lunes, 1 de septiembre de 2014

EL HOMBRE DE LA SALA Nº3


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Disculpe que le interrumpa señor……pero en unos minutos va a cerrar el museo. 
El que había hablado, era Mister MacKey, Ujier y único cuidador desde hacía más de 30 años de aquel pequeño museo de arte de Portland, Oregón, en la costa norte del pacífico de Estados Unidos cerca ya de Canadá. Sus exquisitas maneras heredadas de una educación de corte británico, contrastaban con su apariencia. Su cuerpo, enorme y macizo como el de un leñador, apenas podía meterse en aquel viejo uniforme azul marino que parecía a punto de reventar en cualquier momento por las costuras de la espalda. Un pelo rizado aún rojizo y un rostro cubierto de pecas, contribuían a darle a este hombre próximo ya a la jubilación, un cierto aire a la vez bondadoso e infantil, que difícilmente podría esconder su genética escocesa.

Siete si, siete años hacía que veía aparecer cada semana a aquel menudo personaje que él llamaba "El hombre de la Sala nº 3". Cuando entraba al museo,el sujeto siempre se dirigía sigiloso y sin mirar ninguna otra obra hasta esa sala, y se plantaba durante una hora de pié delante de aquel cuadro de motivo marino, inmóvil y en completo silencio como si aquella obra lo sometiera a un embrujo o a alguna suerte de hipnosis profunda. Se colocaba tan cerca del cuadro que tenía que mirar hacia arriba, mostrando al observador una incipiente calva con aire de tonsura, que parecía mayor con la iluminación del museo, y que junto a la pequeña y puntiaguda barba canosa conseguía darle daba un aire místico o religioso que recordaba a algún santo próximo al martirio. Vestía con el estudiado desaliño de los bohemios que gustan de esconder a los demás que son presumidos, y sus redondas gafas doradas y pequeñas conseguían completar la idea de estar ante un intelectual revolucionario.
MacKey nunca había cruzado una palabra con aquel hombre. Al principio, apenas le había llamado la atención acostumbrado con indiferencia anglosajona a un país donde cada uno va su "bola" sin importar los convencionalismos. Pero…el ser humano es curioso por naturaleza y adora desvelar misterios y en MacKey, había germinado con tal fuerza el deseo de saber algo más de aquel hombre, que no pudo desaprovechar la primera vez que se había dirigido a él para intentar calmar su intriga.
El hombre de la sala 3 , con aire ausente, miró a MacKey con sus ojos glaucos y algo somnolientos, y le dijo: no se preocupe, ya me iba…..

- ¿ No es usted de aquí verdad?. Su acento parece latino….¿ Mejicano tal vez… ?
- No, no. Me llamo Jóse y soy Español, concretamente del levante de España, allá en la vieja Europa junto al mar Mediterráneo.
Mackey, que no tenía con esta información ni para empezar, decidió abusar un poco más del agradable talante de Jóse.
-¿ Puedo hacerle una pregunta personal Señor José?

-!José no!, Jóse, Jóse me llamo Jóse , no me llame "Señor" por favor, y !Sí!, puede preguntarme usted lo que desee.
- Lleva usted siete años viniendo a éste museo todas las semanas a ver este cuadro ¿ me podría decir Vd. que es lo que ve en él?...Para nosotros, !Es una de las piezas de menor valor de la colección !.

-Pues sí Señor ujier, lleva usted toda la razón, no es una gran obra, falla en la composición, en el dibujo, e incluso los barcos no son creibles.... pero el mar….!Ese mar, es idéntico al mar de mi casa!
-¿ De su casa?

- Sí , sí, de mi casa… de mi tierra… de allá donde vengo y donde nací. Nada más verlo, mi pensamiento se traslada junto a sus orillas, puedo oir el rumor de sus olas, el griterío de los niños al jugar en la arena de la cala, el olor de sus algas en descomposición, puedo sentir de nuevo la sinfonía cambiante de azules y verdes según la época del año o los vientos caprichosos; El turquesa con el poniente en verano….El tenebroso verde oscuro con los temporales de Levante en el Otoño… El azul marino con el gregal, o El turbio Prusia con el Xaloc en Enero.
-Si, Señor ujier, cuando veo ese mar, puedo escuchar a mi padre en penoso equilibrio sobre las rocas enseñándome a pintar cada uno de los cientos de matices del mediterráneo, hasta que ni siquiera necesitara esforzarme en pensar para poder hacerlo.
- Pero…¿ Es usted pintor?
-! Si!,! Si lo soy! y ahora lo puedo decir con todo orgullo y bien alto, sobre todo en éste pais, pues este país de oportunidades donde me trajo por azar un golpe del destino, me ha permitido vivir de mi pintura y solamente de ella.
-¿No pintaba usted en España? preguntó MacKey
-Desgraciadamente señor conserje, en el precioso lugar donde vi la luz, El talento para la pintura, para la escritura, para la composición musical o cualquier otra expresión del arte, no es valorado. No es más que una anécdota en la biografía de una persona. Para los demás, ser artista viene a ser como un rasgo personal, algo insólito y gracioso, una especie de hobby sospechoso incluso. Allí, los artistas si no abandonamos, debemos mantener nuestra pasión subsistiendo con los trabajos más peregrinos si tenemos la suerte de encontrarlos.
- Eso debe ser muy triste para ustedes….
- Bahh! ! Estamos acostumbrados. Los Españoles somos tan inseguros de nuestra valía, que precisamos que alguien nos la demuestre, somos verdaderos especialistas en el desprecio de lo nuestro. tanto es así, que los grandes genios españoles reconocidos en el arte, tienen como común denominador haber triunfado primero lejos del suelo patrio.
- Y.... ¿ Es usted feliz aquí tan lejos, en Oregón?
-! Pues …Si, la verdad ! . Me encantan sus infinitos bosques, las rocosas nevadas, la admiración en las miradas de sus gentes cuando miran con ilusión una de mis obras,
y la tremenda juventud que se respira en los seminarios y demostraciones de pintura.

-Si, soy feliz aquí, no me mata la añoranza, simplemente cada semana solo tengo que venir un ratito a ver " mi" mar. Tal vez cuando sea mas mayor y me vayan fallando los huesos, me vaya a pasar mis últimos años a sus orillas a pasar las tardes con Pedro
-¿Pedro ? ¿ Es un amigo?
-¿ Amigo? ! El mejor ! Pedro es mi pincel de pelo de marta del que jamás me separo desde que me lo regaló mi padre y al que cuido como a mis hijos.
- Bueno Mr Jóse ya es hora de irnos, pero antes de marcharnos, permítame hacerle una pequeña observación. En mi opinión, los recuerdos siempre son de ida y vuelta y nunca quieren dejarnos tranquilos, tal vez cuando ya anciano vea el mar en su tierra, sus colores le hagan añorar éste humilde cuadro del museo Oregón y lo feliz que fue usted aquí, en éste país, con nosotros….
Dedicado a Jóse Galarzo mi maestro acuarelista