jueves, 26 de enero de 2017

LA ELÍPTICA FORMA DEL HUEVO


Ambrosio "El Huevero" aún no sabe a día de hoy que el vuelco de su vieja camioneta cargada de huevos a la salida de su precioso pueblo costero no fue un accidente casual. El pinchazo de la rueda fue provocado. Si, El Huevero no lo sabe porque está muerto y enterrado.



Su cabeza, después de un feo "clog", se partió en dos como una sandía contra un pilón de piedra desperdigando sus sesos por la carretera mientras su desvencijada camioneta dando vueltas y mas vueltas se fue destrozando hasta quedar semi hundida y con las puertas abiertas en la cenagosa marisma.

Caín , " El de la lotería", cuyo premio le había tocado casi en exclusividad en el pueblo hacía unos años y que era una mala persona como ya intuyeron sus padres al ponerle dicho nombre, era un hombre al que el dinero había hecho mas rico pero no mejor.

CaÍn, lleno de rencor y por pura venganza cochina, había puesto clavos en las ruedas aquel viejo vehículo con la "sana intención" de que el huevero se matara de mala manera, pareciera un accidente y salir así impune de aquel tema.

Y es que "El de la lotería", Caín, apodado también bocanegra por sus convecinos porque emponzoñaba a todo el mundo cada vez que abría la boca, siempre estaba insatisfecho y no lograba disfrutar de la vida a pesar de sus riquezas y de ser el dueño de medio pueblo, porque su avaricia era insaciable y su mujer, harta de su brutalidad y falta de cariño, hacía tiempo que se la estaba pegando con el bueno de Ambrosio.

! Celos...! !No! ! Que va...! En realidad su mujer le importaba un carajo y aquel tipo no se quería mas que a sí mismo, pero su monstruoso ego no podía soportar la humillación de que el bueno del huevero, un paria semisanto y humílde que apenas podía sobrevivir con su granjita, le pudiera quitar a su esclavizada mujer delante de toda la parroquia.

Aunque no engañaba a nadie, en los días siguientes al suceso Caín bocanegra intentó contener en su interior la inmensa alegría que sentía no solo por haberse quitado de en medio a aquel capullo del huevero, sino por la deliciosa sensación de impunidad de aquel asesinato y lo bien que le había salido el asunto. ! Que a gusto se quedó aquel cabronazo ! Una semana duraron los llantos de su esposa mezclados con los falsos motivos con que la pobre mujer intentaba justificar su llorera.

Creo que fue esa semana el zenit de la felicidad de bocanegra, porque coincidiendo con la caída en el mutismo de aquella infeliz algo empezó a torcerse para él. Por las calles del pueblo comenzó a notarse aquel nauseabundo olor… Al principio, no se sabía de dónde provenía y el alcalde muy preocupado de qué no espantara el turismo del que vivía la población, hizo revisar el sistema de alcantarillado y los pozos ciegos sin resultado. Luego, mandó que se investigaran los desechos del matadero público, el vertedero municipal y las granjas de alrededor y por último, cuando ya se disponían a buscar entre las tumbas del cementerio, el olor se hizo tan fuerte y nauseabundo que su origen en la marisma se hizo evidente.


Desde la balconada de la plaza de la iglesia situada en lo más alto del pueblo, fue el cura el que dio la primera voz. Bajo el acantilado, la marisma donde podía verse medio hundido y con las puertas abiertas el camión del huevero, aparecía como el asqueroso vómito de un borracho teñida de un extraño color verde y de su burbujeante superficie, surgían vapores y neblinas que empujaros por la brisa marina se iban elevando hasta el pueblo como sulfurosos miasmas amarillentos lamiendo las negras paredes del risco.

Todos los hombres del pueblo incluidos Caín Bocanegra y el alcalde, bajaron a toda prisa a la marisma por la sinuosa carretera pensando que el problema era puramente biológico y que con un poco de suerte y dado que el tema aún no había tenido gran repercusión mediática, una limpieza colectiva aun podría salvar la temporada turística que acababa de comenzar.

! Que equivocados estaban !. Aquello no había forma humana de limpiarlo. Tres toneladas de yemas y claras podridas aún fluían y se desparramaban desde la camioneta como ríos de nutritiva lava alimentando todo tipo de bacterias tóxicas en un enorme caldo de cultivo.


En aquella desolación, no se oían los pájaros, ni croaban las ranas y los peces muertos flotaban panza arriba por donde quiera miraras. Los azufrados y ácidos deshechos habían aniquilado cualquier rastro de vida.

Daba escalofrío ver el pueblo completamente desierto dos semanas después. La fetidez era tal que las gentes a pesar del caluroso verano, se habían recluido en sus casas y abatidas sudaban con las ventanas cerradas sin apenas pronunciar palabra alguna, las persianas de los restaurantes de la desierta playa sur permanecían bajadas tan cerradas como las puertas de los hoteles, las tiendas de souvenires y los supermercados incluso en el casco antiguo del pueblo, el silencio era tal que uno podía oír sus propios latidos.


Si, aquel extraño silencio no era el de la paz, aquel silencio era la autentica música de la ruina...

Allá abajo, en la marisma, las lágrimas de asco e impotencia caían de los ojos de los hombres con las caras tapadas por pañuelos. Lo habían intentado todo ya, incluso enterrar la marisma entera, pero las excavadoras con sus pesadas ruedas de cadena hundidas en el cieno quedaron varadas en las orillas a las primeras de cambio.

La fama de pueblo maldito ya era irreversible. El suceso había salido ya en todos los noticiarios del planeta destrozando toda la reputación de paraíso que aquel pueblo que había sido ya desahuciado y abandonado su destino .

¿Caín…? Caín en el más completo mutismo llevaba semanas bebiendo sentado a oscuras en su despacho intentando inútilmente olvidar que él y solo él era el culpable de toda aquella desgracia. ! Que cara le había salido la insana alegría! ! Él era el que más había perdido ! Lo había perdido todo! Sus propiedades no eran ahora más que un grandioso escenario cinematográfico de cartón piedra, una inmensa tramoya que parecía de reírse de él mientras presentía que su mala acción como un boomerang , que seguía la elíptica forma del huevo, acabaría con su miserable vida.

Su, resentida esposa, consciente de su tormento, 
lo mortificaba vengativamente y con saña recordándole una y otra vez los huevos para no pudiera descansar ni un solo momento, dándole de comer únicamente tortillas . Pero… entre los vapores del alcohol y gracias a ese castigo, Caín bocanegra que era tan listo como malo, aunque tarde para él, tuvo un destello de claridad y un atisbo de arrepentimiento y buscando un poco de misericordia celestial pensó que aunque él estaba acabado, por lo menos salvaría al pueblo. 

Cuando Caín encendió el mechero, estaba de pie subido a la cabina de la furgoneta del Huevero. La luna llena lo iluminaba fantasmalmente. Al subir al techo aun había podido ver el asiento en el que aquel desgraciado puso por última vez su culo. Había pasado toda la tarde vertiendo gasoil el cenagal y llenándolo de bidones de combustible… Al fin y al cabo, si se trataba de huevos , aunque fueran podridos .., !! Con los huevos se hacían tortillas!!

Cuando antes de las explosiones las lenguas de fuego comenzaron a alcanzar su cuerpo en medio de un espectáculo dantesco, Caín Bocanegra pensó socarronamente que entre la fetidez de los humos y las llamas danzantes, cuando con toda seguridad, su alma llegara al infierno, no se iba a sorprender con el espectáculo…

!No!. No encontraron el cuerpo de Caín. Al día siguiente,  cuando 
el sol 
iluminó la marisma, solo encontró un espacio vacío cubierto de una fea e inmensa tortilla reseca.