No os revelaré como ha
llegado hasta a mí este sobre ajado con estas tres antiguas cartas y solo he
decidido permitiros leerlas porque en la segunda decena del siglo XXI creo
que todos sus protagonistas deben haber fallecido y de no ser así no creo que
les perjudique en modo alguno.
Carta numero 1
6 de Enero de 1970 Notaria de Ernesto Badillo, Teruel
Entrega de la carta
de don Anselmo Fuertes Acevedo depositada en ésta notaría a su hijo Don
Andrés Fuertes Martín si está con vida, para cumplir su voluntad de que se le
haga llegar al mismo al cumplir los 25 años.
Carta numero 2
12 de mayo de 1945 Negral de la Sierra -(Teruel) Andrés Fuertes Acevedo
Andrés, hijo, si lees esta carta, será porque ya no estoy
con vosotros. Quiero que sepas que me fui cumpliendo con mi deber aunque no
puedas contárselo a nadie. Es preciso que conozcas todos los hechos para que
aunque sea con retraso, te sientas orgulloso tu padre y por tanto de la sangre
que corre por tus venas.
Fui enviado por el departamento forestal del misterio de
agricultura, como ingeniero de montes a Aragón, a un pequeño pueblo de las
profundidades de las desiertas montañas deTeruel para investigar las
extrañas muertes de algunos animales que habían tenido lugar y que tenían
alarmada a la población sensibilizada ya por la reciente y sanguinaria guerra
civil.
El mando me había asignado a Vasily como ayudante porque
aunque era extranjero, conocía bien la región. Vasily era un leñador rumano que
había venido combatir en la Cruzada nacional con el ejército fascista italiano
que envió Musolini. Cuando todo acabó, Vasili se quedó aquí en España por que
según decía, en su Transilvania natal ya no le quedaba nadie vivo después de la
hambruna del 37 y el nuevo régimen, agradecido, le había dado la concesión de
la leña de algunos de aquellos perdidos bosques en los que, por otra parte
nadie, se atrevía a poner un pié.
Solo hace cinco años que el final de guerra civil
española tuvo aquí uno de sus más sangrientos episodios y todavía es posible ver por estos bosques las
negras grietas de las trincheras e incluso no es difícil tropezar con restos
óseos humanos, armas oxidadas , viejas latas de conserva aun sin abrir y
proyectiles sin estallar.
En este un lugar triste y maldito donde el ser humano
convertido en bestia, sacó lo peor de sí mismo contra su hermano, aun hoy ,
pasado ya tiempo, solo el hambre logra empujar a los lugareños desesperados a
entrar temblando en éstos lúgubres bosques para intentar cazar algún conejo
para su familia.
Mientras Vasíli me guiaba por los oscuros senderos entre
enormes troncos retorcidas de los negros árboles, pude observar algo muy
extraño, no había aves, ni un solo trino de pájaro rompía el denso silencio del
bosque helado y neblinoso.
Lo que Vasili me fue mostrando era macabro hasta
para mí que de estudiante, fui ayudante de un forense para pagarme los estudios.
Los cadáveres de los animales aparecían diseminados por los barrancos con el
cuello destrozado y en posturas desencajadas impropias de un animal, pero lo
más extraño y lo que me dejó más intrigado, era la ausencia total de sangre o
de huellas o signos de lucha. Aquello no me lo esperaba y tiró por tierra la
hipótesis que llevaba en mi cabeza cuando llegué, de que el problema se reducía
a ataques de lobos u osos.
Fui investigando el alcance de estos macabros sucesos viajando por aquella perdida sierra. Mi instrucción de cada escenario fue un
duro periplo por las sendas y pistas forestales apenas transitables que unían
los aislados pueblecitos y aldeas y que solo podía hacerse a lomos de unas
flacas mulas.
Al principio, creí que solo era por el idioma, pero
cuando llegamos a la primera aldea y Vasily le preguntó a una anciana por el
alcalde, comprendí que su silencio durante nuestros itinerarios no era debido a
una introversión ni a mala educación, sino que era debido a al nerviosismo y al
miedo y mientras andábamos, prefería escuchar callado y en completa alerta
cualquier sonido sospechoso y se sobresaltaba ante el menor crujido de una rama
o el grito de una alimaña.
Al principio, aquellas pobres gentes aldeanas, respondían
con desconfianza dados los recientes acontecimientos. Las heridas de sus almas
aun sangraban al menor roce, pero poco a poco fueron colaborando conmigo, más
que por mis méritos, porque el temor por el misterio del bosque ya era mayor
que el que tenían a la autoridad.
Aquellas gentes atribuían irracionalmente los misteriosos
hallazgos a la presencia de los guerrilleros del maquis escondidos por los
cerros, pero mi lógica descartaba ésta hipótesis porque el hambre de los
insurrectos hubiera dejado los cadáveres en los huesos.
Sin embargo, lo que me heló el alma, es lo que
encontramos cerca de la última aldea que nos quedaba por visitar. Era ya de
noche. Algo blanco me llamó la atención en lo oscuro del bosque. Parecía un
trapo o un pañuelo grande colgando del
el tronco de un roble. Desgraciadamente, era el cadáver exangüe y reseco de una
niña de unos cinco años que colgaba ensartada por sucuellecito de una rama
astillada y cuya piel arrugada parecía ya un paño viejo.
Aquel pequeño cadáver, me heló el alma si, pero sobre todo, porque
comprendí que tanta maldad no era obra de la naturaleza. Apenas me quedaron
fuerzas para darle cristiana sepultura preocupado además por la reacción de Vasily
,que cuando vió la escena, se quedó rígido, blanco, cerró los ojos con fuerza, y
cruzando los dedos de la mano izquierda crispó su puño con la derecha agarrandose a una cruz de plata que colgaba en su
pecho y comenzó a emitir un extraño murmullo con la sonoridad de una oración
eslava.
La verdad es que yo nunca he creído en presencias
sobrenaturales, pero en aquel desolado lugar abandonado de dios, era difícil
sustraerse a una sensación de maldición y abatimiento ajena a la lógica, pero por
esta reacción, me dio la impresión de que no era la primera vez en su vida que Vasily
vivía algo así.
La niña no era de la aldea cercana y Vasily me advirtió sin
mas explicación que su trabajo había finalizado, que se volvía al pueblo y que
no me podía continuar ayudándome más. La Verdad, es que mi trabajo también
había finalizado, así que, decidí volver con él para poner a mis superiores al
corriente de mis hallazgos. La presencia de un cadáver humano hacía que fuera ya
cosa de policía y jurisdicción de aquello era de la Guardia Civil.
No obstante, al bajar desandando nuestro camino para
regresar a Negral, fuimos reinterrogando a las gentes se las aldeas. Además de
la niña, cinco niños de edades similares habían desaparecido en los dos últimos
años en aquellos pueblos. Sorprendentemente, en aquél mundo tan duro el
aislamiento entre las poblaciones era tal, que la desaparición ocasional de unos
niños que se criaban sin atención ni escolarización alguna motivada por pérdidas en el bosque, accidentes en los
canchales o ahogamientos en el río, era algo tan aceptado por todos que no lo habían relacionado con los macabros
hallazgos del bosque hasta que apareció la niña colgada en la rama.
No te pormenorizare lo complicado y alarmante de mi
investigación por no horrorizarte mas solo debes saber, que el ataque de
pánico que sufrió de nuevo el rumano cuando un golpe de brisa, al pasar por la
deteriorada mansión de los Condes de Tejillo nos trajo algún tipo de efluvio ,
me puso sobre la pista de alguien o mejor debería decir de algo, de cierta
presencia en aquel lugar de la que no te puedo aclarar su aspecto, porque nadie
la había visto jamás y que al parecer llego hace algún tiempo en un misterioso
y polvoriento Mercedes negro con las cortinillas echadas y matrícula
desconocida.
Tiemblo al contarte, que contra toda lógica de mi razón
ahora sé, que esta fuerza maligna y obscura, vino atraída por la desgracia y la
guerra a este maldito lugar, como el buitre va a la carroña.
No poseo prueba alguna razonable para poder alertar a otras
autoridades, y de hacerlo así, nadie me creería, me tomarían por un loco, y se
perdería un tiempo vital, porque ahora sé y tengo la convicción de que hay que
acabar con esa presencia sin más demora porque en la última semana han
desaparecido dos niños más... y estoy convencido de que éste mal sediento de
sangre ha desbocado ya.
!Andrés hijo! Soy el único aquí que puede parar este horror
y haré lo que haga falta. Por Vasily, sé cómo acabar con esto y sé también que seguramente,
tendré que entregar mi vida para hacerlo, pero ese espíritu nefasto y
vengativo atrapado entre nosotros, necesita que un alma recta lo lleve cautivo
al más allá para ser juzgado...y condenado.
Carta numero 3
Madrid.,23 de marzo de 1971 Jesús López- Detective privado.
Estimado Don Andrés: Las indagaciones realizadas a su
comando con la discreción requerida por Vd., revelan que la susodicha mansión
fue destruida por un incendio en mayo de 1945, habiéndose encontrado entre las
cenizas según la investigación posterior de las autoridades, dos cuerpos
calcinados e irreconocibles.
Por otra parte, desde
esa fecha y hasta la actualidad no constan en los archivos de la guardia civil
denuncias de hallazgos macabros ni desaparición de persona alguna en esta zona....
Suyo atentisimo,
Jesus Lopez.
fin
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