domingo, 16 de agosto de 2015

DOS LUNAS...

Como todos los años la había seguido con la sucia conciencia de un mirón. Sus encendidos cabellos castaños habían paseado sus reflejos entre los pinos resinosos de la senda, cuyos troncos revirados levantaban ya sus copas doradas brindando entre sí, por el regreso de un sol que ya se despedía….
!Si! Este maduro escritor aburrido, y ocioso y algo extravagante, llevaba casi una docena de estíos espiando el rito anual de aquella enigmática mujer…

Siempre en la noche tibia… Siempre con la luna llena de agosto….. Siempre en aquella cristalina poza entre el cantar de los grillos y el rumor de la pequeña cascada…. y nunca, nunca sin la complicidad del olor los jazmines salvajes que rabiosos por el calor del verano parecían querer embrujarnos mientras al contraluz del cielo claro, dos enormes cipreses negros parecían protegernos como guardianes de cualquier mal de la noche.

Como siempre también, ella no se desnudó enseguida…esperó a que la noche ganara la batalla al color..entonces, repetía su precioso rito…Se desnudaba de aquel vestido ligero y suelto solo cuando el agua le llegaba a las rodillas y lo lanzaba negligentemente sobre los juncos donde quedaba posado como un retazo de bruma… Una vez más como cada estío, lamenté la ignorancia de mi masculinidad sobre la sutileza de los tejidos y la armonía de los colores con los que a veces, casi inconscientemente, se cubren las hembras para sentirse deseables…

Había llegado el momento. Me revolví silenciosamente en mi escondite tras los matorrales que con un gesto mío se apartaron silenciosos y obedientes para ver mejor su desnudez y el espectáculo monocolor de azules que la noche creaba en su cuerpo; Las lomas y los valles… Los rincones íntimos y rizadamente oscuros y las claridades ostensibles…Los cabellos desordenados jugando a vagar por su espalda….Las suaves curvas de sus tiernos hombros … La gracia de la lenta ondulación de sus brazos…y la redondez temblona de sus pechos cuya única dureza parecía percibirse en la carne de gallina que por la frescura del agua, alcanzaba sus pezones…

Por fin…. había llegado mi más esperado momento y el cénit de mis anhelos. Mostró su espalda para dirigirse a lo más profundo de la poza y entonces las pude ver… !! Sus nalgas blancas…!! ! El objeto de mi deseo…!. Aquellas dos cincuentonas maravillas cuya tierna blandura me embrujaban cada año más…La hogaza blanca de su culo cuyas misteriosas curvas se unían y comulgaban en la belleza de una brecha secreta que se combaba con intención de escapar para volver a su cuerpo perdiéndose en la estrechez de su cintura. De verdad…, no exagero si te digo que era otra luna llena en el agua… Parecía como si la moneda de plata del cielo cansada del calor, hubiera bajado envidiosa a bañarse en aquella charca….

! Que no habría dado yo por en posar mi mejilla en aquella acogedora almohada y descansar hasta que ya a la luz del alba, la besara con ternura para despertar a su dueña !

Como siempre… Como cada vez… me marché tan sigilosamente como había llegado. En realidad…. huí asustado de nuevo de la promesa del placer de verla salir llena de reflejos plateados… creo que no hubiera podido resistirlo sin colapsar, creo que no lo podría soportar sin romperme …