados mullidamente en unas hermosas nubes como las que  nuestra Cazalla hace cuando se diluye en el agua helada.





2 comentarios:

Amon-Ra-Net dijo...

En torno a una mesa, con sus pertinentes bebidas espirituosas y viandas complementarias, se han elaborado las más profundas teorías metafísicas y filosóficas de nuestra historia. En "El banquete" Platón nos presenta a través de los discursos de los presentes, la naturaleza caleidoscópica del Amor; en torno a otra mesa San Jesús inauguró la misa dominical y el cómo irse sin pagar del restaurante (Judas se fué con la bolsa antes de finalizar los postres) y llevarse cálices (tres que se sepa) y puede que alguna cucharilla de plata según lenguas masonazas. En ambas el narrador es un simple observador o camarero cotilla, que a consta de su divulgación alcanzó los primeros best sellers de la Historia. La cazalla es en nuestro caso el catalizador que hace fermentar las reflexiones y pensamientos de los asistentes.
La pintura es preciosa, aunque con el juego de grises no se percibe la luz y color que irradian los pensamientos profundos de los tertulianos.
Música: Verdi, primer acto de "La traviata" (Alfredo, Violeta y coro: Libiamo ne' lieti calici — «Brindis»).

Francisco Ballester Monfort dijo...

FANTASTICO COMO SIEMPRE AMÓN RA. Y CAPTADO EN TODA SU PROFUNDIDAD. GRACIAS TUS COMENTARIOS YA FORMAN PARTE DE LA OBRA.