viernes, 10 de febrero de 2017

LA INSÓLITA LEVEDAD DE ÁNGELA

Rafaél ajeno a todo lo que le rodeaba miraba sin ver ignorando la belleza de aquella tibia tarde del temprano otoño

     -Perdone, ¿Me puedo sentar en su mesa un rato? le dijo ella .Estoy esperando a alguien. Nos hemos quedado  aquí Vd. y yo solos y con esta oscuridad me da un poco de miedo permanecer sola en mi mesa. 

     Absorto en sus negros pensamientos, el hombre apenas levantó la vista para mirar a aquella chica y sin abrir siquiera la boca, hizo un educado gesto con la mano invitándola a sentarse.

     Llevaba toda la tarde sentado en la terraza del parque sin quitarle el ojo a aquella rama tortuosamente horizontal de un roble que el viento había logrado inclinar debido a la enormidad de su copa hasta casi formar una pérgola sobre el paseo. 


      Hacía días que venía a visitar aquella rama y con su creciente desesperación, la imagen de su cuerpo colgado de ella balanceándose le parecía cada vez mas plausible. La pequeña esperanza de recibir de "ella" alguna noticia, se había ido diluyendo con los días hasta esfumarse.

     - No se preocupe por mi señor…, veo que está ensimismado y no quiero molestarle.

      En el parque, las últimas luces del crepúsculo que en lo alto que iluminaban de dorado las ramas altas de los gigantescos árboles, parecían haber huido de repente y las masas negras de sus copas se recortaban ya tenebrosamente contra el cielo estrellado y parecían amenazar con derrumbarse tragándoselo todo.

     Sentados frente a frente sin mirarse directamente, ambos quedaron en un incómodo silencio solo roto por el ruido del entrechocar del vidrio que llegaba atenuado desde dentro del kiosco donde el camarero, preparándose para cerrar en breve, se afanaba en guardar las últimas copas.

      En aquella penumbra, Rafael solo pudo percibir de aquella mujer un vaporoso vestido blanco que parecía encerrar la brevedad de su cuerpo y su extraño e intenso perfume a lima. Pero la verdad es, que apartándolo por breves instantes sus amargas reflexiones, en su cabeza de pianista, Rafael había quedado impresionado con la musicalidad aquella voz que con sus suaves inflexiones en clave de Sol le transportaron inconscientemente a la dulzura del Ave María de Schubert .

      Pero... pasado aquel primer instante, Rafael volvió a sumergirse en sus pensamientos y como si éstos tuvieran miedo de perder el hilo, volvieron a la dolorosa noria que daba vueltas y vueltas dentro de su cabeza desde hacía semanas intentando buscar sin encontrarlo, el motivo de aquella inesperada y humillante ruptura y del cruel abandono por parte de aquella mujer con la que creía estar en la cima de un amor profundo. Cada vez, Rafael se sentía mas hundido y su corazón roto se convencía más de lo irremediable de su soledad, de su incapacidad de vivir sin ella y de que su angustia y su dolor, solo tendría fin con la muerte.

      Al cabo de un rato, la ronca y cansada voz del camarero les anunció que el parque iba a cerrar y que debían irse

y de nuevo la voz musical de la muchacha fue como un respiro en su angustia.

     - Mi cita ya no vendrá. ¿ Le molestaría que saliera con Vd.? La puerta del parque está algo alejada de aquí y la oscuridad me atemoriza….

       Aún no habían recorrido unos metros, cuando la muchacha le paso su brazo bajo el suyo y le dijo : ¿No le importa que me agarre un poco de su brazo verdad ? estoy un poco sobrecogida.

      Fue, en ese momento cuando Rafael percibió por primera vez la levedad de Ángela. Apenas sintió pasar el brazo de la muchacha bajo el suyo a pesar de que ella había arrimado su cuerpecito como si buscara protección. Era como si la ley de la gravedad no rigiera para ella. Rafael jamás pensó que pudiera existir un cuerpo tan liviano y sin embargo, inexplicablemente, una sensación de profundo bienestar le fue invadiendo desde la zona de aquel ligero contacto.

      Cuando en la puerta del parque ella se despedía dándole las gracias, Rafael pudo distinguir a la luz de las farolas aquel rostro fino de rasgos adolescentes de Ángela, enmarcado en una melenita cobriza a lo "garçon" que contrastaba con sus ojos azul celeste.

     Al día siguiente y casualmente, la volvió a encontrar mientras paseaba junto a la plaza de la virgen. La muchacha se dirigió a él por detrás:

      - ! Qué casualidad...! !De nuevo nos encontramos... !

     Cuando oyó a su espalda aquella voz de Ave maría de Schubert , Rafael supo quien era incluso antes de verla. Efectivamente, allí estaba Ángela con su pelo largo moreno, su vestido ceñido azul marino, su personal perfume de violetas y aquellos vivos ojitos castaño claro en su cara adolescente.

      -¿ Es Vd. de aquí ? ¿Podría orientarme un poco sobre 
lo qué vale la pena visitar en esta ciudad ?

     Rafael no deseaba compañía, pero le resultó imposible negarse a su gesto gracioso y a su risa clara. Cuando ella sin pedir permiso se agarró a su brazo, Rafael de nuevo experimentó la serenidad que le producía aquella sensación de liviandad. Con el extraño contacto con aquella muchacha, la angustia parecía darle una tregua y sus tenebrosos pensamientos se alejaban unas horas.


 Inconscientemente, el hombre procuró aquella tarde alargar todo lo que pudo la visita cultural y la amena conversación hasta que la noche los vino a separar de nuevo.

     El Domingo siguiente, 
incluso sin necesidad oír su voz de Avemaría fue Rafael él quien la vio primero. Fue en la cola del cine y aunque ella estaba sola tres o cuatro puestos por delante de Rafael, su exclusivo perfume de lavanda había llegado hasta él. 

Ángela tenía un gesto gracioso de fastidio y de impaciencia infantil esperando que abrieran las taquillas y mientras se alisaba los pliegues de su vestido malva, movía su cabecita cubierta de rubio pelo corto de un lado para otro mirando inquieta a su alrededor con sus inmensos ojos verdes. 

       Cuando Rafael llamó su atención, la cara de la muchacha se llenó de alegría y le invitó a ver juntos la película. La verdad era que el film para él fué un autentico "bodrio", pero a ella le pareció fabuloso y Rafael solo con sentir el contacto etéreo de su bracito junto al suyo se sentía ya en la gloria.

      Al salir del cine y antes de despedirse, ambos acordaron verse todos los días mientras ella estuviera en la ciudad puesto que el destino parecía quererlos juntar.

     ¿Amor? !No!, !Aquello no era amor...! , por lo menos no como lo entendemos normalmente. La verdad es que incluso para él era difícil explicar aquella rara relación. No había pasión ni sensualidad solo una irresistible atracción llena de ternura, humor, complicidad y alegría y gusto por la vida y solo en unas semanas, Rafael fue olvidado con Angela sus amarguras y el tenebroso fantasma de la rama de roble, parecía ya para él una lejana pesadilla de la que se había despertado valorando la belleza de cuanto le rodeaba.

     Una preciosa mañana de primavera en el parque, estaban sentados bajo los árboles en el mismo lugar donde se conocieron cuando Ángela, bajando sus bonitos ojos grises le dijo con su voz en clave de Sol de ave María de Schubert que se tenía que ir. Su cometido en la ciudad había acabado y no podía ya justificar mas lo prolongado de su estancia.

     Rafael no se sorprendió, en los últimos días la levedad de aquella muchacha era tal que apenas notaba ya su tacto y cada vez percibía con menor intensidad su original perfume de camélias. Por última vez, miró sus brillantes rizos castaño claro que contrastaban con su vestido de gasa rosa, y supo que, fuera lo que fuera lo que misteriosamente les había ocurrido, había llegado a su final.

     Pensativo, miró hacia unos niños que jugaban cerca alborotando y cuando volvió de nuevo la vista hacia el frente, la silla de Ángela estaba vacía y no quedaba ya el rastro de ella. Instintivamente, Rafael miró hacia el cielo y aún creyó ver un retazo rosa desapareciendo livianamente entre las nubes blancas.

     Antes siquiera de bajar la mirada, Rafael había comprendido.

     Con ternura, el hombre sonrió agradecido y dijo en un susurro :

    - ! Gracias Ángela… ! Jamás hasta hoy habría imaginado que un ángel pudieran ser una mujer…. !! Y menos aun que la mas hermosa viniera a ser mi ángel de la guarda!!.

FIN























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