jueves, 28 de mayo de 2015

LA TORTILLA

El desierto estaba precioso, solo cactus y secos matojos que impulsados por el viento atravesaban rodando a veces por la negra carretera cuya rectitud la haría imposible en otro lugar.

Al fondo, violáceas, las montañas de Nevada a cuyos bosques se dirigían, ponían fin a aquella inmensidad plana y silenciosa. A su lado, mientras conducía el enorme todoterreno negro, dormía una mujer rubia, su esposa típicamente americana, a la que acompañaban en su sueño en la parte trasera del vehículo dos niños también rubios y también típicamente americanos…




Pedro, paladeó con satisfacción la paz del momento. Si, estaba satisfecho. Cuando llegó a los Estados Unidos diez y ocho años antes, no tardó en desprenderse de su españolidad. Llegó resentido. Tuvo que emigrar porque allí en España estaba taponado. A pesar de su enorme talento y a pesar de sus avanzados y originales proyectos de ingeniería , su carrera se había visto detenida por el nepotismo, el enchufismo y los cambalaches que envolvían el mundo universitario.

Pedro se avergonzaba de haber sido español. Ya se consideraba un norteamericano mas. Había escondido su piel ibérica bajo capas y capas de pintura anglosajona hasta que no se vio un solo milímetro de ella. Reseteó su cerebro para no sentir la ira que le producía su antigua nación que navegaba siempre a contracorriente de la razón, siempre rencorosamente dividida y con el alma aun encadenada al siglo XIX, inmune a las palabras Unión, Cesión, Pacto, Dimisión, Honestidad y Perdón y siempre dispuesta al sacrificio, pero solo para que el adversario muriera.

! Que se le podía pedir a aquel pueblo que mantenido en la ignorancia por la religión, pasó directamente del analfabetismo a la televisión saltándose la etapa de los libros. ! Que se le podía pedir a aquel pueblo que se creía muy listo pero que su falta de criterio hacía que lo engañaran las ideas más demagógicas o el tío que mas alto gritara…

! Qué pena que en España no hubieran cuajado las ideas luteranas o que se ganara la Guerra de la Independencia a los que traían la modernidad..!..! Qué pena…!

Pedro, apartó aquellos pensamientos…estaba anocheciendo, todos habían despertado y ya comenzaban las primeras curvas que marcaban el ascenso a los altos. Aun faltaban dos horas para llegar a su destino, pero el hambre había hecho mella en el personal de aquel vehículo.


Pararon en lo alto de " Puerto Chiquito". Un lugar donde lo único hispano era el nombre y en cuyo restaurante de formíca y vidrio, se aposentaron frente a la mesa en los bancos encarados de cuero rojo a la luz del típico letrero de neón intermitente naranja y azul que entraba por la ventana desde el exterior.

A ver…Hamburguesa para los niños..si ,si,.. con patatas, sin cebolla y doble de queso. Si, si, Coca Cola… Para mi esposa una ensalada y un té helado… y para mí…para mi…miró la carta y sus ojos casi saltan de sorpresa….! Tortilla de patatas !¨. ! Para mí tortilla de patatas ! y una copa pequeña de vino rojo que tengo que conducir… y …Vd. perdone… ¿Cómo es Vds. que tienen tortilla de patatas aquí señorita…?

! Señor , tenemos una cocinera española que ayuda en temporada alta ….! dijo la camarera que iba ataviada como un jugador de beisbol gorrita y todo.

Cuando la camarera trajo la comanda minutos después, las cosas fueron bien hasta que se llevó el primer trozo de aquel triangulo amarillo hecho con aceite de oliva a sus labios y Pedro percibió su sabor. Entonces, una oleada de añoranza por su tierra lo invadió partiendo desde lo más hondo de sus entrañas y las lagrimas brotaron silenciosas de sus ojos…

! Papa te pasa algo en los ojos..!

! Nada hijo! ! Nada! ! Es el humo…! , solo es que me ha entrado un poco de humo…y me pican los ojos.

! Puta cocinera española…! murmuró Pedro por lo bajini….