viernes, 2 de febrero de 2018

FORTUNATO (QUE MALA SUERTE) VERSIÓN 2018

Me llamo Forunato. Está todo muy oscuro, y aun no han encontrado mi cuerpo. La verdad es que está hecho un "Cristo" y no creo que me quede entero ni un solo hueso.

Sé con certeza que estoy muerto, si, pero creo que antes de que mi alma termine de escapar, podré contaros mi historia....

Os juro que jamás pensé que tendría que buscar un psiquiatra, pero la situación se me fue de las manos y el amor por mi familia y mi ya angustiosa soledad, me empujó a buscar ayuda terapéutica porque el problema me desbordaba por momentos.

Pensareis que un Doctor en Física, científico reputado con una mente fría en el plano racional no puede ser además a la vez tremendamente supersticioso porque es una contradicción tan grande, que parece imposible.

Pero para la mente humana no hay nada imposible. En realidad, en mi cabeza nunca hubo lucha alguna, siempre conseguí que mis aspectos mas contrapuestos convivieran en mi mente sin confrontación y sin choques, dejándose pasar unos a otros alternativa y caballerosamente como los dientes de una cremallera al cerrarse.

El problema no surgió de la contradicción, sino de mi relaciones afectivas. Mi lado irracional fue creciendo y la obsesión de una muerte cercana por infortunio fue llenando mi vida de tantos ritos, sortilegios, conjuros y contrahechizos que las personas de mi entorno fueron dejado de soportarme. Primero fueron mi esposa y mis hijos, luego y tras el divorcio, me abandonaron  un par de relaciones amorosas, y por último, fueron mis mejores amigos los que comenzaron a huirme .

Al final, la desesperación y el tremendo vacío que produce la soledad y el miedo a la muerte solitaria me llevaron un día a buscar ayuda profesional.

Cuando entré a su consulta y me hizo sentar en un sillón frente a ella, me pareció que el hecho de que la doctora fuera de un pelirrojo encendido, no presagiaba nada bueno.

También me inquietó ligeramente que el diploma enmarcado que tenía colgado a su espalda sobre su cabeza, estuviera sensiblemente escorado a la izquierda, pero fue cuando sentado frente a ella percibí que la Dra. Doña Rutilia bizqueaba ostensiblemente y que cuando se dirigía a mi parecía hablarle a la vacía silla de mi lado y fue entonces digo, a raíz de esto, cuando mi corazón se desbocó, comencé a sudar y disimuladamente tuve que meter mi mano, con los dedos cruzados, en el bolsillo de mi americana, buscando nerviosamente tocar el trocito de madera de Tejo (el árbol protector de los druidas celtas) que siempre llevo conmigo.

Temblándome la voz, que apenas conseguía hacer salir de por mi garganta, le expuse a Doña Rutilia mi caso durante casi dos horas con la ayuda de sus incisivas preguntas.

- Fortunaaaato, su probleeema se trata clarameeeeente de una fobia obsesiiiiva infantil. concluyó la Dra. Doña Rutilia escapándosele un fuerte acento argentino y luego continuó tratando de disimular su acento:

-Es probable que el hecho de ser criado en su primera infancia por su ignorante abuela gallega en aquella aislada aldea, troquelara su personalidad mas profunda, añadió.

-¿ Cree Vd.eso Doctora…?, entonces la solución debe ser complicada ..¿ No?.

- !Que vaaaaaaa! dijo Rutilia, escapándosele de nuevo el acento porteño, la solución en realidad es muy simple, pero requerirá, por lo menos al principio, de valentía y paciencia por su parte.

- Doctora, Vd. me está asustando…

- Tranquilo Fortunato, se trata simplemente de "descondicionar" su mente, es decir desprogramarla , para que no responda con una reacción de pánico a determinados signos neutros, que Vd. Fortunato, percibe como negativos y amenazantes desde su niñez
y ahora que tenemos ya un diagnostico, la terapia necesitara de todo su valor y entereza para afrontar los hechos que le atemorizan.

Nos enfrentaremos a diario con sus temores y llevaremos un cuaderno de registro resultados de estas acciones, hasta que a Vd. mismo, Fortunato, se le haga patente que la suerte no puede ser manejada ni a favor ni en contra , atrayéndola o evitándola con objetos o sortilegios.

!Craaaaaás!. Allí mismo, me hizo romper con un pisapapeles el pequeño espejo de aseo que llevaba en su bolso.

-¿Se ha caído el mundo?, me preguntó cuando yo aún tenía los ojos cerrados.

-¿Se nos ha desplomado el techo? añadió con énfasis.

-¿Se ha desatado una la tormenta de rayos? continuó con seguridad.

Luego, derramamos un salero en el centro de la mesa de su despacho de roble, me acompañó a tirar desde el puente metálico todos los amuletos, incluso los del mal de ojo.

Cuando lancé mi preciado "ojo azul de turquesa" del gran bazar de Estambul, que siempre llevaba discretamente en la muñeca , me sentí desnudo e indefenso como si algo de mi ser, se fuera con él al agua.

Doña Rutilia, no tardó en hacerme pasar bajo la monstruosa escalera mecánica de la terminal del transbordador y luego me guió hasta una la tienda de animales al otro lado de la bahía y cruzamos siete veces frente a la jaula de los gatos negros, que al mirarnos aviesamente con sus ojos amarillos deseándonos lo peor, me dejaron temblando de terror con el corazón encogido y alma helada.

-! Fortunato ! dijo la doctora
-!! Déjese de temblores y vaya Vd. anotando todo en su cuaderno !, verá Vd. como mañana al despertar, nada en su vida , va a ser mejor ni peor.

Cuando llegué a mi casa sobrecogido y acojonado y siguiendo las detalladas instrucciones de la psicoterapéuta, descolgué la herradura y la bolsa de sal de detrás de la puerta, deje mi sombrero sobre la cama y a falta de paraguas, abrí una pequeña sombrilla lila en el cuarto de planchar. Retiré los cactus de las ventanas, dejando la entrada libre al " mal fario" y tiré a la basura los cuatro gatos chinos de plástico dorado que moviendo al unísono sus patas derechas impedían al mal entrar en mi casa y por último, agotado y destemplado y en espera de lo peor, me metí en la cama con puñado de sedantes en mi estómago.

Efectivamente, cómo la psicóloga había predicho no ocurrió nada y la mañana del día siguiente se presentó placida y soleada. Cauteloso, me levanté y repetí, esta vez a solas, el programa de desprogramación. Me costó algo menos que el día anterior y así seguí día tras día durante los veintiún días recomendados para dejar cualquier adicción.

La verdad es que tras las tres semanas de terapia, las cosas habían ido mejorando progresivamente y me sentía mejor y menos angustiado

Cuando hoy, precisamente martes y trece he vuelto a la consulta de la doctora para evaluar la "desprogramación" según lo previsto, estaba muy contento y orgulloso de mi mismo y verdaderamente agradecido a doña Rutília por que mis temores de una muerte próxima por infortunio por fin se habían evaporado.

-¿ Rutilia...? ¿ Psiquiatra....? ¿Doctora... ? ¿Argentina.....? me ha dicho el conserje del edificio cuando le he pedido que me diera acceso..

-¿Qué no hay una Dra. Doña Rutilia en el sexto....?, ¿ Que nunca la ha habido....? Que yo me habré equivocado de Edificio…? ¿ Que aquí no hay ninguna mujer pelirroja y bizca…?

El portero negro bajo su gorra de plato y su abotonado gabán ha seguido negado con vehemencia la existencia de Rutilia hasta que harto ya de mi insistencia me ha dicho:

- !Suba Vd. mismo y compruébelo!, pero le he de advertir que el ascensor está averiado.

En pocos instantes, me he plantado jadeando en el rellano del sexto piso y me he dado cuenta de triste la verdad, !

Todo había sido un sueño…una alucinación…,!Me había vuelto loco!.

Deprimido, las fuerzas me han abandonado y después de llorar amargamente me he quedado dormido en los escalones. Si, ha sido una hora más tarde cuando por fin he podido reunir fuerzas para bajar y tras la puerta del ascensor averiado, la negrura del vacío de su hueco, se me ha tragado.

Un solo un pensamiento me ha acompañado mientras caía en el negro abismo; !! Martes y trece !!  !! Fortunato, Que Mala Suerteeeeeee!!!

Fin