viernes, 3 de junio de 2016

LIDIA Y ARMANDO

La pura verdad es que en el barrio, en todo el barrio… la ternura octogenaria de aquella pareja nos tenía fascinados. Armando y Lidia, o… Lidia y Armando como cuando llegaron hace algún tiempo a todos dijeron que se llamaban, se comportaban como esas parejas de cigüeñas viejas que, sin fuerzas ya para la ultima migración, permanecen en su viejo nido del campanario fieles y solitarias, esperando en paz su inexorable destino cuando sus compañeras han volado ya a tierras más cálidas.


Su actitud amorosa y tierna provocaba una afectuosa envidia, sobre todo, a las amas de casa de mediana edad cuyo leitmotiv era la familia y el matrimonio tradicional y que sentadas en los bancos del parque mientras los niños a pleno sol gritaban y hacían el bruto en los columpios, parloteaban y reían en las templadas tardes bajo la agradecida sombra de los sauces

El grupo de "marujas", interrumpía su cháchara, guardaba silencio y los miraban con disimulo cuando de reojo los veían venir paseando con la tranquilidad del que no le queda nada por hacer.

Sabíamos poco de ellos. Habían aparecido en la ciudad de un día para otro hace algún tiempo y se les veía "gente bien". Sus ropas algo pasadas de moda pero de marcas caras y elegantes tenían esa cosa que tienen las prendas con clase que conservan su dignidad aunque las tendencias y los diseños cambien.

Les gustaba pasear por el parque muy juntos y en silencio sonriendo y disfrutando del sol tibio de la primavera o de la alfombra de hojarasca ruidosa y dorada que forma en otoño la caída de las hojas de de los álamos. En Invierno, caminaban abrazados protegiéndose del el aire helado y puro que venía de la sierra entre las ramas desnudas de los árboles y en Verano, separados y cogidos de la mano por el fresco túnel que formaba el insultante verdor del bosquecillo de la caña india

No, ellos no eran de hablar con los demás… eso sí, saludaban amable y educadamente a quién se cruzaba con ellos con una sonrisa e incluso enlentecían  gentilmente un poco el paso para comentar el estado del tiempo pero sin llegar a detenerse nunca, lo que solamente podía dar lugar a un somero y corto intercambio de palabras.

Él, alto y recio para la edad que no disimulaba su cabeza poblada y canosa, la solía llevar del hombro en un gesto protector como si quisiera empollarla con el calor de su cuerpo y ella, parecía adaptarse al hueco que él le formaba mostrando tal dulzura y fina fragilidad femenina en su rostro y en sus gestos que recordaba un objeto de porcelana bello, antiguo y delicado . A veces, se les veía reír con complicidad mientras que otras veces, se detenían  bajo la sombra de las imponentes Magnolias y se abrazaban y besaban fugazmente ajenos a todo como si estuvieran solos en el planeta.

Era curioso como los peces dorados del estanque se arremolinaban juntos y nerviosos bajo el mirador cuando oían acercarse sus pasos quedos y serenos esperando que les echaran trocitos de pan. También las palomas blancas mas molestas y apremiantes, revoloteaban a su alrededor como satélites hasta que recibían sus los granitos de trigo,
incluso antes de llegar al banco de la explanada donde solían ellos descansar

Si… Lidia y Armando en aquél parque, parecían la viva imagen de Adán y Eva ancianos en el paraíso como si no hubieran sido expulsados por el Creador por el asunto aquél de la dichosa manzana.

Las parejas de novios emboscadas en los del parterres, los veían alejarse hacia la rosaleda con suspiros de envidia y ternura, deseando para su vejez la cómplice felicidad que destilaban Doña Lidia y Don Armando, porque irradiaban esa placidez serena de quienes descansan satisfechos después de una vida provechosa.

Tal vez Armando y Lidia o Lidia y Armando, hubieran sacado adelante una numerosa prole de hijos maravillosos que continuaran su feliz huella en este mundo, no sé… pero era curioso cómo la falta de referencias, estimula la creatividad del ser humano ocioso y cómo las señoras gustaban de entretenerse rellenando el misterioso pasado de ambos con historias románticas o solidarias e incluso heroicas, lo que daba motivo a largas y deliciosas charlas que hacían mas llevadera la espera hasta que los niños desfogados ya pudieran volver a casa donde al comentarlas con la familia, generaban la viral extensión por todo el barrio de un rumor distinto cada semana. A veces, se les otorgaban el papel de aristócratas arrumbados por la ruina tras toda una glamurosa vida, otras en cambio se les imaginaba como valerosos médicos y enfermeras luchando codo a codo contra los elementos en un perdido dispensario de la selva africana y otras semanas en cambio, eras convertidos en afamados escritores. Es curioso que alguna vez hasta se llegó a decir que parecía gente de música, como una pequeña soprano y un afamado director de orquesta aunque de su preciosa casita que alquilaron a su llegada en el borde oeste del parque, jamás había salido una nota musical.

Pero un día, la impresión no me deja recordar si fue en verano o en invierno, la casita recoleta del borde oeste del parque amaneció rodeada de coches de policía, furgonetas de de noticiarios, cámaras de televisión y gentes que se agolpaban curiosas tras las cintas de plástico amarillo y negra que acotaban el edificio y el pequeño jardín. Las luces rojas y azules, el barullo de los periodistas con sus cámaras y sus flases y los desagradables sonidos de los interfonos portátiles policiales estallaron escandalosamente al fin cuando, pasada una expectante media hora, unos agentes uniformados de la policía sacaron a Lidia y a Armando esposados y mirando al suelo y se los llevaron en la parte de atrás de dos coches policiales separados.

El escándalo fue monumental. La conmoción en el barrio dejó paso a la incredulidad durante todo el juicio. Los periódicos y cadenas de televisión dieron cuenta en grandes titulares abriendo todos los noticiarios de la detención de la pareja criminal más buscada en el mundo desde hacía años. Armando resulto ser el general Vihuela, asesino responsable de la desaparición y muerte de miles de jóvenes durante las peores épocas de la Dictadura militar en argentina y bajo su mando en la escuela mecánica del ejercito se habían llevado a cabo las torturas más crueles y las muertes mas horrorosas, llegandose a arrojar incluso personas vivas al mar desde los aviones militares. Mientras que lidia , su compañera, había sido una mujer dura e implacable que gestionaba la venta de los hijos de los desaparecidos a las parejas afectas al régimen militar que no podían tener descendencia y se había enriquecido con las pertenencias de los desgraciados ausentes.

No sé…, tal vez para los demás… lo sucedido solo fuera un motivo de excitación, sorpresa y entretenimiento, pero para mí… fue algo más. Si, fue un paso más hacia el ateísmo más absoluto que hacía tiempo iba experimentando inconscientemente.. ¿Qué extraño mecanismo llevamos dentro los humanos para que podamos seguir viviendo e incluso ser felices sin remordimientos ? ¿Qué jodida anestesia tiene la vejez sobre las atrocidades que sin temblarnos el pulso hemos cometido con los demás a lo largo de nuestra puta vida? ¿Por qué nos gusta ingenuamente creer que con la edad la maldad y los peores sentimientos escapan de nuestro cuerpo al mismo tiempo que se vacía y se arruga como una pasa? ¿Porqué somos capaces de pensar que todos los ancianos han sido buenos y son gente bondadosa si genocidas, pederastas, estafadores , corruptos y en fin la mayoría de los hijos de puta más abyectos, mueren tras una tranquila vejez serenamente en sus lechos sin recibir en la tierra castigo alguno ?

Si, amigos…si, ahora ya estoy seguro de que no hay nadie ahí arriba. Si amigos…si, ahora estoy seguro ya de que estamos solos en el Universo sin nadie que nos guie…. Si amigos…si, Si Dios existiera y hubiera creado los cielos y los infiernos y al hombre a su imagen y semejanza, también hubiera debido crear un infierno para sí mismo, meterse dentro y cerrar la puerta con cerrojo..