jueves, 13 de octubre de 2016

REFLEXIONES FOLIACEAS

Cada uno és como és y las hojas de árbol somos cortas de vista porque somos tan delgadas que no nos caben unos ojos como dios manda. En realidad, solo podemos vislumbrar apenas por arriba y por abajo y es por eso creo, que nos guste tanto que la brisa de la tarde nos zarandee un poquito para poder ver lo que tenemos a nuestro lado, cotillear un poco y cotorrear con nuestras vecinas de rama mientras hacemos con nuestros bordes ese sonido desordenado y tenue que tanto gusta a los humanos.

Bueno… la verdad es que en mi caso, solo me podía rozar con mi vecina, pues ambas estábamos tan altas en la copa del árbol, que la savia de nuestro hermoso plátano de sombra apenas llegaba con suficiente ánimo a nuestro "piso" para alimentar a mas hojas en nuestra fina ramita.



Si, si… ya sé que es una pena que estando aquí en lo alto, apenas podamos disfrutar de la belleza del parque y de la sensación de inmensidad que produce el bosque frondoso, pero en la naturaleza cada uno debe de aceptar como és y es inútil anhelar lo que no se puede.

Sin embargo…, aunque las hojas apenas vemos…!! Hay que ver como sentimos…!!. La nuestra, es una piel verde y sensible cuya gran superficie no nos permite aburrirnos. Nos encanta percibir el calor de las mañanas del verano que 
suavemente nos va evaporando el rocío de la madrugada justo cuando cuando ya nos empieza a molestar su frescor.

 Y la lluvia…! Ay la lluvia…! !Qué cosquillas…! !Que risas…! Aunque no lo podáis oír, todo el parque foliáceo ríe divertido viendo como los cabrones de los pajarillos se callan de una puta vez cuando nos golpean los goterones furiosos y se quedan empapados y temblones cuando logran refugiarse bajo nosotras.

Además, el agua de lluvia es para nosotras una especie de ducha divina que nos deja más bellas y fragantes, limpias ya de los manchurrones grisáceos que nos dejan esas legiones de palomas diarréicas que aún no sé ni de donde coño han venido. 

La verdad..., es que a Matilde, mi vecina, la echo mucho de menos. La quería como una madre, mejor dicho, la quería como esa hermana mayor a la que a la vez amas y odias por que la envidia de verla tan segura hermosa y lista, mezclada con la admiración, no te deja ver que ese sentimiento es solo impaciencia por madurar y que el tiempo también te hará como ella.

Pero eso, lo sé ahora…, ahora, que no está…, ahora, que me ha dejado sola…, ahora, que un vendaval de otoño como tantos con los que nos gustaba jugar a " a mí no me arrancas " la arrancó en serio llevándosela muy lejos.

Es verdad que Matilde ya no estaba bien desde septiembre… Es verdad también que pensé que estaba mala del hígado, si es que las plantas tenemos hígado, porque de la noche a la mañana se puso anémicamente amarilla y luego fue arrugando y sus preciosos y dentados bordes se le fueron secando y cogiendo un feo tono cobrizo que aunque sé que por lo que oigo que a los humanos les parece bello y romántico, a nosotras nos parece tan funesto que nos deja la clorofila helada.

Pero con todo, Matilde me ha dejado muy sola. Si, si…, ya sé que era mayor que yo… y que cuando apenas yo era un brote , ella ya tenía un dentado precioso, un verde brillante y lujurioso y un culo… bueno..un envés, oscuro y sexi.

Pero ahora…, cuando estoy amarilleando yo como lo hizo ella y me siento cansada triste y melancólica, ahora que  el banco de madera que hay bajo el árbol junto al tronco permanece vacío y silencioso y añoro el suave calorcillo que emanaba hacia arriba cuando las parejas sentadas en él se besaban y reían en verano, áhora os digo...., que por fin he comprendido que no fue la enfermedad lo que se llevó a Matilde, sino que la fue vejez. 

Es difícil la vejez, lo sabéis. Yo estoy intentando llevar la cosa tan dignamente como Matilde lo hizo y lo intento hacer lo mejor que puedo a pesar de que para mí es mas difícil el declive del otoño, porque me toca hacerlo sola.
! De  verdad...! ! Os lo juro ! Confieso que ya no tengo ganas de seguir aquí en lo alto agarrándome a esta rama tan seca como yo. Solo deseo ya que el próximo vendaval me lleve junto al  quebradizo y seco cuerpo de Matilde para que nos pisoteen juntas hasta convertirnos  en el polvo del invierno.

!! Putos ciclos vitales de mierda !! .

fin

3 comentarios:

Unknown dijo...

!!!!Pero bueno¡¡¡¡ si hasta eres capaz de pensar y sentir como una hoja, en su creación verde y lujuriosa que llega a su ancianidad con resignación... aunque solo sea por volver a estar al lado de su amiga Matilde.
Tu relato lo has creado, bajo tu conocimiento científico, creando un parangón con el ciclo vital del ser humano.
!!! Qué se te ocurrirá la próxima semana¡¡¡. Increíble... texto y la acuarela con un precioso, real y evidente colorido otoñal.
Lola.

Amon-Ra-Net dijo...

Aunque las hojas estén desprovistas de lo que la Real Academia denomina ojos, poseen células capaces de detectar los fotones y transformarlos de sustrato inorgánico en materia orgánica rica en energía, es una forma de 'ver' a su manera y tal vez posean otros sentidos semejantes a los nuestros y ¿porqué no? también sentimientos respecto a sus vecinas, con las que ha de convivir toda su existencia, y a las que acaricia dulcemente o araña sin piedad mecida por el viento. Si me preguntaran en qué me reencarnaría, diría sin pudor que en hoja de parra marmórea, y así pasar mi existencia en hermosos museos, pegado a las partes pudendas de antiguos y bellos dioses griegos y a la vista de cualquier turista nipón.
¡Que cuadro mas bello! es toda una sonata de otoño desbordándose bajo la tapa de un piano de cola mientras suena un melancólico adagio.
Música: Liebesträume (Sueño de amor) de Franz Liszt

Francisco Ballester Monfort dijo...

otoñales gracias comentaristas. siempre hay un final peor para una hoja. temen a los campistas con apretón y sin papel higiénico. jajaja