viernes, 11 de marzo de 2016

EL VIEJO Y LA BARCA

!Así! ! Así me gusta a mí la playa……! !Así !, Sin nadie. Cuando el otoño borrascoso y cambiante barre la arena que cubre los paseos desiertos que duermen medio escondidos, escoltados por las puertas establecimientos cerradas a calicanto oxidándose con el salitre.

!Así me gusta…! !Si…! Cuando al rumor rítmico de las olas le sigue el canto del guijarreo que la resaca deja cuando el agua cobarde huye después de atacar la orilla y llega a mis oídos, puro, sin gritos de niños maleducados ni música de chiringuito que lo contamine.



!Así me gusta …! ! Así…! Cuando los edificios de apartamentos sin una sola luz, permanecen olvidados y sombríos como silenciosos acantilados en los que baten a veces los toldos rotos por el último temporal…

Por aquí, por el arenal sucio de algas que dejó la resaca, cada mañana camino un rato 
hasta el embarcadero de madera, pisando conchas y caracoles que protestan crujiendo a mi paso mientras el aire fresco termina de despertarme. Luego, me siento en viejo un cajón, fumo y toso con los primeros humos...y contemplo el mar. A veces contemplo las nubes borrascosas y amenazantes o si el día está claro me abstraigo con las pequeñas de barcas de que llevan faenando desde la madrugada cuyas siluetas recortadas al contraluz del sol del amanecer permanecen tan quietas que parecen pegatinas negras puestas allí por algún gigante.

Sabe
s… ! Es una rutina!. Las personas mayores vivimos en las rutinas y vamos encadenándolas a lo largo de cada día como un collar de eslabónes al que damos la vuelta sin salirnos del guión procurando que cada jornada sea un bucle perfecto de la anterior.

¿Aburrimiento...?, ¿Monotonía...? !No…No..!. La rutina es un maravilloso invento de la naturaleza para gastar la mínima energía…En ella, no se siente el esfuerzo porque esa energía esta ya reservada de antemano. En la rutina tampoco hay dudas, ni decisiones, ni nada que resolver que agobie o preocupe…la vas siguiendo inconsciente con el pensamiento en otra cosa…y !Si!, permiten afrontar la vida cuando nuestras fuerzas declinan con los años….

Pero ! Procura no sacarnos de ellas donde vivimos atrincherados!, porque… las rutinas, te van haciendo olvidar tus habilidades y la manera de resolver las cosas y te da horror lo inesperado y lo cambiante porque por pequeño que sea se convierte en una enorme montaña a tu paso.

Pero…. !Volvamos al tema!…Volvamos a la playa porque los viejos nos desviamos con facilidad de la línea del discurso para filosofar con cualquier insulsez.

La historia que os voy a contar sucedió hace algún tiempo, cuando yo era aun un escritor maduro y pasado de moda que vivía ya de los derechos de algunas obras de antaño.

Llevaba mal el transito a la vejez, los dolores de huesos…., las manchas en las manos…, la ropa se me iba quedando grande y los camales del pantalón cada vez más largos con la pérdida de estatura. Pero sobre todo, 
lo que peor llevaba era la ausencia de inspiración, porque hacía un par de años que no le había dado de comer a mi vieja máquina de escribir y ya pensaba que mis musas habían muerto antes que yo... 

Hacía días que cuando me sentaba en el cajón del muelle me parecía oír gemidos…unos quejidos raros poco perceptibles pero que alternaban agudos y graves con un inquietante ritmo que me tenían intrigado.… !No! , no eran las gaviotas cuyos graznidos me eran familiares...incluso pensé en algún cetáceo o delfín de los que desorientados llegan a veces cerca de la costa.. Al fin… me di cuenta que provenían de una pequeña barca vacía que llevaba algunos días viendo y que amarrada por un cabo flojo al pantalán se mecía con la marea.

Cuando me acerqué lleno de curiosidad, pude oír con claridad que aquella especie de raro soniquete surgía de sus tablones y cuadernas que rechinaban de un modo extraño cuando el mar la hacía oscilar.

¿Puede una barca llorar...? Ahora yo…! os digo que sí…!, ! Puede llorar como un perro abandonado por su amo ! …! Igual! … ! Lo supe después…! Lo supe en realidad, cuando me enteré en la taberna de que su viejo dueño había muerto de repente hacía unos días… y estoy seguro de que aquellos crujidos eran lamentos de ausencia y sollozos de añoranza hacia su compañero de toda la vida..

La Barca ?....! No llora 
ya !.. Dejó de hacerlo al poco tiempo…nadie la reclamaba… y yo, que jamás había pescado ni tocado un remo, la adopté como una huérfana y desde entonces poco a poco dejó de llorar. Ahora, cada día al amanecer, después de fumar, salgo con ella un rato a pescar….

 ! Pero si Vd. no lleva caña ni red!...

! Ni falta que me hace! …Porque lo que yo salgo a pescar… son ideas e historias, inspiración al fin y al cabo que, como si la pobre barca quisiera devolverme el favor, me brota como el agua siempre que salgo con ella…..Ah!....y ahora tiene otro nombre…

- ¿ Vd. se lo cambió… ?

! Si !...ahora se llama…! Rutina!.