jueves, 20 de diciembre de 2018

LA SEÑAL V 2018 ( CUENTO DE NAVIDAD)


Cuando me senté en aquél horrible trineo de cartón y vi que media docena de renos de plástico de tamaño casi natural me enseñaban descaradamente sus culos con sus ridículos rabitos blancos apuntando al techo, fue cuando me hice la pregunta…



!No!, No me la hice al levantarme de noche aun de la cama …creo que la resaca no me dejó…Tampoco cuando me vestí con aquellas ropas que me habían proporcionado en el centro comercial que y olían a mil sudores…!No!, Ni siquiera cuando me vi reflejado en la luna de aquel enorme escaparate mientras cruzaba la calle como un enorme tonel rojo andante.. 

La pregunta me la hice cuando me senté y aun jadeaba por el esfuerzo que había tenido que hacer para entrar en aquella cosa mientras una barba blanca y espesa que apenas me dejaba ver me impedía la respiración. En la megafonía sonaba sin parar el gingle bells . Acababa de subir a la sección de juguetes del tercer piso mientras todas las miradas se centraban en mí :! Un Papa Noel que subía por las escaleras mecánicas como un cliente mas !..   


Fue entonces, al sentarme digo…cuando en voz alta pero amortiguada por el barbón me oí decir:

¿ Como ha permitido Dios..que a mis 65 años yo haya acabado aquí ?.

La respuesta llegó a mi cerebro casi a la vez que me hacía la pregunta… Creo que Dios me quiere llevar al límite.Creo que aun me ama y solo quiere que toque fondo para que, dejando el alcohol en el fango oscuro del pozo, solo me quede una dirección en la que nadar…! Hacia arriba !

Soy católico, de navidad recogida…de figuritas de Belén…de villancicos y de reyes magos, y a pesar de que me he convertido en un puto borrachín, creo en Dios y por eso llevo peor este horror en que se ha convertido ahora la navidad: 

Una fiesta pagana de consumo y excesos empleando como excusa el nacimiento de Jesús, pero bajo el ídolo de ese ridículo obeso de Papa Noel rubicundo que es una especie de payaso anglosajón y cuyo ingles cerrado no deben entender ni sus renos porque en vez de lengua tiene una tarjeta de crédito.

A veces pienso que esos norteamericanos protestantes que no se confiesan ni hacen penitencia, nos la hacen hacer a los demás cristianos enviándonos cada navidad sus extravagantes costumbres de llenar las fachadas y los árboles de luces, ver un puñado de películas lacrimógenas llenas de calles nevadas y milagros de opereta, que nos hagan pensar que por éstas fechas, aún nos queda algo bueno muy en el fondo de nuestras renegridas almas.

! Si !, ! Estoy aquí por el Alcohol !... Mientras todo me fue bien en la vida yo era una persona normal, con su trabajo y su familia. Pero Dios me había hecho vulnerable a los demás, y cuando mi vida se torció por la salud y perdí el trabajo, todo se me derrumbó y no pude soportar como las actitudes de todos ante lo que consideraban un fracaso, me herían y me destrozaban la autoestima, que es la esencia de la dignidad de un hombre, hundiéndome tanto que incluso pensé en quitarme la vida mientras nadie, ni siquiera en navidad, trató de ayudarme. Era mas fácil pensar que era un borracho vicioso.

Cuando Dios me envió al Amigo Alcohol y me abracé a él sin culpa, hice de la taberna mi casa y mi refugio.

Si, el alcohol es un raro amigo al que le tengo aprecio porque que me ha permitido sobrevivir 
 y es verdad que autodestruye, pero te destruyes tú mismo, que con mucho, es mucho menos doloroso que permitir que te destruyan los demás con su desprecio y su desdén. 

!Si!, yo le doy las gracias....mi amigo "el graduado" como yo lo llamo con sorna, cuando me cito con él ya al amanecer. El sabe destruirme igual los demás, pero tiene el buen gesto de hacerlo sin humillarme, aliviando mi pesada carga con algún espejismo de realidad y yo le doy las gracias como se le dan al médico que te ayuda a bien morir.

Ahora... solitario y abandonado como un leproso solo espero una señal de Dios …, un camino que me separe de mi amigo embotellado, porque si me lo envió para resistir, ahora, me gustaría creer que me debe tener algo mejor reservado para llegar al final de mi vida con un poco de dignidad y aun espero su señal.

El griterío de los niños que habían formado una enorme cola para pasar de uno en uno por mis rodillas para pedirme sus deseos, me sacó de mis oscuros pensamientos y me devolvió a la realidad. Miré a la chavalería, era una masa multicolor de gorros bufandas abrigos y guantes en la que, como un baile de luciérnagas, moviéndose sin parar, se veían cientos de ojitos brillantes e ilusionados.

Suspiré..., e intenté cargarme de paciencia para atenderlos como se merecían porque esos chavales, no tenían la culpa de nada.

Uno a uno, fueron pasando por mis rodillas, hoy me había abstenido de beber para no ofenderlos con mi aliento de borracho viejo y ellos, me fueron explicando expresiva y exageradamente su pequeño e inflado curriculum de buen comportamiento y los grandes méritos alcanzados a lo largo del año…Luego, pedían los juguetes…bueno..., mas bien una sarta de modelos y especificaciones técnicas que a veces llevaban apuntadas con su letra infantil, pidiéndome atención para que no me equivocara y no les trajera ese otro modelo que era parecido pero que no llevaba tal o cual cosa….

Al final de la tarde, poco antes de cerrar el establecimiento y cuando ya estaba agotado y algo inquieto echando de menos un copazo de aguardiente, dirigí mi mirada la cola y vi que solo quedaba un pequeño de unos cuatro años sucio y despeinado. De su naricilla salía una estela de mocos secos y su delgadez agitanada hacía que sus ojos de cervatillo le ocuparan media cara. Definitivamente sus rasgos parecían claramente magrebíes.

A una indicación mía, el "pequeño morito" vino hacia mí con la duda en la mirada como si se preguntara si él también tenía derecho a acercarse como el resto de los niños y se sentó en mis rodillas con miedo infinito y casi temblando. Apenas hablaba nuestro idioma y yo, le dije para tranquilizarlo lo que a todos los niños : ¿ Cómo te llamas guapo ? ¿ Alí? ! Que nombre tan bonito ! .¿ Qué quieres que te traiga Papa Noel ?

El niño tras un silencio en el que buscaba las palabras en su cabecita rizada, me dijo en voz muy bajita mirando ceñudo al suelo: Necesito que me traigas un Papá porque el mío, se murió al caer de la patera al mar y yo y mi mamá que trae un hermanito dentro no tenemos quien nos cuide.

Joderrr…! Que nudo se me hizo en la garganta !

Joderrr…Cómo me saltaron las lágrimas chorreándome hasta la barba blanca!

Joderrr…¿Qué le podía decir yo a aquella criatura?.

De repente...! Vi la luz !…!Si!...! Aquello era la señal !, la señal que le había pedido a Dios…

Puse al niño en el suelo, me levanté, lo prendí de la manita y le dije: ! Llévame con tu mamá Alí ! y el niño obediente y en silencio me llevó hacia abajo por aquellas escaleras mecánicas que debía conocer de memoria de vagar todo el día por allí.

Salimos fuera atravesando el gentío de la puerta principal y caminamos por delante de los escaparates iluminados hasta que al final, en un rincón bajo una pared desconchada, la vi.

Alina, aun con sus ropajes bereberes, estaba acurrucada y aterida de frío en el pavimento húmedo con el rostro casi tapado por una raída bufanda que solo me permitía ver unos ojos sin brillo y unas oscuras ojeras. Frente a ella, tenía un pañuelo extendido donde reposaba un bote oxidado con algunas monedas.

! Qué extraña es a veces la comunicación humana !

! No hicieron falta palabras!...Solo extendí la otra mano hacia ella que recogiendo sus cosas se levantó y la cogió en silencio sin reserva ni temor. Tal vez pensó que por malo que fuera no podía ser peor de lo que ya era...

Me los llevé caminando hasta la tienda de alimentación que hay en el bajo de mi destartalada casa donde me gasté los cincuenta euros que me quedaban…ya no podría beber…no tenía para alcohol…y tampoco bebería mañana, ni pasado, ni al otro…porque aquello era la señal de Dios.

Los alojé en el cuarto de la cama grande y mientras Alina aseaba la habitación como un pájaro acomoda el nido, me senté cansado en el sofá aun vestido de Papa Noel y Alí vino al cabo de un rato hasta mí buscando de nuevo sentarse en mis rodillas.

Entonces le dije: ¿ Sabes Alí ? A Dios no le quedaban papás este año, se le han terminado. ! Pero has tenido suerte de que aún le quedaran abuelos!..

No sé si me entendió, pero el niño me sonrió con dulzura.

FIN

jueves, 13 de diciembre de 2018

LAS HUELLAS

A sus cuarenta y cinco, Andrea hacía un año ya que era viuda.

Se dice que, la mujer está mejor preparada para la viudedad que el hombre, pero no a los cuarenta y cinco, era demasiado pronto y cuando le llegó la tragedia como un mazazo inesperado y brutal , Andrea pasaba por la mejor época de su vida y estaba en ese delicado punto de equilibrio entre belleza y madurez mental que le hacía valorar y saborear cada momento de dicha y no tenía mas deseo que aquello durase eternamente. 


Pero sin hijos que la pudieran consolar, la repentina muerte de Andrés cuando más enamorada estaba de él fue tan horrorosa y la llevó tan al límite de la cordura, que incluso le llevó a pensar que lo mejor hubiera sido marcharse tras él.

Ahora, pasado el año de aquel horror, que la tuvo encerrada y medicada en casa llorando por los rincones sin poder dejar de pensar en él, caminaba sola y descalza por la arena fresca de aquella solitaria playa en brumoso un día de otoño.

La Psicóloga le había instado a salir, a abandonar su cueva, su guarida y a enfrentarse con el mundo. Habían trabajado arduamente el duelo y la encontraba ya preparada, pero la Doctora insistía en que primero debía sentirse viva y con normalidad a solas, sin fiestas, ni amigas y sin artificios ni aturdimiento alguno, para así poder comprobar si sus heridas estaban ya realmente cerradas.

Por eso Andrea caminaba ahora solitaria por la orilla de aquella playa haciendo balance de aquella semana 
que se había permitido en la brumosa costa del norte .

La verdad es que estaba satisfecha, aquello había sido positivo... Ya podía ver a las parejas besándose sin que le saltaran las lagrimas. Ya había dejado de hablar con él como si estuviera presente y preguntarle si le gustaba esto o aquello o pedirle opinión sobre el vestido o el peinado. Ya iba logrando captar de nuevo la belleza del mar con sus violáceos y melancólicos cielos y sentir la música del oleaje sobre los guijarros tumbada inmóvil sobre la arena con los ojos cerrados y la mente en blanco, sintiendo la caricia tibia del sol en su piel, y también notó que le volvía a estremecer el aroma nocturno del jazminero del jardín del hotel cuando como un ladronzuelo subía trepando hasta su ventana.

Con estos alentadores pensamientos, Andrea notó más fuerza en sus pies y comenzó a caminar más rápido buscando la sensación de aceleración de su corazón, el casi olvidado olor entrañable de su propio sudor y la benéfica sensación de feliz relajación que produce la fatiga cuando tras la ducha caliente, te dejas caer exhausto y desnudo sobre las sábanas limpias.

Si, después de mucho tiempo Andrea volvía a sonreír, la vida y la fuerza poco a poco volvían a llenar su alma.

Ella no recuerda lo que fue lo que le hizo volver la cabeza, la verdad, tal vez fuera el graznido extemporáneo de una gaviota, tal vez el grito de un niño jugando o tal vez el chapoteo de los remos de una barcaza, pero de pronto, la sonrisa se le heló en el rostro cuando vio la estelita de pequeñas huellas que iba dejando con sus pisadas sobre la arena húmeda a lo largo de la playa, una línea de pasitos regulares, graciosos y elegantes uno delante del otro formando una fina y serpenteante costurita, pero... ! Solo había una línea?. ¿Dónde estaba la otra?. Si..., ¿Dónde estaba esa otra línea de huellas de pasos abiertos y profundos que desmañada y desordenada 
siempre escoltaba a la suya en los largos paseos ?

El nudo volvió a grapar su garganta, se quedó sin aliento y las lagrimas, rodaron silenciosamente por sus mejilla
sin permiso alguno...

No, no habían cicatrizado aun las heridas, es 
más, aún faltaba mucho... 

Con tristeza, volvió abatida al hotel y como un fantasma empaquetó sus cosas.


Por este año, aquello se había acabado... tal vez el próximo, tal vez...



viernes, 23 de noviembre de 2018

UNA PEQUEÑA ORQUESTA V2018

 !Lo siento!. ! Pero hay cosas que me parecen de gilipollas !. Por ejemplo: Ese tiarrón de la orquesta sinfónica tan serio, de pelo canoso, gafas de montura dorada, cara de funcionario y vestido de gala, que mientras el resto de los músicos sudan tinta con el esfuerzo de sacar de los complicados instrumentos difíciles y virtuosas notas, y el director como un loco se contorsiona y se despeina batuta en mano..., él se dedica dar golpecitos tipo "cling" con un palito a un pequeño y ridículo triangulo de metal plateado allá en lo alto del escenario. 
¿Percusión ?...! Ya…!!Ya …! Me diréis que todo en la música es importante….. !Lo sé !. Pero es que no puedo evitar imaginarme la vergüenza de su hijo cuando en el colegio le pregunten a que se dedica su padre y con los ojos bajos tenga que confesar que su padre se dedica a tocar con un palito... 

!Os pido disculpas de nuevo!, el texto iba de orquestas y está claro que me he dejado llevar.

El caso es que esa formación era la de una minúscula orquesta. No llegaba ni a cuarteto porque eran tres y no me sacareis ni con tortura como me enteré con tanto detalle de su extravagante existencia. Solo os diré que una vez más, la realidad superó a la ficción y que la búsqueda de lo que llamamos felicidad y adaptación de los seres humanos a la lucha por sobrevivir esconde preciosas e insólitas historias en sus extraños equilibrios.

Que su madre, una magnífica mezzo-soprano, perdió la voz y el norte en el difícil parto de esos gemelos, se hizo patente pronto cuando en el baptisterio, frente a la pila de mármol, en un mar de lagrimas, los bautizó como Wagner y Verdi ante el estupor de toda la comitiva incluido su marido.

El caso es, que aquellos dos hermanos eran dos virtuosos de los instrumentos de cuerda. Bueno.., más que gemelos, Wagner y Verdi debían ser mellizos porque no se parecían en nada.

Wagner, alias "Manolo", nombre ficticio que adoptó para poder ir por el mundo sin rechuflas, era grande y rubio tirando a tosco, tenía un carácter colérico y explosivo y aunque amaba con locura las notas agudas y a veces estentóreas del pequeño violín que tocaba su hermano y que iba mas con su sensibilidad musical, se tuvo que dedicar al violonchelo porque armonizaba más con su corpulencia, pero sobre todo, armonizaba mas con el tamaño de sus manos ya que, uno solo de sus dedos podía aplastar de golpe las cuatro cuerdas de un delicado violín.

A Verdi, le llamaban "Chimo" por el mismo motivo que su hermano. Era moreno y más pequeño y delicado que Manolo-Wagner. Su timidez le hacía hablar poco y era tan sensible que a veces lloraba de emoción mientras tocaban los dos juntos, sobre todo, cuando su hermano Manolo-Wagner extraía del chelo algún "solo" de notas dulces y delicadas que le entraban directamente al corazón. Porque era el Violonchelo, el instrumento de su hermano, el que secretamente prefería Chimo-Verdi y al que tuvo que renunciar dada su pesadez, ya que de niño no podía con su peso.

La cosa, es decir la historia que nos ocupa, empezó cuando Chimo-Verdi y Manolo-Wagner, estudiantes aún, se buscaban la vida tocando en bodas, bautizos túneles del metro, pequeños actos privados y en cualquier sitio que se les pudiera aportar algo de dinero o comida para poder sobrevivir con aquellas exiguas becas.! Si !, debió ser por entonces cuando se les acopló Nilsa.

Nilsa, una virtuosa de la flauta, tocaba como los propios ángeles. Nilsa era corpulenta, rubia y guapona y aunque su aspecto era de valquiria nórdica debía tener alma latina, porque a pesar de haber nacido en algún lugar helado de Escandinavia, odiaba de tal manera el frío del norte, tanto en la naturaleza como en las gentes, que en cuanto le vino la regla y pudo disponer un poco de su vida, se dejó caer por todo el mapa de Europa hasta el cálido sur Mediterráneo, resbalando flauta en mano.


Con Nilsa, el dúo de cuerda se hizo orquesta, pequeña, pero orquesta. La unión de la flauta al fraternal dúo les permitió ampliar de modo insospechado su repertorio e incluso adentrarse con nocturna alevosía y por supuesto emocionante incógnito en el provechoso y más lucrativo terreno de los tugurios y clubes de jazz.

Los tres vivían juntos en un pequeño y destartalado piso de dos habitaciones en barrio viejo de la ciudad y como era previsible, el carácter mediterráneo de los dos muchachos en plena tormenta hormonal, la permisividad de la escandinava y lo barato que les salía a los tres el entretenimiento, llevaron a que, entre ensayo y ensayo, el sexo no tardara en aparecer entre ellos.

Hay que decir, que la nórdica estaba "muy viajada" y con una maestra tan experimentada y desinhibida como Nilsa ambos músicos desarrollaron su erotismo con una pericia impropia del nivel general de los reprimidos muchachos del conservatorio en aquel momento.

Es curioso como a pesar de ser mellizos, ambos hermanos desarrollaran de forma innata unos comportamientos sexuales tan diferentes como paradójicos : Chimo-Verdi, el violinista tímido, llorón y poca cosa, se mostraba más fogoso que su hermano. Tomaba a Nilsa al asalto abalanzándose sobre su curvosa y acogedora desnudez, nadando en sus carnes con su pequeño tamaño y magreando con avidez sus descomunales senos, sus abultados glúteos y la estrechez de su cintura como si de un enorme y múllido violonchelo se tratara, para luego penetrarla furiosamente hasta que Nilsa en medio del sudor, llegaba rápidamente al éxtasis gritando tan agudamente que hacía vibrar las cuerdas de los instrumentos.

En cambio Manolo-Wagner, el grandón y tosco violonchelista, al contrario de lo que podía parecer por su carácter, se mostraba en esto más calmado y sensible. Se iba excitando lentamente mientras oía los gritos que profería Nilsa cuando estaba con Chimo-Verdi y que le recordaban al concierto numero 24 de violín de Paganini y luego, esperaba pacientemente a Nilsa, porque la rubia muchacha, después del siguiente ensayo lo buscaba a él, que más sofisticado y hedonista en el sexo, gozaba de la boca de Nilsa a la que gustaba de iniciar el encuentro con un dulce concierto con la flauta de Manolo cuyo crescendo hasta el final, se acompañaba del rasgado dulce de violonchelo de los virtuosos dedos de Manolo sobre su rubio sexo, que le provocaba un aluvión de suaves y dulces orgasmos hasta que su cuerpo quedaba gozosamente relajado dejando en su vientre un bienestar profundo y duradero.

A veces se podía ver a Nilsa cavilar abstraída mirando a la calle desde la ventana, no se podía explicar como de distinto placentero y maravillosamente diferente podía ser para ella el sexo según cuál de los dos músicos interpretara la partitura de su cuerpo.

La verdad, es que Nilsa era feliz con ambos hermanos, pero no solo por el sexo, los caracteres de ambos eran tan complementarios como su música y en su diferencia, se acoplaban el uno al otro hasta hacer de la vida, como si de un concierto de Mozart se tratara, la obra más bella.

!Si!, Nilsa lo reconocía.. Estaba extrañamente enamorada de los dos y por mucho que se lo preguntara, como le ocurre a una madre con sus hijos, no sabía cuál de los dos la satisfacía mas ni a cuál de los dos amaba más. La nórdica, se sentía plena y completa y renunciar a cualquiera de los dos sería una tragedia para su vida emocional.

La cosa duró mientras los tres se vieron como compañeros juguetones de orquesta sin lazos ni compromisos…, pero llegó la tragedia… !El choque de egos!. Como siempre..! El enfrentamiento animal de los hombres por la propiedad de una mujer ! y cuando el sexo se tornó en amor, entre los hermanos comenzó la lucha… los celos…el rencor… las discusiones… La situación se hizo insostenible, la orquesta se disolvió y Nilsa, amándolos pero sin poder elegir entre ambos, decidió desaparecer de sus vidas antes de que los hermanos reprodujeran la historia de Caín y Abel.

!Dos años!. Dos años vagaron por separado los tres tristes, deprimidos y sin tocar instrumento alguno hasta que una mañana de primavera en la que los hermanos coincidieron abatidos en el parque de la ciudad y sin apenas saludarse se sentaron avergonzados en un banco a suspirando, fumar en silencio, Nilsa mas bella que nunca, apareció delante de ellos como por arte de magia. Tras ella, un niño pequeño y gracioso le tiraba de su falda.


! Mira Gabriel ahí están tus padres!.. ! Qué suerte !, !Tienes dos!

¿Sabeis…? Nunca supieron de cuál de los dos era hijo Gabriel, ni tampoco de Marta…, ni de Luis…, ni de Alberto...,ni del resto de niños hasta los seis en total que vinieron después …porque los tres, Jamás volvieron separarse.

!No !, !No creáis…!, a pesar de todo nunca fueron una familia. ! No quisieron serlo !!. Al fin y al cabo, los tres eran músicos…!!Siempre fueron una pequeña orquesta… !! y así les iba mejor...

Fin

viernes, 16 de noviembre de 2018

EL PERRO DEL CAMPOSANTO

Pensé que yo era el ser más triste del planeta hasta que vi en su mirada un desconsuelo más profundo que el mío. 

Me topé con aquel perro oscuro de cejas caídas y doradas cuando en el cementerio, con mis ojos hinchados y enrojecidos por el llanto y mi desconsolada cabeza alejada de la realidad, me equivoqué de pasillo funerario buscando la tumba de mi esposa. 

Creo que los dos, perro y yo, nos sobresaltamos al mirarnos en medio del silencio del camposanto, era tan temprano que los gorriones aun dormía, no había nadie allí porque los entierros se demoran por los servicios religiosos y mis zapatos de ante apenas hace ruido sobre la gravilla. 

Él, bueno… "Ella", como luego supe, apenas se movió salvo para levantar penosamente la cabeza para mirarme. Estaba terriblemente delgada para su tamaño, su trufa estaba seca y grisácea, sus orejas caídas, su cola inmóvil y de sus tristes ojos color ámbar, partían unos surcos húmedos y legañosos de llanto sin lagrimas que expresaban un dolor sin fuerzas siquiera para aullar lobunamente como ellos suelen hacer.

Yo debía conocer bien el camino hasta la tumba de Lidia a la iba a visitar todas las mañanas desde su entierro siete días atrás, pero cada día me perdía y erraba el camino entre el laberinto de sendas de grava y la igualdad de los enormes cipreses, porque mi mente, desorientada y aturdida, era incapaz de retener el tenebroso trayecto o mantener la atención en nada que no fuera intentar despertar a cada instante de aquel tormento deseando con toda mi alma que solo fuera una maldita pesadilla.

La verdad es que el primer día, el de la inhumación, tras aquel carro barroco y negro lleno de querubines de madera tallada y tirado por cuatro melancólicos caballos blancos empenachados a la antigua sobre el que apenas se podía ver su ataúd entre el entramado de ramos, coronas y cintas de colores que prácticamente cubrían el acristalado, yo caminaba rodeado por familiares y amigos que se turnaban para sostenerme de los hombros para que no me derrumbara por el dolor de mi corazón y por el aguardiente con el que habían intentado anestesiarme y de ese penoso modo, llegué arrastrando los pies y sin poder recordar como, hasta aquella fosa abierta y fosca cuyo fondo no pude vislumbrar y a la que hubiera deseado arrojarme tras su féretro para que me enterraran con ella.

No, no estaba yo para ternuras y tras cruzar la mirada con aquel chucho continué egoístamente mi camino sin más intentando olvidar aquella mirada afligida y de abandono en la que de repente y como en un espejo me reconocí. En mi corazón no quedaba sitio para mas lástima que la que yo me daba a mi mismo y preferí engañarme pensando que aquella sensación no era más que la estudiada manipulación de un perro vagabundo y sarnoso.

Mas tarde y por el sepulturero, supe que aquel animal llevaba allí cuatro semanas sin moverse y sin comer a pesar de que las gentes conmovidas le ponían comida y de que incluso, él mismo, desde que renunció a expulsarla de aquel santo lugar tras varios infructuosos intentos en los que el animal volvía inmediatamente a su sitio en cuanto descuidaba la puerta del cementerio como un hierro a su imán, le dejaba parte de su propio almuerzo que ella nunca tocó, pero fue cuando la perra tampoco quiso irse con nadie a pesar que había movido la compasión de mucha gente que enternecida por su fidelidad se había decidido a adoptarla, cuando aquel enterrador comprendiendo al fin la inutilidad de todo aquello, dejó de darle comida y abandonó a aquella perra a su destino porque aquel animal no estaba esperando la resurrección de su amo, sino morir junto a sus restos para reunirse con él donde quiera que estuviera.

En vista de aquello, no me pareció extraño que yo no hubiera visto antes a aquel animal a pesar de que estaba solo a un par de filas de sepulcros más allá de la tumba de mi esposa porque estaba oculto a mi vista por una imponente mata de romero que lo protegía del viento helado de la sierra y formando un ovillo oscuro y silencioso, permanecía allí acurrucado a los pies de un enorme y lúgubre ángel alado de piedra gris cuya cara de niña y los tenebrosos pliegues de su túnica renegridos por el musgo seco y mugriento, alarmaban los corazones mas que serenarlos y cuya sombría belleza parecía capaz de espantar a cualquier espíritu maligno que osara siquiera rozar a las rejas oxidadas de aquel ostentoso panteón familiar en cuya última fila de inscripciones, el nombre de su amo destacaba por la blancura de lo reciente.

Ya había pasado más de una semana desde el repentino e inesperado fallecimiento de Lidia y yo no podía evitar volver y volver todos los días al cementerio aunque lloviera o tronara para pasarme allí las horas frente a la blanca losa de mármol, donde de algún modo irracional, mi imaginación trastornada me hacía sentir que el alma de mi esposa aún permanecería allí mientras en los tallos de las rosas que rodeaban su sepulcro quedara un solo pétalo por caer, mustio y desvaído, sobre el mármol para antes de subir a los cielos, poder indicarme con alguna enigmática señal la manera de poder sobrevivirle.

!Ni duelos ni leches!, a los doce días aún andaba metido en un bucle sin salida y sentado en una tumba vecina de granito negro de un rico notario cuya severa y bigotuda foto parecía observarme con desagrado recriminándome mi falta de respeto.

Como en un berrinche de niño, yo lloraba tan inconsolablemente como el día que murió y solo paraba a ratos para despotricar de ira contra Lidia y contra Dios por lo injustos que ambos habían sido conmigo dejándome desvalido y sin fuerzas para continuar viviendo. ¿Por qué si el enfermo y el añoso era él y su destino era morir primero?. ¿Por qué Dios había roto el curso natural de las cosas sin contar con él?. ¿ Por qué se tuvo que ir aún lozana ella, lo único que de verdad él amaba y el único motivo para seguir caminando por este mundo de mierda y maldad?.

Fue mirando la tumba de Lidia en aquél borrascoso día, cuando vi que el viento que presagiaba la tormenta desprendía los últimos pétalos dejando desnudos y temblones los tallos de las rosas.

Cuando pensé que su alma se había ido sin ayudarme y fui consciente de que me sería imposible vivir sin ella, que jamás superaría aquel dolor y de que aquél bucle demoledor solo se detendría quitándome la vida.

De repente, cuando sentado allí mismo me agarré la cabeza con las manos crispadas por el desespero mientras mis lagrimas me caían al suelo llenándolo de goterones, sentí un aliento cálido en mi oreja, un suave lametón en mi cuello y una pata peluda sobre mi rodilla. Cuando levanté la cabeza, aquella perra flaca me observaba sentada moviendo suavemente el rabo con las orejas erguidas y gimiendo levemente mientras en sus ojos, me mostraba un pequeño brillo de esperanza.

Es curioso como un pequeño soplo de aliento a veces hace decantarse una balanza en un sentido u otro y claro, si estoy escribiendo esto, es porque aún estoy vivo porque ella me quitó de la cabeza el suicidio.

Creo que fue aquel brillo de esperanza…o tal vez fue el vaivén de su cola… o aquel cálido lamido…, no sé…, a veces pienso que ambos, el uno en el otro, encontramos un motivo para vivir.

No os engañéis, puede que fuera por el innato sentido del deber de las hembras , el merito fue de ella, aunque a mi me guste creer que se lo pidió el alma de Lidia cuando al caer el último pétalo, me tuvo que dejar tan hundido. De cualquier modo, en cuanto su fino olfato perruno detectó a la muerte afilando su guadaña y relamiéndose frente a mi, ella se olvidó de sí misma y encontró en mí alguien en peligro a quién salvar.

No, no le he puesto nombre aún, por mucho que me devano los sesos no encuentro un nombre suficientemente bello para ella, de cualquier modo, por mucho que la quiera y que la mime, jamás se lo podré pagar.

Cuidar a quien me salvó es ahora mi único motivo para seguir viviendo y ya no pienso que el mundo es una mierda ahora sé que hay alguien mejor que los hombres… !Están los perros...!

Fin

viernes, 2 de noviembre de 2018

TRANSPARENTE v 2018


Marta…, Martita para sus papas, fue una chiquilla regordeta, alegre y feliz hasta los trece.
!Trece!, !Si.!.!Ese número maldito y portador de mal fario en el que la hemática y sorpresiva visita de la feminidad le llegó sin avisar en medio del cumpleaños de su amiguita Raquel poniendo perdido el traje blanco de volantes de puntilla.

A partir de entonces y como un milagro, las puñeteras hormonas, robándole su aspecto de muñeca repipi que tanto tranquilizaba a la cursi de su madre, forjaron en ella un cuerpo bello y espigado, unos pechitos tiernos y delicados, unos ojazos de gacela , unos cabellos morenos elegantemente ondulados, una inteligencia aguda y penetrante y una risa de cascabel.

Pero… sospecho que por el puto influjo del número trece y como compensación por lo mucho recibido… Dios.., La naturaleza…, o quien quiera que se encargue en la actualidad de repartir y suministrar alegrías y putadas entre el género humano, la castigó de una retorcida manera, dejándole también una molesta e inmerecida condena:


 !! Marta era transparente !!.

-! Joder ! ¿ Entonces? ¿De qué le servía ser tan guapa si no la veía nadie..?. ¿ Quien era…esa muchacha… ?, ¿La prima del hombre invisible o qué?

Pero… ! Qué básico es Vd. para entender..!. Estamos hablando en metáfora poética , ! Esto no es ciencia ficción ! ! ! "tonto del haba"·!.


- Entonces…¿Su piel no era transparente?, ¿ No se veía la pared o un cuadro a su espalda dentro de su contorno ?...
! No! ! No me ha entendido Vd. ! Obtuso...!. Su piel era blanca, tan blanca como la nieve, de una blancura tan inmaculada que resaltando aún más con el negro oscuro de su pelo que resultaba casi fantasmal entre estas gentes del mediterráneo. 

!! Ella era transparente a los demás!!, si.... pero transparente emocionalmente porque manifestaba sus sentimientos en su rostro y en sus gestos sin control, sin poder disimularlos.

 !Si !, Marta no podía evitar que los demás captaran sin esfuerzo su estado de ánimo, sus reacciones, su mirada , sus momentos alegres, sombríos ,enfadados o indiferentes y que los gestos y reacciones de su cara y de su cuerpo, se manifestaran autónomamente sin poderlos controlar como si fueran marineros rebeldes que se amotinan ante el capitán , con una claridad tal , que los ojos ajenos podían leer sin dificultad alguna su alma como quien lee una revista.

Aun hoy, después de los años transcurridos Marta se ruboriza y aun se siente avergonzada al recordar cómo sus amigas, contemplaban divertidas como afloraba en ella el amor por aquel muchacho moreno y tímido de ojos soñadores, o se burlaban por la tristeza que le producía ser ignorada por el chico que secretamente amaba a otra, o cómo se reían crueles a ver en su propio rosto el odio y la inquina que generaba en ella aquella compañera de curso con quien competía en literatura, o incluso cómo se burlaban de marta cuando notaban por su nerviosismo que estaba con la menstruación….

! Que martirio!, ! Ser transparente en un mundo adolescente donde jugar a adultos con sentimientos y sensaciones con las cartas tapadas para mostrarlas solo cuando conviene, es algo fundamental!.

Nadie puede imaginarse el suplicio que suponía para una mujer vivir sin la menor intimidad y Marta, se sentía como un modelo de escaparate o mejor aun… como si la pared de su baño que da a la calle fuera de cristal…

! Que tortura era no poder mentir en un mundo en el que todos mienten sin que un rubor intenso convirtiese su cara en una granada partida delatándola !.

¿ Sabe Vd….?, no hizo falta mucho tiempo para que su buena cabeza la llevara a enclaustrarse en su casa y aislarse socialmente "pasando" de todo y de todos.

Si…, era comprensible, Raquel era muy sensible y el placer de la amistad y la relación con los demás no lograba compensar el sufrimiento que le producía la desnudez de su intimidad a la que jamás llegó a acostumbrarse. Si, resignación, claro…, no gozar para no sufrir.., no vio otro camino para no destruir su autoestima y hundirse en la cruel depresión y se construyó un pequeño mundo donde no era feliz, pero tampoco desagraciada y así como un buen vino madura en la bodega, fue madurando silenciosamente hasta la mayoría de edad alejada de las miradas ajenas, pero sin dejar de ser transparente.

Libros , labores, paseos…y el maravilloso mundo anónimo que le abrió internet, constituyeron su vida.

Pero aquello, aquello no era bastante para el alma apasionada que delataba el brillo sus profundos ojos ,

 ! Marta anhelaba el contacto…!, !El tacto…!, aquella caricia que acabara de incendiar su sexo ya enardecido por secretos anhelos y suaves caricias y que ella parecía destinada a no conocer.

-¿Y.. la conoció..? aquella caricia, pregunto…

! Vaya hombre!, veo que Vd, es un calentón y un lujurioso que casi no ha abierto la boca para preguntar nada hasta que hemos llegado a lo escabroso…. ! Cállese Vd. y no sea impaciente que me jode la historia…!

Si, ! La conoció !.. Marta rondaría ya los veintiséis. Lo encontró en un banco sentado tranquilo bajo un sauce junto a la fuente camino de la ermita cuando paseaba sigilosa al atardecer, casi ya de noche como era su costumbre, por aquella vereda tranquila y arbolada por la que a aquellas horas no pasaba ni Dios .

-! Buenas tardes señor!....Ella lo saludó educadamente, pero él ni se inmutó y sin ni siquiera mirarla se limitó a contestar educada y cortésmente . Era guapo, fino rostro , labios carnosos, patillas rizadas y unos ojos verdes y limpios con pestañas largas y casi femeninas cuya mirada por primera vez en su vida sintió que no la incomodaba…,que no la leía por dentro…, que no la traspasaba como la luz al papel ni violaba su trasparente piel como la mirada de los otros.

Además…, estaba su voz..., ! Su voz…!, ! Ay su voz…!, era dulce y suave pero a su vez, profunda masculina y protectora...

Por primera vez en años, Marta no sintió la necesidad de huir….¿Sabes? …., luego recordaba aquella tarde con incredulidad como si unos hilos de marioneta le hubieran guiado sin pedirle opinión. 


Aún no sabe por qué lo hizo. No se reconocía a ella misma actuando así. Fue como si lo hubiera hecho otra mujer, una desconocida , alguien ajeno desvergonzado e irreal, pero fuese como fuese…, Marta cedió atrevidamente a su impulso, se sentó junto a él y en aquel paramo solitario le tomó la mano para percibir la suavidad de su tacto y a continuación sin saber cómo ni por qué, se encontró besándole en la boca con una pasión a la que él, tras su sorpresa inicial correspondió.

! No hubo palabras…!, solo besos, tactos y roces, roces y tactos y besos y la verdad es, que hasta que, jadeante aun por la creciente excitación que subía de sus entrañas pidiéndole mas aire, se separó un poco de su boca para respirar y para mirarle a los ojos, Marta no fue consciente de que aquel hombre era ciego y que aquellos hermosos ojos verde-grisaceos solo decoraban su bellamente su rostro.

-!!Joder!!…! Que chafón…!, ! Pobre chica…! ! Que mala suerte....! ! Para uno al que se acerca……! ! Me imagino a la muchacha corriendo a su casa llorando su desgracia una vez mas con el susto en el cuerpo y el corazón a mil sintiéndose una desgraciada con su injusta suerte…? ¿No..?

¿Corriendo…. ? ! Ja Ja Ja! ¿ Que dices…? !! Marta había encontrado el amor que justo necesitaba !! ¿Sabes…? 

! Si !. Él para ella era hermosamente ciego… no podía ver su impúdica transparencia… y ella podía ser ella misma a su lado !! Como dos difíciles piezas del puzzle del la vida, encajaban a la perfección…!!. !! Que maravillosa es la naturaleza que siempre tiene un roto para un descosido !!.

sábado, 27 de octubre de 2018

AUSENCIA V2018

Un segundo antes, caminaban de la mano riendo y tonteando mientras bajaban por la vereda de los tilos muy despacito hacia el parque. 

Ella, con la mano izquierda, intentando hacer inolvidable el momento, apretaba contra su pecho un ramito de violetas y de cuando en cuando, llevaba el minúsculo ramillete cárdeno hasta su rostro y lo besaba mientras con los ojos cerrados aspiraba aquel delicioso perfume a caramelo de infancia. 



¿Recién enamorados…?, !Noooo!, cualquiera se hubiera sorprendido de que ese día celebraban cinco años de amor.

Un segundo después, ella no estaba.

Él, apenas notó un ligero tironcito en su mano y cuando se volvió a mirarla…, ella no estaba.

!!No estaba!!.

Instintivamente y sintiendo un helado vacío a su lado, la buscó nerviosamente con la mirada, pero no la encontró y solo vio un enorme autobús que se alejaba cuesta abajo silencioso y veloz.

El hombre quedó paralizado y aturdido algunos instantes sin ni siquiera sospechar que era aquella bestia sin frenos con el motor averiado y la dirección quebrada, la que había arrancado a su amada de su brazo y que ahora, aplastada contra su faro derecho y tal vez muerta, viajaba hacia su destino final que era instantes después empotrarse con un estruendo sordo en la figura de granito de la plaza de abajo.



Alejandro, jamás pensó que la desaparición de Patricia lo pudiera trastornar tanto que le hiciera perder la razón.

¿Sentirlo…?, !Claro!, él la amaba con locura, pero no había nacido ayer y con cuarenta años a la espalda, Alejandro ya había tenido que hacer frente y superar suficientes duelos duros en la vida.

Pero esto fue distinto.

Yo no creo que fuera por la insólita e inesperada rapidez de la pérdida, yo mas bien creo que fue porque fue consciente de haber perdido algo insustituible, algo había encontrado como por azar , sin esfuerzo, sin saber siquiera lo qué había hecho para merecerlo y por tanto, sin saber cómo podía remplazar en su corazón y en su alma aquel profundo y helado vacío.

No creáis que cuando ambos ligaron su existencia fue un torrente románico y apasionado y febril, no… Aquello fue una relación serena y sanadora llena de sentido del humor, de confidencias sinceras, de complicidades, de entenderse sin palabras apenas con la mirada, de abrazar cuando se necesita, de escuchar en silencio comprensivo los sinsabores del día, de adivinar lo que el otro quiere antes que lo diga y de devolver con intereses cada gesto del otro.

Sin embargo y de cuando en cuando…, la magia los visitaba como suele hacer la magia cuando ella quiere y no cuando se la busca que para eso es mujer y aquella noche en la que nada celebraban, en la que cansados y algo aburridos se fueron a la cama con ánimo de dormir, misteriosamente se convirtió entre las sabanas en una velada de pasión con roces suaves, jadeos violentos, besos profundos, susurros inconfesables y deseos caprichosos que parecieron no saciarse hasta que la luz del alba, se llevó a regañadientes los rayos de luna llena que curiosos, se habían colado por la ventana.

Despertaron con el sol ya en lo alto y con un suave toque en la nalga Alejandro invitó a Patricia a levantarse y se fue a preparar café mientas ella, medio dormida, remoloneaba por la cama.

Fue exactamente cuando volvió, cuando a Alejandro casi se le cae la bandeja de la mano: Envuelta por la luz ámbar del sol que entraba matizada por las cortinas, Patricia, desnuda y sentada sobre la cama, se había vuelto a dormir con su carita de ángel apoyada sobre la rodilla y con su melena oscura cayendo como una cascada parecía una ninfa encantada del bosque.

Alejandro, la fotografió para inmortalizarla en ese fascinante instante en una acuarela que le encargó a un amigo.

!Si! , creo que fue cuando su amigo apesadumbrado tras la muerte de Patricia le llevó aquel cuadro encargado, cuando al mirarlo, Alejandro perdió la razón.

Permaneció encerrado días enteros llorando sobre aquella pintura emborronándola con sus lagrimas y delirando que ella no había muerto del todo, que su alma estaba aun viva junto a él y su mente torturada creó a su izquierda, donde la vio por última vez, un aura ambarina y neblinosa del tamaño de Patricia que solo él podía ver y que, fuera donde fuera, le acompañaba siempre a su lado.

Alejandro no se volvió tan trastornado que le llegara a contar nada a nadie, interpretó aquello como una especie de milagro íntimo y secreto que se podía romper si alguien se enteraba y aliviado por la presencia del aura a la que románticamente llamaba Ausencia, fue animándose lo suficiente para emprender una vida aparentemente normal.

Acudía puntual a su trabajo, salía al cine, charlaba con los amigos y paseaba por el parque. Lo único anormal que se podía observar en él, eran una serie de movimientos raros, traslaciones extravagantes y extrañas posturas y contorsiones de su cuerpo a las que los demás, incluidos sus vecinos, se acostumbraron pronto quitándole importancia e interpretándolo como una secuela nerviosa de su terrible tragedia.

Pero aquellas rarezas, no eran convulsiones ni tics involuntarios como podía creerse, sino que eran fruto de la única angustia que tenía Alejandro: Se pasaba el día intentando evitar que nadie tocara o se parara sobre la ambarina aura de Ausencia y la pudiera molestar.

En el despacho, colocó su mesa al lado de un muro a la izquierda. Deslizó poco a poco la fotocopiadora de modo que la maloliente puerta de los servicios quedara a su siniestra desmotivando así cualquier intento de pararse a su lado. Cuando hablaba con su jefe lo hacía de perfil girando dolorosamente su cara mostrando su lado derecho. En los bancos del parque depositaba el periódico a su lado izquierdo para que nadie se le sentara encima y en el cine, sacaba dos boletos para poder decir a cualquier solicitante que la butaca de su lado estaba ocupada.

Pero aun con todas las precauciones y toda la atención que aquel hombre maníacamente mantenía, por lo menos una vez a la semana y por diversas circunstancias, alguien involuntariamente lograba pararse o sentarse sobre Ausencia provocando en Alejandro una sensación física de dolor, malestar y profusa y helada sudoración que él interpretaba como una queja del amado espectro de Ausencia que se quedaba atrapado impidiéndoles huir.

Solo en algunas ocasiones, a pesar de que la reacción era mas intensa, dolorosa y casi brutal, dejaba en Alejandro un regusto de satisfacción y una disimulada sonrisa cuando el aura ambarina quedaba atrapada por un cuerpo bello o interesante de mujer demostrando así Ausencia, lo celosa y posesiva que era.

Alejandro, daba por hecho y siempre pensó que Ausencia siempre permanecería a su lado y jamás miró a nadie mas , pero pasados algunos años, sucedió que un día cuando en el metro se hizo inevitable que una mujer vulgar y cuarentona de pechos caídos, evidentes michelines y que cojeaba levemente se sentó a su izquierda en el asiento que en un descuido un Alejandro ya canoso había dejado libre, él se preparó con los ojos fuertemente cerrados a percibir el tormento y el castigo a su distracción, pero… nada malo pasó, sino que sorprendentemente, aquel hombre sintió por todo su cuerpo una deliciosa sensación de serena felicidad.

Cuando abrió los ojos y miró a aquella mujer desgreñada con mirada interrogante, el hombre se encontró con una sonrisa encantadora, un gesto de infinita dulzura y una voz aterciopelada con la que inició una fascínate conversación hasta el final de trayecto que le hizo olvidar incluso los dolores de estómago que le aquejaban en las últimas semanas.

Cuando Alejandro abrió los ojos a la mañana siguiente, el olor a violetas le recordó la maravillosa noche que había tenido entre los blandos pliegues de aquella mujer mientras le parecía que no era él mismo el que la había amado una y otra vez con tanta pasión hasta que la luz del alba, se llevó a regañadientes a los rayos de luna llena que, curiosos, se habían colado por la ventana.

Cuando por fin se decidió a mirar a su lado y buscarla, decepcionado, solo encontró sábanas arrugadas y una nota sobre la mesilla de noche que decía : Hasta pronto…y algo más extraño aun que parecía escapársele…, ! Si…!, el aura ambarina ya no estaba. Ausencia había desaparecido de su lado.

El Oncólogo se quedó atónito. Pese a sus años de carrera jamás le había pasado algo así. Aquel loco había sonreído y parecía alegrarse cuando el Doctor pesaroso y con cara de circunstancias le ofreció todo su apoyo tras comunicarle que aquellos dolores de estómago los producía un cáncer incurable y apenas que le quedaban unas semanas de vida.

- De verdad Señor…estoy confundido…perdóneme, pero nunca había visto que un hombre se alegrara ante una noticia tan nefasta…

- No se preocupe Doctor le dijo Alejandro…!! Estoy seguro de que pronto voy a estar mucho mejor !!

Fin.

miércoles, 17 de octubre de 2018

REFLEXIONES FOLIACEAS V2018


Mira, cada uno és como és y las hojas de los árboles somos cortas de vista porque de tan delgadas, no nos caben en el cuerpo unos ojos como dios manda.

En realidad, solo podemos apenas vislumbrar por arriba y por abajo y es por eso creo, el que nos guste tanto que la brisa de la tarde nos zarandee un poquito para poder ver así mejor lo que tenemos a nuestro lado, cotillear un poco y cotorrear con nuestras vecinas de rama mientras rozamos divertidamente nuestros bordes con ese siseo tenue que tanto gusta a los humanos cuando pasean bajo nosotras.

Bueno, la verdad es que en mi caso solo puedo rozar con mi vecina, pues ambas estamos aquí "encaladas" y tan altas en la copa del árbol como los vecinos de un ático y la savia de nuestro gigantesco árbol , un hermoso plátano de sombra, apenas llega con suficiente ánimo a nuestro último "piso" para alimentar a mas de dos hojas en nuestra fina ramita.

Si, si… ya sé que es una pena que estando aquí en lo alto, apenas podamos disfrutar de la belleza del parque y de la sensación de inmensidad que produce el bosque frondoso, pero en la naturaleza, cada uno debe ser feliz y aceptarse como es y es inútil anhelar lo que no se puede ser.

Sin embargo, aunque las hojas apenas vemos, ! Hay que ver como sentimos! ! Es fantástico!.

La nuestra, es una piel verde y sensible cuya gran superficie no nos permite aburrirnos.

Nos encanta percibir el calor de las mañanas del verano que suavemente nos va evaporando el rocío de la madrugada justo cuando ya nos empieza a molestar su frescor y estamos a punto de pedirle un chal o una "rebeca" a una de las de mas abajo.

¿Y la lluvia…?, !Ay la lluvia…!, !Qué cosquillas…! !Que risas…! Aunque no lo podáis oír, todo el parque foliáceo ríe divertido viendo como esos cabrones de los pajarillos se callan de una puta vez cuando nos golpean los goterones furiosos y se quedan empapados y temblones cuando logran refugiarse bajo nosotras.

Además, el agua de lluvia es para nosotras una especie de ducha divina que nos deja más bellas, fragantes y limpias ya de los manchurrones grisáceos que nos dejan esas legiones de palomas diarreicas que aún no sé ni de donde coño han venido, pero que sean de donde sean… deben haberlas expulsado de allí a manguerazos por guarras y por ponerlo todo perdido.

La verdad..., es que a Matilde, mi vecina, la echo mucho de menos. La quería como una madre, mejor dicho, la quería como esa hermana mayor a la que a la vez amas y odias por que la envidia de verla tan segura hermosa y lista, mezclada con la admiración, no te deja ver que ese sentimiento es solo impaciencia por madurar y que el tiempo te hará también tan bella como ella.

Pero eso lo sé ahora…, si…, ahora que no está…, ahora que me ha dejado sola…, ahora que un vendaval de otoño como tantos con los que nos gustaba jugar a " a mí no me arrancas " la arrancó en serio llevándosela muy lejos.

Es verdad que Matilde ya no estaba bien desde septiembre… Es verdad también que pensé que estaba mala del hígado, si es que las plantas tenemos hígado, porque de la noche a la mañana se puso anémicamente amarilla y luego fue arrugando y sus preciosos y dentados bordes se le fueron secando y cogiendo un feo tono cobrizo que aunque sé , por lo que oigo, que a los humanos les parece bello y romántico, a nosotras las hojas nos parece tan funesto que nos deja la clorofila helada.

Pero con todo, Matilde me ha dejado muy sola. Si, si…, ya sé que era mayor que yo… y que cuando apenas yo era un pequeño brote verde oscuro , ella ya tenía un dentado precioso, un verde brillante y lujurioso y un culo… bueno un envés, oscuro y sexi.

Pero ahora…, cuando también estoy amarilleando yo como lo hizo ella y me siento cansada triste y melancólica, ahora que el banco de madera que hay bajo el árbol junto al tronco permanece vacío y silencioso y añoro el suave calorcillo que emanaba hacia arriba cuando las parejas sentadas en él se besaban y reían en verano y esperaban a la noche para meterse mano desvergonzadamente, ahora os digo...., que por fin he comprendido que no fue la enfermedad lo que se llevó a Matilde, sino que la fue vejez.

Es difícil la vejez, lo sabéis. Yo estoy intentando llevar la cosa tan dignamente como Matilde lo hizo y lo intento hacer lo mejor que puedo a pesar de que para mí es mas difícil el declive del otoño, porque me toca hacerlo sola.

! De verdad...! ! Os lo juro ! Confieso que ya no tengo ganas de seguir aquí en lo alto agarrándome a esta rama tan seca como yo. Solo deseo ya que el próximo vendaval me lleve junto al quebradizo y seco cuerpo de Matilde para que nos pisoteen juntas hasta convertirnos en el polvo del invierno.

!! Putos ciclos vitales de mierda !! .

jueves, 11 de octubre de 2018

LA JOVEN DE LA TAZA V 2018


Un precioso día en el alba de un prometedor y esperado verano. Había quedado citada con sus amigas para ir a la piscina. Se levantó perezosamente de la cama, se le había hecho tarde... 

Serían sus últimas vacaciones del instituto, había cumplido diez y ocho y en septiembre le esperaba la universidad. Era feliz… 


El plan era sencillo: tumbarse semidesnudas y dejar que, sin el menor trabajo, el sol las embelleciera tiñéndolas de dorado entre risas, confidencias y expectativas, con los ojos brillantes de ilusión ante un futuro que con la candidez de esa juventud aún con regusto a infancia, se sentían capaces de diseñar su antojo. 

Silvia era inteligente y buena estudiante. No, no tenía un cuerpo espectacular, pero mona y estilosa, su imagen era especial...

En su familia, había una bisabuela oriental de la que había heredado un cuerpo menudo y flexible que se movía con la armonía de una gatita, una piel blanquísima y unos ojos castaños brillantes y algo rasgados.

Nunca le agradecería bastante a su bisabuelo aquellos viajes de negocios a filipinas, en los que importó algo más que seda.... Con la sabiduría natural de las hembras, ella cultivaba y mimaba ese toque de exotismo en su imagen que la hacía tan diferente a la belleza de moda , llamativa y algo ordinaria, que imperaba entre las chicas de su edad.

Desnuda y de espaldas al espejo de su habitación, miró con deleite la parte trasera su cuerpo con un gracioso movimiento de su cabecita, que al pasar su cara por encima del hombro, consiguió hacer cosquillas en su espalda con su liso pelo negro. ! Estaba preciosa !. Su piel y su vello, tenían aún esa textura suave aniñada que pronto se evaporaría.

Se miró los pechos, sus manos los cubrieron adaptándose perfectamente a su pálida redondez como las delicadas copas del sujetador...! Justo!, ni faltaba ni sobraba mano…, del tamaño que a ella le gustaba…, más grandes podrían hacer vulgar su figura, más pequeños le restarían feminidad...¿Perfecta..?, bueno, salvo por unas pequeñas arruguitas verticales en el entrecejo.

¿Estaba preocupada?, la verdad es que solo una pequeña nube empañaba su ilusionada cabecita y ésta mañana, estaba decidida a evaporarla.

Aunque ya le había ocurrido con anterioridad, la regla ya le faltaba quince días y esto le inquietaba levemente.

Un mes antes y tras la fiesta de su cumpleaños, sintiéndose ya una universitaria responsable de su cuerpo y una mujer que había dejado de ser una colegiala, se había acostado por fin con el chico del que estaba completamente enamorada y junto al el que desde algunos meses atrás estaba descubriendo los secretos del amor y del sexo y aunque tomabron sus precauciones, se sentía algo inquieta porque, aunque improbable, siempre era posible algún fallo …

La casa estaba vacía, vacía y rara, maravillosamente extraña…. Las ventanas estaban abiertas, la brisa mecía suavemente los visillos blancos y en el comedor, los rayos dorados del sol mañanero, entraban acompañados del perfume del limonero.

!Silencio…!, ningún ruido… , ni la radio ..., ni la tele…, ni el extractor de la cocina … La paz era tal, que parecía estar en otro planeta y la casa tan irreal como un decorado de teatro del absurdo.

!Cuanto tiempo hacía que el trajín de aquella morada no le había permitido oír el tic-tac del viejo reloj de pared !, ! Cuanto tiempo que en su propia casa no había podido escuchar el plis-plas de sus pasos con los pies descalzos en el fresco terrazo!.

!Estaba sola!, deliciosamente sola, todos se habían ido ya a sus obligaciones…, En el baño y sintiendo la libertad de dejar la puerta abierta de par en par, orinó sobre la tirita del test y después, con el morbo y la intima liviandad que da estar ocioso cuando el resto del mundo está ocupado, desnuda y sin ponerse nada encima, fue vagando por toda la casa hasta la cocina a ponerse una taza de café.

Taza en la mano, se acercó al ventanal del jardín. Con la mirada ausente y protegida de las miradas ajenas por la enredadera de madreselva que cubría el muro exterior, , dejó pasar algunos minutos mientras que el sol calentaba sus pechos y su casi imberbe pubis.

Cuando volvió al de nuevo en el baño, se acurrucó en un rincón , notando el delicioso fresco de los azulejos en su espalda, se dejó caer despacio hasta quedar sentada en el suelo y cerró los ojos para esperar el resultado….! Por favor…!….! Por favor…! arrugó con gracia su carita….! ….! Por favor…! ! Por favor Dios.. ! …..!!Que sea negativo!!.

Sin embargo, cuando fugazmente sintió que ningún resultado le haría completamente feliz, entendió por primera vez en su vida, lo profundamente contradictoria que puede ser el alma de una mujer.

FIN

miércoles, 3 de octubre de 2018

EL BANQUETE


Abrió los ojos una hora antes de que sonara el despertador y casi a la par notó un fuerte codazo en los riñones acompañado de un susurrado ! Alfooooonso...! ! Vaaaamos...! ! ! Levaaaanta…! con el que su esposa Carmina, de espaldas, sin moverse y con los ojos cerrados, le impelía "cariñosamente" a salir del lecho abandonando el caliente embozo y lanzarse a la negra y fría madrugada invernal. 


A Don Alfonso Delgado, el juez del distrito, no le hubiera hecho falta tan cruel aviso en un día como ese. Consciente de su responsabilidad y su importante papel cómo cabeza de familia, había dormido inquieto dando vueltas con un sueño ligero y nervioso. Tanto Carmina como sus tres hijas, sus dos yernos como maridos de las mayores, el noviete de la pequeña y el resto de su familia incluidas su madre viuda y octogenaria, el tío mariano, sus dos sobrinos, sus dos nietos y así hasta veintidós almas, esperaban todo el año ansiosamente ese sagrado evento. 

Hoy era el día de de la Patrona de la ciudad, la fiesta mayor y tras las misas las procesiones de la mañana y los toros y bailes por la tarde, la comida tradicional más importante del año: El famoso asado de cordero lechal con tomillo y manzanas acidas.

Sin embargo, para la familia Delgado el banquete no sería la tradicional comida porque ellos eran diferentes.

Como una ceremonia particular cuasireligiosa, semisecreta o masónica, para ellos sería una celebración única y especial, un menú insólito, algo que ellos adoraban como lo mejor y que comerlo juntos los mantenía orgullosos y unidos como una piña y que luego nadie… y digo ! Nadie! en aquella familia, osaría probar y ni siquiera se atrevería a nombrar hasta el evento del año siguiente.

Hasta que le fallara la salud y pudiera designar un sucesor de confianza, Don Alfonso y solo él como cabeza de familia con la ayuda de su esposa Carmina, era el encargado de organizarlo todo y que estuviera en la mesa exactamente a las dos en punto a punto con el ambiente y la música adecuada.

Como siempre que llegaba ese día, junto al deseo que le hacía la boca agua y la ilusión de tenerlos reunidos a todos, sintió un cosquilleo y una leve sensación de inseguridad que los treinta años anteriores en los que todo había salido bien, no habían podido mitigar.

!No podía llegar tarde !, !No podía permitir que otros se llevaran antes los mejores o lo que es peor!, ! Que los dejaran sin él…!. Nunca había ocurrido y aunque lo tenía encargado y pagado con un mes de antelación, siempre tenía el temor de que hubiera algún error...

Intranquilo por éste pensamiento se vistió rápidamente y salió de casa. El incipiente amanecer aún mantenía desiertas y oscuras las calles de la ciudad turbadoramente silenciosas tras la noche festiva de la víspera.

Con la boina calada hasta los ojos tapándole su respetuosa calva hipocrática, las orejas heladas y el vaho del aliento saliendo como un Geiser a través de su canoso bigotón de morsa para empañar el parabrisas, Don Alfonso tras esperar con impaciencia a que funcionara la calefacción del coche para poder ver algo, enfiló cuidadosamente por la sinuosa y helada carretera y subió por las montañas hasta aquel perdido pueblo donde ceremoniosamente se hacían los mejores ejemplares con una tradición casi centenaria y una materia prima única.

Para Don Alfonso, ése día no importaba la distancia…,no importaba la hora…,no importaba el precio…, solo importaba la tradición y el deseo.

Para que se fuera atemperando, la noche anterior ya había sacado su mejor vino de su bodega, un Ribera del Duero tinto gran reserva aterciopelado y suave, con notas de avellana y frutos secos, que una hora antes descorchó y decantó para su oxigenación y que maridaba a la perfección con el divino manjar.

También había preparado no sin cierto rito y ceremónia, un antiguo y costoso cuchillo japonés tan bello y afilado como la Katana de un Samurái que tenía exclusivamente reservado para el evento anual.

Minutos antes de la hora de comer Carmina que había engalanado el comedor, repasó cuidadosamente el protocolo…, la cristalería de Bohemia…, la vajilla buena de la cartuja de Sevilla… y la cubertería de plata repujada de la bisabuela…, encendió todas las luces…, avivó la chimenea…, y al final, colocó cuidadosamente "La preciosidad" sobre la mesa ocultándola hasta el momento preciso bajo un paño de seda granate sobre una antigua tabla de madera veteada de olivo.

!Si!. ! Estaba todo en orden!. A las dos en punto Don Alfonso con aires de ujier del congreso de diputados, abrió desde adentro las dos hojas acristaladas de la puerta del comedor para que la familia que se agolpaba en el pasillo, entrara a su indicación.

Cuando todos entraron, la música barroca cesó y fueron rodeando la mesa en un silencio expectante y teatral hasta quedarse de pie delante de sus asientos.

!! Ohooooooooo!! exclamaron todos al unísono cuando Don Alfonso como una especie de rey mago, mirando el brillo de ilusión en los ojos de todos, retiró el paño granate de golpe:

!! Allí estaba !! esperándoles como todos los años, el enorme pan. Una Hogaza de 3 kilos horneada con leña de encina..., morena…,oronda… con su crujiente y tostada costra por fuera y blanca esponjosa y tierna en su interior adornándose con tres rubias estrías reventonas y que éste año les pareció mas bella que nunca.

María, la hija pequeña, amenazando con contagiar a todos lloraba de emoción …..

!Si !, !Parecía mentira !, pero para aquella familia apellidada Delgado paradójicamente cuya  colectiva imagende obesos crónicos podría desbordar los margenes de un mural de Botero y que debía permanecer perpetuamente castigada  por el más despiadado y poco efectivo de los regímenes de adelgazamiento y torturada desde tiempo inmemorial por las dietas del más cabrón de los nutricionistas, el pan y solo el pan... ! El divino pan!, era el alimento prohibido adorado y deseado...,su mayor ilusión..., la manzana de Eva… y cada año, en este día y solo en este glorioso día…, ese divino pan parecía llegarles del cielo, como el maná que enviaba Dios en el desierto…!.

Los Delgado sabían bien que no hacía falta una misa para consagrar el pan...!! Un pan siempre trae dentro a Dios !!.

jueves, 27 de septiembre de 2018

LOS MOLINOS EN VERANO V2018


LOS MOLINOS EN VERANO 

Maldiciendo a Don Miguel de Cervantes por fin llegué jadeando hasta el pié del enorme molino de viento en lo alto de aquella colina que se elevaba solitaria sobre la llanura de trigales maduros como una pequeña isla sobre un mar de espigas rubias.


.


Cuando abstraído por el recuerdo de Don Quijote y Sancho Panza me disponía a presenciar el dorado atardecer, rompiendo la magia de aquel precioso momento, sonó de repente una voz a mi espalda:

-! Buenas tardes..! ! Señor..!

-!! Joder!!..., ! Que susto me ha dado Vd. buen hombre!, !No lo había visto ahí sentado y creí estar solo aquí !.

-!Perdone señor!...lo siento, no pretendía sobresaltarle, solo quería saludarle, ¿sabe?, no vienen muchos paseantes hasta aquí al final de verano.

El hombre sentado era mayor, tenía una barba blanca y recortada que se perdía en una vieja e inmaculada camisa de lino y unas pequeñas gafas redondas y doradas, que le daban aspecto intelectual y una voz serena y educada.

Su viejo sombrero de paja de ala ancha brillaba a retazos dorados con los rayos casi horizontales del sol del ocaso y sus delgadas piernas embutidas en unos raídos tejanos, descansaban en unos pies finos y cuidados apresados por unas antiguas sandalias.

A su alrededor, decenas de colillas se agrupaban y dispersaban entre la yerba como gusanos amarillentos.

Tras un pequeño silencio el hombre prosiguió:

-¿Paseando ?

Algo molesto por la interrupción de la paz del lugar que había venido a buscar, le di una respuesta corta a la vez que dándole la espalda, estiraba mi ya cansada osamenta mirando el horizonte.

-! Pues sí… paseando!

Los blancos molinos manchegos caían en definición por la ladera de la loma. Sus oscuras aspas giraban amenazantes sin sincronía alguna y al fondo, el trigo madurando pintaba la tierra ondulada a gruesos trazos amarillentos y ocres con una suave mezcla de colores cálidos y fríos tan bella como irreal.

Estábamos frente a la explanada de molino más alto y podíamos sentir el aire arremolinado de las aspas y el crujido amortiguado de la madera vieja de su engranaje.

El hombre, prosiguió con voz cansada:

- ¿Sabe Señor? ¿tal vez dude Vd. de mi cordura como las gentes hacían del ingenioso hidalgo pero a mí, como a él, no me importa…ésta es mi terapia…, mi respiro…, vengo aquí todas las tardes del verano y entre cigarrillo y cigarrillo contemplo los molinos que son mi descanso, mi consuelo y a veces mi salvación.

-¿ Salvación?..., ¿ Que descanso y consuelo encuentra Vd, aquí..señor? le contesté secamente entre molesto por la injerencia no solicitada e intrigado por lo curioso de la historia…

-!Mire caballero…!, al igual que giran esas negras aspas con los vientos, mis problemas siempre giran y giran dentro de mi cabeza con la obsesión de encontrar soluciones, que no encuentran nunca y quedan atrapados ahí dentro día y noche, generándome un continuo desasosiego y una intensa angustia que a veces me impulsa desesperadamente a pensar incluso en quitarme la vida para dejar de sentir ese tormento.

-¿Y cómo consigue Vd. librarse de eso aquí arriba buen hombre?, le pregunté ya interesado…

-Es curioso….pero desde el primer día que vine a este paraje, descubrí que si depositaba cada uno de mis problemas en cada una las negras aspas de estos gigantes mientras fumaba sin parar, ellos se atrevían a salir de mi cabeza para girar y jugar con ellas toda la tarde, dejando mientras en tanto mi cabeza vacía y hueca, pero con una gran paz interior.

-¿ Pero claro…, los tendrá que retomar Vd. en algún momento?, ¿no?...

-Pues si…, tiene Vd. razón Caballero, cuando la oscuridad de la noche me impide ver el giro de las aspas y la brasa de mi cigarrillo comienza a refulgir en la negrura, los recojo como a los niños de la escuela y los vuelvo a soportar en mi cabeza hasta que puedo regresar. Sé que no es gran cosa, pero por lo menos la vida me regala un respiro para continuar viviendo un día más…

Se hacía tarde, el sol estaba a punto de ponerse y la brisa del este traía ya el aroma de las higueras y de las jaras y mecía los variopintos trigales mezclando sus tonalidades…

-Bueno Señor..., le voy a dejar a Vd. aquí con su paz, aún le queda un rato de luz y a mí se me va haciendo ya tarde para volver al pueblo. Solo me queda desearle buena suerte y que el viento no pare ni un momento en todo el verano !Adiós !.

Bajando la colina de camino al pueblo, mis genes de Sancho Panza y mi sencilla alma de cántaro, me hicieron meditar sobre la gran cantidad de pirados que producen estos vertiginosos tiempos que nos ha tocado vivir…

Fin

jueves, 30 de agosto de 2018

SICILIA

En aquella vieja casa blanca de estilo mediterráneo, de tejados morunos, blanco inmaculado y umbrío porche de arcos tradicionales, Greta fue feliz aquel verano. 
Allí, en Sicilia, sesenta años antes a su bisabuelo Hans todos le llamaban el "Alemán loco". Aquellas gentes, no podían comprender que aquel hombre raro de pelo amarillo y piel bermeja edificara una casa en ese, perdido lugar del mediterráneo, en lo alto de la enorme, pelada y oscura montaña volcánica 

El viejo lo había hecho por su esposa Berta con los ahorros de toda la vida para que su enfermedad del pecho mejorara con el aire puro y cálido del mar Tirreno según recomendación de los médicos de su país. Pero el remedio llegó tarde. El bisabuelo Hans enviudó apenas habían acabado la casa y aún estaba húmedo el revocado de la cal. 

La guerra no dejó volver a Hamburgo al triste Hans, y aquel "Alemán loco" acabó allí consolando su soledad y su pena con, una morenaza siciliana de "armas tomar" que le hacía de ama de llaves y que resultó ser la bisabuela de Greta.

En la bella pero germánica Greta, su biznieta, el deber y el culto al trabajo bien hecho regían su vocación de enfermera y la música clásica y la lectura mandaban en su vida personal.

Sin embargo, aunque su aspecto no podía ser más nórdico, y su mente mas teutónicamente cuadrada, Greta debía llevar secretamente escondidos algunos genes sicilianos relacionados con la sensualidad que se llevó su abuela en su sangre al volver a Munich.

Greta había venido ahora a su "Casita de Sicilia" a descansar y poner en orden los pensamientos sobre su vida sentimental, algo confusos desde que el Dr.Gunter, un médico con el que trabajaba, le había propuesto inesperadamente matrimonio.

Hacia el mediodía, Greta se aproximó algo inquieta a la barandilla de la terraza de piedra clara cuyo mirador sobresalía sobre el acantilado negro. Bajo su pequeño sombrero, la brisa térmica mecía sus cabellos rubios casi quemados por el sol y su bañador resaltaba el bronceado dorado de su piel.

A trescientos metros de altura todo se veía minúsculo, excepto el mar en calma que ocupaba prácticamente el horizonte. San Telmo, el pueblecito del otro lado de la bahía cerca del cabo azulado era apenas un borrón blanco tras el perfil del Etna humeando en la lejanía y a sus pies, Grámola, que con su pequeña iglesia y su puerto pesquero, parecían solo una pequeña maqueta de juguete.

La carretera que subía al Alto, estaba desierta. Sus doce kilómetros heridos por viejas señales oxidadas e ilegibles, yacían abandonados a los elementos desde que se construyó el tunel. Su trayecto en zigzag se aferraba a la pared del abismo con tanto desespero mediante giros en forma de lazos, que desde el mirador, Greta apenas podía ver mas que su última curva.

El silencio y la paz del lugar, le permitían oír la vieja motocicleta de Giuliano que. con el escape roto, pedorraba rítmicamente con los esfuerzos en cada tramo del ascenso.

Al salir Giuliano de Grámola, aquel sonido apenas era un rumor. Luego, a medida que iba subiendo, se podía escuchar mas y mas fuerte cada vez, de modo que ella, podía casi adivinar por su intensidad cuanto le faltaba a Giuliano por llegar.

Sí, Greta estaba inquieta y algo nerviosa. La última vez, desnuda en su tumbona, se había ido excitando tanto al par que aumentaba el sonido de la motocicleta, que cuando el hombre llegó, corrió hacia él con el sexo húmedo, y sin siquiera dejarle apagar la moto o quitarse el casco, lo besó mientras le desabrochaba la camisa, lo abrazó por dentro de la chaqueta de cuero y apretó sus pechos en su torso.

Aquello, no fue un beso. Por lo menos no uno cualquiera…, durante cinco minutos, Greta le mordió con avidez sus labios salados raspándose con su barba de dos días y persiguió su lengua con sabor a tabaco negro. Giuliano, asombrado por aquel comportamiento tan poco mediterráneo en una mujer tras un instante de duda, le correspondió con pasión, pero Greta había notado su sorpresa tal vez, porque la primera sorprendida de su descontrol fue ella misma. Luego, el juego del cambio de papel tradicional de víctima y depredador, los mantuvo a ambos tan calientes como desorientados.

Cuando lograron separarse de la moto y el hombre pudo quitarse el casco, Greta ni siquiera le dejó llegar hasta la fresca sombra de los arcos de porche, lo arrastró al suelo y allí sobre el enlosado de piedra clara, sin el menor asomo de pudor metió con fuerza la cabeza de Giuliano entre sus muslos. El hombre, comenzó a devorarle sin piedad mientras ella le tiraba con ambas manos del crespo pelo moreno aún áspero de la brisa marina y se arqueaba levantando su dorso del suelo y gritando enloquecida.

Por fin, tras un éxtasis brutal, su cuerpo se relajó desfallecido sobre el piso caliente con la cabeza tirada a atrás y el cuello extendido hacia el cielo. Jadeando ambos, permanecieron así quietos un rato.

Poco a poco, cuando fue recuperando la energía, Greta miró con una sonrisa pícara de disculpa la cara de Giuliano que surgiendo entre sus muslos de las rizadas profundidades, sonreía relamiéndose como un gato.

No era amor. Lo de Greta y Giuliano, era solo sexo. Era una atracción salvaje y profunda que como ella decía no fue "Amor a primera vista", fue "Sexo y atracción animal a primera vista" que se aderezaba además con grandes dosis de complicidad, sentido del humor y una alocada irresponsabilidad ausente de cualquier rasgo de culpa.

Aquel había sido un verano de risas y sexo…sexo y risas… Ah y.... ! Pescado !, mucho pescado, el mejor pescado de la barca de Giuliano, que además le servía de excusa para subir a la casa del Alto dos veces por semana.

A la Alemana, culta y preparada, le enternecía la rusticidad del pescador. Aún recuerda lo bello que le supo cuando Giuliano le dijo como la cosa más romántica del mundo, que su sexo olía a lubina fresca pero sabía al pulpo de las rocas. Y… algo de razón debía tener porque desde que vio a Giuliano sudoroso en el muelle descargando su barca, a Greta le parecía tener entre sus piernas un pequeño pulpo desobediente que sin atender a llamada alguna de la razón, movía sus patitas con vida propia dispuesto, a enrollarse en su presa y no soltarla jamás.

La tranquilidad solo llegaba al interior de Greta cuando al atardecer volvía a oír sonido de la motocicleta de Giuliano alejarse poco a poco hacia abajo regresando a Grámola. Entonces Greta, cansada, relajada y satisfecha, miraba ausente el mar esperando la salida de la luna. ¿Satisfecha?... !! Aún no había desaparecido el rumor de aquel destartalado motor y su cuerpo ya estaba deseando volverlo a escuchar…!!

No tengo empacho en decir que Greta decidió al final aceptar la proposición del Dr.Gunter. Y ahora, desde la húmeda niebla del norte, no se arrepentía de nada.

Greta sabe ahora que hay algo indomable y misterioso dentro de su ser pero el futuro de una alemana siempre debe marcarlo la razón y "Lo que pasó en Sicilia debe quedar en Sicilia". !Si…!, en Sicilia... y en su memoria, escondido profundamente para siempre como "Secreto de mujer".

FIN

viernes, 27 de julio de 2018

NATURALEZA MUERTA V2018

Agustín aun recordaba como meses antes, Ilusionado por el viaje, antes de partir había dejado cuidadosamente recogidos los objetos de su estudio de pintura: Los antiguos botellones que empleaba en las clases de dibujo con sus alumnos que desprovistos ya del mimbre que los convertía en garrafas, se sentían incómodos posando en su verde desnudez. El cenicero limpio, se miraba incrédulo poco acostumbrado a no cargar con un montón de colillas aplastadas sobre su ombligo. Cuidadosamente cerrados, los botes de cristal con el colorido pigmento en polvo que Agustín empleaba para crear sus propias pinturas se habían agrupado por azar en armoniosas combinaciones de purpuras, violetas, añiles y ocres.


Ahora, sin embargo, todo estaba cubierto por una pátina grisácea de polvo. Los pinceles que cuando los dejó parecían un animado grupo de amigas charlando en una cafetería agitando graciosamente sus melenas rubias, morenas, pelirrojas y castañas, según el color de su procedencia, ahora sesteaban silenciosos en su bote de cerámica azul apoyando sus cabezas en el paño con el que se cubría la modelo cuando le molestaban las corrientes de aire.

Cada día Agustín, subía trabajosamente la escalera negra de caracol de hierro forjado, hasta el estudio claraboyado del ático, y cada día bajaba decepcionado sin la menor inspiración. 


Pero como un rito, volvía una y otra vez cada mañana . 

Agustín tenía fe en que el color, su amigo desde la infancia, lo salvaría y lo sacaría de aquello……!Si !, tenía fe en que un día el color se volviera a colar en su alma cerrada y empujado por el trazo, desencadenara la reacción química que le retornara a la vida porque desde niño, las formas y colores parecían susurrarle a él cosas que a los demás nos negaban, secretos de los que otros no soñaríamos siquiera en saber de su existencia. Su corazón, podía temblar con los colores azules, como el cristal con el canto vibrante de los tenores, sentir los tierras y sienas como las notas dulces y oscuras de un barítono, o llorar a lágrima viva con los colores violáceos en el aria de una soprano abandonada. 

Su manera de percibir su entorno era distinta al resto de los mortales. Para él, sus viajes eran una fuente de inspiración y en ellos captaba y memorizaba todo tipo de tonos y formas que de algún modo plasmaba luego en sus delicadas obras: Aquel turquesa de la cúpula de la mezquita, aquella piel negro-azulada de una Venus senegalesa, el obsceno verde del bosque lluvioso peruano o el blanco inmaculado de la túnica bereber del anciano arrugado y centenario.

Pero como un extraño catalizador en una reacción química, hacía falta algo más para darle el toque genial a sus obras, aquella magia extraña que nadie podía describir….hacía falta la presencia de ella…de Marina.

Si, cada uno de los días …sin la menor emoción, el pintor miraba apáticamente aquel rincón de su estudio cubierto de polvo donde estaba todo tal como lo dejó antes del maldito viaje que a Agustín veía como un mal sueño y luego, bajaba  desanimado y solo media botella de aguardiente le permitía pasar el día tumbado en silencio en el sofá sin apenas comer y con la mente en blanco.

Marina, no había matado su alma de artista en aquel viaje. Nadie entendía como un pintor tan serio y afamado se casó con aquella mujer joven infantil e inconsecuente que pasaba de su obra e ignoraba su genio. Solo él sabía lo que ella suponía y aguantaba de aquella mujer carros y carretas porque era su musa y a las musas... hay que seguirlas y obedecerlas cuando se las encuentra por azar y someterse a su caprichosa tiranía. Generar inspiración en alguien es algo tan insólito como raro y emana inconsciente de seres que incluso son ignorantes de su poder.

Agustín sabía que le debía a Marina todo el éxito que había tenido desde la media docena de años en que la vida cruzó sus caminos y también había notado morir su inspiración y su alma de artista cuando percibió en ella el alejamiento, la indiferencia y aquel mortal aburrimiento en que se le había convertido su relación.


El viaje, solo fue una excusa para intentar un acercamiento que reviviera en ella algún sentimiento. Que Marina muriera en un accidente de tráfico con un amante nativo durante el maldito viaje, no mató el alma de Agustín más de lo ya estaba.

Un día, en el solsticio de verano cuando almas y brujas vuelan libres, volvió a subir a su estudio con paso cansado.

La noche de San Juán había sido terrible, se había desatado una tormenta inesperada y a la costa entraron vientos huracanados y relámpagos y rayos que habían impedido las hogueras de la fiesta popular.

Cuando Agustín miró como siempre a su alrededor… todo el estudio estaba mojado…la ventana se había abierto permitiendo que el vendaval metiera la lluvia sesgada y desparamara los lienzos, pero cuando miró hacia los botes de pigmento, aparecieron libres de polvo y brillantemente iluminados por un rayo horizontal del sol del amanecer y aquellos colores puros penetraron de nuevo en su alma, la inspiración apareció de nuevo y un torrente de lágrimas brotó de sus inexpresivos ojos.

!Pintó!…!Si!... Pintó con trazo firme el retrato de Marina, con su mirada brillante, su pelo rojo, su eterna risa y su cuello grácil … Aquella imagen que él siempre llevaba en su cabeza. Luego, colocó el lienzo presidiendo el estudio y jamás volvió a pintar sin su presencia.


!Sí! Marina había vuelto en aquella noche donde brujas y espíritus atormentados vuelan libres, de algún modo él la esperaba, al fin y al cabo sin él, ella nunca supo dónde ir…